viernes, 13 de febrero de 2015

POR QUÉ EL NUEVO CONTROL DE CAMBIOS NO ES SUFICIENTE


Prof. Luis Angarita

Luego de la más que anunciada rueda de prensa de las autoridades monetarias y económicas del país, las expectativas que se habían generado los distintos actores económicos en la búsqueda de señales que permitan la reactivación de la economía venezolana, y reglas de juego más claras para la adquisición, distribución y aprovisionamiento de mercancías para la sociedad, fueron desinfladas con las medidas aplicadas por los planificadores del nuevo sistema cambiario.

Dólar preferencial, dólar barato

El establecimiento de controles de cambio tiene una posibilidad casi infinita de herramientas y mecanismos para el control tanto del precio de venta, como la cantidad o volumen de divisas que se negocien en el sistema administrado. Uno de estos mecanismos que ha usado el gobierno en distintos momentos y que se mantiene con el nuevo esquema anunciado es el de  precios diferenciados, es decir, el establecimiento de dos o más niveles de precios de acuerdo al uso y destino de las divisas asignadas.
En el pasado este mecanismo se aplicó con la intención de favorecer a aquellos sectores que requerían, para el facilitar su proceso productivo, de insumos importados que no existieran en el mercado nacional, y que no afectaran de una manera importante su estructura de costos. De esta manera es natural que aquellos sectores beneficiados sean aquellos para generar capacidades productivas, bien sean importación de bienes de capital, bien sea financiamiento de estudios en el extranjero (como forma de inversión social).

El problema que plantea este régimen, es que induce a un proceso de arbitraje por parte de los buscadores de renta, quienes buscan favorecerse de un precio “artificialmente” barato de la divisa, y poder tener ganancias súbitas al transar lo asignado en un mercado paralelo, o a través de mercancías relativamente caras. El sistema discrecional y discriminatorio (la autoridad cambiaria decide a quién otorgarle el beneficio y a quién no) se hace vulnerable a mecanismos de soborno y corrupción por parte de quienes luchan por ser “favorecidos” por el precio preferencial de la divisa. De esta manera, todo régimen diferenciado reproduce espacios de corrupción y de discriminación en la asignación de las divisas.

En la actualidad, de los anuncios realizados en la citada rueda de prensa se entiende que: el Centro Nacional de Comercio Exterior (CENCOEX) establece una tasa de cambio preferencial de 6,30 Bs/$, en la que se debe destinar el 70% de las asignaciones totales a las importaciones de alimentos y medicinas que satisfagan el consumo interno a lo largo del año 2015. Lejos de este anuncio está la generación de capacidades productivas para el impulso de la economía interna, bien sea de la industria de los alimentos, o la industria farmacéutica, lo que  implica una política que retrasa la activación de dichas industrias al tener que competir con la importación artificialmente barata que favorece el gobierno, bien sea a través de la Corporación de Comercio Exterior, o bien sea a través de las asignaciones discriminatorias hechas por CENCOEX.

En un segundo plano queda el Sistema Cambiario Alternativo de Divisas (SICAD), que en teoría funciona bajo un mecanismo de subastas complicado y poco transparente, que al final del día sólo se soporta por la oferta de divisas que hace el gobierno (quien tiene el control de la gran mayoría de las divisas del país) y que es quien anuncia la tasa final del intercambio derivado de la subasta. Su inicio se establece a partir de una tasa de 12Bs/$ y puede fluctuar en función de las jornadas de adjudicación que realice el Banco Central de Venezuela. Este mecanismo está destinado a dar fondos a las distintas industrias del sector productivo para la adquisición de insumos para la producción nacional y contará con el 30% restante de las asignaciones totales de divisas por parte del gobierno central. Una tasa de 12 Bs/$ luce de igual manera sobrevalorada en comparación con precios de referencia tales como la Paridad del Poder Adquisitivo (30 Bs/$ aproximadamente) o la relación de Reservas Internacionales versus Masa Monetaria llamado también dólar implícito (MM/RI 95 Bs/$).   Esta brecha genera la expectativa que el tipo de cambio en el SICAD se vaya devaluando a lo largo del tiempo, lo que encarecería la producción nacional dependiente de insumos importados.

Lo semántico es importante, el SIMADI

El creado Sistema Marginal de Divisas (SIMADI) tiene la importancia de favorecer a la legalización de un mercado paralelo que se había generado a partir de la creación de controles de cambio, y más aún con la eliminación del mecanismo de permuta de títulos valores denominados en dólares. En la actualidad, este ha marcado un precio de referencia en el comercio transfronterizo de aproximadamente 190 Bs/$, lo que implica una tasa 30 veces mayor al tipo de cambio oficial. El significado de marginal aplica perfectamente en las disposiciones del gobierno, ya que advierte que el 100 % de divisas serán asignadas a los mecanismos antes expuestos, y sólo aquellas divisas “adicionales” son las que participarían en el SIMADI. De esto surge la pregunta principal, ¿de cuáles fondos se surtirá este sistema para operar de forma “abierta y libre” tal como fue anunciado? Una suposición lógica sería a partir de los fondos privados que estén dispuestos a vender en dicho mercado, pero el problema fundamental es, ¿de dónde sacarán dólares los productores privados si no participan del comercio internacional?

El riesgo latente

La necesidad de haber propuesto un nuevo sistema cambiario obedece esencialmente a la escasez de divisas que tienen las cuentas externas de la economía venezolana. Uno puede advertir que la caída de los ingresos petroleros pueden afectar esta posición externa pero que, de manera estructural, ésta ha venido presentando dificultades derivadas de la exacerbación de la dependencia en las exportaciones petroleras, sin generar fuentes alternas de atracción de recursos externos (bien sea por exportaciones no petroleras o por Inversiones Extranjeras), lo que ha llevado a un estancamiento  de los ingresos en un escenario de necesidades de importaciones crecientes, y una posterior amenaza a las cuentas comerciales del país.

Aunado a esta situación que compromete al saldo de la balanza comercial venezolana, se presenta de manera más evidente la necesidad de honrar deudas contraídas en el pasado reciente, lo que ha elevado nuestra deuda externa a una razón 5 veces mayor que las Reservas Internacionales (22 mil millones de US $) lo que hace evidente una necesidad de recursos creciente, en un escenario de caída de los ingresos en divisas.

Esta situación es la que motiva a generar criterios de ahorro y de escasez en la adjudicación de divisas y, hasta ahora, el mecanismo expuesto (70% CENCOEX -30% SICAD) sólo muestra una orientación hacia la satisfacción del consumo presente, sin mostrar indicios de fomentar medios que fomenten la generación de capacidades productivas que reduzcan la dependencia de recursos externos, bien sea por la disminución de la importaciones por sustitutos nacionales, o por el impulso del sector exportador.

Y esta tendencia, de mantenerse en el futuro cercano aumentará los desequilibrios externos  ya que, este nuevo mecanismo de pagos no favorece ni a la reducción de la demanda de divisas, ni al aumento de la oferta de dólares, bien sea por bienes exportables o por inversiones, lo que acentúa en el porvenir la necesidad de una fuente de financiamiento externa extraordinaria.

La sombra del Default

En lo transcurrido del año 2015, (apenas mes y medio), las expectativas negativas han venido creciendo de manera acelerada, llevando a las principales calificadoras de riesgo (S&P, Moodies) aumentar el riesgo crediticio sobre los bonos de Deuda Publica Nacional venezolanos, y la consecuente amenaza acerca del impago de los compromisos de deuda externa, conocido también como Default.


Si bien, Venezuela tiene un stock de activos en el extranjero que pueden ser liquidados para afrontar necesidades de pago en el corto plazo, esta acción implicaría una descapitalización que implicaría la pérdida de CITGO como empresa de comercialización de hidrocarburos en el mercado norteamericano, así como la venta de refinerías en el Caribe, y  “cuentas por cobrar”, con descuentos importantes. Todo lo mencionado apunta a que las medidas tomadas en materia económica hasta los momentos, no resuelven el problema de fondo de las capacidades productivas del país, y lo colocan al borde de tomar la difícil decisión de acudir a una fuente de financiamiento masivo externo, o declarar la moratoria de pagos su Deuda Externa. 








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