La
riqueza petrolera de Venezuela y el caos de la gasolina
Pedro
Raúl Solórzano Peraza
Abril
de 2020
Desde antes del Descubrimiento de América, ya los
aborígenes que habitaban el territorio que hoy es Venezuela, utilizaban con
fines medicinales, como combustible y para calafatear las embarcaciones, una
sustancia negra que afloraba a través del suelo al cual llamaron “mene”.
En 1875, después de un temblor de tierra, en una
hacienda del estado Táchira llamada La Alquitrana, comenzó a manar petróleo en
cantidades importantes, propiciando que se creara la primera empresa petrolera
venezolana, la compañía Petrolia del Táchira, para explotar industrialmente el
petróleo. Para 1880 se hacen las primeras perforaciones, hasta que a unos 60
metros de profundidad en un pozo que identificaron como Eureka, se logró una
producción de 230 litros de petróleo por día, el cual se destilaba en un
alambique para producir querosene e iluminar con esto las poblaciones de San
Cristóbal y Rubio.
Para las primeras décadas del siglo XX se comenzaron a
perforar pozos de gran importancia, el gobierno estableció el otorgamiento de
concesiones para la explotación, la mayoría de las cuales fueron negociadas con
empresas extranjeras que tenían la tecnología para este tipo de actividad. En
1914 se descubre el primer campo petrolero de importancia, Mene Grande,
descubierto por la empresa Caribbean Petroleum, donde se encuentra el famoso
pozo Zumaque I. Para 1918 el petróleo comenzó a aparecer en las estadísticas de
exportación de Venezuela, y en 1929 se consideró el país con mayor producción
petrolera detrás de los Estados Unidos, y el primer país exportador de petróleo
del mundo.
Progresivamente, el petróleo se fue convirtiendo en el
principal sector económico del país, limitando la creación y el mantenimiento
de otros tipos de industrias. Con el incremento de las exportaciones
petroleras, cuando Venezuela llegó a ser el primer país exportador de petróleo
del mundo, poco a poco la “Enfermedad Holandesa” fue carcomiendo la economía
del país. Esta enfermedad, que es un término utilizado en economía, también es
conocido como “Mal Holandés” o “Síndrome Holandés”, y se refiere a los efectos
negativos que provoca en la economía de un país un repentino y desmedido
incremento del ingreso de divisas, ocasionado por la exportación de algún
recurso natural como minerales preciosos, hidrocarburos, café, etc, o por algún
crecimiento importante de la inversión extranjera directa.
Debido a su importancia, en 1943 se promulga la Ley de
Hidrocarburos que permitía la división de los beneficios de la industria
petrolera en 50/50 entre el gobierno y la industria. Esto permaneció sin
cambios hasta la nacionalización de la industria en 1976.
La economía venezolana, dependiente de la renta
petrolera, ha sufrido muchos vaivenes según los cambios de los precios del
petróleo. Sin embargo, desde la invasión de Irak en el 2003, los precios del
petróleo se incrementaron considerablemente y Venezuela llegó a recibir
millones de millones de US Dólares por concepto de la exportación de su
petróleo, que han debido convertir a este país en uno de los más ricos del
mundo. Sin embargo, el régimen imperante en el país desde 1999 malgastó la
mayor parte de ese dinero, gran parte del cual se perdió en medio de una
terrible ola de corrupción, endeudó al país hasta cifras nunca imaginables, y
hoy los ciudadanos venezolanos viven en una miseria marcada por el hambre y la
falta de asistencia médica, que ha conducido a la muerte de miles de personas,
especialmente niños y ancianos.
Paralelo al crecimiento de la explotación del
petróleo, en Venezuela se instalaron refinerías en el Occidente, en el Centro y
en el Oriente del país, que en conjunto representaron el mayor complejo de
refinación de la América Latina, en el cual se produjo suficiente gasolina para
satisfacer el mercado interno, para exportar, y para utilizarlo en una de las
grandes estrategias de corrupción como es el contrabando hacia Colombia, con
gigantescos dividendos para los implicados debido al irrisorio precio de la
gasolina en el país.
Lo peor ha ocurrido en los años recientes con la
destrucción de la empresa petrolera, PDVSA, y con el abandono de las refinerías.
Como consecuencia, se ha tenido que estar importando gasolina, algo que
pareciera insólito, para poder surtir las necesidades internas y para
suministrar gasolina a nuestros colonizadores cubanos de esa pequeña isla
caribeña. Ahora, con la insuficiencia de recursos para pagar las importaciones
y otras limitaciones para su adquisición, no es posible importar gasolina y
gasoil al ritmo suficiente, creando un gran desabastecimiento que prácticamente
paraliza el accionar del país. Dos de los grandes afectados por esta situación
son: la salud, por la reciente pandemia que ha causado el Covid-19 en el mundo
y que en Venezuela es más peligroso por las condiciones precarias del sistema
de salud, y por la limitación de una efectiva asistencia médica, inmovilizada debido
a la escasez de gasolina; y el suministro de alimentos, ya que sin combustibles
es imposible producirlos y distribuirlos a lo largo y ancho del territorio
nacional.
En la Venezuela por venir, que será muy pronto, es
prioritaria la recuperación de la industria petrolera, de tal manera que genere
suficientes dividendos y se puedan hacer importantes inversiones para un
desarrollo armónico del país, que conduzca a la felicidad de todos sus
ciudadanos. Debemos “sembrar el petróleo” y superar el “Síndrome Holandés”. Entre
otras cosas, desarrollar la agricultura para tender hacia una verdadera y
necesaria Soberanía Alimentaria.
Pedro Raúl Solórzano Peraza
Abril de 2020
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