EDUARDO ORTIZ RAMÍREZ
Las sociedades avanzan, evolucionan o
se problematizan en la medida en que las ilusiones y deseos –según sean
convenientes o distorsionadas, de avanzada o de retroceso- se convierten en proyectos
de desarrollo, se unen voluntades para la materialización de los mismos y esta
última permite encontrar -en los casos de éxito- la llamada por los neo
institucionalistas dependencia de ruta.
A excepción de algunas décadas del siglo XX como las del sesenta y setenta no
se encuentran en la historia nacional de la última centuria, períodos donde se
anduviese cerca de tal encaminamiento hacia el desarrollo.
La revisión de la historia nacional
de los últimos cien años, nos permite observar ilusiones y entusiasmos –aunque
normativamente no siempre de los más adecuados- en determinados procesos
económicos y políticos. Desde el punto de vista económico y político, debe
señalarse la importancia que tuvieron el café y el cacao hasta 1925, junto al
sentido de paz relativa alcanzada por los gobiernos de Cipriano Castro y Juan Vicente
Gómez y, más o menos desde esa fecha, por alrededor de 90 años, el
desplazamiento de aquellos bienes agrícolas por el petróleo como factor
económico, que no se ha sembrado, usando inversamente la recomendación de
Arturo Uslar Pietri.
Desde los puntos de vista políticos,
económicos, sociales y militares, según los casos, existen otras ideas y
procesos de entusiasmo de la población venezolana que deben destacarse.
En primer lugar, el militarismo que estuvo presente durante todo el siglo XX hasta 1958 a
excepción del llamado trienio 1945/1948 y del inmediato y corto período de Rómulo
Gallegos. Los militares y sobre todo los venidos de los andes pasaron a
considerarse y difundir la idea de un orden inspirado y sostenido por ellos a
pesar de mayores o menores modernismos o amplitudes según los casos. En el
inconsciente colectivo de los venezolanos o en expresiones de la conciencia
inmediata surgen recuerdos de la tranquilidad, paz y orden relativos en algunos
de esos períodos.
En segundo lugar la industrialización y la democracia desde finales de los cincuenta
hasta mediados de los setenta. Trabajo, orden, limpieza, posibilidades de
expandir la economía y los proyectos de inversión, estuvieron presentes en este
periodo. Autopistas, industrias, escuelas y hasta las ideas e iniciativas de
crear un Metro para Caracas, surgieron de esos años a pesar del rentismo. Pero
la sociedad venezolana no tenía albergado el consenso, y el resentimiento y el
radicalismo político de quienes no veían esos resultados como desarrollo –parte
de los grupos políticos e individuos relacionados con esta posición, se
encuentran hoy en el ejercicio del poder político- hicieron su parte para
horadar un proyecto en curso que encontró su alteración definitiva en las bases
más profundas de la renta petrolera al convertirse en un distribucionismo
exacerbado a partir de mediados de los setenta. Como señaló D.F. Maza Zavala, el trabajo -en el
contexto de la Gran Venezuela de la Primera administración de Carlos Andrés
Pérez de 1974 a 1979- fue sustituido por el dinero fácil que además pasó a
formar parte del impulso de la corrupción.
En tercer Lugar
la corrupción, el desasosiego, el autoritarismo en condiciones de democracia,
los partidos convertidos en el eje repartidor de la democracia y la corrupción,
forman parte de un período de más o menos 20 25 años que va hasta 1999. Un
pueblo –en no pequeña proporción- confundido, con cultura de campamento,
buscador de arreglos; y políticos y administradores que parecieron ser más
ineficientes mientras uno sustituía al otro y, una masa de aquel mismo pueblo
-en su acepción amplia, abarcando también clases medias y altas- observando en
cada oportunidad electoral, la ocasión misma para su proyecto personal, a pesar
de las luces que todavía podían irradiar en momentos los presidentes, el
congreso, algunos ministros y algunos políticos e intelectuales que podían
fungir como la reserva moral del país. En el plano de la política económica el
mayor entusiasmo fue albergar en algunas ocasiones las ideas extremas del
neoliberalismo y la crítica acérrima a la sustitución de importaciones. La
cultura del extremo hizo de la suyas en momentos de este periodo y en las ideas
e ilusiones dominantes.
En cuarto lugar,
el periodo de las ideas del bolivarianismo inicialmente difundidas por el
presidente Hugo Chávez y hoy día en las figuras de sus continuadores y del
Presidente Nicolás Maduro. Esto entusiasmó a una porción alta de la población
venezolana dadas las ofertas de crear una verdadera democracia, acabar con la
corrupción y la llamada democracia de partidos. Honor, pulcritud, comedimiento,
eficiencia en la administración pública, oportunidades de una repartición más
equitativa del ingreso, fueron las ofertas iniciales en 1998 y 1999. Muchos
acogieron estas ideas como suyas y les profesaron esperanzas. Transcurridos más
de quince años los entusiasmados son muchos menos y no todos lo que se
mantienen presentan la inocencia y honestidad que hubo en sus tiempos
iniciales. La problematización económica, social y política después de más de
tres lustros enfrenta a los venezolanos -sino en su mayoría- en una porción por
lo menos de uno a uno ante la frustración de esperanzas no materializadas por
un proyecto que además de las ideas señaladas hizo renacer el militarismo, superponiendo
lo militar a lo civil, en el contexto de las democracias insuficientes de
América Latina y Venezuela y a la necesidad de construir un nuevo entusiasmo.
Capitalismo de estado, aumento de la corrupción, deterioro de los servicios,
profundización de la dependencia petrolera y del rentismo, controles
permanentes aumentados en áreas de la mayor relación con la riqueza nacional y
no de grupos o partidos como el manejo de las divisas obtenidas del rentismo, son
parte de la nueva frustración presente en muchos venezolanos a pesar de la
comodidades de algunos y las incondicionalidades de otros. Cuatro ilusiones, esperanzas,
ideas y entusiasmos que en alrededor de cien años nos trasladan la Venezuela problematizada,
deteriorada y conflictiva de 2015.
Numerosos elementos positivos podrían
destacarse en el tránsito de estos cuatro períodos de entusiasmos e ilusiones
tenidos por Venezuela y sus habitantes (Independencia política, avance
institucional, urbanización, alfabetización eliminación de enfermedades,
crecimiento económico y grados de desarrollo, oportunidades de avance para
personas y familias, aumento de la atención a los marginados y excluidos de
políticas de mejoramiento social, son solo parte de ellos). Pero más importante
en esta nota es resaltar la necesidad que hoy se tiene de albergar una nueva ilusión
y entusiasmo que pueda convertirse en base al consenso en un proyecto que por
distintas vías pudiera volver a unir esfuerzos en pro de combatir la anomia y
lograr la exaltación para impulsar el crecimiento y el desarrollo. Pues a pesar
de los optimismos desenfrenados, esquivos y soberbios de la administración
bolivariana, la nación está y va muy mal.
@eortizramirez
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