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Felix Arellano
Para entrar en vigencia el acuerdo prevé que
debe ser ratificado por 55 países que representen el 55% de las emisiones de
gases de efecto invernadero. Ahora bien, resulta alentador saber que los
principales emisores de gases, como son China y Estados Unidos, ya han
ratificado el acuerdo, el pasado 3 de septiembre, en el marco de la reunión del
Grupo de los 20 que se efectuó en China
La
ecología se posiciona como uno de los temas fundamentales de nuestros tiempos y
uno de los objetivos centrales de la agenda de las relaciones internacionales.
La salud del planeta es la base de nuestra existencia, tanto su deterioro, como
su conservación no conoce de fronteras, etnias, culturas, ideologías o clases
sociales. La ecología nos hace evidente que es una dinámica global, que exige
soluciones globales, que conllevan la activa participación de la humanidad en
su conjunto.
Son
muchos los temas que conforman el espectro de la agenda ecológica, pero en
estos días ha dominado el cambio climático, tanto por los positivos resultados
de la Cumbre en Paris en diciembre del 2015, como debido a la posibilidad que
el acuerdo suscrito en esa oportunidad pueda entrar en vigencia, ya que han
crecido sus ratificaciones. Pero no todo es optimismo, pues las visiones
autoritarias son poco amigas de la ecología y Donald Trump ya ha anunciado su
desprecio al tema y el proceso bolivariano, ni ha ratificado el acuerdo de
Paris y ha acelerado el proceso destructivo de la ecología nacional por los
potenciales efectos negativos del arco minero de Guayana.
El Acuerdo
de París sobre Cambio Climático, suscrito en diciembre del 2015, por 195 países
miembros de las Naciones Unidas, que sustituye al Protocolo de Kioto,
constituye un texto innovador, integrador y coherente con los cambios y
complejidades del tema. Su objetivo principal contener el calentamiento
climático, para evitar una subida de temperaturas por encima de los dos grados
y para ello se han adoptado fórmulas innovadoras que incorporan los diversos
sectores involucrados en la temática y manejando intensamente la modalidad de
los incentivos, como medio para la promoción de conductas cooperativas que
contribuyan a la conservación de la ecología.
Para
entrar en vigencia el acuerdo prevé que debe ser ratificado por 55 países que
representen el 55% de las emisiones de gases de efecto invernadero. Ahora bien,
resulta alentador saber que los principales emisores de gases, como son China y
Estados Unidos, ya han ratificado el acuerdo, el pasado 3 de septiembre, en el
marco de la reunión del Grupo de los 20 que se efectuó en China y, en este
momento, se tiene un total de 31 países que lo han ratificado, incluyendo seis
países de la región (Argentina, Brasil, México, Honduras, Panamá y Antigua y
Barbuda). Se espera que con la ratificación de la Unión Europea, que debería
ocurrir antes de culminar la Asamblea General de las Naciones Unidas, el
Acuerdo pueda entrar en vigencia este año.
Pero
no todo es optimismo, el candidato republicano en las elecciones de los Estados
Unidos Donald Trump, ha señalado, entre otras, “deshacer el acuerdo si es
elegido”, incluso ha afirmado que: “el
calentamiento global era un bulo inventado por los chinos”, lo que
ha generado una fuerte reacción de la comunidad científica, con la firma de una
carta abierta por parte de 375 científicos, cuestionando la ignorancia del Sr.
Trump y alertando por los riesgos que para la humanidad en su conjunto puede
generar esta posición.
Por
su parte, el proceso bolivariano, en sus permanentes falsos discursos, presentó
la ecología como una de sus banderas revolucionarias, como siempre discurso
para ingenuos, pues la práctica ha sido radicalmente diferente pero encubierta
por su hegemonía comunicacional. Por razones ideológicas ha destruido la
institucionalidad ecológica del país, en la búsqueda de destruir la Asamblea
Nacional, que le resulta adversa, no ha procesado la ratificación del Acuerdo
de Paris sobre el cambio climático, pero tampoco las normativas del Mercosur
que asumió como obligación con el protocolo de incorporación como miembro
pleno. Para agravar la situación, ahora ha iniciado un proyecto profundamente
destructivo de la ecología, como es el arco minero de Guayana, menospreciando y
descalificando la crítica.
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