PROFESOR EDUARDO
ORTIZ RAMÍREZ
En
una ocasión familiar reciente escuchaba hablar a mi hija Gaby, sobre el caso de
la especie de tipología -en su aspecto, dinámica
urbana y desempeño laboral- que representan hoy día los llamados maestros de obra. Como es conocido este
término es famoso en el área de construcciones y obras desde tiempo atrás,
aunque los que hoy lo representan -en algunos casos- parecieran no corresponder
con los de antes. Sucede ahora que, ante las urgencias que el desempleo les
proporciona a las familias, existen distintas expresiones de trabajo
circunstancial, ocasional o eventual donde no concurre la protección social de
los trabajos regulares, independientemente del bienestar e ingreso contingente
que produzcan y que ha abarcado a los trabajadores señalados. En algunos países
de la región y en Venezuela en particular la dinámica del sector informal se ha
convertido en un verdadero problema estructural. Y ello está asociado
indefectiblemente a la problemática del desempleo
estructural. Esto, independientemente de la afirmación del Presidente
Maduro sobre un desempleo para agosto de 2014 de 7% que, además, implica que “Hasta el mes de agosto estamos
teniendo el desempleo más bajo de los últimos 40 años” (Noviembre 9, 2014. www.gentedehoy.com).
Esa afirmación del Presidente NM
adelantó lo que sería la nota de prensa oficial del INE, precisando un
desempleo de 7% para el mes de septiembre de 2014, con la comparación larga en
cuanto a que en septiembre 1999 el desempleo habría estado en 16,1%. Más aun en el mismo sentido de éxito y
optimismo de INE presente en otros informes, su presiden Elías Eljuri señaló
como en septiembre de 1999 el empleo formal se encontraba en 48,9 % de la
ocupación, mientras que en septiembre de 2014 alcanzó a 59,5%. Resumiendo esto
último, una especie de marcha hacia hacia la consolidación de las actividades
económicas que generan mayor cantidad de empleos y más estabilidad para los
trabajadores. Y todo esto en un contexto -según el INE y su presidente- donde
se ha buscado transformar el ingreso petrolero en inversión productiva, en
misiones sociales de salud, alimentación, educación, protección social y
vivienda, con el objetivo de permitir que los trabajadores puedan contribuir con su aporte
laboral al desarrollo nacional. Visto así, como siempre sucede con los
gobiernos no hay mucho que discutir (ver INE, Nota de prensa 11 noviembre 2014. www.ine.gov.ve). Veamos algunos puntos de
interés.
El
desempleo estructural remite a
varios problemas en economías como Venezuela. Uno primero, a la llamada terciarización temprana de la economía,
dado que, el sector terciario, se desarrolla antes que en los casos clásicos,
pues se vincula a la generación de empleo. Uno segundo, es el que se asocia con
el trabajo informal y el subempleo.
En condiciones de recesión, crisis y estancamiento -aunque no únicamente- se
puede destacar que se desarrolla una especie de subempleo estructural (la duración de la jornada de trabajo o la ubicación en
relación al ingreso promedio, son algunos de los raseros que se han usado para
medir el subempleo)
que se estaría difundiendo en Venezuela a través de figuras -entre otras- como
los maestros de obra.
Un
trabajo de Octavio Rodríguez –conocedor en detalle del pensamiento de la CEPAL-
reseña el capítulo de un libro de Celso Furtado atinente a problemas
fundamentales del desarrollo. Se ubican allí, tres dimensiones de la productividad
asociadas al empleo y al subempleo. Se trata de pensar la
productividad en tres niveles; el primero de ellos –el más bajo- estaría asociado al subempleo estructural y a la informalidad; estando los otros dos
niveles relacionados al empleo propiamente dicho, donde existe un primer
subgrupo de alta productividad o de un nivel cercano al máximo permitido y, un
segundo subgrupo de productividad intermedia, que aun siendo más baja que la
anterior es superior a la del nivel del subempleo
e informalidad. Dentro de las opciones de políticas debería tratarse de
incorporar el subempleo hacia lo
espacios de productividad intermedia por la vía de por ejemplo microempresas. En el caso del empleo en
la productividad intermedia esta debería fortalecerse por mecanismos de
política comercial o de apoyo estatal convirtiendo a las empresas del caso en
más competitivas hacia el interior de la economía o en relación a
exportaciones. En los casos del empleo en los niveles de productividad alta,
esta debe cuidarse y buscar incrementarse con medidas de apoyo o desarrollo
tecnológico, pues son ámbitos que deben vigilar los espacios internacionales
ganados y son los que están más expuestos a competencia con empresas
internacionales. Son estas interacciones
las que llevadas con eficiencia
permitirán consolidar el mercado interno, aumentar el excedente y/o ahorro y
estimular la acumulación de capital (puede verse Octavio Rodríguez Claves para la agenda del desarrollo. Revista
Problemas del Desarrollo,
164 <42>, enero-marzo 2011). Obviamente,
estos planteamientos parecieran no estar en las prioridades de agenda de la
administración bolivariana.
Por
otra parte, el desempleo y el subempleo se encuentran, así, en la base de la
presión para mantener los salarios a niveles bajos, cuando se los compara con
los que se estilan en las naciones desarrolladas al cotejar actividades
similares (en el campo comercial, en momentos esto fue abarcado por la cláusula social). También han influido
e influyen otros factores, como es el caso de la baja sindicalización de los
grupos laborales, cuando se los coteja con los grados de sindicalización
observados en las naciones mencionadas.
De
tal manera que, en condiciones como las señaladas, puede afirmarse que la
modernización o los beneficios derivados del crecimiento de la productividad
tienden a irse mayormente hacia el lado del factor capital que hacia el lado
del factor trabajo. Y es esto, lo que está en la base de lo que
tradicionalmente se ha llamado en la literatura una distribución regresiva del ingreso. Se trata de que a diferencia de
lo que se ha dado tradicionalmente en las naciones desarrolladas como una
relativa estabilidad en la distribución factorial del ingreso, en las naciones
en desarrollo -o en las latinoamericanas-, partiendo de niveles menos
equitativos en la distribución factorial, se presentan periodos y movimientos
donde el capital puede pasar a captar una
mayor porción del valor agregado. En el caso de Venezuela, esta tendencia ha tenido variaciones
significativas en razón de sus características como economía dependiente del
petróleo.
Existen
otros problemas repetidos incesantemente como los desequilibrios regionales,
urbano-rurales, financieros -en la relación ciudad/campo- y migratorios, entre
otros. En lo que concierne a las dimensiones urbano-regionales, algunos autores
como Cristóbal Kay (Teorías Latinoamericanas de Desarrollo. Rev. Nueva Sociedad No. 113. Caracas
1991) han insistido en las particularidades y distorsiones tenidas en procesos
que se describen como de ruralización de
la ciudad y urbanización del campo y que a pesar del tiempo transcurrido en
países como Venezuela se mantiene como un problema estructural. Basta observar cómo
se sigue conformando el entramado Valles
del Tuy, Los Teques, Guarenas- Guatire y Caracas.
La
importancia de los elementos señalados para el crecimiento y desarrollo, tiene
dos líneas de interés. La primera, es la de la continuidad de los problemas
indicados junto a las similitudes que en promedio se presentan en variados
países de la región latinoamericana. La segunda, es la de que varios de tales
problemas han dejado de abordarse como componentes de una dimensión mayor,
atinente precisamente al crecimiento y desarrollo.
La
economía venezolana y, más aún, en los tiempos de la administración bolivariana,
que ha desarrollado un proceso de desinstitucionalización intenso, ha
demostrado una capacidad muy particular de generar empleo en el sector público,
pero también de generar formas de empleo informal como maestros de obra, mototaxistas, taxistas informales, gestores y
vendedores no formales de todo tipo, entre otros. De cualquier manera, este
contexto estructural ha formado parte de nuestra evolución económica e
indudablemente seguirá estando presente en grados y porciones según los casos
sectoriales. Se trata de la expansión de nuevas formas de empleo, según el
contexto de una globalización no bien procesada y los efectos de la crisis en
que ha desembocado la economía venezolana después de quince años de
administración bolivariana, los cuales estimulan el desarrollo de empleos
alternativos, eventuales o precarios según los casos.
@eortizramirez
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