jueves, 23 de mayo de 2024

ILUSIONES Y ENTUSIASMOS EN LA POLÍTICA EN VENEZUELA

 

         ILUSIONES Y ENTUSIASMOS EN                       LA POLÍTICA EN VENEZUELA

                                                     

                                                       Eduardo Ortiz Ramírez

 




A riesgo de cometer errores, como exclusión de personajes y episodios políticos, o exagerar en el análisis político, pensamos que en Venezuela es aplicable la Teoría del grande hombre, aunque podemos remitirlo, según nuestro interés, a acciones político administrativas.

 

El personaje histórico quizás de mayor significación es, sin duda, Simón Bolívar. Ha sido ubicado y descrito en sus acciones de manera firme, en cuanto a justicia y grandeza de su actuación. Su figura ha sido usada por dictadores y demócratas. Sirve de excusa para justificar errores -sin responsabilizarlo- o para ser trasfondo de éxitos. Pero ha sido indudable y con clara aceptación la efusividad sobre su figura.

 

Una segunda línea de apasionamiento tenida en el ámbito venezolano es, indudablemente, la producida con Cipriano Castro. Este, El Cabito, generó Ilusiones y expectativas desde sus primeras jornadas y como antelación a la amenaza de las potencias por el no pago de los compromisos, en cuanto a la deuda externa. El momento de mayor euforia fue cuando se afiliaron decenas de miles de venezolanos para conformar una fuerza de resistencia, por si había intervención extranjera vía invasión (según algunos bordeó los 200.000 hombres) a inicios del siglo XX.


Contrariamente, Juan Vicente Gómez no tenía su carisma y se volvió un Dictador definido y eso le facilitó, por medio de las carreteras y el ejército, pacificar el país.


Realmente, el periodo de casi 50 años de los andinos en el poder se volvió, grosso modo, un período de altibajos en los avances y progresos en cuanto a ideas que podían entusiasmar a los venezolanos. Tal periodo, indudablemente, lo sorprendió y lo apoyó el ingreso por la vía de exportaciones petroleras. Puede concebirse y ampliarse así la comprensión del periodo del militarismo andino.


La nueva ilusión pasa a ser la democracia, luego de la caída de la dictadura de Pérez Jiménez desde finales  de los 50 (1958).


Los tres primeros gobiernos democráticos pasan a ser de una alta efusividad. Controles de

endemias, salud diversa, expansión de la educación en todo el país, junto al establecimiento

de normas y procedimientos dieron gran entusiasmo a los ciudadanos. Construcción de obras o recuperación de otras, podían ser realizados con notables y exitosos procedimientos. Destaca para estas administraciones la figura de un gran líder del desarrollo: Rómulo Betancourt.


Pero… llega finales de 1973 con un entusiasmo vuelto fiesta, con el triunfo para la administración de Carlos Andrés Pérez, que se volvió ruptura con la ponderación de las tres primeras señaladas para la democracia y la aparición de la Gran Venezuela junto al endeudamiento externo, desequilibrios de Balanza de Pagos y episodios de manejos no claros de los dineros públicos. Además del tránsito de dos administraciones siguientes,  cada una acumulando más problemas que la precedente. El pueblo venezolano vuelve así a sentir efusividad para elegir nuevamente en diciembre de 1988 a Carlos Andrés Pérez. Todavía “las viudas del paquete” terminan recordando las virtudes no exitosas del llamado Gran Viraje ejecutado desde 1989[1].


Sin mayor efusividad, sino casi con un automatismo de resignación, buscando un salvador de lo insalvable, se elige a finales diciembre de 1993 por segunda vez a Rafael Caldera, cuya administración termina también con mayores problemas y pocos éxitos.


Y así llegamos al episodio de la elección entusiasmada y esperanzada de Hugo Chávez, cuyo legado y continuidad lo recogió el Presidente Nicolás Maduro.

Pero es Hugo Chávez el creador de ese penúltimo gran entusiasmo, cuyos resultados son bastante conocidos, incluso por algunos de sus seguidores. Apartando al Libertador, este penúltimo entusiasmo no tiene grandes diferencias con algunos de los otros, al momento de llegarse a la elección y a las alegrías por el triunfo.


El último apasionamiento se observa ahora en el grupo que lidera María Corina Machado y su candidato Edmundo González. Se verán los resultados, y de no ser favorables a la administración actual le corresponderá a las fuerzas de acción política llegar a los consensos necesarios para enrumbar a la economía y sociedad  venezolana en un largo camino que se considere adecuado para los éxitos y la recuperación a buscar. Los cuidados estarán en los recursos disponibles y en no crear infundadas expectativas sobre la rapidez de los logros que se busquen. Igualmente  deberá considerarse la participación inevitable de todas las fuerzas e instancias del país y que se sabe cuáles son[2]. De los oportunistas, vivos y conversos, no es mucho lo que se deba recordar en cualesquiera de los escenarios.

                    

                   Larga tarea la de los líderes de este nuevo entusiasmo de ser triunfante.

 

 

                       22 de mayo

                       @eortizramirez

                        eortizramirez@gmail.com

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