Reforma, ajuste y costo social
En ese sentido, el arte de
dirigir y decidir, en un gobernante se basa en ocasiones en un cálculo muchas
veces basado, en forma racional, incremental o burocrática de los costos y
beneficios
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JESÚS E.
MAZZEI ALFONZO
08/02/2024 05:02 am
Escudriñando en mi biblioteca, me topé con un artículo de dos brillantes
economistas de la revista del FMI, que hace treinta y treinta y
ocho años, de Yukon Huang y Peter Nicholas, consulté cuando cursaba mis
estudios de postgrado de economía internacional, quienes escribieron para la
estupenda revista Finanzas y Desarrollo del FMI, ( que se
puede consultar en la web, revista de alta calidad e información) un artículo
intitulado “Los Costos Sociales del Ajuste”, donde
mencionaban los tres costos sociales que tenían y tienen, los programas de
ajuste y reforma del FMI: las medidas del ajuste ideadas para equilibrar la
demanda y la oferta agregadas a menudo si no inevitablemente deprimen la
producción, el empleo y el consumo, generan una recesión, el segundo, es que,
los cambios en la estructura de incentivos estimulan la redistribución de
recursos y por tanto, de los beneficios entre sectores y actividades y el
tercero, los retardos y dificultades en el movimiento de recursos productivos en
otros usos en respuesta a cambios en los precios relativos pueden añadir costos
inicialmente, son los que ellos denominan costos de transición.
Es el efecto macro político-económico, en el cual este tipo de medidas y
acciones gubernamentales tiene consecuencias y en la forma como deben manejarse
con criterios de viabilidad y eficacia política, con articulación y
cooperación, coordinación estratégica, con los sectores de la sociedad política
y civil, en economías en países en vías de desarrollo, como el nuestro y de
otras latitudes latinoamericanas, es la primera variable que debe tener todo
decisor político, debido a que esta tienen impacto directo sobre los sectores
populares, y el impacto que tiene alto nivel de endeudamiento, costo de vida
etc como promover la equidad y la eficiencia en ciertas estructuras
productivas, sus costos sociales, debe ser amortiguado con medidas
compensatorias que actúan de inmediato, cuando el crecimiento que se logra no
es suficiente para proteger a los más pobres, visualizar los objetivos de corto
y largo plazo de las reformas, el papel del financiamiento externo adecuado,
son entre otros, los factores; son los condicionantes de estas medidas, de su
éxito total o parcial, o de su fracaso como fue el caso del segundo gobierno de
Pérez o en el caso del segundo Gobierno de Caldera, que en perspectiva
histórica, iba en camino de lograr resultados positivos como los tuvo entre
1997-1998, si se hubieran prolongado en el tiempo más allá de 1999, con una
gerencia económica con sentido común y sensatez, pero no fue el caso se
prefiero el camino del populismo de izquierda, que ha destruido más del 70% el
PIB de la economía venezolana, despilfarrando además, la bicoca de un trillón
dólares entre 2002-2013.Esa es la cruda y verdadera verdad, de la
multidimensional crisis venezolana.
El país, se abría a un nuevo período constitucional, con la toma de posesión
del presidente Pérez, llegada que estuvo precedida de grandes expectativas e
ilusiones, por lo vivido en los años 1974-1979, que, en buena parte y medida,
fue, el basamento y núcleo de su oferta y su discurso electoral, de las
elecciones de 1988 (el tá barato dame dos y la borrachera de petrodólares que
le entró al país por primera vez en su historia). Solamente, en diciembre de
1988, Pérez y su equipo de asesores económicos tienen acceso a información
veraz y oportuna, de primera mano de la situación real y concreta del país (en
sus variables macroeconómicas y finanzas públicas), Recordemos que en las
internas de AD, de 1987, el presidente Lusinchi, apoyo contundentemente la
precandidatura de Octavio Lepage y fue un duro opositor a la candidatura de
Pérez de nuevo.
En efecto, el país entró en shock (El Gran Viraje), con un programa de
ajuste, de reformas económicas que se aplicó en forma rápida y no gradual, el
cual no fue negociado y consultado, no se tuvo interlocución e información,
previa con la sociedad civil y la sociedad política y sus integrantes (partidos
políticos, sindicatos, etc), no sólo no se les comunicó sino que faltó y se
adoleció de una política informativa y formativa de la opinión pública previa,
para llevar a cabo la ejecución de medidas económicas, dada la magnitud de
ellas en los días de febrero luego de una majestuosa y dispendiosa toma de
posesión, que presentó una imagen de un país irreal en lo económico. Se
implementó pues, un severo programa de ajuste económico que se aplicó sin
anestesia, por un equipo sí, bien muy meritorio, es verdad, y desde el punto de
vista académico de alta calidad, sin embargo, carente de toda experiencia y
pericia política en todo el sentido de la palabra, sin el apoyo total del
partido de gobierno (AD) y la enajenación de su sector sindical, ya la fase de
formulación empezaba mal. Aquí se cometió un grave error político. Hubo un pésimo
manejo político de lo económico, la economía política falló.
Se requería en aquel entonces, pues, a la hora de gobernar e implementar esas
decisiones, tacto político, capacidad de comunicación, persuasión y un timing especial,
ver el margen de maniobra que dan las decisiones, para llevar cabo no solamente
las tareas normales del día a día de gobierno, sino igualmente, negociar,
conversar con los diversos actores con los que se convive y la posible
influencia del entorno internacional que también repercute, porque Venezuela
fue un país piloto, debido a la porosidad manifiesta entre el ambiente interno
y el externo (lo interméstico, no olvidarlo). Se trata de armonizar no sólo el
conflicto sino el dilema o las opciones entre decisiones complejas.
En ese sentido, el arte de dirigir y decidir, en un gobernante se basa en
ocasiones en un cálculo muchas veces basado, en forma racional, incremental o
burocrática de los costos y beneficios y el ejercicio, del equilibrio de una
decisión sobre políticas públicas y el gabinete económico del año 1989,
sobreestimó el liderazgo de Pérez y su capacidad de interlocución, articulación
y coordinación estratégica con la sociedad política. Caso contrario fue el
liderado por Caldera, y ejecutado por Teodoro Petkoff, Matos Azocar, Rojas
Parra, entre otros ministros del segundo gobierno de Caldera, que tenían
pericia y experiencia política y un competente manejo económico, tanto por su
preparación como conocimiento.
En fin, lo que le dio viabilidad y eficacia política al segundo programa de
ajuste de la economía venezolana, conocido, como la Agenda Venezuela, fue
que se manejó con variables políticas de elaboración, construcción estratégica
y no solamente el éxito de las variables macroeconómicas, he allí el quid de la
cuestión. Es equilibrar el manejo político, con medidas de ajuste, con sentido
de equidad y estímulo social.
Hoy en un contexto interno y externo, diferente, más complejo e intrincado,
debemos plantearnos la interrogante sí Venezuela requiere de un nuevo programa
de reformas económicas con sentido eficiente de sus políticas públicas y con
equidad social. Estimo que sí, para implementarlas con éxito y factibilidad
debemos nadar ante todo y navegar en este nuevo y peligroso mundo, debemos
tener en cuenta tres dimensiones interrelacionadas: los efectos de la
geopolítica en la economía global; la influencia de las relaciones económicas
globales en la seguridad nacional; y la relación entre la competencia económica
global y la prosperidad general, sin estas consideraciones y el aspecto
socio-político local, no será viable un nuevo programa de reformas económicas
que adentre al país al año 2035, cuando recordaremos el inicio de la entrada
del Venezuela al siglo XX, a raíz de la muerte del autócrata Juan Vicente
Gómez, un país que deberá ser guiado y dirigido por unas nuevas élites en todos
los campos del saber y la acción política.
jesusmazzei@gmail.com
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