viernes, 30 de julio de 2021

Globalización ¿ocaso o nueva fase?

 

Globalización ¿ocaso o nueva fase?

Para algunos estudiosos del fenómeno de la globalización, que surge a mediados del siglo XV, no novedoso, sino que ha evolucionado.-


 

·         JESÚS E. MAZZEI ALFONZO

29/07/2021 05:00 am

 


            La idea del ocaso de la Globalización, retroceso ó evolución a nuevos estadios está en boca de analistas y líderes de la política, economía y el mundo académico que nos lleva a abrir un debate de ideas, si estamos en ese momento o en puertas de nueva fase del proceso de globalización, la cual, estimo, entrará en una nueva fase a raíz de la postpandemia del COVID-19.

            En ese sentido, para ubicarnos en el concepto de globalización, parto de la definición que nos ofreció también en forma lucida hace unos años el politólogo Luciano Tomassini que goza de una sólida perspectiva, y estimo, es una de las que tiene mayor consenso en la comunidad académica el cual lo refirió como:”… un proceso de difusión de ideas, valores, formas de producción y de comercio, procesos y productos, diseños organizativos y formas de conducta, a través de las fronteras nacionales. Un proceso, por lo tanto, que está conduciendo a una creciente articulación e interdependencia de todas las sociedades…". Añadiría aún más por las interconexiones e interrelaciones que produce la globalización. La globalización esta intrínsecamente vinculada a lo que la investigadora venezolana Carlota Pérez, denomina el modo de crecimiento del capitalismo, que está vinculado a los cambios internos que ha sufrido más ó menos, el capitalismo desde el año 1771 y hoy en una fase postpandemica dará modificaciones sustanciales en los próximos años.

Ante ello, el paso a una sociedad globalizada, como la del presente, tiene una diferencia sustancial con anteriores procesos globalizadores, el cual ha evolucionado dentro del sistema capitalista y es el componente diría fundamental que caracteriza a este sistema globalizado, es el conocimiento intensivo, como también la instantánea, simultaneidad y rapidez de los hechos, gracias a los veloces cambios en la tecnología de información. También esta, su complejidad por la pluralidad de relaciones que se dan entre sus componentes, por la pluralidad en sus diversas dimensiones y las relaciones que se dan entre lo interno y externo de las relaciones entre los estados, actores, individuos, corporaciones etc.


            En tal sentido, el valor de los productos simbólicos, la producción localizada en diferentes áreas, con una integración horizontal de las diferentes organizaciones multinacionales y complejos estatales y no estatales y empresariales, plantean un sistema internacional con diferencias sustanciales y se entrelaza con proceso anteriores que son similares, pero diferentes: la internacionalización y la transnacionalización.


            En ese sentido, el impacto más inmediato de la globalización en el sentido común, es que estamos en un nuevo proceso histórico central y cambio de época caracterizado por profundas transformaciones estructurales, en los presupuestos, criterios, en los paradigmas. Estamos en lo que Eduardo Viola, especialista en el tema y profesor de la Universidad de Brasília, llamó la cuarta ola de la globalización iniciada en los años 80, como tendencia y proceso contemporáneo es imparable e inevitable.


            Por tal razón, la consideramos efectivamente un proceso multidimensional caracterizado a mi entender por seis vertientes principales interrelacionadas: La militar, económica con sus dos subdivisiones: la financiera y la comercial, la comunicacional/cultural, la científica,/tecnológica, la ecológica/ambiental y por última la política no por ser la última la menos importante, pero determinante de las relaciones internacionales y de los diversos actores políticos que la componen internamente y su relación dialéctica con su pares en otros lados de esa estructura nacional y subnacional (la sociedad civil y la política). Toro Hardy afirmó en un artículo hace unos años que…” El impulso político a la globalización provino de varios frentes convergentes controlado por las grandes capitales del mundo desarrollado: la Ronda Uruguay del GATT, el Consenso de Washington, las políticas de ajuste estructural impuestas por el FMI y la expansión de la Organización Mundial de Comercio. Detrás de este proceso se encontraba la convicción, según palabras del académico estadounidense Charles Kupchan, de “que la globalización debía beneficiar a las sociedades desarrolladas, quienes supuestamente estaban en mejores condiciones para capitalizar las oportunidades resultantes de un mercado global rápido y fluido…”. Esta es una perspectiva si se quiere, medía entre las dos; estamos en una transición a un nuevo cambio tecnológico y que tendrá repercusiones en la globalización por venir, dado por el efecto de la pandemia.


            Para algunos estudiosos del fenómeno de la globalización, que surge a mediados del siglo XV, no novedoso, sino que ha evolucionado. En la era contemporánea, ha cambiado la distribución del poder, las reglas de su funcionamiento, el carácter de frecuencia, complejidad, complicación y dimensión de las interacciones, y por último, la capacidad relativa de orientar los procesos, ejemplo de ello, el rol de los diversos actores transnacionales que muchas veces poseen mayor capacidad de acción que algunos Estados, en orientar en su beneficio las acciones estratégicas emprendidas. Algunos autores hablan del paso de una sociedad globalizada segmentada a una sociedad global integradora y más equitativa. Se ha abierto pues, el debate, sino veamos el debate a raíz de la última mutación del COVID-19, y los mercados emergentes, casas de bolsas y repercusiones económicas-financieras.

jesusmazzei@gmail.com 

 

jueves, 29 de julio de 2021

NOTAS SOBRE LA INTEGRACION EN EL AÑO 2021

 

NOTAS SOBRE LA INTEGRACION EN EL AÑO 2021

EDUARDO ORTIZ RAMIREZ

 



LAS COSAS, COMO HAN TERMINADO,

La integración es tema de prioridades, urgencias e inventos permanentes en la región cósmica que es América Latina. Así como llegan los nuevos presidentes, llegan las nuevas ideas y propuestas. Sin ser el tejido de Penélope, es como que siempre se vuelve a comenzar. Más dramático es esto, cuando la velocidad y alcances del desarrollo no son tan rápidos como se deberían presentar,  según esfuerzos y otros tantos discursos y, más aun, cuando se observa aquel resultado de haberse propuesto cosas pequeñas y haber logrado cosas grandes en el caso de la Unión Europea. Hemos escuchado así en los últimos 30/60 años ideas como “…no nos vamos a integrar con pobres” (Menen) o estas “…integraciones que solo han buscado atender los aspectos económicos” (Chávez y otros justicieros en frases similares), llevando esto no solo al permanente discurso sino también a las permanentes quejas y repeticiones de procesos de reestructuración, en lo cual la actual y casi penumbrosa Comunidad Andina de Naciones es ejemplo palpable. Debemos o podemos estar así pendientes de cualquier pequeña o mediana idea o innovación  de Bukele en El salvador o Castillo en Perú. La contraparte a todo esto son experiencias acabadas, en crisis, con problemas largos como la consecución del Arancel Externo Común (AEC) en las Uniones Aduaneras imperfectas existentes o el bajo comercio intrarregional a pesar de estrategias, críticas y cambios de rumbo. No deja, sin embargo, de haber esperanzas y ellas mantienen el optimismo como el caso actual de la Alianza del Pacífico. Pero también las apuestas en ALBA-TCP en donde Venezuela -y como Sansón con las columnas- impulsó y sustentó pero, hoy día, al no poder hacerlo se presenta como un proyecto de ensalzamiento político y poco avance en sus propuestas iniciales.

ALGUNOS CONCEPTOS O ASUNTOS PENDIENTES

Los siguientes son tópicos que bordean la discusión y propuestas de integración y que complementan a otros casi eternos como tamaño de los mercados en base a demandas reales, carácter complementario o competitivo de los aparatos productivos, debilidades de los sectores industriales, necesidad de potenciar los aparatos tecnológicos y las capacidades empresariales, coordinación de políticas macroeconómicas, diferencias en los regímenes de seguridad y protección social, entre otros tantos. Veamos los que queremos  resaltar en esta oportunidad.

1. El comercio intrarregional. Tema fundamental; pueden hacerse los análisis que interesen o realizarse evidencias y (o contrastaciones empíricas con el rigor matemático incluido) pero mientras no crezca el comercio intrarregional seguiremos con economías donde lo comercial no será exitoso y ello es fundamental para cualquier experiencia de integración. Décadas van y vienen, reuniones se hacen y consiguen, pero México poco ha mirado al Sur; hay además numerosas economías que en la región no superan la etapa de despegue de Rostow, de importancia para la industria, el crecimiento y el sector financiero como bien destacó en su libro clásico R. Goldsmith[1] y, aquel comercio, poco se ha mantenido por sobre el 20% del comercio total de la región latinoamericana.

2. Las Barreras no arancelarias (BNA). No debe ser la vía de las experiencias de integración latinoamericana, sentirse altamente orgullosos de, por  la vía de la programación arancelaria, haber alcanzado niveles bajos de estos últimos para sus socios y que ello, ligado a políticas de apertura, permitan poder ofrecer al resto del mundo posibilidades de colocación de productos mientras, los mercados internacionales, la apertura y las oportunidades de comercio se ven afectadas considerablemente por la existencia de abundantes BNA´S. Algunos de los países más fuertes de la región como Brasil las usan. Desde los años 80 ya era más que evidente que crecerían y crecerían, superando las restricciones y controles para tales barreras, que supuestamente saldrían o se habrían implementado desde la Ronda Uruguay, finalizada en 1994.

3. Institucionalidad. Si de institucionalidad se trata, lo primero que debe señalarse es la situación de democracias inestables en la región[2]. La democracia como se estima, es el régimen más adecuado para supervisar o registrar consensos y disensos que puedan permitir canalizar los mejores proyectos e intenciones también en cuanto a la integración, evitándose autoritarismos y decisiones basadas en caprichos personales como ha sucedido no infrecuentemente en países como Venezuela y otros de la región. En este sentido y para la integración existe el déficit atinente a la democracia, pero también en cuanto a otros ámbitos que son de mucho interés para el desarrollo de la misma: antidumping, subsidios, barreras a la entrada, financiamiento a las exportaciones, tratamientos de la propiedad intelectual, entre otras áreas. Sin esta infraestructura e institucionalidad no se puede avanzar en la integración.

4. Empresas internacionales. A pesar de las controversias y enfrentamientos, tales empresas terminan siendo fundamentales o importantes según la fuerza que se les quiera dar; en otro perfil se puede pensar que son inevitables. Hace cuarenta/cincuenta años se pensaba que las empresas internacionales/transnacionales se oponían a la integración pero a la vez terminaban siendo sus principales beneficiarias. Numerosos y buenos  estudios de Vaitsos, Vernon, Chudnovsky y otros apuntalaban posiciones y análisis. Se oponían las empresas internacionales a la integración: tenían filiales en numerosos países, pero terminaban beneficiándose y aceptando las normas como se llegó a afirmar en espacios de inversionistas de los EE.UU. Hoy día, después de la crisis de la deuda y de la crisis de las hipotecas sub-prime de 2008 2009 y ahora en un escenario Covid19, varios países vuelven a tener necesidades de inversiones y allí están por supuesto las Cadenas de Valor. Las empresas propias de la integración Latinoamérica que ya se las había planteado el antiguo Pacto Andino, ni se conformaron en grande ni mucho menos se apuntalaron. Este es pues un terreno deficitario o pendiente.

5. El orden o marco multilateral. Desarrollar el libre comercio sobre el que se pensó desde la perspectiva multilateral y de la cláusula de la nación más favorecida sigue siendo una tarea pendiente, a la par que la lucha contra el nuevo proteccionismo (restringir importaciones+apoyar exportaciones) desde los años ochenta y, en ese contexto, la integración siempre ha sido entendida desde el GATT (1947) como una opción suboptima o como una opción mientras no se afecte el orden multilateral. Lo cierto es que entre unilateralismo, bilateralismo y plurilateralismo el orden multilateral ha terminado siendo perfectamente gris. Se pueden así encontrar razones para establecer el Acuerdo Transpacífico, pero igualmente razones para que llegue Trump y lo abandone. Igual sucede con países que firman numerosos acuerdos bilaterales, que pasan a ser irrelevantes y no operativos. Hasta donde la región se ha visto y verá afectada por este contexto no sabemos con precisión, pero cualquier innovación, propuesta o nueva idea, puede apuntalar tal escenario.

6. La sociedad civil. Los entusiastas en estos menesteres, siempre proponen los beneficios que traen la integración y la importancia de la participación popular. Se ha visto, en experiencias en Europa y en algunas de América, cómo, los sectores empresariales, cooperativos y emprendedores diversos, pueden ser beneficiarios y agentes de apoyo para aquella. Un caso emblemático, seguirá siendo, el entusiasmo mexicano por los beneficios y conveniencias que podía tener la incorporación de México al TLCAN. También seguirá siendo de relevancia, seguir resaltando la importancia de las llamadas reuniones del cuarto de al lado o cualquier otro mecanismo que apuntale la participación señalada más arriba. En cualesquiera de estos mecanismos, el empuje lo darán empresarios que apoyen o se opongan, al igual que cooperativas y sindicatos y un escenario donde la integración se haya convertido en un objetivo nacional.

No todas las integraciones y los proyectos son iguales. La diferencia sustancial entre unos países y otros, la compensación que algunos países necesitan atender, no puede ser solucionada con apreciaciones voluntaristas u omitiendo las diferencias de estructuras, tamaños y productividad o apelando a recursos históricos y falsas similitudes de identidades.

 

 

29 de julio 2021

@eortizramirez

eortizramirez@gmail.com.

 



[1] R. W. Goldsmith. Financial Structure and Development

Financial Structure and Development.

 By R. W. Goldsmith. (New Haven and London: Yale University Press, 1969. Pp. xxxiv + 561. 112s. 6d. (cloth). 36s. (paper).)

 

miércoles, 28 de julio de 2021

Perú: ¿diálogo o desastre?

 

Perú: ¿diálogo o desastre?, 

por Félix Arellano



Perú: ¿diálogo o desastre?
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Pedro Castillo, el nuevo presidente electo del Perú, asume el cargo el 28 de julio, coincidiendo con el bicentenario de la independencia del país, en un ambiente inhóspito y cargado de incertidumbre, particularmente en Lima la capital, pero con un importante respaldo de los sectores tradicionalmente marginados, que han sido determinantes en su triunfo y seguramente están dispuestos a defenderlo a cualquier costo.

En consecuencia, frente a un país profundamente polarizado, el diálogo y la negociación representan la opción eficiente para la construcción de gobernanza, lo contrario es el desastre, donde todos resultaran perdedores.

El triunfo de Pedro Castillo no es casual, responde a una crisis profunda de carácter estructural que enfrenta Perú desde hace varias décadas, pero también la mayoría de los países de la región; y los más vulnerables han comprendido que dentro de la democracia tienen el poder del voto para promover cambios. Lo lamentable es que el populismo aprovecha y manipula las condiciones para lograr el poder y luego desarrollar su libreto para perpetuarse.

En elemental sentido común debemos dar el beneficio de la duda al Sr. Castillo. Además, reconocer que, concluida la segunda vuelta, al sentir que habían logrado llegar al poder, pero con una base de apoyo frágil, sin mayoría en el Congreso, y con el malestar de sectores económicos, medios de comunicación y Fuerzas Armadas; ha tratado de suavizar el tono tanto del programa de gobierno como del radical discurso de la campaña electoral; empero, las experiencias recientes de populismos radicales en la región generan sospechas sobre los cambios de tono de último momento. Podrían ser parte del juego estratégico.

El persistente rechazo de los resultados de la segunda vuelta por parte de la Sra. Keiko Fujimori nos hace recordar la soberbia del expresidente Donald Trump para aceptar el triunfo de Joe Biden, posiciones que cultivan odio, radicalismo y violencia; propiciando el deterioro institucional del país. Al fracasar en su tercer intento por llegar a la presidencia, la Sra. Fujimori podría asumir la posición de un estadista y contribuir en la definición de las condiciones que permitan conformar un gobierno de amplia base, una coalición que incluya la diversidad política y permita avanzar en la construcción del bienestar social y equidad que tanto necesita el país, sin destruir los avances alcanzados, particularmente en materia económica.

La estrategia de descalificar al nuevo presidente por aspectos formales o por su débil capacidad para abordar los complejos temas del mundo que vivimos, no resulta acertada, pues lo vincula más estrechamente al radicalismo, que busca aprovechar sus limitaciones y controlar el proceso.

No se puede pedir a un presidente que sea un genio, lo que se espera es que sea un buen gerente, honesto, transparente en su actuación, dispuesto a conformar un equipo de trabajo con los mejores, receptivo ante la crítica y dispuesto a enmendar en la acción de gobierno.

En ese contexto, debemos reconocer que en los últimos días el Sr. Castillo ha insistido en que su equipo de gobierno privilegiará a los técnicos. Al respecto, cabe destacar la participación en la asesoría económica del reconocido economista y académico Pedro Francke, quien llega al equipo presidencial producto de los acuerdos con la llamada izquierda moderada. Adicionalmente, para la importante posición de Canciller de la República, circulan nombres de funcionarios con amplia experiencia en la diplomacia peruana, lo que representa una señal positiva.

En las últimas semanas, Pedro Castillo y su asesor económico Pedro Francke han tratado de calmar las aguas del sector económico, que está reaccionando nerviosamente, como lo evidencia la creciente salida de capitales. Decisiones aceleradas, pero comprensibles, si concentramos la atención tanto en los textos del programa de gobierno —que privilegia el estatismo— como en la trayectoria del jefe del partido de gobierno Perú Libre, Vladimir Cerrón, calificado por algunos como representación de una izquierda primitiva.

Otras señales positivas del presidente Castillo en los últimos días han sido las reuniones que ha sostenido con algunos líderes de la oposición democrática peruana; en particular, con Yonhy Lezcano, excandidato presidencial de Acción Popular y Cesar Acuña de Alianza para el Progreso.

También conviene destacar los acuerdos alcanzados con otros partidos de la izquierda moderada, como el Frente Amplio o Juntos por Perú, para lograr respaldos con miras a la segunda vuelta en el proceso electoral.

Conviene destacar que ninguno de los dos candidatos que llegaron a la segunda vuelta tenía el control del Congreso. Si bien el partido del presidente electo, Perú Libre, cuenta con el mayor número de parlamentarios 37 de los 130, no llega a tener mayoría, lo que le obliga al diálogo y la negociación como camino para la construcción de gobernabilidad. Por otra parte, tampoco cuenta el Sr. Castillo con las opciones que utilizaron Alberto Fujimori, que cerró el Congreso con el apoyo de fuerza militar o de Martín Vizcarra, quien lo disolvió y convocó a nuevas elecciones legislativas.

En el caso de la Sra. Keiko Fujimori y su partido Fuerza Popular, tampoco dispone de los votos necesarios para promover una investigación que conlleve la destitución del nuevo presidente, una mala práctica que se ha institucionalizado en los últimos años en el Congreso peruano, pues apenas cuentan con 24 parlamentarios.

Cabe recordar que, para lograr la aprobación de la moción de vacancia para la destitución del presidente, prevista en el artículo 113 de la Constitución —mecanismo que se ha utilizado en varias oportunidades (los casos de los presidentes Martín Vizcarra y Manuel Meriño; Pedro Pablo Kuczynski renunció antes de la aprobación del mecanismo)— se requiere de 87 votos a favor de los 130, un número difícil de alcanzar en las actuales condiciones de fragmentación del Congreso peruano. En este contexto, todo pareciera indicar que también para la oposición el mejor camino es el diálogo y la negociación.

Los retos del presidente Castillo son enormes, la pandemia del covid-19, sus perversas consecuencias para los sectores más vulnerables y la masiva vacunación de la población se ubican como temas prioritarios; pero además el país enfrenta una profunda crisis económica, tres de cada diez peruanos viven en pobreza y el 70% de la economía se desarrolla en la informalidad, uno de los sectores más afectados por la pandemia.

La radicalización prevista en el programa de gobierno del presidente electo representa el camino al desastre; además, no cuenta con el respaldo que le permita desarrollar una agenda cargada de enfrentamientos.

Inteligente podría ser promover un giro de humanismo y aprovechar la oportunidad para promover la mayor participación de la sociedad peruana en la construcción de bienestar social y equidad, sin abandonar la competitividad y productividad. Para tales fines, el diálogo y la negociación representan los caminos que podrían garantizar la paz y estabilidad que necesita Perú en esta nueva fase.

Félix Arellano es internacionalista y Doctor en Ciencias Políticas-UCV.

TalCual no se hace responsable por las opiniones emitidas por el autor de este artículo

lunes, 26 de julio de 2021

La trampa-jaula económica que se construyó el chavismo

 La trampa-jaula económica que se construyó el chavismo

 

Humberto García Larralde, economista, profesor (j), Universidad Central de Venezuela, humgarl@gmail.com

 




La reciente visita de Delcy Rodríguez a la Asamblea de Fedecámaras, como la de su hermano en enero y la declaración de Maduro de rescatar el Consejo Nacional de Economía --ahora adjetivándola de “Productiva”--, pudieran indicar un cambio de actitud del régimen ante el sector empresarial, otrora ubicado en el campo enemigo. El colapso es tal que sienten la necesidad de ir a hacerle carantoñas, en aras de salir del hueco. Como gusta decir mi esposa, “oyen campanas, pero no saben de dónde vienen”.

 

Cuando llegó al poder, Chávez no tenía un proyecto económico elaborado, más allá de ciertas alusiones nacionalistas y de justicia social. Tan así, que conservó por año y medio a la ministra de Hacienda del gobierno anterior, Maritza Izaguirre. Es por razones políticas, al toparse con la resistencia de los empleados de PdVSA de ver vulnerada su cultura corporativa y con el hecho de que la agenda del sector privado no tenía por qué coincidir con la suya, que desata su ofensiva contra las instituciones que resguardan la actividad económica. Más pudieron sus ansias por controlarlo todo, impulsadas por ese inmenso ego de creerse heredero genuino de Bolívar, que consideraciones racionales acerca del manejo sano de la economía. Por demás, ahí estaba el petróleo que, creía, daba para todo.

 

Para ponerle la mano a esta fuente aparentemente inagotable de recursos, tendió la trampa que --confesaría luego—“justificaría” el despido de los gerentes, profesionales y operarios más cualificados de PdVSA, la mitad de su nómina. A pesar de los azarosos sucesos que provocó en abril, 2002, logró finalmente ufanarse ante los suyos de que, “Ahora PdVSA es de todos”. Transmutó la misión corporativa de la empresa por una de naturaleza política: financiar el socialismo de reparto que, a instancias de su mentor, Fidel Castro, debía instaurar. Entre 2003 y 2016 PdVSA desvió más de $ 250 millardos de sus ingresos para financiar misiones y fondos de desarrollo social. Encima, fue atiborrada de empresas de construcción, alimentarias, de servicios y manufactureras. Pero no sólo le creó una carga que terminó drenando sus recursos, sino que se privilegiaron criterios políticos discrecionales para la distribución de sus proventos, instaurando una dinámica que se fue apoderando, no sólo de PdVSA, sino del sector público en general. Precios del crudo en torno a los $ 100 por barril entre 2008 y 2014 (salvo 2009), parecían permitirlo todo. Chávez pudo comprar alianzas internacionales para evitar la aplicación de la Carta Democrática a Venezuela por la OEA y subsidiar a la economía cubana. Pero, como lo atestiguan los escándalos destapados a cada rato en la prensa internacional, hubo destinos aún más turbios.

 

Maduro carece de la ascendencia, carisma e ideas de Chávez. Supo que su permanencia en el poder dependería de su capacidad de comprar a los mandos militares más corruptibles, haciéndolos cómplices de sus desmanes, traicionando su mandato constitucional. Además de ponerlos al frente de buena parte de las responsabilidades económicas del Estado, contratar con las empresas que ellos creaban, entregarles el control de puertos, aeropuertos y de la minería de Guayana, y otorgarles el monopolio de la importación de alimentos y medicinas, ¿qué mejor premio que entregarles también PdVSA? En 2017, nombró como su presidente al general Quevedo, sin experiencia alguna en la materia, con un resultado tan desastroso que el mismo Maduro, tres años más tarde, se vio en la necesidad de destituirlo.

 

El viejo John D. Rockefeller, fundador del imperio petrolero de la Standard Oil que, luego de ser desmembrada por la Ley Sherman (Antimonopolio), dio lugar a la Exxon, Socony, Mobil, Chevron y a otras empresas poderosas, solía decir que el mejor negocio del mundo era una empresa petrolera “bien administrada” y que el segundo mejor, una “mal administrada”. No vivió para apreciar la asombrosa capacidad destructiva de Chávez, Maduro y los suyos. ¡Es que hay que echarle bolas!

 

Lamentablemente, la acción destructiva no terminó ahí. La abundancia petrolera permitió subyugar aún más a la actividad económica privada. Los controles de precio, las expropiaciones y confiscaciones, y la sobrevaluación del bolívar oficial, junto a la ausencia de garantías de propiedad y procesales, acabó con buena parte del parque industrial y agrícola. En su reemplazo, Chávez cuadruplicó, entre 2004 y 2012, las importaciones, muchas exentas del pago de impuestos. Las empresas agrícolas, manufactureras y de servicio que confiscó fueron, en su mayoría, pasto de la depredación de sus nuevos administradores “socialistas”. La renta cubriría los faltantes. Al destruir a PdVSA y achicar la base impositiva doméstica, menguaron los recursos para sostener el gasto público. Se acudió, entonces, a la emisión monetaria del BCV, desatando una dinámica hiperinflacionaria que ha empobrecido brutalmente a los venezolanos.

 

Como hemos venido insistiendo, la terrible ruina de la economía venezolana no es (sólo) producto de la ignorancia y la incompetencia, aunque de éstas ha habido a borbotones. Al desmantelar los resguardos institucionales que amparaban las actividades productivas y comerciales, y al supeditar lo económico a criterios políticos discrecionales --a cuenta de “revolución”-- se terminó asentando un Estado Patrimonial. Se fue conformando un régimen de complicidades, sobre todo con los militares corruptos, para expoliar la riqueza nacional, incluyendo también a bandas criminales, tanto nacionales como extranjeras. Independientemente de que Chávez y/o algunos de sus acompañantes hayan podido al comienzo creer en sus motivaciones justicieras, el “Socialismo del Siglo XXI” fue excusa para la parasitación del país por parte de los más poderosos, inescrupulosos y “vivos”. Con el canto de sirena de redimir al pueblo aboliendo las garantías constitucionales, nos construyeron una trampa-jaula que nos ha llevado a la pobreza más extrema. Lo irónico es que los chavistas se dan cuenta, ahora, que también los incluye.

 

La reactivación económica sólo será posible con base en la iniciativa privada. Requiere restituir al Estado de Derecho, con sus seguridades y previsibilidades, y sustituir el financiamiento monetario del gasto público con recursos externos para abatir la inflación, sujetos, claro está, a una reforma profunda del Estado para elevar la pertinencia, eficacia y eficiencia del gasto. Pero esto significa desmantelar las bases del régimen de expoliación sobre el cual descansan las alianzas mafiosas que sostienen a Maduro. ¿Cómo retornar al ordenamiento constitucional, reafirmando sus garantías civiles, políticas y económicas, y acceder a reformas que acaben con la discrecionalidad, falta de transparencia y la no rendición de cuentas si, con ello, desaparecen los privilegios que son la razón de ser de la dictadura? ¿Qué posibilidades hay de conservar el poder si la obtención de recursos para su sobrevivencia, ya sean aquellos provenientes del levantamiento de algunas sanciones y/o contratando financiamiento internacional, obliga a desmantelar el régimen de control social y de terror que mantiene sometida a la población y ampara sus desmanes? ¿Cómo sostenerse en un ambiente de medios de comunicación libres que exigen responsabilidades, que se enderecen las cuentas y se encaucen culpabilidades?

 

Y he ahí el conflicto existencial de Maduro y los suyos: luchar para mantenerse con un arreglo poco sostenible en el tiempo y con el riesgo de ser desalojados eventualmente del poder por cualquier medio, o acceder a las reformas requeridas para dotar a la economía de la estabilidad, confianza y viabilidad deseadas, a sabiendas que marcaría el fin de su cruel autocracia. De tanto destruir la institucionalidad para forjar el régimen de expoliación con el que se lucraron a sus anchas durante años, se encuentran ahora sin opciones. Sin percatarse, se incluyeron en la trampa-jaula que forjaron, y no saben cómo salir.

 

La Academia Nacional de Ciencias Económicas, como las demás academias, valiosos profesionales de la economía y especialistas de variadas disciplinas, tienen años señalándole al régimen las insuficiencias y errores de sus políticas, e instándole a corregirlas. Pero sus personeros prefirieron refugiarse en la excusa de una “guerra económica” para negar estos cambios y continuar depredando al país.

 

Todo apunta a la necesidad de una salida política que obligue a este régimen criminal a convencerse de que debe acceder a desmantelar sus privilegios e impunidades. ¿A qué precio? 

viernes, 23 de julio de 2021

Política pública: ¿la hay hoy?

 


Política pública: ¿la hay hoy?

Las políticas públicas en lo posible y deseable deben buscar una racionalidad en la gestión y universalidad en el consenso.


 

·         JESÚS E. MAZZEI ALFONZO

23/07/2021 05:00 am



            Variable estudiada por politólogos y sociólogos, y en general por los científicos sociales, nos preguntamos muchas veces qué es una política, cómo se elabora una política pública, para qué sirve, se puede decir que las hay hoy y estimo que no porque se ha destruido el tejido institucional tanto público y privado en la interacción de la misma. Diremos siguiendo a uno de mis más destacados maestros de ciencia política, el Dr. Humberto Njaim, que una política pública del Estado “es un determinado sector persigue el propósito de creación de las condiciones para que se produzca una determinada situación o se despliegue y desarrolle una determinada actividad”. Como se puede observar primero es una actividad efectuada por el estado y es un curso de acción ante determinada problema que se persigue resolver en la interacción pública-privada. El enfoque no sólo se limita a un aspecto administrativo sino a los avatares de la política, al juego entre actores para la obtención, mantenimiento y desarrollo de sus intereses políticos, ignorando así la relación que existe entre Política en mayúscula que se encarga del fin de poder y la política en minúscula que se encarga del mantenimiento del mismo. Eso lo hay hoy en el sistema político, de hechura e implementación de políticas públicas, que es autoritario e impuesto, no se sabe mediar en el tiempo político y en el tiempo de los problemas de políticas.
El enfoque de política pública mayormente utilizado por los politólogos para sus análisis y evaluación, comprende a la política en mayúscula, a la estructura formal de las Instituciones Públicas. Va más allá no sólo del análisis del proceso, los intereses y los resultados materiales y tangibles que resultan de su implementación. Hay tres procesos a analizar: La formulación, la implementación y la evaluación (costo-beneficio). En este sentido, la interacción entre los agentes políticos (partidos, líderes, organizaciones etcétera) y las decisiones de política es uno de los objetivos de la teoría política contemporánea y el diseño de políticas públicas es uno de sus desafíos. Cómo es hoy la política económica de infraestructura de vacunación con el COVID-19, de exteriores entre otras, deja mucho que desear en la Venezuela, chavo-madurista.

Estamos en pleno desarrollo de una sociedad del conocimiento, donde lo fundamental es la programación y el planeamiento y muchas veces en la política se dan dos posibles vías de acción, según el cual las políticas públicas no pueden ser sino el resultado y la ejecución de la decisión política es decir, el paradigma racional-secuencial o por el contrario pondrán el acento en la dimensión confrontativa-discontinua de las elaboración de las políticas ubicándolas como una de las arenas fundamentales en las que se libra la lucha política, con motivo que las sociedades tiene ingentes desafíos y complejidades que hacen de las políticas públicas un elemento clave en la acción del estado y de sus decisores.


            Así vemos los dilemas de que políticas se van a implementar por ejemplo: para atajar el desempleo, la política crediticia para corregir la burbuja inmobiliaria, qué política pública para cuadrar la cuentas públicas por ejemplo el déficit, o una política pública de exportaciones, pero para ello se requiere aumentar la productividad y la competitividad, la política exterior que objetivos debe perseguir, ¿ cual política militar y seguridad seguir de acuerdo al contexto internacional, fomentar una política de repatriar talentos. Como observamos que debido a que conducir, motivar, dar coherencia a las diversas políticas públicas no es fácil. Como vemos no hay soluciones fáciles a estos problemas, ante esto se requiere el discernimiento político, ante las dificultades para gobernar en occidente. El arte de gobernar si se quiere se aprende en la experiencia y en la adecuada adquisición de conocimientos que nos permitan saber gobernar. Las políticas públicas deben ser eficaces y eficientes para que tengan un resultado en lo tangible lo más óptimo posible (recursos-resultados) en la medida de lo deseable.


            Las políticas públicas en lo posible y deseable deben buscar una racionalidad en la gestión y universalidad en el consenso. Que gocen de fundamento legal, de apoyo político, de viabilidad administrativa y de racionalidad económica, ya que en las democracias se dan características de competitividad y apertura continua. Debido a que el enfoque de políticas públicas tiene dos marcos de referencia separables pero entrelazados, por una parte el proceso de política y el conocimiento en el proceso de la política. El enfoque de las políticas públicas tiende a la contextualización y no a la fragmentación; se orienta a problemas a resolver en vez de ser ciegos a los problemas.



            Se puede afirmar en suma, que el análisis de las políticas públicas es la actividad normativa de construir y evaluar mejor las opciones de política, relativas a determinados problemas públicos (ver su eficacia-eficiencia). El estudio de las políticas, se utiliza para denotar simplemente cualquier estudio relativo a las causas, efectos, procesos, restricciones, constreñimientos, modalidades de la hechura de las políticas, así como de hecho sucede. En ese sentido, el análisis de las políticas no es sino un complemento muy poderoso, del buen juicio, la intuición y la experiencia de los que se denominan decision makers, hoy se adolece de sentido de estado en estos últimos, por ello tenemos políticas públicas ineficientes y espasmódicas y alta rotación de los mismos ministros en cargos diferentes.



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miércoles, 21 de julio de 2021

Cuba: ¿se desvanecen los mitos?

 

Cuba: ¿se desvanecen los mitos?, 

por Félix Arellano



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El reciente e impactante estallido social en Cuba ha confirmado plenamente el fracaso de la revolución, que mantiene desde sus inicios una falsa narrativa sobe la simbiosis entre el partido comunista y el pueblo, y se presenta ante el mundo como un ejemplo de construcción de bienestar social. El mundo observa impactado la agresiva respuesta del gobierno cubano, sin reconocer errores ni promover soluciones efectivas.

Pero también sorprenden las expresiones de apoyo de algunos gobiernos de la región sin la menor consideración en los derechos humanos. Afortunadamente, podemos apreciar la valiente y constructiva posición de los obispos de la Iglesia católica cubana reconociendo la gravedad de la situación y promoviendo el diálogo para la construcción de soluciones.

Entre algunos elementos que han caracterizado la protesta destacan: los grupos que participaron, pueblo en pobreza y juventud; la extensión, en gran medida a lo largo y ancho de la isla; la creciente incorporación espontánea de los participantes; la sencilla y creativa organización; la ausencia de liderazgos marcadores; nos permiten definirla como un evento inédito, que va rompiendo con varios mitos que ha construido el Partido Comunista cubano por décadas.

Al analizar la situación política en la región resulta un lugar común destacar, entre otros, la desconexión de los partidos con su realidad social, en particular, con los sectores más vulnerables.

En ese contexto, se ilustra la dinámica política con la figura de la burbuja, los políticos concentrados en sus agendas personales y desvinculados de los graves problemas del entorno social. La situación cubana se corresponde plenamente con tal radiografía; pero con síntomas más complejos, si observamos la brutalidad de la reacción oficial y la ausencia de mecanismos institucionales a favor de los más débiles.

El fracaso del comunismo es histórico y generalizado, lo más coherente del modelo teórico y la aplicación práctica, tiene que ver con la figura de la dictadura. En la teoría, la dictadura está en manos del proletariado, se podría interpretar como los más débiles, pero, como la teoría se caracteriza por profundas contradicciones, en la práctica nos encontramos que, si bien es correcta la tesis de la dictadura, está en manos de la cúpula de los miembros del partido, nunca del proletariado, y uno de los objetivos fundamentales de esa élite es empobrecer a la población para controlarla y perpetuarse en el poder.

Un tema fundamental para tales regímenes es el control y sometimiento de la población. En este contexto, en los casos de: Mao Zedong en China, Stalin en la vieja URSS o la dinastía de los Kim en Corea del Norte, por mencionar algunos de los más relevantes, el libreto utilizado es el mismo, el comunismo y las continuas hambrunas constituyeron uno de los recursos para controlar la población.

No importan los costos sociales para perpetuar la dictadura del partido; luego, el discurso oficial se encarga de difundir la falsa idea de la unidad entre el partido y el pueblo. Pero el pueblo, como se puede apreciar en Cuba, vive en la miseria, con hambre, bajo la explotación del partido y sin ninguna posibilidad de protesta. El control social y la represión sostienen «la paz social».

Dentro de la narrativa de manipulación tales regímenes desarrollan un discurso crítico, de denuncia permanente sobre las contradicciones sociales del liberalismo y del capitalismo, que también cometen sus abusos, pero el hecho que una gran mayoría de países liberales sean democráticos, ofrece mayores recursos de acción y reacción para los más débiles, entre los que destacan la libertad de los medios de comunicación. En Cuba no existen tales oportunidades.

En el marco del control social un recurso fundamental es el espionaje. Cualquiera puede resultar espía del partido, eso ofrece algunos beneficios en la miseria que enfrentan. La reciente protesta popular cubana pareciera que también contribuye a desmontar el mito del absoluto control social del partido comunista. Todo indica que la protesta tomó por sorpresa a la elite en el poder. La sorprendente y agresiva reacción del presidente designado Miguel Díaz-Canel lo confirman. El efecto sorpresa nos evidencia la desconexión del partido con su población y acaba con el mito de la unidad del partido y el pueblo.

A algunas de las hipótesis que circulan como factores determinantes de las protestas también se suman al desvanecimiento de los mitos revolucionarios.

Circula la tesis según la cual miembros de la nomenclatura del partido comunista, descontentos con la designación de Miguel Díaz-Canel como presidente, son los promotores ocultos del estallido social. De ser cierto, se va derrumbando el mito de la fortaleza del partido y su inquebrantable cohesión.

Frente a la legítima protesta popular, la brutal represión propia del comunismo no se hizo esperar; naturalmente, aderezada por el repetitivo discurso de la traición a la patria, laculpa del bloqueo y del imperialismo; sin ningún reconocimiento de los fracasos y los errores, que son históricos, pero se han agravado de forma exponencial con los efectos de la pandemia del covid-19.

El mundo queda impactado por el nivel de represión contra un pueblo hambriento, enfermo e indefenso y genera indignación el llamado del presidente designado de Cuba, a resolver la crisis con el potencial enfrentamiento entre los ciudadanos, convocando a los seguidores de la revolución; otro falso discurso, pues en realidad son una organización corporativa paramilitar que amedrenta a los más débiles, como ha ocurrido desde hace varios años contra las damas de blanco. Una instigación al odio entre hermanos, cuyas consecuencias sociales pueden resultar enormes.

Podríamos afirmar que ha quedado muy claro que la revolución ha perdido su magia y solo se puede sostener por la represión infinita.

Por otra parte, también impactan las manifestaciones de apoyo a la revolución cubana, que han presentado algunos gobiernos que se definen como democráticos, por ejemplo, los que forman parte del Grupo de Puebla, que rápidamente expresó su respaldo al Partido Comunista cubano ante «las acciones de estabilización que estaba enfrentando»; sin mayor preocupación por las consecuencias de la represión y la sistemática violación de los derechos humanos.

También la Secretaría Ejecutiva del Foro Social de Sao Paulo, tradicionalmente preocupada por las violaciones de los derechos humanos en las democracias liberales, luego de la contundente protesta social del pueblo cubano, publicó en su Twitter oficial: «El odio contra Cuba no vencerá», sin ninguna referencia a la población pobre e indefensa que se atrevió a gritar sin miedo «Libertad, Patria y vida; Abajo la dictadura». Palabras que deben estar en su corazón desde hace años, pero el miedo se imponía, pues cualquiera, incluso en su propia familia, puede denunciar.

Las declaraciones en defensa de la dictadura nos enfrentan de nuevo con la ceguera del fanatismo ideológico, que no acepta la racional discusión de argumentos y evidencias, bloquea su capacidad de reflexión, profunda y exhaustiva para analizar las debilidades del liberalismo, pero incapaz de comprender el desastre del proyecto que promueven irracionalmente.

La protesta de los pobres y excluidos cubanos, por muy fugaz que resulte, producto del amedrentamiento y la represión, ha desnudado el desastre y confirmado el fracaso de la revolución cubana, pero también nos debería dejar claro que, frente al reto de la generación de equidad, bienestar social, inclusión, tolerancia, respeto a la dignidad humana; la propuesta comunista cubana no tiene nada que aportar; por el contrario, agrava la situación y elimina las posibilidades de explorar soluciones creativas.

Félix Arellano es internacionalista y Doctor en Ciencias Políticas-UCV.

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