desigualdad
(Foto referencial)
La  economía venezolana está atravesando uno de sus peores momentos. Aunque existe la percepción de que todo pudiese estar mejorando, gracias a la flexibilización del control cambiario, las cifras demuestran lo contrario. El 2019 cerró con 35 puntos de contracción del Producto Interior Bruto (PIB) y la profundización de la desigualdad, gracias a la dolarización factual impulsada por el régimen madurista, afirma el economista Carlos Ñañez.
La caída consolidada de la actividad económica venezolana en el sexenio de Nicolás Maduro supera el 67%, lo que representa la pérdida de las dos terceras partes del PIB. Como consecuencia, se ha dado el sostenimiento de la hiperinflación por más de 36 meses y la pulverización de las cualidades monetarias del bolívar: dejó de ser patrón de cambio, unidad de referencia contable y reservorio de valor, señala el también profesor titular de la Universidad de Carabobo (UC).
Frente a esa realidad, se generó en Venezuela una dolarización que Ñañez describe como “asimétrica, desigual, desordenada, inestable e injusta”. A su juicio, el proceso le ha proporcionado al sector comercial cierto dinamismo, pero no puede ser interpretado como una recuperación de la economía, sino como la respuesta de los comerciantes y empresarios ante la depreciación del bolívar y el uso de dólares en las transacciones.
El profesor universitario es enfático al explicar que el proceso de dolarización transaccional en Venezuela no supone algún tipo de mejoría, sino todo lo contrario: “el gran resultado es la desigualdad absoluta a la cual está sometida la población”, cuyo ingreso mínimo mensual es de 250 mil bolívares más 200 mil bolívares de cesta ticket, mientras que la canasta alimentaria alcanzó en diciembre de 2019 los 27 millones 322 mil 672 de bolívares, según el Centro de Documentación y Análisis Social de la Federación Venezolana de Maestros (Cendas-FVM).
Para el economista Asdrúbal Oliveros, director de la firma Ecoanalítica, el país está dividido en tres grupos. El primero es el de los atrapados por la hiperinflación, quienes viven solo de subsidios gubernamentales y representan al 50% de la población; el segundo equivale al 35% y abarca a quienes tienen acceso ocasional a divisas sin poder cubrir todas sus necesidades, pero consumen; el tercero es el de la burbuja de dólares, que representa solo el 15% de los venezolanos.
Aun cuando el 15% de las personas tiene acceso y manejo importante de divisas, este grupo ha perdido el 25% de su capacidad de compra, agrega Ñañez. Esto ocurre “no por el efecto de la supuesta ‘inflación en dólares’, porque eso no existe, sino por el sostenimiento de la hiperinflación y la ralentización en la tasa de depreciación, aunado a una velocidad de rotación en la circulación de dólares”.

Ajustes forzados

Ante el evidente colapso de la economía nacional, producto de un férreo sistema restrictivo, el chavismo se vio obligado a implementar ajustes económicos forzados. Libertad de precios, monedas y libre comercio internacional, sin restricciones ni muchas fiscalizaciones, son algunos de los que destaca Oliveros en el resumen de su conferencia sobre el entorno económico 2019 – 2020. Pero, estas medidas no han sido lo suficientemente efectivas para, si quiera, recuperar el poder adquisitivo.
Según Ñañez, la flexibilización en el control cambiario, impulsada por el régimen madurista en 2018 con la derogación de la Ley de Ilícitos Cambiarios, no se puede considerar como exitosa debido a que no proviene de un escenario de creación de políticas públicas. Más bien surge como consecuencia de una tasa de hiperinflación “absolutamente incompatible con la existencia de la forma republicana”.
El Índice Nacional de Precios al Consumidor, publicado por la Asamblea Nacional (AN) ante la opacidad informativa del régimen madurista, ubicó la inflación mensual de enero 2020  en 65,4%, mientras que la interanual llegó a 4140%.
La alta tasa inflacionaria produjo la muerte del bolívar como institución y, aunque el chavismo ha intentado impulsar un proceso de sustitución monetaria a través del petro, este último no tiene confianza. El profesor de la Escuela de Economía de la UC expone que tanto el petro como el bolívar son instituciones monetarias con muchísima oferta, pero muy poca demanda. “Frente a esta realidad el euro, el dólar y el peso colombiano, en el caso de las zonas fronterizas, han sustituido al bolívar como patrón de compra y mecanismo de cambio”.
A su parecer, este paquete de medidas tampoco es un aspecto positivo, porque es la consecuencia de seis años de caída sostenida de la economía, donde hemos perdido dos terceras partes del PIB, mucho más de lo que ha perdido cualquier país en guerra, y también hemos coexistido con unos volúmenes de inflación inviables.

¿Retorno de migrantes?

Aunque el madurismo sostiene que la supuesta efectividad de sus políticas económicas ha generado un retorno masivo de venezolanos, el flujo de personas que continúan abandonando el país aumenta  y es inocultable. De acuerdo a la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur), entre 2015 y febrero de 2020 la cifra de venezolanos que migraron forzosamente pasó de 695 mil 551 a cuatro millones 810 mil 443.
Acnur y la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) advierten que la cifra de  venezolanos que huyeron de su nación pudiese ser superior, ya que la registrada por ambas instituciones solo representa la suma de migrantes, refugiados y solicitantes de asilo reportados por los gobiernos anfitriones, siendo Colombia el principal país receptor.
La primera oleada de migrantes sale con un buen nivel de formación académica y ahorros. Luego, entre 2018 y 2019 comienzan a emigrar las capas b, c y d de la población, que ni siquiera tenían los requisitos mínimos de identificación para emigrar. “Es lógico que muchos de ellos no hayan considerado insertarse en los procesos productivos de los países a los que emigraron, cuyas economías también tienen problemas sociales”, dice Ñañez sobre las posibles causas del regreso de algunas personas a su país de origen.
Ñañez considera que otro escenario posible de los que se han regresado es la falta de adaptación desde el punto de vista psicológico y emocional. También está el grupo que pudo encontrar algún grado de empleabilidad en el extranjero y, de esa manera, ahorrar en moneda fuerte, lo que presupone la mejoría de los niveles de ingreso de los núcleos familiares de esas  personas.
Con el crecimiento exponencial de la diáspora venezolana, las remesas comenzaron a ser un elemento representativo en la maltrecha economía venezolana. Según Ecoanalítica, al país ingresaron tres mil 500 millones de dólares en 2019 por este concepto, lo que supone una remesa per cápita de aproximadamente 150 dólares, insuficiente para cubrir la canasta alimentaria que sobrepasa los 200 dólares. El volumen de remesas que recibe Venezuela es, sin embargo, inferior al de Colombia, El Salvador y Honduras.
Para el académico de la máxima casa de estudios de Carabobo, las remesas no favorecen de forma directa a la economía de Venezuela. En su mayoría no son recibidas en divisas, sino en su equivalente al cambio en bolívares, con limitadas excepciones donde se envían a través de plataformas digitales como Paypal o Zelle. “Esto no supera al 5% de la  población del país”.

Contracción económica

Solo tres países han tenido depresión económica durante más de seis años: Ghana, Bulgaria y Venezuela, siendo la del país suramericano la de mayor caída, afirma el docente. Incluso, es superior al colapso de Grecia, que casi llevó a la  nación helénica a ser expulsada de la Unión Europea.
La caída del PIB de Venezuela, registrada en 2019 por el Fondo Monetario Internacional (FMI), fue de 35%, lo que representa una contracción acumulada de alrededor de 65% desde 2013. Para este año la organización proyecta una caída de 10 puntos (10 mil millones de dólares contraídos), lo que Ñañez califica como una estimación muy modesta y conservadora, que no deja de ser alarmante.
Según sus declaraciones, la disminución significativa en la caída del PIB estimada para este año no es sinónimo de recuperación económica. “Esto supone que después de una caída tan estrepitosa como la de los últimos años, es imposible que siga cayendo, más bien tiende a estabilizarse, pero a la baja”.
Por su parte, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) proyectó la caída del PIB de Venezuela en 14%, cifra que concuerda con la estimación personal de Ñañez y otras extraoficiales.

¿Maduro capitalista?

Para el profesor universitario, Nicolás Maduro y su régimen no pueden asumir al capitalismo como modelo porque, en esencia, desconocen las libertades económicas y la libre empresa. Apunta que el madurismo produjo una dualidad económica muy semejante a la existente en Cuba, que genera altísimos niveles de desigualdad, pobreza y barreras para la progresividad y movilidad social.
Resalta, además, que es el propio chavismo el que ha impuesto “un modelo absolutamente inhumano de dolarización asimétrica que ha partido a la población en dos grandes toletes absolutamente desiguales, en donde las realidades de quien tiene dólares son considerablemente distintas a las de quien no los posee”.
@KevinArteaga