CUALQUIERA PUEDE SER DE
LOS SESENTA: una perspectiva de la Venezuela Violenta
EDUARDO ORTIZ RAMIREZ
Por las particularidades de lo visto
en el proceso de independencia venezolana durante el siglo XIX, se caracterizó
este último como una guerra violenta.
La violencia observada en los años sesenta del siglo XX, no tuvo mayores diferencias
con los procesos vistos antes, durante o después, en otros lugares de la
región. Casi todos los países en la zona, tuvieron su violencia en los sesenta,
en parte imitando el proceso cubano, en la creencia que se tomaría el cielo por
asalto. Por eso R. Debray y otros
estuvieron en Venezuela, viendo lo que podía ser el foquismo, junto a versiones más amplias de la guerra de guerrillas, y el cual terminó fracasando en la región, a
pesar de que por particularidades del caso hubo la experiencia de toma del
poder en la Nicaragua de los Somoza. En Venezuela, dejó mártires, jóvenes
sacrificados y esperanzas frustradas, como expresan y deprimen muchas de las narraciones
de D. Bravo (líder del grupo
guerrillero FALN) al respecto. La violencia terminó convirtiéndose en
pacificación y en resabios para secuestros, robos de bancos y resentimientos
encumbrados.
Conocí tangencialmente -u
observándolos- a tres personajes que, iniciados los setenta eran como que
soñaban con la violencia de los sesenta. Por comodidad, los resumí siempre como
el flaco, el gordo y el loco. El flaco, a quien más conocí, y solo en
base a contactos tangenciales, era un alma violenta. La pausa de sus palabras,
la frialdad con que las expresaba, la indiferencia ante todo lo que pudiera
justificar, así lo demostraba. Sabía muy poco del mundo y de la política, del
estudio y la formación: en el fondo quería ser un preso político. El gordo, era la máxima muestra de la
indiferencia ante el orden y la disciplina: estaba hecho para combatir, para
polemizar, para sacar desde el fondo de su alma cualquier objeción a cualquier
cosa del orden establecido. El loco,
era un simple operador, ni siquiera un agitador, como puede decirse
rigurosamente en los procesos políticos; podía ser el creador de actos
violentos en manifestaciones diversas.
A los años, después de haber vivido
su experiencia de preso político y de haber quedado vivo y liberado, vi al
flaco en la Universidad Central de Venezuela,
dos veces. En una me dijo que estaba haciendo trabajo político y en otra que
estaba trabajando con el profesor X, y el cual era nada menos que el rector.
Pasados más años el flaco se
convirtió en flamante Alcalde en el litoral central y el antiguo rector en
funcionario de la administración bolivariana, iniciada en 1999. También a los
años, el Gordo se convirtió en jefe
de un grupo político icónico en una urbanización de Caracas, siempre referida
desde la caída del dictador Marcos Pérez Jiménez (1958). En una de las tantas
rondas de negociación entre oposición y gobierno tenidas en Caracas, desde
inicios de los dos mil, lo vi sentado dispuesto a hablar con las mismas
actitudes de siempre. El loco, lo advertí
en algunas oportunidades en la UCV donde
-al parecer- laboraba, siempre con su doblez y su actitud esquizoide.
Iniciando los dos mil, narré esto en
una ocasión social donde había oposicionistas, ex petroleros y otros
personajes. Les hablaba del sombrío panorama que se le avecinaba a Venezuela. Y
ellos, con todo derecho, oposicionistas entusiastas se impactaron oyendo la
pequeña historia. Y alguno de ellos dijo: realmente nosotros no sabemos nada.
La Venezuela violenta de los sesenta,
todavía la tienen varios en el alma y en el resentimiento acumulado durante más
de doscientos años que tienen los venezolanos –aunque en los años señalados no
brindó soporte político-. Pero en esa Venezuela hubo progreso y líderes que
combatieron esa violencia y que sacaron el país adelante. El país que pacificó
a la violencia ya en los setenta. Es a ese progreso, mejorado, ajustado,
actualizado, a lo que se debe optar, para que la nación se vuelva a convertir
en un país próspero. Y es que hay que estar atentos que el atraso, la
reproducción de privilegios y la corrupción, tienen mil caras, y ya el país las
ha probado con derechistas, izquierdistas y personajes supuestamente neutros.
24 de agosto 2019
eortizramirez@gmail.com
Este escrito forma parte, junto a otros treinta, del
libro La violenta década de los sesenta en Venezuela, como
compilación de testimonios, flexibles en cuanto a restricciones
académicas, realizada por Enrique Viloria Vera, José Pulido y
Petruvska Simne, y publicado en 2020 por Barra Libros Editores.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario