lunes, 30 de noviembre de 2020

Coto Cerrado

Coto Cerrado

 

Humberto García Larralde, economista, profesor (j), Universidad Central de Venezuela, humgarl@gmail.com



Lo confesó la vicepresidente del régimen, Delcy Rodríguez: “No nos importa el reconocimiento internacional de las elecciones del 6 de diciembre”. Este desplante no es solo al denigrado “imperio”, sino también a la Unión Europea, al Grupo de Lima y a otros países democráticos que se niegan a validar la farsa en ciernes. Tampoco le importa, por lo visto, que 78
% de venezolanos manifestaran que no irían a votar, según la encuesta flash de noviembre de Consultores 21. Tal actitud no debe sorprendernos. Los fascistas tienen años gritándole a los cuatro vientos que el país les pertenece, que es de su exclusiva propiedad. Alegan contar con el apoyo del “Pueblo”, siendo ese “Pueblo” –claro está—la exigua minoría que sigue acompañándolos. El 80 y tanto por ciento que repudia su gestión se ha autoexcluido de ser considerado “pueblo”. Esta categoría, por antonomasia, se define sólo a partir de su identificación con la causa fascio madurista; no puede incluir a los que se oponen a ella.  

 

Y en ejercicio de su propiedad exclusiva sobre una nación que le han arrebatada a los venezolanos, procedieron a privatizar los bienes públicos y a demoler toda restricción a la depredación de sus riquezas. No sólo acabaron con las partidas de mantenimiento y de inversión de empresas e institutos públicos, se chuparon íntegro su flujo de caja –en particular, la de PdVSA y de las empresas básicas y de servicio--, inventando contratos con compañías de maletín, comisiones escondidas o “por servicios”, compras ficticias (con abultado sobreprecio), financiamientos que terminaron en sus bolsillos --pero cargados al presupuesto nacional-- y cuantas marramucias fueron capaces de idear. Rafael Ramírez, ahora “opositor”, presidió el mayor saqueo de una empresa jamás visto, con terribles daños para la industria petrolera y para el país en general. La explosión de la Refinería de Amuay en 2012, que dejó 55 muertos, más de un centenar de heridos y destruyó decenas de casas, es apenas la expresión más visible y trágica de esta devastación. Jorge Giordani, ministro de Planificación de Chávez durante casi toda su gestión, reconoció en 2016 --como quien no tuviese nada que ver con ello-- que se habrían malversado unos USD 300.000 millones durante la última década. Los recurrentes apagones, el suministro tan esporádico de agua, la ausencia de gas y de gasolina, que hoy constituyen el sufrimiento cotidiano de todo venezolano que no pertenezca a la oligarquía militar y civil que se cogió al país, tienen su causa en tal expoliación. Pero ésta, olímpicamente, culpa a las sanciones de los EE.UU.

 

Luego de exprimir al máximo la “caja” del sector público, va ahora por el capital. Con tal fin, la asamblea constituyente fraudulenta aprobó una llamada ley “antibloqueo”; una patente de corso para desguazar los activos del país. Claro está, “¡en defensa de los intereses del pueblo trabajador”! Esa “ley” autoriza a los jerarcas al mando a “desaplicar” el ordenamiento legal –incluidas las leyes viciadas que ellos mismos se hicieron aprobar—para ofrecerle estos activos al mejor postor. Garantiza, además, la confidencialidad (el secreto cómplice) sobre tales transacciones. No se rendirán cuentas –la transparencia hace años que desapareció de su diccionario—, por lo que se le extiende un manto de impunidad a los infractores (nacionales o extranjeros) que participen en estos desfalcos. De hecho, ya Maduro había barrido con todo requerimiento legal que impidiese ofrecerles a sus cómplices el saqueo de las riquezas minerales de Guayana, amén de lo que queda de PdVSA.

 

Los comicios amañados de diciembre, al igual que los anteriores para la “constituyente” y la fraudulenta “reelección” de Maduro, tienen como finalidad terminar de ponerle un candado a su propiedad. Cual dados cargados, su diseño sólo permite que triunfe al chavo-madurismo. Copar todas las instituciones formales, con las trampas que sean, facilitará seguir expoliando la nación. Ya el mafioso máximo, Diosdado Cabello, se frota las manos anunciando, con su acostumbrado sadismo, la persecución de los actuales diputados de la Asamblea Nacional, una vez tome posesión la que se elija tramposamente en diciembre.

 

Nos enfrentamos a una monstruosidad impensada, insospechada en la intensidad de su maldad y por su absoluto desprecio por los sufrimientos de los venezolanos, como por su empeño en acentuarlos con tal de permanecer en el poder. Tal insensibilidad y falta de humanidad para con sus compatriotas no sólo obedece a las enormes fortunas amasadas, sus camionetotas y demás privilegios que exhiben, ostentosamente, ante al pueblo que dicen representar. También se refuerza con una construcción ideológica que, cual imagen espejo, invierte la culpabilidad para hacerlos aparecer como “revolucionarios”, víctimas del imperio. Y con esa cantinela siguen campantes, cayéndose a embustes con supuestos planes para el futuro, como si su permanencia en el poder fuese cosa ya dictada por la providencia. No es menester que sean creíbles los clichés que a diario repiten. Éstos sirven para obnubilar la mente y no tener que enfrentar las terribles consecuencias de sus atropellos. Suprimen toda noción de culpa y disuelven, con un discurso maniqueo, cualquier freno moral a sus desmanes. Reiteran conspiraciones inagotables, siempre promovidas por el imperio, como explicación de su fracaso al frente del Estado. Tal blindaje ideológico es reforzado por una izquierda internacional exquisita, que sirve de caja de resonancia a sus idioteces, en procura tremendista de acaparar resentimientos autóctonos. Este blindaje explica su crueldad y su capacidad de aguante. El sufrimiento del pueblo en absoluto es razón a considerar para entretener posibilidades de abrirles paso a quienes sí ofrecen soluciones, El reciente despojo y acoso de dos ONGs -- Alimenta la Solidaridad y Caracas Mi Convive, partícipes del Plan de Respuesta Humanitaria de las Naciones Unidas--, que coordinan el suministro de comida a unos 25.000 niños en 14 estados, confirma que, a la hora de las definiciones, los necesitados están, a los ojos de Maduro, del lado enemigo.

 

Que no quepa la menor duda de que la prolongación del régimen sólo acarreará mayores padecimientos a la población. La actividad económica, que se reducirá este año a apenas la cuarta parte de la que era cuando asumió Maduro, va a continuar con su caída libre; la hiperinflación seguirá corroyendo la exigua capacidad adquisitiva de las mayorías; la Guardia Nacional y otros cuerpos, esquilmando al pueblo; y los aparatos represivos ejercitando el terrorismo de Estado, con apoyo del alto gobierno.

 

Von Stauffenburg y Rommel, artífices de triunfos militares nazi –sobre todo el segundo—, pudieron redimirse parcialmente ante la historia con el atentado –lamentablemente fallido—contra Hitler en 1944. Que no haya habido acción análoga en Venezuela contra Maduro y su combo, aunque deprimente, no debe impedir que sigamos insistiendo en resquebrajar la cohesión que, hasta ahora, mantiene ese antro.

 

Pero no debemos esperar soluciones mágicas. En EE.UU., parece que nunca estuvieron todas las opciones sobre la mesa para sacar a Maduro, a pesar de los alardes de Trump. Debemos construir una estrategia sólida, que avance con pies de plomo, para abrir las puertas a algún tipo de negociación para reinstaurar, cuanto antes, la democracia. Se juega lo que hemos conocido como el país Venezuela.

 

Esta negociación sólo tendrá sentido si se hace desde una posición de fuerza, capaz de obligar al fascismo a pactar las condiciones de su salida. Las fuerzas democráticas en Venezuela deben mostrar la fuerza y la unidad de propósitos, para proyectarse claramente como la alternativa capaz de restablecer un régimen democrático, respetuoso de los derechos humanos y participante activo en la futura prosperidad de América Latina. De ahí la importancia de la consulta del 12 de diciembre, capaz de aglutinar y motivar a la población en la exigencia de elecciones libres, creíbles y auditables, de manera de proyectar un contraste claro con la farsa del 6 de diciembre que adelanta el fascismo.

 

Esperemos que Biden, una vez presidente de EE.UU., apoye con firmeza e inteligencia, la concreción de elecciones presidenciales en Venezuela, con las garantías debidas. Asimismo, que ponga su peso en neutralizar las acciones de Rusia, Irán, China y Cuba, a favor de Maduro. La carta de negociación sería el levantamiento progresivo de las sanciones contra la verificación de pasos concretos, por parte del fascismo, a favor de la realización de elecciones en las condiciones deseadas. Pero es imprescindible contar con una oposición venezolana revitalizada para fundamentar las transformaciones a emprender.

domingo, 29 de noviembre de 2020

The Lost Cause of the Trumpocracy

 

https://www.project-syndicate.org/commentary/lost-cause-of-the-trumpocracy-by-elizabeth-drew-2020-11

 

The Lost Cause of the Trumpocracy

Nov 12, 2020ELIZABETH DREW

Donald Trump's insistent denial of reality following his loss in the 2020 US presidential election threatens to do still more damage to American democracy, even though it comes as no surprise. Like the southerners who never could get over their loss in the American Civil War, Trump has nothing left but his own mythomania.

WASHINGTON, DC – Joe Biden’s clear defeat of President Donald Trump, announced on Saturday, November 7 after four days of counting, is – a week later – still not enough for Trump to affirm Biden’s victory. Biden’s win supposedly ended what had been called the most consequential US election of modern times, but for reasons of his own, Trump is still holding out.

 

Under the guise of insisting that he was the victim of voter fraud – he has been advertising for months that he’d make this argument if he lost – Trump is denying Biden, and the country, the chance to begin an orderly transition of power. That Biden is the most experienced person in modern history to enter the presidency will help, but he faces the toughest situation confronting a new president since Franklin D. Roosevelt took office in 1933, in the midst of the Great Depression. Given the raging pandemic and economic collapse, Biden’s challenge may even be more difficult.

Most of Trump’s opponents recognize that the election didn’t fulfill their ardent desire for an overwhelming repudiation of a president they despise. They must also face the fact that Trump retains an exceptionally large following. Almost ten million more people voted for Trump this time around than in 2016. The Democrats fared much worse in the elections for the Senate and the House of Representatives than the polls had predicted (they were wrong again), with the Senate probably remaining in the hands of the Republican master strategist Mitch McConnell – unless the Democrats sweep two run-off elections to be held in Georgia in early January.1

The most alarming conclusion about Trump’s presidency is how perilously close the United States came to a breakdown of its constitutional system. If Trump had succeeded in his efforts to reverse the election (clearly futile from the outset), US democracy could have been destroyed. So perhaps the biggest lesson from Trump’s presidency is how fragile the US Constitution is, and that timorousness before those who would undermine it enhances the dangers.

It may take a while before Trump’s genuine, if feral, political talent is fully understood. Trump succeeded in politics largely by appealing to Americans’ basest instincts and exploiting the country’s ingrained racism. The first words he uttered as a candidate were a vicious denunciation of Mexican immigrants as rapists. Trump understood, as do his fellow “populist” leaders around the world, that a great many people are drawn to bombast. He also benefited from his P.T. Barnum-like showman’s instincts; the image of Trump and his wife descending a golden escalator in 2015 is indelible.

Though he was politically damaged by it, Trump didn’t pay the price he deserved for his disastrous mishandling of the pandemic, because he understood, and played upon, the contempt that many of his supporters have for “experts.” He pressed for policies reflecting his understanding that people didn’t want to be secluded in their homes; that parents wanted their kids back in school; that small businesses wanted to reopen; and that a lot of people don’t want to be ordered to wear a mask.

Being spectacularly denied another term as president, the greatest reversal of Trump’s life, has landed him in the camp of those he holds in the most contempt: “losers.” Although Trump is far from the first presidential candidate to take a loss badly (some never get over it), his reaction has been volcanic (though he has largely been cooped up in his office or playing golf). The sham campaign that Trump is running ostensibly to nullify the vote is clearly intended to avoid that “loser” tag. If, in the process of salving his ego, Trump delegitimizes not only the election but the American political system, so be it.

Trump continues to wield government power until the inauguration on January 20 next year, which gives him many opportunities for mischief. On the Monday after the vote, he began a purge of the Department of Defense, dismissing Secretary of Defense Mark Esper with a tweet and replacing him with a relatively inexperienced loyalist. Other senior Pentagon officials have also been sacked and replaced by people Trump trusts more.

Do the sackings simply reflect Trump’s ample capacity for spite, or is there a darker plan afoot? Esper, for example, had openly opposed Trump’s desire to use federal troops to put down violence in the streets of what he terms “Democrat-run” cities. There is also a brutal internal war within the administration over declassifying intelligence that Trump believes will absolve him of the charge that he received Russian help in 2016.

Because Trump remains the dominant force in their party, Republicans – some with an eye on the 2024 presidential election – are reluctant to object openly to his tearing at the sinews that hold the country together. Trump’s eschewing of the ritual congratulatory telephone call to Biden – thus setting an example for other Republicans – was the least of it.

It’s clear that Trump and his allies are up to something larger. On the eve of Barack Obama’s first inauguration in 2009, Republican leaders met in the Capitol and decided on the unprecedented goal of defeating his every initiative as president. Trump is going further, appearing bent on crippling Biden even before he’s sworn in.

The danger that Trump presents to the American republic, if not the world, won’t disappear after January 20. At that point, there are no inhibitions on him other than those imposed by his ambitions. One worry among current and former intelligence officials is that, though Trump didn’t pay much attention to his intelligence briefings, he possesses information that would be of great interest to America’s adversaries. Might some of them be willing to help bail him out from the deep financial hole he’s in (he must soon begin repaying $400 million in personally guaranteed loans)?

Principio del formulario

Final del formulario

Trump out of power will have other worries, too. Even if he pardons himself before leaving office, that will save him only from federal prosecutions. He would still be vulnerable to prosecutions stemming from investigations underway in various states.

The astonishing outburst of jubilation that broke out across the US – and in countries around the world – following Trump’s defeat was a testament to how frightened people have been by his presidency. The relief may be premature. Axios reported recently that Trump has already discussed with aides the possibility of running for president again in 2024.

This might well be a Trumpian ruse. As of now, Trump seems more focused on creating another “lost cause” myth – like the self-glorifying one concocted by unreconstructed Southerners after the US Civil War. Such incendiary mythology could prove useful to Trump in countless ways in the years ahead, including keeping him relevant and on TV. It may be a long time before the US and the world have seen the last of Donald Trump.

 


ELIZABETH DREW

Writing for PS since 2015
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Elizabeth Drew is a Washington-based journalist and the author, most recently, of Washington Journal: Reporting Watergate and Richard Nixon's Downfall.

 

sábado, 28 de noviembre de 2020

Juan Carlos Rey y su labor pública

 Juan Carlos Rey y su labor pública

Fueron incontables las horas de trabajo, las memorandas, informes, hechos por Rey sobre diversos temas y conversaciones con el equipo de trabajo de gabinete

 

·         JESÚS E. MAZZEI ALFONZO

26/11/2020 05:00 am



En estos artículos de homenajes póstumos, al profesor Juan Carlos Rey, hay una faceta no muy conocida de él, su labor en la administración pública que se circunscribe a dos roles: uno, como asesor del canciller Simón Alberto Consalvi entre los años 1985-1988 y el otro, como comisionado de la Copre, entre los años 1984-89. Además, de los cargos que ejercicio en la UCV.



Tuve el privilegio y honor, y debo recordarlo de nuevo, de ser uno de sus discípulos del año 1982, en un curso monográfico, sobre La Introducción al estudio del Poder. La obra intelectual de Rey, se podría dividir en cuatro partes: una sobre Teoría Política, otra, reflexiones sobre el sistema político venezolano, otra, sobre cuestiones de Política Exterior y Relaciones Internacionales y finalmente, el tema de la Democracia, hoy escribiré sobre su obra intelectual y su acción práctica en la realidad política.

En efecto , su obra académica en la parte internacional está ubicada en los siguientes trabajos: en la Revista Política Internacional (de la cual fue su vicepresidente) Nos. 1 y 9, publicará ensayos sobre La Democracia, la Opinión Pública y la Política Exterior y otro, sobre, La No Intervención y el Sistema Interamericano. También un trabajo producto del Seminario del Instituto de Estudios Políticos de 1983, La Agenda de la Política Exterior; el trabajo intitulado El Sistema Político Venezolano y los Problemas de su Política Exterior y otro, de 1981, Del Golfo de Venezuela al Esequibo: una exploración de alternativas, en la Revista de Estudios Políticos de Editorial Jurídica.



De seguidas, vamos con su papel como asesor del Canciller Consalvi, mis recuerdos se remontan a un gabinete que era dirigido por el Embajador de carrera Horacio Arteaga, compartiendo roles de asesoría con otro brillante politólogo el Dr. Aníbal Romero, y un equipo de gabinete integrado por los internacionalistas y funcionarios de carrera, Jesús Delgado (q.e.p.d), Jorge Rondón, con quién Rey trabajo mucho, Carolina Montiel y que se incorporaba muchas veces en las labores de trabajo, los Embajadores Jean Francois Pulvenis y Pedro Sorensen, lamentablemente fallecido a una edad productiva aún, equipo pues, incomparable el que reunía el Canciller Consalvi, a su alrededor de primera línea y con los directores generales sectoriales, que lo acompañaron además.

Fueron incontables las horas de trabajo, las memorandas, informes, hechos por Rey sobre diversos temas y conversaciones con el equipo de trabajo de gabinete; conjuntamente con el Canciller Consalvi y Aníbal Romero en una época inolvidable de nuestro servicio exterior altamente profesionalizado e institucionalizado.

El otro rol jugado por el Dr. Juan Carlos Rey, en aquellos tiempos, fue la de comisionado de la Copre en los momentos de los Drs. Ramón J. Velásquez y Arnoldo Gabaldón Berti, como Presidentes respectivamente de la COPRE, en el período constitucional del presidente Lusinchi,(1984-1989) en la parte de la sub-comisión política, elaboro trabajos en conjunto con el Dr. Germán Carrera Damas, escribió memorandas, informes y recuerdo que publicó un artículo sobre populismo en la revista de comunicación de la Copre de bastante actualidad y que he estado buscando para ver si la puedo recuperar.



En ambas funciones, dio testimonio de eficiencia en el trabajo, claridad en las opiniones, conceptos y un sentido agudo, en el análisis de las diversas situaciones que le toco analizar en cada escenario, lo que testimonia un hombre que llegado a la plenitud de su formación intelectual estaba dando lo mejor de sí por el bien común del país en sus dos roles o funciones. Con gran sentido patriótico pudo otear los desafíos, que por un lado enfrentaba la política exterior Venezuela, por ejemplo en desafíos como la crisis del Caldas o lo imperativo de poner al día una serie de propuestas para aggiornar al sistema político venezolano, en su perfección y mejoramiento, no sólo institucional, sino la modernización de las estructuras políticas venezolanas, que ya en la campaña electoral de 1983, se habló de la imperiosa necesidad de reformar el estado venezolano, en sus dimensiones políticas, administrativas, sociales, económicas, culturales; que pusieran al día con los tiempos de aquél entonces a la vanguardia en los cambios que se requerían hacer, y el Dr. Rey hizo valiosísimos aportes en ese sentido.



Queda este testimonio de agradecimiento por su invalorable aporte para mejorar la calidad de nuestra política exterior y de nuestro sistema político, hacerlo más eficiente y equitativo, Ud. Deja un ejemplo para las nuevas generaciones de funcionarios públicos que tengan vocación de servicio y cumplimento de sus funciones más allá de lo político-partidista, con una dimensión de amplitud y pluralismo, pocas veces vista en el accionar de la administración pública y que sirva de ejemplo a los actuales detentores de la cosa pública en el manejo plural, abierto y sin sectarismos en el ejercicio del buen gobierno que eso hoy no abunda. Mil gracias profesor Rey.

jesusmazzei@gmail.com

 

miércoles, 25 de noviembre de 2020

RCEP: paradojas en pandemia

 


RCEP: paradojas en pandemia, 

por Félix Arellano








Mail: fgap1749@gmail.com


Quince países, diez de ellos miembros de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (Asean): Birmania, Brunéi, Camboya, Filipinas, Indonesia, Laos, Malasia, Singapur, Tailandia y Vietnam, a los que se han sumado: Australia, China, Corea del Sur, Japón y Nueva Zelandia; acaban de firmar el Acuerdo de Asociación Económica Integral Regional (RCEP por sus siglas en inglés), que se proyecta como la zona de libre comercio más grande del mundo.

Sorprendentemente, el acuerdo nace cuando un importante número de gobiernos en el mundo, producto de las perversas consecuencias de la pandemia del covid-19, están promoviendo visiones de seguridad (sanitaria, económica, etc.), impulsando el nacionalismo, una visión rígida de la soberanía e incluso proteccionismo comercial.

La pandemia también ha propiciado el cuestionamiento sobre las vulnerabilidades que genera la hiperglobalización económica, las cadenas globales de valor y, en particular, el liderazgo económico de China, como “fábrica del mundo”; empero, el RCEP, sin lugar a dudas, representa un éxito económico y político para Xi Jinping, toda vez que China se constituye en el epicentro del acuerdo.

La idea del acuerdo surge en el marco de la Asean, por iniciativa del gobierno de Camboya, entre otros, con el objetivo de fortalecer el libre comercio. Las negociaciones inician en el año 2012, pero el proyecto del Acuerdo Transpacífico (TPP) que promovía el presidente Barack Obama con otros diez países de Asia —entre otros, con el objetivo estratégico de poner límites a la expansión de China—, paralizó las negociaciones del RCEP. La atención se concentró en el TPP.

Al llegar Donald Trump a la presidencia de los Estados Unidos una de sus primeras decisiones fue retirarse del TPP, lo que facilitó el camino para que China imprimiera un nuevo impulso en las negociaciones del RCEP, que culminaron en el 2019, con un texto de veinte capítulos que se concentran en la liberación del comercio de bienes y servicios; se eliminan los aranceles para el 90% de productos en el comercio intracomunitario.

Especial importancia asigna a las normas de origen, fortaleciendo la incorporación de insumos de cada uno de los países miembros en los productos de exportación, conformando cadenas globales de valor e incrementando el comercio intrarregional. Adicionalmente, incorpora normativas sobre: solución de diferencias, propiedad intelectual e inversiones.

Para los diez países que forman parte de la Asean, promotores originales del acuerdo, el RCEP se inscribe en el marco del ambicioso proyecto de conformar la Comunidad Económica de la Asean, prevista para el año 2025.

Luego de haber participado durante todo el proceso de negociaciones, la decisión de la India de no firmar el acuerdo —por razones geopolíticas, en particular por sus crecientes diferencias con China— constituye una de las limitaciones del acuerdo.

Con los 15 países firmantes el RCEP representa, en términos económicos, el 30% de PIB mundial y el 30% de la población mundial y un interesante estimulo frente al ambiente desalentador que vive la economía mundial producto de la pandemia. Precisamente, el creciente deterioro del comercio internacional, ha sido otra de las razones que estimuló el avance de las negociaciones y la firma del acuerdo en plena pandemia.

Desde la perspectiva geopolítica, el acuerdo fortalece el papel de la región asiática y, en particular de China, como centro de la economía mundial.

Para Xi Jinping, que está enfrentando un fuerte cuestionamiento a escala mundial, producto de la opacidad en el manejo de pandemia del covid-19, el acuerdo contribuye al fortalecimiento de su proyecto de expansión a escala global, que tiene a la Ruta de la Seda como su mayor expresión.

Otro elemento relevante es que el RCEP constituye el primer acuerdo comercial entre tres de las más grandes economías del mundo, con relaciones políticas complejas: China, Japón y Corea del Sur y deja fuera a los Estados Unidos, grave error producto de la absurda obsesión del presidente Trump de destruir el legado de Barack Obama.

Adicionalmente, conviene destacar que el acuerdo contempla la participación de una diversidad de miembros de diferentes niveles de desarrollo. Al respecto, incluye “a varias de las mayores economías del mundo (China y Japón), países con muy alto PIB per cápita (Australia, Brunéi, Nueva Zelanda y Singapur), a países altamente industrializadas (China, Corea del Sur, Japón y Singapur), países de renta media con abundantes recursos naturales (Filipinas, Indonesia, Malasia, Tailandia, y Vietnam) y países de renta baja (Birmania, Camboya y Laos)”, (Foreing Affairs Latinoamericana, 06/01/2020).

Por otra parte, críticos del acuerdo destacan la ausencia de los temas ecológicos, laborales y, en particular, de las medidas no arancelarias, lo que representa una de las grandes diferencias con el TPP, que asignaba especial importancia a esos temas.

Otra de las paradojas que evidencia el acuerdo tiene que ver con el pragmatismo económico que se aprecia en países como Japón, Australia o Corea del Sur que mantienen una compleja relación política con China, que se ha agudizado producto de la pandemia; empero, por razones económicas y estratégicas se incorporan en el acuerdo a diferencia de la posición que ha asumido la India.

Ahora bien, no debemos perder de vista la potencial amenaza de la estrategia de expansión china contra los valores fundamentales de occidente: las libertades, la institucionalidad democrática y los derechos humanos; lo que exige de una coordinación de los gobiernos democráticos para enfrentar con inteligencia, creatividad, fortaleza y eficiencia la creciente amenaza china, estableciendo los límites necesarios.

Félix Arellano es internacionalista y Doctor en Ciencias Políticas-UCV.

jueves, 19 de noviembre de 2020

Políticos, política: cualidades

 

Políticos, política: cualidades

La conciencia de finalidad es saber qué objetivos se quieren lograr en la lucha política, cómo se lograrán esos objetivos, cuáles serán los medios, qué herramientas a utilizar


·         JESÚS E. MAZZEI ALFONZO

19/11/2020 05:00 am

El político es un hombre de acción, y por ello, requiere equiparse de adecuados instrumentos conceptuales para una mejor comprensión de la realidad y de los fenómenos políticos y la resolución de ellos. Hay una relación entre conocimiento, formulación de políticas y sentido de poder. Del maestro de la ciencia política en Venezuela, como lo fue el Dr. Manuel García Pelayo, tomo su categorización de las cualidades de un político: 1) saber qué se quiere o conciencia de finalidad; 2) saber qué se puede o conciencia de posibilidad; 3) saber qué hay que hacer o conocimiento de la instrumentalidad; 4) saber cuándo hay que hacerlo o sentido de oportunidad y 5) saber cómo hay que hacerlo o sentido de la razonabilidad.

En primer lugar resaltan dos palabras que se repiten en esta enunciación de cualidades de un político: sentido y conciencia. Sentido: es el entendimiento, razón, en cuanto discierne las cosas, entender una cosa o juicio que se hace de ella y conciencia: conocimiento exacto y reflexivo de las cosas. Pues bien, estas dos palabras se reúnen en una densa entrevista dada al Boletín Informativo de la Universidad Central, el 17 de noviembre de Año II Núm. 52, segunda época; de Don Manuel García-Pelayo, a los pocos meses de llegar a Caracas en 1958, (a solo días de la firma del Pacto de Punto Fijo y a la firma del Programa Mínimo Común, que adherirán todo el espectro político venezolano de aquél entonces, en aras de estabilizar y producir políticas modernizadoras en la naciente democracia venezolana), para hacerse cargo de la fundación del Instituto de Estudios Políticos, centro embrionario de la ciencia política venezolana.

La conciencia de finalidad es saber qué objetivos se quieren lograr en la lucha política, cómo se lograrán esos objetivos, cuáles serán los medios, qué herramientas a utilizar. La conciencia de posibilidad es saber los márgenes de acierto, límites y que margen de aciertos se pueden permitir para tener una carrera política exitosa, ó una gestión gubernamental eficiente en el ejercicio del gobierno, lo tercero es que hay que tener conocimiento de la instrumentalidad, son pues las herramientas que tenemos al alcance: liderazgo, gestión pública, organizaciones partidistas etc. que nos dan la posibilidad de contar con elementos para la actividad política; el cuarto factor, es el sentido de la oportunidad, es conocer ese momentum mediante actos de liderazgo y acciones políticas concretas que no solamente nos ponen en el tapete de lo política, sino en mantenernos allí con credibilidad, auctoritas (capital político) y acciones gubernativas en la cima de la vida pública, le hacen mejorar sus ventajas competitivas.

Por último como hay que hacerlo o como lo expresa Don Manuel: sentido de razonabilidad, se realiza en un acto de liderazgo, con una decisión, un discurso brillante y coherente, ó la palabra oportuna que le dé sentido de dirección a los actos políticos en un contexto determinado, Manuel García-Pelayo hace la salvedad que estas cualidades no es producida solamente por la formación teórica que es importante, pero no suficiente, son innatas al líder político y la formación y la experiencia, las complementarán, en una carrera política que puede ser exitosa o efímera o de un fracaso estrepitoso. Puede esfumarse en un paso mal dado por un cálculo o juicio no evaluado o apreciado correctamente.

Esto por otra parte, va vinculado al tema del liderazgo y la labor intelectual y gobernativa exitosa De esta manera cabe resaltar, que, los aportes de brillantes políticos, que tuvieron posiciones políticas relevantes en el caso venezolano como: Rómulo Betancourt, Rafael Caldera, Uslar Pietri, Ramón Escovar Salom, Luis Beltrán Prieto Figueroa, Miguel Ángel Burelli Rivas, Teodoro Petkoff, Gustavo Machado, Américo Martín y Simón A. Consalvi, entre otros políticos, que conjugaron esa doble función: la interacción que se produce entre políticos para reflexionar y diagnosticar y luego producir políticas públicas. Conjugar la labor del intelectual con la del político es difícil, gobernar es más complejo, es optar entre opciones, es saber que se quiere, saber que se puede y que no se puede hacer, saber cuándo hay que hacerlo y finalmente, cómo hay que hacerlo, y en democracia, es más complejo, por ello, los aportes de estos ilustres venezolanos en sus distintos campos del reflexionar y el hacer, nos deja un rico legado para conocer lo que somos y nuestra historia.

Los enfoques de estos políticos en su reflexión y hacer práctico, son una guía para la compresión teórica de los problemas políticos que les toco enfrentar. Sus distintos aportes se dieron en contextos históricos determinados. Ellos dieron lugar a una sociedad plural. A fin de cuentas comprometidos con sus ideas. Estos líderes y otros tuvieron, por un lado, el liderazgo en una función de dirección dirigido al bien común y por otro lado, el liderazgo debe tener un carácter ético-moral y sobriedad en el manejo de lo público.

Hoy lamentablemente no tenemos políticos de este talante, y estatura. Menudo reto de las nuevas generaciones de políticos venezolanos, tanto en la oposición como en el gobierno, donde abunda la ordinariez y mediocridad, sobre todo en este último fundamentalmente.

jesusmazzei@gmail.com

 

miércoles, 18 de noviembre de 2020

Perú: ¿un pueblo alzado?

 


Perú: ¿un pueblo alzado?, por Félix Arellano




Perú: ¿un pueblo alzado?

Mail: fgap1749@gmail.com


La reciente destitución por parte del Congreso peruano del presidente Martín Vizcarra, utilizando la figura jurídica de la moción de censura por incapacidad moral prevista en el Artículo 113 de la Constitución vigente —recurso que por sus imprecisiones puede ser utilizado de forma inconsistente o irresponsable—, refuerza la tendencia de contradicciones y desequilibrios que enfrenta el sistema político peruano y ha generado una ola progresiva de protestas que evidencia la falta de legitimidad.

Un aspecto novedoso de esta crisis, que se encuentra en pleno desarrollo, tiene que ver con el activo papel del pueblo peruano, relativamente apático, que está en la calle y exige cambios.

Por lo pronto, ha logrado tanto la renuncia del presidente interino, Manuel Merino de Lama, como la designación de Francisco Sagasti, miembro del Partido Morado, como nuevo presidente del Congreso —por 97 votos a favor— y encargado de la Presidencia de la República (el tercero en una semana). Esto puede atenuar la crisis, pero no la supera completamente.

El Congreso enfrenta desde hace años un marcado rechazo, entre otros, por temas de corrupción, y la destitución de Vizcarra incrementa el desprestigio. Desde una perspectiva crítica, la moción aprobada se considera como un golpe de Estado producto de una confabulación de los líderes de los seis principales partidos en el Congreso, preocupados por sus agendas personales, sus intereses e incluso por la posibilidad de suspender las elecciones previstas para el mes de abril de próximo año.

Las protestas representan, entre otros, un rechazo a la actuación del Congreso, a su presidente Merino, que no ha ocultado sus intereses de poder; pero, no podemos considerarlas como un masivo respaldo al presidente Vizcarra, pues la información que ha circulado sobre presunta corrupción en su etapa de gobernador en la región sureña de Monquegua (2013-2014) y luego como ministro de la Construcción (2016-2017), han afectado seriamente el apoyo popular. Su aprobación en las últimas semanas apenas llegaba a un 20%.

El país ha vivido una fase de gran incertidumbre que incrementa las contradicciones y desequilibrios en el sistema político peruano, que se han multiplicado en los últimos años; empero, había reinado la convicción de que no estaba en juego la estabilidad del sistema y, mucho menos, el modelo económico de apertura y prosperidad imperante desde los años noventa. Ahora bien, pareciera que la situación se está complicando significativamente, los graves problemas sociales de exclusión y marginalidad están siendo potenciados por las perversas consecuencias sociales de la pandemia del covid-19.

Las erráticas actuaciones de los políticos, particularmente de la institución parlamentaria, el creciente enfrentamiento entre los poderes Ejecutivo y Legislativo, el deterioro de los partidos políticos; la creciente corrupción y, desde el plano global, la caída de los precios de las materias primas y de la demanda; están generando un panorama desalentador para Perú.

La decisión adoptada por el Congreso de destituir a Vizcarra plantea diversas inquietudes. Desde la perspectiva jurídica, se aprecia la falta de precisión del concepto de incapacidad moral, que se presta a múltiples interpretaciones y, finalmente, como ocurrió el pasado 09 de noviembre, se reduce a que, mediante negociaciones, se pueda lograr la mayoría calificada de 87 votos para aprobar la vacancia. En este contexto, la Corte Constitucional podría anular la destitución de Vizcarra.

Desde la perspectiva política, los enfrentamientos con el Congreso fueron una constante en el corto tiempo que llevaba Martín Vizcarra en la Presidencia. Recordemos que asume el cargo debido a la renuncia del presidente Pedro Pablo Kuczynski, quien era objeto de una potencial moción de censura por negocios oscuros de la empresa brasileña Odebrecht. Por otra parte, el presidente Vizcarra, al enfrentar una votación por cuestión de confianza en el 2019, decidió disolver el Congreso y convocar elecciones extraordinarias.

Luego, enfrentó una primera moción de censura (septiembre 2020) promovida por el presidente del Congreso Manuel Merino, pero no fue posible lograr los 87 votos de la mayoría calificada; después, en el segundo intento, sorprendentemente se superó de forma significativa dicha mayoría y el Presidente fue destituido por 105 votos.

La destitución confirma la ausencia de apoyo de partidos políticos en el Congreso a Vizcarra, quien no conformó un movimiento político para las recientes elecciones parlamentarias extraordinarias. Este vacío político ha facilitado el objetivo de destitución, vía incapacidad moral, que se propuso el señor Merino desde que asumió la presidencia del Congreso.

La compleja situación que está viviendo Perú la resume Diego García como la “convergencia de apetitos de poder, corruptelas, demagogia y ambiciones deleznables”. En este contexto, la decisión del Congreso exacerba las tensiones e incrementa el rechazo popular por la institución parlamentaria. Cuando el país está enfrentando problemas tan acuciantes, los parlamentarios están ocupados de sus agendas e intereses personales, evidenciando una marcada insensibilidad frente a los graves problemas nacionales.

El pueblo está alzado y pudiera ser manipulado, permitir que las condiciones avancen a un vandalismo o anarquía podría tener consecuencias impredecibles. Perú exige de una unidad institucional para fortalecer la frágil democracia, es el momento para los estadistas preocupados por el país y no para los que se ocupan tan solo de sus intereses personales.

Félix Arellano es internacionalista y Doctor en Ciencias Políticas-UCV.