UN CETERIS PARIBUS PARA UN TRANSPORTISTA PÚBLICO: RETOS PARA EL
GOBIERNO Y LOS QUE QUIEREN SER GOBIERNO.
EDUARDO ORTIZ RAMÍREZ
Usando por necesidad, dada situación
de la gasolina, vías trancadas, cuarentena, Covid19 y otras tantas cosas más, y
aprovechando lo relativamente vacío del vehículo donde me transportaba,
observaba al chofer y su colector,
sacando de mi parte la cuenta de cuantos asientos tenía el vehículo: la suma
ascendió a 25 puestos más unos 15 de pie en condiciones de trabajo regular, que no eran las del
momento de mis observaciones. En resumen, unos 40 pasajes que a Bs. S. 5.000
llegaba a Bs. S. 200.000 el ingreso total: cercano al valor del dólar (1$)
según los portales para los días 23/25 abril de 2020. El valor de un viaje
completo, (apartando lo que en el medio se llama el sube y baja; menos representativo -por lo demás- en rutas cortas).
Veamos nuestro ceteris paribus: el chofer consigue el combustible para el vehículo,
tiene donde guardar este y sus condiciones técnicas son aceptables; esto es,
bien de batería, cauchos, motor, luces etc.; el vehículo –además- consideremos
que es de su propiedad y él lo trata
bien. En estas condiciones, debería hacer unos 40/50 viajes para alcanzar unos 40/50
dólares de ingreso, al día completo de trabajo. Se trataría de que el único
factor móvil sería el número de pasajeros y viajes. Los mismos, podrían ser de
mayor o menor número y dada la existencia de competidores y tráfico -generalmente
intenso- es probable que fueran menos y no más, pues realizar 40/50 viajes en
una ruta urbana promedio es prácticamente imposible. Correspondientemente, su
nivel de ingreso con viajes y carga a término medio de lo indicado podrían ser
20 25 $. Todo esto es cálculo aproximado, pero no irreal, dentro de los
elementos señalados.
De seguidas, el primer paso para
precisar elementos relacionados y/o derivados, es considerar el nivel de vida
que requiere el trabajador con su familia. En términos de comida diaria, si
fuera el caso, un pollo le costaría a precios actuales 4$, 1 paquete de harina
de maíz alrededor de 1 $, dos panes -término medio- 1$ adicional; en fin,
gastos de comida diaria para una familia de 4 personas no es extraño le
llegasen y superasen los 10$ de los 20 que, en una apreciación muy optimista,
le ingresarían. Si pudiese ahorrar 5 $ diarios al final del mes podría tener
cerca de 120 $ ahorrados.
Y así, llegaríamos al segundo paso
que es romper el ceteris paribus
donde comenzarían las complicaciones, en el entendido que necesitaría atender
la mecánica del vehículo. Como es conocido, en la dolarización informal
venezolana, los precios pueden no coincidir con los niveles internacionales.
Pero pensemos o hagamos el supuesto que sí coinciden. En tal caso debe saberse
que cualquier repuesto de vehículo, viejo o nuevo, puede superar fácilmente los
cien dólares (100$) y alcanzar 300 o 600 dólares con la mayor tranquilidad.
Cauchos, baterías, tubos de escape o silenciadores y, más aun, la parte del motor
y de la caja, pueden sorprender al conductor del vehículo y ni que decir la
mano de obra. Este, además del desgaste y la depreciación, está expuesto a la tiranía
de las vías (huecos, irregularidades, tapas faltantes, entre otras) y a la indiferencia
de las autoridades al respecto. Obviamente que esta reseña -un tanto figurativa-
no persigue poner a los choferes/propietarios de vehículos como victimas
indefensas del tumulto económico en que se encuentra la economía, ahora nutrida
con más recesión, cuarentena, virus y dificultades de las ejecutorias de su
actividad.
El otro lado de la moneda, son los
pasajeros/usuarios, quienes se enfrentan a los mismos costos de alimentación y
vida normal (sin haber hecho ninguna referencia por lo demás al área de la
salud y a necesidades de medicamentos) con el agravante de la escasez de
efectivo, que es una de las “joyas de la corona” del agotamiento del cono
monetario del Bs. S. establecido en 2018
y de que la cuarentena ha implicado el cierre temporal de las actividades
bancarias, manteniéndose fundamentalmente por vía digital. Pensemos que un
trabajador de la salud de niveles medios en el sector público, de los que
actualmente laboran en casos, tienen niveles de ingreso no muy distantes del
salario integral (mínimo más bono alimenticio), el cual, necesitando tomar un vehículo
dos veces al día gastaría Bs 50.000 semanales, según los parámetros de precios
y pasajes actuales. Claro, estas
magnitudes son totalmente irrelevantes para los actores politizados, de la
administración bolivariana o de la oposición, de las camarillas, insertados en mecanismos de
corrupción o aquellos con un nivel de vida alto por origen, según los casos,
quienes generalmente además no usan estos vehículos.
Pues bien, volviendo a la unidad de
transporte público, origen del comentario, debe señalarse que, internacionalmente
el precio del transporte público (tipo autobús articulado al troncal arquetipo
metro) se ubica –y se recomienda- en un precio entre 1 y 2 $[1],
y ello puede ser así para trabajadores cuyo ingreso mínimo –apartando cualesquiera
bonos o mecanismos de compensación que pueda haber según momento o país- puede
bordear los 300 o 400 $, como pasa en la región. Puede entonces pensarse que el ingreso por viaje para la unidad
señalada –donde se cobre 1 o 2$- podrían ser 40 $ como mínimo. Obviamente que logrando
que esto fuese así –nivel de la tarifa e ingreso-, a la vez que se trabaje con
precios internacionales, podría reflejar menores distorsiones en salarios y
precios relativos que los ampliamente existentes en Venezuela. Por lo demás,
esta indicación no expresa ninguna inclinación o alabanza de los procesos de dolarización
sino solamente una anotación/observación, dado el complejo escenario monetario
y de dolarización informal existente en Venezuela, en el resumidero que
representa 2020 con cuarentena y Covid19, además de la amplia problemática económica
y social acumulada en más de 21 años de administración bolivariana.
26 de abril 2020
@eortizramirez
eortizramirez@gmail.com.
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