martes, 13 de septiembre de 2016

Juegos peligrosos: Corea del Norte


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Felix Arellano
Resulta indispensable alertar a los gobiernos democráticos participantes en la Cumbre, sobre el peligro que esta reunión se constituya en un respaldo para las carreras armamentistas y actitudes expansionistas de sus miembros autoritarios. El mundo espera que la Cumbre adopte un firme y categórico rechazo al programa nuclear del gobierno de Kim Jong-un y su más reciente prueba nuclear

Son diversas las críticas que circulan sobre la XVII Cumbre de los Países No Alineados, que se efectúa en la Isla de Margarita, entre otras, el irracional despilfarro de los escasos recursos en un país sin medicamentos y muy pocos alimentos; una organización en obsolescencia que se ha estancado en el tiempo y se ha tornado rígida e ineficiente; un club de dictadores (48 de sus miembros) que se apoyan y diluyen sus violaciones a los derechos humanos. En este contexto, el movimiento podría estar desarrollando un peligroso giro autoritario de apoyo a las carreras armamentistas que amenazan la paz y la seguridad, en contra vía a lo que fueron algunos de sus principios fundacionales, el caso de Corea del Norte representa una prueba de fuego.
 
Esta Cumbre podría representar un punto de inflexión, pues bien podría iniciar la transformación del movimiento a objetivos más coherentes y trascendentes en la compleja dinámica internacional o se radicaliza y fosiliza acelerando su progresiva extinción. La actual presidencia, en manos del proceso bolivariano, pudiera ser garantía de la segunda opción. El gobierno venezolano, en su tendencia autoritaria, busca respaldo internacional, pues su entorno natural, el hemisferio y la región, le resulta cada día más adverso.
 
Seguramente los gobiernos autoritarios manipularan la Cumbre a favor de sus intereses, menospreciando los temas fundamentales de los derechos humanos, lo que podría resultar muy favorable para Corea del Norte, que cuenta con una de las dictaduras más inhumanas y aisladas del planeta, donde la política depende del estado de ánimo del dictador, y los funcionarios de alto nivel pueden ser ejecutados en cualquier momento si el dictador está de mal humor.
 
Existe preocupación en la comunidad internacional por las peligrosas relaciones que ha sostenido el gobierno bolivariano con gobiernos dictatoriales y organizaciones radicales e incluso terroristas. Están frescas las imágenes de los fuertes abrazos con Husein de Irak, Gadafi de Libia, Mugabe de Zimbabue, Lukashenko de Bielorrusia, los Castros de Cuba y más recientemente con la dictadura de Corea del Norte.
 
Tampoco se han aclarado las vinculaciones con las FARC, y los movimientos radicales del medio oriente. En una situación tan dramática como la que vivimos actualmente en Venezuela, que se requiere de apoyo internacional e inversiones, el proceso bolivariano podría aprovechar la Cumbre para rectificar errores y transformar la orientación de su errática política exterior, promoviendo en la Cumbre una declaración en respaldo a la paz y la seguridad internacional.
 
La Cumbre del MNOAL de Margarita debería retomar los principios de paz, convivencia y rechazo al uso de la fuerza que predominaron en la VII Cumbre de Nueva Delhi (1982) y la IX Cumbre de Yakarta (1992). Resulta indispensable alertar a los gobiernos democráticos participantes en la Cumbre, sobre el peligro que esta reunión se constituya en un respaldo para las carreras armamentistas y actitudes expansionistas de sus miembros autoritarios. El mundo espera que la Cumbre adopte un firme y categórico rechazo al programa nuclear del gobierno de Kim Jong-un y su más reciente prueba nuclear, la quinta en los últimos años, pues representa una grave amenaza, no solo para la paz y la seguridad de la zona, sino del mundo.
 
Sobre el delicado tema del programa nuclear de Corea de Norte, la Cumbre debería expresar su respaldo a las decisiones condenatorias aprobadas en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas y apoyar las sanciones adoptadas en esa instancia, particularmente la Resolución 2270 del Consejo de Seguridad, a los fines de eliminar el programa nuclear y promover las negociaciones de paz de Corea del Norte con los país de la región, en particular con su vecino de Corea del Sur. La Cumbre también debería rechazar las violaciones de los derechos humanos y ratificar su compromiso con los acuerdos suscritos en el marco de las Naciones Unidas para el mantenimiento de la paz y la seguridad internacional.

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