EDUARDO ORTIZ RAMÍREZ
Los numerosos conflictos políticos y
económicos que han estado presentes durante toda la administración bolivariana
–ya con más de 18 años- han aumentado y se han agudizado a partir de las
complicaciones políticas y económicas desde 2012. No es estrictamente asociable
esto último, a la desaparición física del presidente Hugo Chávez, pues en
tiempos de sus gestiones se desarrollaron profusos conflictos, incluido el del
intento de golpe de Estado de 2002. Pasó a coincidir, más bien, con el aumento
de la problematización económica y social, que tuvo su punto mayor en las crisis
de 2014 y en su continuación en base a permanencia de presos políticos o
aumento de acciones de corte represivo. Las mismas negociaciones económicas que
se dieron a partir de 2014 con el sector privado, cayeron en frustración y en
un muy bajo nivel de acercamiento para llegar a acuerdos. El panorama ha sido
igualmente de fracaso, tanto en lo político como en lo económico, en las
negociaciones iniciadas después de la pensada suspensión del referéndum
revocatorio por parte de la administración Maduro (puede verse de manera
ilustrativa As Venezuela crumbles, the regime digs in http://www.economist.com Jan 28th 2017).
Los procesos de ajuste y
estabilización, llevados a cabo en la estructuración de la política económica
antes de la administración bolivariana –en un periodo de cerca de 20 años-, no implicaron
correctivos estructurales y de permanencia para la economía y la sociedad venezolana.
Parte de la explicación de esto radica en la profundización del fenómeno del
rentismo, pues la mayoría de las administraciones de tal período –igual que la
bolivariana, hicieron el planteamiento de disminuir la dependencia petrolera y,
contrariamente, la aumentaron. La administración del presidente Maduro declaró
pomposa y fantasiosamente el año 2016
como el del fin del rentismo y el 2017 como el del inicio de un nuevo modelo. Si
en el peso del producto petrolero y no petrolero, así como en sus tasas de
crecimiento, tal dependencia no es siempre evidenciable, en los mecanismos de
difusión, encadenamientos o en la creación de economías externas y dinámica de
la inversión privada o de la misma pública, si es perceptible como el petróleo
fue captando cada vez más espacios de la economía venezolana.
A la llegada del Presidente Chávez,
las exportaciones no tradicionales, por ejemplo, apartando momentos de los
inicios de los años noventa nunca alcanzaron saltos estructurales contundentes
y estables. Tampoco sucede durante la administración bolivariana y mucho menos
en la fase del presidente Maduro. Contrariamente durante esta, caen en un estancamiento
estructural y definitivamente alterador de cualquier posibilidad de impulso cómodo.
La ausencia de una definida política de desarrollo de las exportaciones no
tradicionales, ha sido la otra cara de un rentismo no solo no derrotado sino más bien
apuntalado.
Debe destacarse la influencia que tienen
la dinámica del rentismo y la elaboración de políticas de control de precios,
tipo de cambio y manejo de los derechos de propiedad así como las poco
flexibles hacia la focalización en cuanto a la consecución del desarrollo económico,
que, por lo demás, desencadenan en el contexto creado en cuanto a críticas
hacia la economía de mercado y al
régimen capitalista, como condicionantes de la propia dinámica seguida en
variables como la inflación, el tipo de cambio y el endeudamiento. Todas estas
variables estuvieron relativamente contenidas, a pesar de su tendencia a la
inestabilidad dentro de la economía venezolana, debido a altos precios del
petróleo de los cuales en -términos absolutos o relativos- dispuso la
administración bolivariana en buena parte de los más de 18 años de sus
ejecutorias. El cambio abrupto en tales precios iniciado en julio 2014, y
todavía manifiesto iniciado 2017 (de alrededor de 100$ el barril para la cesta
venezolana a mediados de 2014, promedió 44,65$ y 35,15$ para 2015 y 2016, respectivamente/
http://www.menpet.gob.ve/ 30 enero 2017),
pasó a catapultar un conjunto de problemas que habían venido arrancando desde
2012, entre ellos, el déficit fiscal, que ha pasado a rondar cerca de un 20%
del producto, acarreando un conjunto de compromisos de parte de la nación, con
agentes externos y tenedores de bonos,
entre otras figuras, con las correspondientes particularidades que ha tenido la
acción gubernamental de la presidencia de Maduro en algunas de las últimas
operaciones de bonos.
El mercado cambiario, receptor
inmediato del rentismo y de la concentración en exportaciones petroleras -y de la
casi nula oferta de agentes privados en el mercado de divisas, cuya acción
inmediata dado el contexto va a ser quedarse con la mayor porción de divisas-,
no ha podido ser contenido por los variados regímenes cambiarios ni por la
endilgación de la culpa -por parte de la administración bolivariana- a páginas
en internet, como Dólar Today, que
son resultado del desorden, la escasa información y el férreo y creciente
control de cambios. Entre noviembre/diciembre de 2016 y enero 2017 el mercado
cambiario ha evolucionado desde los alcanzados alrededor de 4.500 Bs por $ a 2.500
para subir nuevamente a 3.500, con los agravantes de las innecesarias tensiones
e impertinencias en cuanto al billete de 100 bolívares y las acciones sobre las
particulares casa de cambios por mencionar sólo algunos elementos (puede verse
el trabajo de R. Balza ¿Por qué cayó (y volvió a subir) el paralelo? http://masterecointerucv.blogspot.com/2017/01/por-que-cayo-y-volvio-subir-el-paralelo.html).
Por razones de coyuntura, confluencia
o circunstancias, el período de la revolución sin Chávez presenta entonces un tiempo
de complicación de estas variables y en particular del mercado cambiario tal
cual se indicó. Los niveles del dólar paralelo o negro 2014/2017, superando
numerosas veces a los niveles controlados, bajo sus distintas denominaciones,
solo son entendibles con la aguda desvalorización del bolívar y la rápida
descapitalización de los venezolanos. Los niveles controlados como el de
protección de Bs 10 por $ o los mayores han entrado en una especie de caja
negra y de exclusividad y privilegio
para su acceso. Es así como hay sectores industriales que destacan no tener
casi ningún acceso a los dólares Simadi y que ha venido superando los 650 Bs
por $.
En un contexto de desinversión, inflación de dos dígitos altos para 2013 y
2014 y de tres dígitos para 2015 y 2016 (180,9 % 2015 según BCV; aproximaciones
preliminares 2016 pueden verse The economist ya citado), controles agudos de
precios y escasez de divisas, se generó, así, el fenómeno de la escasez -primero
de bienes básicos y a renglón seguido de buena parte de bienes y componentes y
bienes de inversión-. Para 2014 y 2015, la distorsión de precios relativos y la
escasez, se convirtieron en un fenómeno estructural muy difícil de corregir pues
crecientemente ha arrastrado aspectos económicos, psicológicos, de costumbre y
de política económica –a pesar de intentos de modulación como requisas de
inventarios, Sistema Biométrico o compras según número de cédula-. Para 2016 y
2017 puede afirmarse que ningún problema de escasez de productos variados se ha
logrado solucionar a no ser aquellos casos de productos nacionales o importados
–de alimentación o no- cuyos niveles de precios los vuelven inaccesibles para
la mayoría de la población. En la cifras que maneja Cavidea en el año 2015 un
venezolano promedio estaba consumiendo alrededor de 20kg de alimentos por mes,
para enero-julio 2016 el volumen bajó a 13 kg (se estima que el volumen
promedio mensual adecuado bordea los 30 kg mensuales).
La administración bolivariana, no
habiendo solucionado problemas estructurales, macroeconómicos y sociales, pero
si habiendo atendido a través de las misiones a grupos sociales de los menos
favorecidos en la distribución del ingreso, pasó entonces a presentar el deterioro
en las condiciones de vida de grandes grupos de la sociedad venezolana, dejando
solo la satisfacción para los incondicionales como seguidores políticos y los
acomodados, incluidos los beneficiarios de corrupción. Este ha sido un proceso
extensivo -y según los casos más o menos intensivos- desde los dólares hasta
las bolsas de alimentos de los Comités Locales de Abastecimiento y Producción (CLAP). Debe reconocerse que a pesar de
los mismos sesgos –y otros problemas arrastrados o generados- la construcción y
distribución de viviendas ha continuado; con los matices de toda la
administración bolivariana y de la del presidente Maduro en particular.
Desde el punto de vista sectorial, la
economía venezolana no habría logrado superar, por razones de dotación factorial,
pero más aún por ausencia de estrategias de desarrollo de largo plazo, la vocación o adicción petrolera, a
pesar de que la administración bolivariana siempre ha profesado que si tiene
estrategia y que quienes no la tienen
son los grupos que se oponen a ella. La dinámica en otros sectores,
habría estado signada por el estancamiento y perdida de importancia productiva,
como es el caso del sector agrícola, ya de por si venido a menos en décadas
previas a la administración bolivariana. De haber, por lo menos acumulado experiencia
y relativa importancia –aunque más no fuese que para el suministro de bienes a
nivel nacional-, la nación, después de más de 18 años de gestión de la
administración señalada, pasó a desarrollar una verdadera agricultura de puertos, importando bienes agrícolas y pecuarios de
distinto tipo, y a ubicarse cada día más lejos de la idea del presidente Hugo Chávez
–acogida, directa o indirectamente, por el presidente Nicolás Maduro- de
convertir a Venezuela en una potencia
agrícola.
No han funcionado ni las ideas ni los
15 motores del presidente Maduro, ni
para la solución de sesgos o problemas estructurales ni para darle un mejor
desempeño a Venezuela en el plano internacional o de la competitividad.
Abastecimiento de productos e insumos, industrialización y desarrollo de
exportaciones siguen siendo tareas pendientes que cada día requiere más
recursos humanos que no están estrictamente consustanciados con la repetición
de ideas del fanatismo y la demagogia. Por lo demás, nadie viene a desarrollar
a nadie: también lo han demostrado rusos, chinos, brasileños e iraníes; por
mencionar algunos de los que han sido de interés para la administración
bolivariana, pues otros países han sido altamente beneficiarios directos de una
especie de ineficiente o productivo -para los mismos- subsidio internacional
que asimétricamente les ha venido dando Venezuela.
Para 2015, en cuanto al área
industrial, Venezuela ya había acumulado una desindustrialización considerable,
la cual -grosso modo- habría abatido alrededor de la mitad de los
establecimientos industriales. Ubicándose en una posición donde tendría que
industrializarse aceleradamente en los próximos lustros –al tomar en cuenta
determinados parámetros- para nivelarse y encaminarse por una ruta de
desarrollo que implicase a este sector. Informes de Cavenez diciembre 2016
ubican como la industria automotriz vendió tan solo 3008 unidades nuevas (Ford
Motor, Toyota, Chrysler, Iveco, MMC, y General Motors) durante el año recientemente
terminado, lo cual ubica a tal industria en un estado de casi paralización. Por
otra parte representantes de la industria de autopartes –otrora área de
importante dinamismo- también a finales de 2016 en actividades de Conindustria
(perspectivas Conindustria 2017) destacaron como están produciendo a 30% de su
capacidad con altos problemas en divisas, insumos y área laboral, y su
situación general es cercana a un colapso.
También desde el punto de vista
sectorial y asociado al tamaño de las organizaciones empresariales y a formas
de participación de la sociedad civil, es importante destacar los pocos avances
que -en términos relativos a otros países de la región- se habrían presentado,
en cuanto a desarrollo de la pequeña y mediana empresa en términos de gestión o
facilidades de financiamiento, entre otros aspectos. Pero también, el bajo
desarrollo del cooperativismo, a pesar de períodos donde se buscó desde la
administración bolivariana aupar el desarrollo del mismo. La falta de precisión
conceptual, así como lo itinerante de las políticas hacia esta área, permiten
observar un abandono de la idea de estimular el cooperativismo, del lado de la
administración bolivariana.
En zonas como Carabobo las pequeñas y
medianas industrias han venido siendo afectadas por el contexto económico
señalado y de manera muy específica -como también está sucediendo en otros
estados y regiones- por los compulsivos aumentos salariales que mientras más ha
avanzado la administración del presidente Maduro más conmueven a la población y
a los pequeños empresarios, dado que con tales aumentos no pueden fácilmente
trabajar, ocasionándose los correspondientes despidos y cierres de empresas.
Esto último, se ha visto en la región, se convierte en un nutriente de la
informalidad. Según la Cámara de Pequeños y Medianos Industriales y Artesanos
de Carabobo (Capemiac) más de 50% de los que salen de las empresas tienen tal
destino.
Ante esta acumulación de políticas
inestables, imprecisas o no bien enfocadas, el escenario 2013/2017 se ha
tornado conflictivo, y con resultados significativamente preocupantes en cuanto
a la estabilización del país y a sus efectos para 2017 y adelante. Más aún
porque, a pesar de los altibajos, la mayoría de la proyecciones en cuanto a
precios de del barril de petróleo, desde el segundo semestre de 2014 hasta
entrado 2015, apuntaron en líneas generales a precios no superiores a 70 $ hasta
finales de este último año, lo cual se cumplió; y a la posibilidad de nuevos
precios altos -y no superiores a 100$- para 2016 o 2017 lo cual no se ha cumplido, observándose la continuidad de
precios bajos. Ninguna de las proyecciones recientes perfila sorpresas en
cuanto a aumentos súbitos en los precios del barril. En este contexto y dada la
importancia que el petróleo ha tenido para la publicidad -y apoyo a países
simpatizantes- del proceso de más de 18 años llevado en Venezuela por la
administración bolivariana, las acciones de esta última fueron implicando,
desde 2014, la radicalización del discurso político y la acciones en contra de personalidades y grupos de
opositores, así como fortalecimiento de la actitud de desdén ante la crítica o
ante la profundización de problemas económicos señalados o políticos y sociales
como la corrupción y la inseguridad.
Las gestiones internacionales de la
administración bolivariana han implicado la búsqueda de adeptos y amigos -directa
o indirectamente- a través de la creación de un acuerdo altamente asimétrico
entre sus miembros tal cual se indicó, como lo es el ALBA. También ha implicado
la búsqueda de apoyo político y económico de parte de países como Cuba, China,
Rusia e Irán. En el caso de Cuba y China, las relaciones han abarcado numerosos
aspectos; en cuanto a la primera, se ha construido una relación de tutela desde
los tiempos del presidente Hugo Chávez y se ha profundizado con el Presidente Nicolás
Maduro, siendo, desde el punto de vista económico, muy beneficiosa para la isla
del Caribe; en el caso de la segunda, se trata de una relación bastante
dependiente del lado de Venezuela a través del Fondo Chino u otras figuras que,
ante los problemas de escasez de divisas, déficit fiscal y necesidades de
financiamiento, las autoridades venezolanas han buscado recurrir a las mismas
en diversas oportunidades. Pero también, en el caso de China, los suministros
petroleros como pago de deuda, las importaciones de autos, autobuses, alimentos
y otros productos como satélites, hacen que la relación con tal nación se haya
venido ampliando de manera considerable.
Crecientemente Venezuela, desde los
inicios de la administración bolivariana, ha visto irse deteriorando las
relaciones de distinto tipo con EEUU. En el campo comercial y su principal
instrumento de vínculo, que son las exportaciones petroleras desde Venezuela
hacia tal nación, se mantienen en porciones importantes; aunque, indudablemente,
en la medida en que Venezuela ha visto aumentar sus colocaciones en Cuba por
acuerdos variados y en países del Caribe que son beneficiarios de los arreglos
en Petrocaribe y, así también, a colocaciones
diarias en barriles hacia China como medio de pago, los montos de barriles
hacia EEUU han disminuido, aunque esto no represente una disminución radical de
los mismos.
Contrariamente a lo sucedido con Venezuela,
en el caso de las relaciones EEUU-Cuba, se buscó, desde finales de 2014 y
comienzos 2015, poder establecer políticas de mejoramiento en turismo, remesas,
establecimiento de embajadas, entre otros elementos. Todos estos aspectos estuvieron
presentes en la VII Cumbre de la Américas celebrada el 10 y 11 de abril 2015 en
Panamá, donde a pesar del triunfalismo de la administración bolivariana, pudo
observarse el pragmatismo de distintas naciones y la perdida de apoyos que se
han venido acumulando en relación a Venezuela.
Todo el conjunto de evoluciones
referidas, produjo, para el segundo trimestre de 2015, actitudes más agresivas
de parte de la administración bolivariana, reforzándose una actitud de critica
antiimperialista, antiestadounidense y de disposición salvadora de la nación
venezolana que, ha asumido la dimensión
internacional como intento de canalización de energías, con la implícita desatención
de los problemas locales. Si bien para
2016 y 2017 esa actitud ha continuado, en la actualidad la administración Trump
le genera a Venezuela interrogantes y desafíos por aproximaciones y
afirmaciones vistas en tal administración. Por otra parte se trata también de
un escenario donde en un acuerdo-
Mercosur- en el cual ingresó en 2012, también ha acumulado problemas en sus
desempeños, según todo lo visto con los impedimentos presentado por otros
países del mismo para que Venezuela ejerciese la Secretaria pro tempore.
En toda esa evolución, si hasta los
catorce años con Hugo Chávez en la presidencia, la administración bolivariana
no había avanzado en la construcción de un socialismo distinto al socialismo
rentista y sin rumbo precisable que se observaba, para lo que llamamos la
administración Maduro -cuatro años- como
capítulo de la administración bolivariana –más de dieciocho años-, la economía
y la sociedad se encuentran crecientemente problematizadas y desviadas en
cuanto a lo que podrían ser las propuestas del socialismo contenidas en el Plan de la Patria o en las ofertas
iniciales de crear una sociedad más justa, equilibrada y encaminada hacia el
crecimiento y desarrollo. La nación no se ha convertido ni en potencia agrícola,
ni en país de clase media, ni en país del primer mundo, que no son más que
expresiones fáciles para ocultar fracaso y desaciertos.
Todo lo contrario la nación como
nunca se vio desde 1958 está afectada por el hambre, la inseguridad, la falta
de oportunidades, las condiciones difíciles para invertir, conseguir empleo o
simplemente trabajar. Pero tampoco se
llegó a observar desde tal año la aparición extensiva de la pobreza y un agudo
deterioro de valores en instituciones y ciudadanos como el observable en la
actualidad.
@eortizramirez
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