martes, 17 de marzo de 2015

El Rol de los Servicios en la Economía *

Guillermo Márquez

Introducción
Desde  el decenio de los 80 se ha  desarrollado un interés especial en la economía de los servicios, en los  ámbitos   nacional y de  las  relaciones económicas internacionales,  así como en los espacios  académicos y de  de la política  económica. Este interés se explica por varias razones, todas interrelacionadas: el papel cada vez más  predominante del sector servicios en las economías nacionales, tendencia que se ha venido  intensificando por los efectos de la revolución tecnológica, la cual a su vez está ampliando la posibilidad de los flujos de servicios a escala internacional. Combinado con lo anterior, lo que ha dado el impulso decisivo a los análisis del sector servicios es su inclusión en las negociaciones  en  la Ronda Uruguay del GATT,  que resultó en el  establecimiento de la Organización Mundial de Comercio –OMC-. Hoy todos los tratados de comercio o integración tienen un capítulo de Servicios. Esto ha obligado a los países a profundizar en los estudios de un área hasta hace poco relegada en el análisis económico. En este artículo examinaremos la discusión teórica  que se ha producido sobre esta materia.
Nuestro postgrado jugó un papel especial en la enseñanza de las nuevas investigaciones sobre este sector. A fines de los 80  se incluyó por primera vez en una institución universitaria a escala mundial el estudio del sector servicios, con el seminario “Los Servicios, La Revolución Tecnológica y la Economía Internacional”,  el cual dicté durante varios años. Todavía no sé de una universidad que lo tenga en su curriculum,  y su estudio se ha hecho y se sigue haciendo en seminarios especializados, congresos internacionales, conferencias etc. Los primeros negociadores venezolanos en el área de servicios, en las negociaciones para la creación de la OMC y en distintas negociaciones regionales, se formaron en ese seminario.

El concepto de servicio
El  concepto de servicio es aparentemente sencillo, pero tiene complejidades difíciles de resolver  y los avances tecnológicos derivan en dificultades adicionales para establecer la línea demarcatoria entre bienes y servicios.
La  característica tradicional que ha sido asociada a la actividad de los servicios es su “intangibilidad”,  y no hay duda de que, en la generalidad de los casos, esa es su cualidad central. Cuando una persona recibe los beneficios de un servicio, transporte colectivo, bancario, educativo, etc., dicho beneficio es intangible, invisible, diferente a cuando adquiere un bien y  comienza a poseerlo, bien tangible y visible. Como dicen dos autores, (Kotler y Bloom, 1989), “los servicios no pueden ser vistos, ni probados, ni sentidos, ni escuchados, ni gustados, antes de  ser comprados”. Lo que sí se siente  es el efecto, a posteriori,  bueno o malo del servicio.
Estrechamente ligadas  a la intangibilidad, aparecen dos características adicionales, como son “la no capacidad de almacenamiento” y la “no transportabilidad”. En efecto, la condición de intangible  deriva en que el servicio se va extinguiendo a medida que se va prestando y por esa misma razón no pueda ser transportado; lo anterior implica, a su vez, que la producción y el consumo  de servicios deben ser simultáneos, a diferencia de la producción y el consumo de bienes. La  base conceptual explicada está relacionada con una clasificación de las actividades económicas en “transables” y “no transables” en el sentido de que sean o no comercializadas internacionalmente, incluyendo a los servicios en la segunda  denominación. Pese a ello, hay un conjunto de  servicios que históricamente están ligados al comercio internacional, como son el transporte y los seguros, y con el desarrollo tecnológico nuevos servicios se han incorporando a las transacciones internacionales, como se examinará posteriormente.
A partir de lo explicado, comienzan las dificultades para establecer la frontera entre los bienes y los servicios: 1.-Un conjunto de actividades , conceptuadas por algunas instituciones o autores como de servicios, tienen una expresión tangible, como serían las películas, los libros y el software; en este caso, el valor fundamental del producto no estaría en el objeto material que se está adquiriendo, sino en el servicio intangible incorporado, en términos de talento, conocimiento  y tecnología. 2.-como dice el SELA, “los servicios públicos de agua, electricidad y gas, cuyo beneficio llega al usuario en forma de bienes; 3.-En los  servicios de comercio el ingrediente principal es un bien tangible. 4.-los extraordinarios avances  en la computación y las telecomunicaciones, haciendo posible la transmisión internacional de datos y su almacenamiento, están alejando a muchos servicios de sus tradicionales cualidades de “no transportables” y no “almacenables”. 4.-Así mismo, los adelantos tecnológicos están haciendo posible el desarrollo de una nueva  estrategia en la economía internacional, a la cual se orientan especialmente las empresas transnacionales, como es la venta de “paquetes”, que son combinaciones de bienes y servicios, haciéndose cada vez más difícil la distinción entre ambos tipos, y  dificultándose también la vieja clasificación de la actividad económica en sectores primario, secundario y terciario.
Lo  anterior es apenas un resumen de las dificultades para diferenciar un servicio de lo que es un bien. Tratando de resolver esas dificultades se han intentado varias definiciones del concepto.  Una de las más conocidas y discutidas es la de T.P.Hill:”Un servicio puede ser definido como un cambio en la condición de una persona o un bien que pertenece a una unidad económica, que es producido como resultado de la actividad de otra actividad económica, con el previo consentimiento de la  unidad económica primera”. Como dice Dorothy Riddle, esta definición resalta el cambio que se produce en la persona o en los bienes que ella posee, en contraste con las actividades de producción de bienes, en las cuales el cambio es en las materias primas y productos intermedios, con las cuales se produce un bien distinto. Por ejemplo, el servicio educativo sería un proceso en el cual hay un cambio en la condición del educando, que resulta en un nivel educativo más elevado. Sin embargo, Hill relaciona su definición estrechamente con la simultaneidad de la producción y consumo de los servicios, que como se ha visto está sometida a crecientes excepciones.
Riddle ha elaborado una definición con la aspiración de resolver los problemas de las numerosas definiciones que se han avanzado: “Los servicios son actividades económicas que proporcionan utilidad en términos de tiempo, espacio y forma, en tanto que al mismo tiempo producen un cambio en o para  el receptor del servicio. Los servicios son producidos por (1) el productor actuando para el receptor; (2) el receptor realizando parte del trabajo, (como la labor del cliente en los servicios “self service”); (3) el receptor y el productor creando el servicio en interacción. Esta definición abarca en forma bastante amplia lo que puede considerarse como actividades de servicios, con la ventaja adicional de no suponer la simultaneidad de la producción y el consumo y no entrar en contradicción con algunas de las complejidades en relación al concepto de servicios que se han descrito arriba. Sin embargo, es imposible que una definición por más  completa que parezca  pueda satisfacer plenamente. Finalmente, en el aspecto conceptual está cómo clasificar los servicios para el registro en las estadísticas nacionales. Este es un punto de demasiado detalle para los objetivos de este artículo, por lo tanto no se tratará.

Los servicios en el proceso económico
 Los servicios han jugado históricamente un papel muy importante en el funcionamiento de la economía. Aún en la antigüedad sería difícil imaginarse procesos de producción y demanda sin la existencia de servicios de comercio y transporte, pero es imposible pensar en el funcionamiento de las sofisticadas economías actuales, tanto en países desarrollados como en desarrollo, sin la extensa red de servicios de comercio, transporte, información, financieros, etc. A ello debe agregarse que sin apropiados  servicios de salud, educación y esparcimiento, no puede concebirse el desenvolvimiento satisfactorio de ninguna sociedad. Algunos autores afirman que la revolución industrial no sólo tuvo como prerrequisito una revolución agrícola sino revoluciones en el campo del  comercio, los servicios financieros y el gobierno. R.M. Hartwell, en su “Historia Económica de Europa” afirma que lo verdaderamente  novedoso de la  revolución industrial fue la expansión de los servicios, pues la industria manufacturera se había ido desarrollando al lado de la agricultura por largo  tiempo.
A pesar de lo anterior, hasta el decenio de los 80 la teoría y el análisis económico se ocuparon poco de los servicios como un conjunto integral, aunque los análisis particulares sobre ciertos servicios hicieron grandes avances, sobre todo de carácter aplicado, como la  formulación  de proyectos. A partir de ese decenio, se ha producido una verdadera explosión de  análisis teóricos y empíricos y de publicaciones sobre la materia.  Puede decirse sin exageración que en este período hasta el 2015 se ha escrito más sobre los servicios que en los doscientos años de existencia  del análisis económico como  disciplina sistemática. Trataremos de explicar las causas de esta evolución.
Desde el punto de vista macroeconómico el indicador más usado para medir   la importancia de los servicios es su participación en el producto interno bruto. A escala mundial se encuentra que en las economías más desarrolladas la mayor  proporción del producto corresponde a los servicios. En los países en desarrollo esa participación está en alrededor del 50% y sólo en los países más atrasados es minoritaria la participación del sector servicios. De acuerdo al Banco Mundial la participación de los servicios en el PIB mundial en 2010 fue de 71%. En 2012 la participación en el PIB de os  Estados Unidos fue de  77.7%,  la del Reino Unido de 78.9% y la de Rusia 59.2%.  Finalmente,  para el mismo año 2012 la participación de algunos países en desarrollo es como sigue: Sur África 69.1%; Turkía 63.9%; Paraguay 51.5%; Arabia Saudita 31,9%; St. Lucia 81.9%.
Diversos análisis indican que en los sectores primario y secundario se ha ido reduciendo la proporción de trabajadores ocupados directamente en la producción física, con un correlativo incremento en los servicios, en lo cual influyen las nuevas tecnologías que, por una parte, están disminuyendo el componente de materias primas de los productos y, por la otra, están incrementando el componente intangible en términos de talento, investigación y desarrollo, información y tecnología; son los llamados servicios al productor.  En algunos países se ha encontrado que la proporción de los servicios en el costo de los productos llega  hasta el 70% y en dos pruebas que hice en Venezuela, esa proporción llega al 40% .Este proceso ha sido denominado “terciarización de los sectores primario y secundario”. A su vez, la producción de servicios, influida también por las nuevas tecnologías, se amolda en forma creciente a las formas organizativas y productivas del sector industrial, requiriendo  una proporción más alta de maquinaria y equipo, fenómeno que ha sido denominado “industrialización del sector servicios”. Otro proceso importante es el denominado “externalización: en una primera etapa buena parte de los servicios necesarios para el proceso productivo es generado al interior de cada empresa. El desarrollo de esos servicios, a medida que aumenta la producción de los bienes de los cuales son insumos, impulsa hacia la especialización y la división del trabajo, lo que resulta  en creación de empresas de  servicios, que se convierten en proveedoras de otras empresas. Ese desarrollo tiene efectos importantes sobre la eficiencia, la productividad y la disponibilidad de servicios. Una de las consecuencias analíticas de estos procesos es que el  pretendido antagonismo entre la industria y los servicios no existe, que el incremento de la importancia de los servicios no implica la desindustrialización y  que ambos sectores están en una estrecha relación de interdependencia.
Lo expuesto anteriormente pone de relieve la importancia de la contribución de los servicios a la productividad y la eficiencia,  especialmente los servicios al productor, puesto que de ello depende, en forma crecientemente significativa la productividad y eficiencia  de la economía  y particularmente del proceso productivo.
No menos importante es la participación de los servicios como insumos en los procesos productivos de las empresas.  Como consecuencia principal de dos desarrollos combinados,  por una parte la revolución tecnológica centrada en la informática y las telecomunicaciones, y por la otra el desarrollo moderno de la gerencia, y de las metas de calidad y productividad para lograr la máxima competitividad, se ha elevado y continúa elevándose la incorporación de esos factores intangibles en los procesos productivos; por ejemplo, la información en todas sus manifestaciones, la gerencia, el recurso humano altamente calificado, el diseño, el desarrollo y la investigación, el transporte, la consultoría, etc. En algunos productos elaborados con los métodos más modernos, se ha encontrado que el componente de servicios puede superar el 70%. El conocimiento de la importancia de los servicios en los procesos productivos tiene un obstáculo: justamente por su intangibilidad, lo que ven las personas que están en contacto con un producto terminado es el bien físico; sólo cifras como la indicada arriba revelan la parte representada por los  servicios  en del componente de ese producto, y esas cifras sólo son conocidas por pocos.
Una tendencia relativamente reciente es la predominancia del uso en lugar de la posesión.  Las empresas, en lugar de generar una buena proporción de los servicios que necesitan, como se esbozó arriba, los  compran de proveedores especializados. Tal vez el ejemplo más importante es el de las nubes (clouds): las empresas, en lugar de tener en su posesión las bases de datos que necesitan, las adquieren de proveedores. Recientemente regalé a un amigo en su cumpleaños un CD. Al cabo de un tiempo nos vimos y me dijo: “Te devuelvo tu cassette, lo que me interesa es su uso y ya lo grabé”. Yo me quedé sin saber qué decir.
El enfoque más aceptado sobre el papel de los servicios en el proceso de desarrollo ha sido  el de Allan Fischer y Colin Clark. La idea central es que el crecimiento económico, entendido como el incremento tendencial del ingreso per-cápita va acompañado de un proceso en el cual la población se va moviendo de la agricultura hacia la industria manufacturera y de ésta hacia los servicios. Así mismo, inicialmente  la parte predominante del producto es creada en la agricultura, luego en la industria y finalmente en los servicios. De allí que dicha formulación ha sido denominada “teoría de las tres etapas del desarrollo”. Dos ideas asociadas son la más alta elasticidad-ingreso de la demanda de servicios a medida que se produce el crecimiento económico, y la  menor productividad de los servicios respecto a la manufactura, lo cual  derivaría  en que a medida  que se desarrollan las “economías de servicios” o “economías postindustriales”, la productividad promedio de la economía descendería.
Los análisis de Fisher y Clark se basaron en la evolución de los países de Europa Occidental  en el siglo XIX, en  donde con  diversos grados pueden encontrarse verificaciones de la secuencia indicada por esos autores. Estudios más recientes restan validez a la teoría de las tres etapas. En Canadá, Japón y Estados Unidos, la población ocupada se movió del sector primario al terciario antes o simultáneamente con la manufactura. La participación del sector manufacturero en el PIB nunca ha superado el 30% en Estados Unidos y en el Reino Unido.  En el caso de los países en desarrollo, basándose  en dicha teoría, al verificarse que una economía de predominantemente agrícola pasaba a ser   predominantemente terciaria, con un desarrollo rezagado del sector secundario, se diagnosticaba que se había producido una distorsión en el proceso de desarrollo. Sin embargo, la regularidad observada en esa evolución en la mayoría de nuestros países, ha llevado a la conclusión de que no se trata de una distorsión, sino de un proceso que obedece a la acción de factores permanentes. También en los países que formaban parte del bloque socialista  europeo se observó la creciente importancia dada a los servicios. Por ejemplo, los autores polacos Jan Maciejevicz y Jan Monkievicz afirman:
“El desarrollo del sector servicios en los países socialistas de Europa Oriental ha estado sustancialmente afectado por el dominio del teorema Smith-Marx-Lenin, según el cual una gran parte de los  servicios es considerada como no productivo. El resultado ha sido un claro subdesarrollo del sector en esas economías. Recientemente, se ha estado produciendo un cambio considerable en la percepción de los servicios, y hay una creciente preocupación sobre su futuro desarrollo…Se ha señalado que la desaceleración en el crecimiento económico de los países socialistas, que se hizo evidente hacia el final del decenio de los 60, tiene sus raíces en una pobre estructura sectorial, incluyendo el subdesarrollo del sector servicios”.
La teoría tradicional sostiene la tesis de que los  servicios tienen una productividad más baja  que la correspondiente a los bienes; un corolario importante es que a medida que se acrecienta la importancia de los servicios, la productividad promedio fatalmente debería declinar. Investigaciones recientes  han encontrado fuertes cuestionamientos a esta tesis. Dorothy Riddle encontró que en una muestra de países agrupados por el nivel de su ingreso per-cápita, para los años 1977 y 1981, la productividad del sector servicios presentaba coeficientes más altos  que en las  actividades extractivas y manufactureras, con excepción  del grupo de países industrializados para 1981.  Asi mismo, en algunos de los Estudios Nacionales de Servicios, incluyendo los de algunos países en desarrollo se ha encontrado también una mayor productividad  en el sector servicios. Pero debe resaltarse que  la evolución subsectorial de los servicios en los países en desarrollo, dista mucho de ser satisfactoria. Mientras que en los  países  desarrollados una buena proporción de los servicios se ubica en los sectores modernos y con un uso intensivo de las nuevas  tecnologías, en los países en desarrollo una proporción muy alta de los servicios se genera con técnicas atrasadas y de baja productividad, poco dinámico y especialmente  en el sector informal. Por otra parte, no puede negarse que en los países en desarrollo más avanzados se ha ido formando un sector moderno de servicios que figura entre las actividades más dinámicas del proceso productivo.
Con todo lo importante que son los desarrollos descritos anteriormente, el cambio más radical que se ha producido en el campo de los servicios se refiere a su participación en las transacciones económicas internacionales.
Los servicios en la economía internacional
Históricamente el comercio internacional había estado concentrado en la esfera de las mercancías; la prestación de los servicios y sus características de intangibilidad y no posibilidad de almacenamiento, y por lo tanto tener que prestados en el mismo sitio de consumo, había estado relegada a la economía interna de los países. Hasta recientemente, sólo algunos servicios ligados  al comercio internacional de bienes, como transporte y seguros, y otros como turismo y comunicaciones (éste último en su etapa incipiente), figuraban en forma importante en las transacciones internacionales. Así mismo, las inversiones directas internacionales estaban  concentradas en la esfera de los bienes, y particularmente en la producción de materias primas en los países en desarrollo por parte de empresas de países desarrollados. Como efectos de los extraordinarios desarrollos en la informática y las telecomunicaciones, la  mayoría de los servicios pueden ser objeto de transmisión y prestación internacional, sobre lo cual se prevé un crecimiento tendencial,   aunque todavía la mayoría de la prestación internacional de servicios requiere traslado físico. Por otra parte, las tendencias hacia la globalización, con el establecimiento  múltiple en términos geográficos de las empresas que participan en esos procesos, ha traído como derivado que las empresas de servicios sigan a las empresas que les prestan apoyo, realizando también ese establecimiento geográfico multinacional. Estos fenómenos se manifiestan en las cifras de transacciones económicas internacionales. Los organismos internacionales especializados detectan que la participación de los servicios en el comercio mundial ha estado  en alrededor del 20%, con una segura subvaluación por la mala calidad de los registros sobre servicios. Además, una parte de las transacciones de servicios se realiza entre subsidiarias de las empresas transnacionales y, por lo tanto, no aparecen en las estadísticas oficiales; finalmente, los servicios incorporados  en las exportaciones de bienes no son registrados como tales, sino  que quedan imbuidos en las estadísticas de la balanza de mercancías. Como una prueba de estas afirmaciones, puede citarse el caso de los Estados Unidos, que se supone sea el país con estadísticas más refinadas y completas. En un boletín del Departamento de Comercio se informa de una revisión de las estadísticas de comercio internacional de servicios. Por efecto de  la incorporación de transacciones no registradas y el traspaso a la cuenta de servicios de transacciones que estaban registradas en otra parte, se produjo un incremento de las exportaciones de servicios para 1988 de $22.900 millones y de $11.600 millones en las importaciones.
Diversos estudios e informes recientes  respaldan el papel relevante y creciente que juegan los servicios en la economía en general, y específicamente en las transacciones económicas internacionales, sobre  lo cual indicaremos lo que nos parece más importante.
 Sherry Stephenson,  en un artículo en la Revista Puentes del 25 de febrero del 2015 señala: “El sector servicios desempeña un papel clave en la operación de estas CGV (Cadenas Globales de Valor)  y las redes de producción internacionales, sobre todo transporte, comunicaciones y otros servicios de negocios. Los bienes y los servicios están ahora totalmente entrelazados, su producción es ya inseparable y las decisiones de inversión mueven los flujos y los modelos de comercio internacional. Esta nueva realidad se ha visto reflejada en las estadísticas, las que hasta hace poco habían atribuido el valor comercial total de un bien (o servicio) al último país exportador, con lo que se exageraba la importancia del productor final dentro de la cadena de valor. Al reconocer la necesidad de adaptarse para reflejar estas nuevas relaciones comerciales, la Organización Mundial del Comercio (OMC) y la OCDE han iniciado un esfuerzo en conjunto para generar estadísticas de comercio internacional sobre la base del valor agregado a fin de desglosar el valor añadido en cada etapa de la cadena de producción y medir la contribución de cada socio comercial”. Para el 2013, el último año para el cual la OMC tiene cifras más  completas  de comercio internacional, el total del comercio fue de $23.461 millones, de los cuales $4.645 millones fueron servicios, una participación de 19.8% del total. Al respecto, un informe especial de la revista The Economist sobre la economía mundial, publicado en octubre del 2014, se refiere a la investigación de Arvind Subramanian y Judd B. Kessler sobre las exportaciones de servicios. Los bienes representaron el 2008  un 80% de las exportaciones; pero al hacerse  una  medición  en términos de valor agregado, la participación de los bienes bajó de 71% en 1980 a 57% en  2008, por el peso creciente de los servicios en la producción de bienes para ser exportados.  Se encontró que la población, en todo el mundo está gastando una proporción mayor de su ingreso en servicios  de salud, educación y telecomunicaciones. El mismo informe del The Economist, al comentar un estudio de McKinsey Global Institute dice:
“El valor en 2012 del comercio intensivo en conocimiento, por lo cual se entiende flujos de bienes y servicios en los cuales investigación y desarrollo o mano de obra calificada contribuyen en una gran proporción del valor, fue de $12..6 billones,  casi la mitad del comercio en bienes, servicios y finanzas. El ensamblaje físico muestra una participación declinante del valor de los bienes terminados. El  componente de comercio intensivo en conocimiento está también creciendo más rápido que el comercio en productos intensivos en trabajo, capital y servicios. Al mismo tiempo, la baja abrupta en el costo de la información y de las tecnologías de información ha abierto al comercio internacional servicios de elevado valor”.
Un informe reciente  de las Naciones Unidas sobre la economía mundial señala:
Developing countries have steadily increased their participation in trade in services
over the last decade, particularly in the past five years.7 Their share in world services exports
climbed to 31 per cent in 2012, owing largely to a rapid expansion of exporters in Asia
services, with a similar pattern observed for imports where developing countries’ share in
world services imports was almost 32 per cent in 2008 and jumped to more than 37 per
cent in 2012 (figure II.16). The shares for the economies in transition and the LDCs have
changed only marginally since 2008…According to the latest information, the value of world services exports reached $4.4 trillion
in 2012, but expanded at a modest pace of 2.2 per cent after two years of a rapid recovery
from the global financial crisis. The moderation in the growth of trade in services during
2012 was primarily caused by weaker exports from Europe. Developing countries largely
outpaced developed countries, registering an annual growth rate of 7.6 per cent in exports of
services, compared with a pace of -0.3 per cent in developed countries (figure II.14). Figures
are similar for imports of services. According to preliminary estimates by UNCTAD and
WTO, world exports of services in the second quarter of 2013 grew by 5.0 per cent compared
to the same quarter of the previous year, indicating a recovery of global trade in services.”

Para complementar esas buenas noticias sobre el comportamiento del comercio de servicios en los últimos años, la UNCTAD dice en un  informe:

“Trade in services demonstrated relative resilience in the latest financial and economic crises in terms of lower magnitude of decline, less synchronicity across countries and earlier recovery from the crises. Such resilience has led many countries to incorporate services trade into their post-crisis national trade and growth strategies. Trade in services demonstrated relative resilience in the latest financial and economic crises in terms of lower magnitude of decline, less synchronicity across countries and earlier recovery from the crises. Such resilience has led many countries to incorporate services trade into their post-crisis national trade and growth strategies”.

La mala noticia es que las exportaciones de servicios de los países en desarrollo y en transición están muy concentradas; sólo 10 países de Asia aportan el 70% de esas exportaciones.
Los países industrializados tienen una posición dominante en el comercio internacional de servicios, mostrando en forma consolidada un superávit neto y, además, la mayor proporción del comercio mundial de servicios se realiza entre ellos mismos. En el grupo de países industrializados los mayores exportadores de servicios son Estados Unidos, Reino Unido, Francia y Alemania  (pero tomada en su  conjunto la Unión Europea es la mayor exportadora).
Finalmente respecto al papel de los servicios en la economía y en las transacciones económicas internacionales, no se puede dejar de lado que la crisis mundial que comenzó el 2007 y todavía no ha terminado, se inició en Estados Unidos en el sector de los servicios financieros. No hago comentarios aquí, porque he escrito extensamente sobre ello. A los lectores interesados en dicha materia,  los refiero a mi blog www.guillermodmarquez.com
La creciente transabilidad internacional de los servicios  ha hecho surgir un interesante problema académico relacionado con la teoría  de la especialización internacional. Esta teoría ha sido elaborada exclusivamente para los bienes  y ahora se pregunta si los modelos existentes pueden ser aplicados al comercio internacional de servicios. El tratamiento riguroso de este tema nos introduciría en un campo altamente específico  que no está en los objetivos de este artículo. Pero es importante y haremos un tratamiento con la mayor concreción posible.
La teoría moderna del comercio internacional  ha girado alrededor del modelo Heckscher-Ohlin-Samuelson, que encuentra la raíz de las ventajas de la especialización internacional en la  dotación relativa de factores (tierra, trabajo, capital), de manera que un país debería especializarse en aquellos productos que se producen con una mayor proporción del factor que se tiene en mayor abundancia relativa, y por lo tanto más barato. Aquí hacemos abstracción del hecho de que  la teoría estandarizada por Samuelson para formularla en términos  matemáticos, se aleja bastante  de los planteamientos originales de Ohlin y del rico análisis que éste  hace de factores como la tecnología,  que le confieren un carácter dinámico a sus planteamientos. Hasta ahora, la mayor  contribución al análisis de las ventajas de la especialización en servicios, ha sido hecha por Michael Porter. En su pionera proposición sobre las bases  de la especialización, contenida en su libro “The Competitive Advantage of Nations”, aplica el célebre diamante al comercio de servicios y sienta bases sólidas para avanzar en ese análisis.
De esa formulación teórica, algunas tendencias académicas y políticas han derivado en lo que se ha denominado el concepto estático de ventaja comparativa: los países deberían adoptar una estructura de especialización estrictamente apegada a su dotación relativa de factores, lo cual derivaría en los mayores beneficios (las ganancias del comercio) para todo los países y,  en consecuencia el comercio internacional debe desarrollarse con plena libertad, sin ninguna interferencia gubernamental para que el patrón óptimo de especialización se logre plenamente. Aquí no podemos entrar en detalle en la teoría pero sí diremos que,  si bien  un país debe aprovechar su ventaja comparativa, el libre comercio puro no existe, como no existe  el libre mercado puro. Las políticas de comercio deben orientarse hacia un concepto dinámico de la ventaja comparativa, especialmente incursionando en algunas actividades  de servicios, que son un componente importante del futuro del comercio internacional. Al respecto, dice un informe del 2009 de la CEPAL: “

“Si bien no hay evidencia clara respecto de que el comercio de servicios esté creciendo más rápido
que el comercio de bienes,(recordemos las cifras dadas arriba) en todo caso es evidente que se trata de mercados en expansión y que ofrecen amplias oportunidades de inserción exportadora para los países en desarrollo”. (negrillas mías).

Las nuevas tendencias del comercio internacional y la influencia  tecnológica hace que los factores de especialización se alejen cada vez más de los señalados por el modelo tradicional, El comercio entre los países industrializados se hace con una alta proporción de comercio intra-industrial, exportaciones e importaciones de bienes similares con algunas características diferenciales: automóviles por automóviles, computadoras por computadoras, equipos de telecomunicaciones por equipos de telecomunicaciones, y para explicar por qué un país exporta e importa el mismo tipo general de bienes no sirve la teoría Heckscher-Ohlin-Samuelson, aunque sí son útiles las formulaciones generales de Ohlin. Una característica diferencial de un bien, lo hace atractivo para un sector de la población de un país donde se produce el mismo bien. Es en el campo de los servicios  en donde los factores de especialización se alejan más de la teoría tradicional y la mayor diferencia es que no son factores y ventajas existentes sino que son ventajas  adquiridas. Según F. Fetekuty, funcionario estadounidense, la competitividad en los servicios depende de “las habilidades  y capacidades de los trabajadores  y de  los sueldos y salarios que se les pagan; la habilidad de la empresa para organizar un esfuerzo cooperativo entre gente con los conocimientos  y habilidades complementarias requeridas; la disponibilidad de equipos, tales como computadoras  y facilidades de comunicación; el sistema institucional provisto  por el sistema de leyes, regulaciones, prácticas  tradiciones de cada país, la proximidad del mercado, que permite desarrollar una familiaridad íntima con las necesidades del consumidor; las economías de escala potenciales provistas por el tamaño del mercado”. Todas ellas son ventajas que pueden ser adquiridas.
La evolución anterior le ha  dado una gran vigencia a un concepto que se había desarrollado antes por algunos autores de países en desarrollo, Prebisch, por ejemplo: el  concepto dinámico de ventajas comparativas o ventajas competitivas. Una excelente formulación de este concepto lo hace Albert Bressand: “En lugar de la visión tradicional  de “países” (y por consiguiente empresas) adaptando sus estrategias de comercio a las ventajas comparativas, son las ventajas comparativas las que deben ser el resultado de las estrategias seguidas por las empresas. La estrategia crea (o trata de crear) la ventaja comparativa. Por supuesto, esto no se aplica en todos los casos, pero es más probable que lo sea más en el reino inmaterial de los servicios (y en el parcialmente inmaterial de los “paquetes” que en el reino de los bienes. Estudiar el comercio de servicios es, así, una invitación a pensar en el futuro como un todo”. Por supuesto, no deben desecharse las ventajas existentes; ellas deben aprovecharse racionalmente, pero no deben condicionarse a un patrón rígido  de especialización.
Las consecuencias  de lo anterior para los países en desarrollo son  evidentes. No puede aceptarse la posición de los países desarrollados de que, por tener ellos la ventaja en la producción de servicios, nuestros países deben renunciar a esa producción para importarlos exclusivamente  de los primeros países. Hacerlo  así sería también renunciar a las actividades en que se basa el futuro del mundo en términos de desarrollo y bienestar. Rechazando la autarquía, adoptando una posición racional de especialización, y aprovechando al máximo las posibilidades de cooperación internacional  con los países desarrollados y entre los países en desarrollo, se deben crear las condiciones para tener una participación satisfactoria en la producción y comercio mundial de servicios.
Estas reflexiones teóricas y de política económica, están en el trasfondo del tratado de comercio de servicios que forma parte de la Organización Mundial de Comercio y de las secciones sobre comercio de servicios de los numerosos tratados de comercio que se han firmado en el mundo en las últimas dos décadas. Pero su tratamiento no está contemplado en este artículo.
Del examen que hemos realizado puede concluirse que: los servicios son una actividad fundamental para el desarrollo y bienestar de las sociedades, estrechamente entrelazada a la industria y a  la agricultura; en el desarrollo de los servicios modernos y su calidad descansa en forma importante el futuro de la humanidad; por estas razones, el análisis y el mejoramiento del registro estadístico de los servicios  debe constituirse en actividad  permanente; la contribución del sector privado  al desarrollo de los servicios, en coordinación con el sector público, es básica en el establecimiento de un sector terciario de alto nivel, eficiente y de alta calidad;   los países en desarrollo, aprovechando racionalmente sus ventajas comparativas existentes, deben aprovechar las oportunidades y formular estrategias para insertarse adecuadamente en el mercado internacional de servicios; en contraposición con los aspectos  antes tratados, servicios ineficientes y de mala  calidad se convierten en serios obstáculos  para  alcanzar un  nivel de vida  satisfactorio v   de la población y en una rémora para el desarrollo.
Finalmente, un comentario relacionado con el postgrado. En  este momento no se si los servicios están siendo tratados en algunas de las cátedras. Pero me parece indispensable. El estudio de  la  economía, y específicamente de la economía internacional, para ser integral, debe incluir   una de las actividades más dinámicas, donde se concentra gran parte de la innovación y la tecnología que va a moldear el futuro de la economía y la sociedad. De no estarse haciendo  ese tratamiento,  me parece que la cátedra más adecuada para insertar esos estudios es la de Economía Internacional.
*Una primera versión de este artículo fue publicada en la Revista del Banco Central de Venezuela. Se publica aquí revisada y puesta al día.
Me es muy grato incluir de seguidas, el importante y profundo  análisis  del profesor y amigo Abdón Suzzarini Baloa acerca del tratamiento de los servicios en la teoría del comercio internacional, el cual le solicité para incluirlo en este artículo. Éste se ha enriquecido grandemente con su contribución, por lo cual le estoy altamente agradecido.
La teoría del comercio internacional y los servicios
Abdón Suzzarini Baloa

Con motivo de su  escrito sobre El rol de los servicios en la economía, mi respetado profesor,  maestro y amigo, Guillermo Márquez,  me ha  invitado  a elaborar  unas notas sobre ese escrito. La invitación constituye una oportunidad y a la vez un riesgoso desafío. Lo primero, porque me permite ordenar algunas ideas surgidas a partir  de mi experiencia como docente e investigador,  sobre  las tendencias, cada vez más ostensibles, que ponen en evidencia las crecientes  articulaciones y nexos explícitos  entre las corrientes de comercio  y  de  inversión, que se establecen para aprovechar,  en el marco de la globalización, los nuevos y más complejos determinantes de  las ventajas de la especialización a escala internacional; lo segundo, porque se trata de un tema  que  Guillermo ha trabajado con el  rigor que lo caracteriza, a tal punto que al leerlo por primera vez, me di  cuenta  de que se trata de un escrito denso; de la “punta de un iceberg”, debajo del cual subyacen, nada menos que  las nuevas y más complejas causas que explican la especialización internacional
En efecto, cuando explicamos las causas de los beneficios del  intercambio económico internacional,  nos circunscribimos a las teorías que tratan  el comercio de bienes;  sin embargo, sabemos que desde los inicios, los servicios han estado intrínsecamente asociados a ese intercambio.  Igualmente, desde sus comienzos la producción y comercio de bienes y servicios han estado intrínsecamente vinculados con los móviles de la  inversión. A medida que se han hecho  más complejos los procesos de producción  con base en las ventajas de la especialización entre países, se ha hecho más difícil concebir la producción y el comercio internacional de bienes y servicios desconectados de los móviles de la inversión. La inversión no sólo se ocupa de la producción y comercio de los bienes y servicios, sino de los impactos que ejercen el conocimiento, las innovaciones y  los avances tecnológicos, y muy especialmente del ambiente general de negocios en los países, dentro del cual juegan un papel relevante el grado de solidez institucional de esos países y muy especialmente, sus política públicas y sus servicios públicos.
Para iniciar estas notas comenzaré por referirme a la época mercantilista. En efecto, en su análisis de las políticas y medidas adoptadas por las ciudades que ocuparon una posición estratégica en las rutas del comercio, durante la época mercantilista (De los siglos XI y XII a los siglos XVI y XVII)  Eli Heckscher  se refiere a los servicios asociados  con el intercambio de las mercancías producidas en las ciudades y sus cercanías, por las traídas por mar y tierra desde los más remotos lugares. Dentro de estos resaltan los servicios de comercio y transporte. Pero más allá de  estos  servicios, intrínsecos al intercambio, Heckcher se refiere a los servicios que le daban vida a la actividad local de las ciudades, los servicios que acercaban más a la gente y facilitaban el intercambio cultural,  como los servicios de alimentación,  alojamiento, entretenimiento, y los servicios prestados por los artesanos locales, para la reparación y mantenimiento de las embarcaciones y carretas,  tales como carpintería y herrería, que les generaron a esas comunidades locales, el excedente que les fueron permitiendo adquirir cada vez más bienes provenientes de otras culturas. Los comerciantes trasladaban los bienes desde los centros de producción a los centros de consumo. Igualmente, la organización  de ferias en esas ciudades permitía al  consumidor local concurrir y  acercar  la mercancía producida en la localidad o sus cercanías y adquirir las traídas de otras tierras.  En ese tiempo la actividad comercial implicaba, no sólo la compra venta asociada con la  actividad comercial propiamente dicha,  que es precisamente lo que da origen a  la ganancia del comerciante por su intermediación,  sino el traslado por él mismo,  de la mercancía a otros países. Por lo tanto, el comercio y el transporte fueron efectivamente, desde los orígenes,  servicios clave para darle  valor a los bienes que se intercambiaban internacionalmente.
Cuando pasamos de la época mercantilista a la de los clásicos, podemos ver que el interés de éstos se centra en explicar las causas de la especialización con base en el aprovechamiento de las  ventajas absolutas (Adam Smith)  y comparativas (David Ricardo) de los países. En su análisis los clásicos no tomaron explícitamente en cuenta los servicios,  pues su interés se centraba en resaltar los factores productivos que entraban directamente en la producción del bien  como la principal explicación de los valores  de intercambio. Sin embargo, ya Thomas Mun, se había referido, no solo a las ventajas de los servicios de transporte y los servicios financieros, como actividades que contribuían a la expansión del comercio de Inglaterra, lo cual también es resaltado por David Ricardo en sus intervenciones en el parlamento británico y por Smith en sus referencias a las Actas de navegación, sino que Mun se refería al comerciante como al administrador del patrimonio del reino y como tal debía ser: un buen escribano, un buen aritmético, un buen contador; un buen conocedor de las medidas, pesos y monedas de todos los países;  de  las aduanas, peajes, impuestos, tributos, manejo y otras cargas existentes; debía saber qué bienes escaseaban y qué bienes abundaban, qué mercancías están prohibidas; qué tarifas y condiciones para fletar y asegurar sus riesgos, entre otros (Mun, 1978: 54.55,56) Hoy en día estos servicios son prestados por empresas logísticas.  Asimismo,  Heckscher con base en una cita de Smith, resalta el papel de las políticas  públicas, como por ejemplo,  la política tributaria,  como un servicio clave que, de acuerdo con Hecksher, es una de las explicaciones de la delantera de Inglaterra en el desarrollo de sus actividades comerciales,  al no incurrir en la práctica de aplicar tributos sin contraprestación, pues  con cierta frecuencia  se aplicaban cargas impositivas (peajes) sin contraprestación alguna. Al efecto dice:
 (…) el Estado inglés de la Edad Media se oponía constantemente, con asombrosa regularidad, a todo intento encaminado a percibir tributos sin contraprestación o por tiempo ilimitado (…) además era frecuente que se fijase una tarifa y se estableciese la condición expresa de que los recursos obtenidos no habrían de destinarse a otro fin que no fuese el indicado (Heckscher, 1983:31,32 Subrayado nuestro)
A los efectos de resaltar la importancia del señalamiento de  Heckscher para el tema que nos ocupa, me permito transcribir de la segunda edición del libro de mi autoría, Venezuela ante la integración económica hemisférica, dos visiones dos paradigmas,  los comentarios siguientes:  “En algunos países de América Latina y muy  particularmente en Venezuela, los portazgos y alcabalas internas, tienen su expresión en los controles artificiales que se aplican a los transportistas en las carreteras y autopistas, con el sólo propósito de obligarlos  a pagar un “peaje” que  va directamente al bolsillo del  improvisado “agente recaudador” Esta circunstancia, unida a la inseguridad, encarecen artificialmente los bienes que se comercian internamente. Si a esto le adicionamos las corruptelas en las aduanas portuarias y fronterizas, tenemos un sistema perverso de encarecimiento de los bienes, que reduce la competitividad entre los países que participan en los esquemas de integración de la región, lo que golpea  la  productividad del esfuerzo productivo. De esta manera se produce una transferencia perversa de ingresos, desde los esforzados trabajadores, creativos, eficientes y productivos hacia los “agentes recaudadores”   improductivos, en desmedro de los consumidores de los países involucrados, que ven incrementados los precios  de los productos intercambiados, por todas esas alcabalas impuestas  con la sola misión de esquilmar todo lo posible a los usuarios de las vías de comunicación sin ofrecer a cambio contraprestación alguna.” De la misma forma, Heckscher se refiere a las visitas de los inspectores de Hacienda a los productores, que en muchos casos se utilizaba pura y simplemente como un medio de presión fiscal (Heckscher, 1983:165) práctica que se ha hecho común en Venezuela, como una manifestación de perversión política,  precisamente en tiempos de bonanza fiscal.
Ahora bien, la teoría clásica del comercio internacional hace énfasis en el comercio inter industrial,  es decir en el intercambio de bienes finales, y en el factor trabajo como principal determinante del costo de producción de los bienes. En el famoso ejemplo  de  David Ricardo de vino y paño entre Inglaterra y Portugal todas las fases de producción del vino ocurren en Portugal y del paño en Inglaterra. En estos casos, cada país produce la totalidad de un bien, por tanto se intercambian bienes de diferentes categorías arancelarias: vino (Vinos) y paño (Tejidos). Sin embargo, la especialización completa, es decir la producción de todos los eslabones de la cadena de producción de un  bien en un solo país, ha ido perdiendo  importancia relativa, ante la creciente importancia relativa de los bienes que requieren de la participación de varios países en función de las ventajas en uno o varios de los eslabones de producción de ese bien. Es por ello que en su análisis de la tarifa efectiva, Bella Ballassa dice:
“En sus aportaciones a la teoría del  comercio internacional, los economistas se han limitado al comercio de bienes terminados, como si todas las etapas de elaboración del bien se llevasen a cabo en un solo país. Con ello han seguido la huella de David Ricardo con su ejemplo de intercambio de paño y vino entre Inglaterra y Portugal. Por ende, la ventaja comparativa se ha definido en términos de los costos de producción de todas las etapas productivas, tomadas en su conjunto…Acaso tal simplificación haya sido apropiada en la época de Ricardo, pero su utilidad ha disminuido mucho con la creciente complejidad de la estructura del comercio mundial. En un análisis de los flujos comerciales en las condiciones presentes, se precisa tener en cuenta la división internacional de los procesos productivos a través del comercio de materias primas y productos intermedios” (Balassa, 1972: 3)
La noción clave en esta cita de Balassa es la división internacional de los procesos productivos, lo que da lugar a un sostenido crecimiento del comercio intraindustrial, es decir el comercio entre bienes de una misma categoría arancelaria.  En  apoyo a su argumentación utiliza como ejemplo la producción de un vestido en el cual pueden identificarse los siguientes eslabones: algodón, hilado,  tejido, tela, estampado, diseño, confección, vestido. Ahora bien, en la medida en que tiene lugar la especialización en eslabones de la cadena de producción de un bien, en esa medida  podemos identificar la importancia de aquellos eslabones de la cadena productiva que aportan mayor valor agregado, tanto en términos del eslabón en sí, como en términos de los servicios conexos a la producción del bien en cuestión, tanto privados, como públicos. Para el caso del ejemplo utilizado por Balassa, imaginémonos por un momento, que se trata del vestido de novia que elaboró la venezolana Carolina Herrera para la hija del ex presidente de EEUU,  John F. Kennedy, con motivo del matrimonio de ésta. Al examinar cada uno de los eslabones, nos damos cuenta  que respecto al algodón, aparentemente indiferenciado,   hay clases y variedades con diferentes grados de calidad; en el estampado los mexicanos exhiben una valiosa tradición; y las costureras españolas son conocidas por sus especiales habilidades en la confección de vestidos artísticos, como el del ejemplo y así sucesivamente. Independientemente de  cómo lo haya hecho Carolina Herrera,  para el caso del ejemplo que nos ocupa, lo cierto es que el eslabón, la fase del proceso que aporta más valor agregado,  no es el hilado, ni el tejido,  de por sí  eslabones industrializados, no es el algodón, ni  el estampado, ni siquiera la confección,  sino que  es, un intangible, una idea, un conocimiento,  producto de una ventaja adquirida, de algo que puede aprenderse,  de un arte; ese eslabón es el diseño, que es un servicio.  A este respecto, en la obra publicada recientemente por el BID: “Fábricas sincronizadas” se dice:
 “Todos conocemos el  ejemplo de intercambiar vino por telas utilizado por David Ricardo a comienzos del siglo XIX para ilustrar su teoría de las ventajas comparativas (…) Aunque Ricardo estaba pensando en productos finales, el mismo concepto se puede aplicar a las tareas realizadas para elaborar esos productos. Por ejemplo, si fabricar ropa requiere dos tareas, y en un determinado momento esas dos labores se pueden separar geográficamente, el país que produce la tela se beneficiaría al deslocalizar la tarea en la que tiene menos ventajas mientras conserva la otra en casa. Esto es así incluso cuando el país tiene ventajas en las dos tareas. De esta manera, la deslocalización permite a los trabajadores centrarse en la labor que realizan relativamente [comparativamente] mejor (BID, 2014:3)
 Seguidamente  se afirma que si bien la teoría de las ventajas comparativas tiene más de dos siglos, la fragmentación internacional de la producción y el auge de las cadenas globales de producción ─al menos en su escala actual─ es un fenómeno relativamente reciente. En la cita anterior resaltan las nociones de fragmentación de la producción y  auge de las cadenas globales de producción como expresión  de  unas de las formas modernas que ha adoptado la internalización de los procesos productivos ya caracterizada por  Balassa. Ahora bien,  ante tal situación, cabe preguntarse: ¿quién dirige esta estrategia, quien coordina este proceso, quien decide  en qué país localizar cada eslabón de la cadena productiva; y en función de qué condicionantes? La respuesta que da a esta pregunta el informe del BID es como sigue:
 “Las empresas siguen diferentes estrategias para fragmentar sus procesos de producción. Una de ellas consiste en delegar parte del proceso de producción a una filial en otro país. Esto se suele denominar IED [Inversión Extranjera Directa] vertical…Otra estrategia es externalizar parte del proceso de producción en una empresa totalmente independiente en el otro país. Esto se conoce como subcontratación con el extranjero” (BID, 2014: 2,3)
Pero lo más importante son los cambios que han venido determinado la relativa mayor importancia de los servicios.  En particular se menciona la reducción de las barreras comerciales en el marco de las negociaciones en las  organizaciones multilaterales de comercio (GATT-OMC).  En efecto, a medida que se han venido  reduciendo  los aranceles, producto de esas negociaciones, han venido adquiriendo mayor relevancia las medidas internas de política comercial, entre las cuales destacan: compras gubernamentales, servicios financieros,  acceso de las IED en  áreas reservadas a nacionales; efectos de la producción sobre el  medio ambiente; subsidios internos; requisitos de contenido local; protección contra el trabajo forzoso y la esclavitud; condiciones de seguridad y respeto a los derechos laborales, entre otros. Ello es así porque las compras gubernamentales que favorecen a los productores locales en muchos casos discriminan en contra de los productores de los mismos bienes por empresas extranjeras más eficientes; por su parte las empresas que dañan el  medio ambiente incurren en menores costos que aquellas que tienen que  respetarlo; y las empresas que irrespetan los derechos de los trabajadores tienen  ventajas frente a las empresas de los países que sí respetan esos derechos, y así sucesivamente.
Entre los cambios que han favorecido la creciente importancia de los servicios cabe mencionar: la reducción de los costos de transporte  como resultado de los avances tecnológicos (basta con imaginar el impacto que tuvieron en su momento los contenedores ─containers─ ); el auge de las empresas logísticas, especializadas en prestar servicios de preparación de documentos y facturas comerciales, conocimientos de embarque, transporte naviero y distribución; menores costos de información y más eficientes comunicaciones. Las mejoras en la cobertura y ampliación de las redes de comunicación, el aumento de la capacidad de disponer de información a precios asequibles; el correo electrónico y las videos conferencias, todos ellos  han contribuido a expandir en forma considerable  la producción y el comercio. Igualmente han contribuido la mayor facilidad de relaciones contractuales entre agentes de diferentes países con distintos sistemas jurídicos,  minimizándose así las prácticas inciertas y ambiguas en las ejecución de contratos; mayor garantía de los derechos de propiedad intelectual, toda vez que la debilidad de estos derechos puede atentar contra la delegación de partes de la cadena de producción a terceros por el temor al uso no autorizado de conocimientos técnicos y productivos. Como podemos ver, la expectativa de poder disfrutar de  todos estos servicios depende de  instituciones públicas que garanticen la eficiente y confiable aplicación de las leyes y normas existentes en cada país. Cuando Guillermo dice: “Desde el decenio de los años 80 se han desarrollado un interés especial en la economía de los servicios, tanto a nivel nacional como internacional..” es porque es precisamente a partir de esos años que se hizo  “masa crítica” la incidencia de las innovaciones que definen la globalización, como son  los avances en los campos de la electrónica, telecomunicaciones e informática; las importantes conquistas en las áreas de los derechos humanos; la renovada vigencia de los principios democráticos  inspirados en los valores de la libertad, igualdad de oportunidades,  cooperación,  solidaridad, y el afán  por la excelencia y la eficiencia  que caracterizan la economía de mercado. Es por ello que, para decirlo coloquialmente,  rechazar la globalización es como rechazar casarse con personas que no sean de la misma familia consanguínea; es rechazar los retos y desafíos que nos plantea el intercambio cultural con otros países, lo cual  nos enriquece y nos humaniza más.
Por tanto,  en la medida en que los requerimientos de la internacionalización de los procesos productivos exigen  pasar  de un país a otro, en esa medida será necesario contar con servicios eficientes  en cada país para comerciar ventajosamente los bienes. Mientras más países, más aduanas, más servicios públicos  y privados asociados a la eficiencia en la producción del bien. Si prevalece un ambiente de inseguridad se encarecerá el costo del bien en términos del seguro que habrá que contratar; si no hay puntualidad ello dislocará el proceso y encarecerá la producción del bien, y así sucesivamente, y si no funciona la administración de justicia la producción se localizará donde sí funcione. Como podemos ver son estas razones las que llevan a los inversores a preferir países  donde la ventaja en la producción de cada eslabón de la cadena productiva del bien esté potenciada por la eficiencia de los servicios en general y muy especialmente por los servicios públicos
Ello es así porque en la medida en que son más eficientes los servicios públicos que provee el Estado, éste estará siendo más consecuente con el principio de que el Estado está para crear las condiciones  propicias para que la gente produzca y disfrute de lo producido. Por eso es que es tan importante  la seguridad jurídica,  pues ella crea el ambiente propicio para que la gente produzca  y la seguridad personal, porque ello es lo que permite que la gente pueda disfrutar de lo producido.
 Por ejemplo, si en las aduanas prevalece la corrupción como ha sido característico, en el caso de la economía venezolana, en esa medida el servicio restará ventajas al país en el proceso de elaboración del bien. En cambio, si se trata de servicios eficientes, contribuirá a potenciar esas ventajas. Por tanto, la eficiencia de los servicios públicos adquiere cada vez mayor importancia en el aprovechamiento de las ventajas con que cuenta un país en la producción de un bien; en la medida en que se profundiza la división internacional de los procesos productivos, en esa medida adquieren mayor importancia los servicios tanto privados como públicos conexos con la producción del bien en cuestión. En el caso de los servicios de salud, por ejemplo, si el país no cuenta con un eficiente servicio de salud, el productor, el inversor,  tendrá que asumirlo, lo cual reduce, anula  o contrarresta la ventaja que pueda tener en la producción de un bien. De la misma manera si la educación en general no está en sintonía con las necesidades del productor, tendrá que asumirla como un costo adicional para que el trabajador pueda contar con la calificación, habilidades y destrezas requeridas para aprovechar las ventajas con que cuenta el país en la producción del bien en cuestión y si no, se trasladará a otro país donde sí sean provistas esas calificaciones. Pero lo más importante es que asociado con las mayores posibilidades de exportar el bien se estarán exportando tanto el bien en cuestión como los servicios asociados con su producción para la  exportación, para satisfacer las exigencias de la internacionalización de los procesos productivos
La verdad es que provoca extenderse, porque tal y como lo dije al comienzo, se trata del fondo de un iceberg,  pero ello excedería los límites a los que deben circunscribirse  estos comentarios.  Pero no quisiera cerrarlos  sin referirme a tres aspectos que desarrollo con mayor propiedad, precisamente por indicación de Guillermo, en mi ensayo Introducción a las teorías de la especialización. Uno, que la importancia de los servicios y las instituciones ya había sido advertido por Federico List, cuando dijo:
 “Las fuerzas productivas de los pueblos no sólo están condicionadas por la laboriosidad, el afán de ahorro, la moralidad y la inteligencia de los individuos, o por la posesión de recursos naturales o capitales concretos, sino también por las instituciones y leyes sociales, políticas y civiles… (List 1979: 41,42)
Dos, respecto a la importancia de los aportes de Michael Porter sobre la creciente relevancia de los servicios,  me permito transcribir  del mencionado ensayo lo siguiente: “De lo anterior se colige, que la competitividad es un concepto que en lo esencial está asociado a la productividad, a  la eficiencia, al rendimiento, pero aplicado a las nuevas realidades. Por tanto la competitividad es la productividad asociada, no solamente a la eficiencia en la utilización de los factores productivos, sino también a la eficiencia de las otras actividades que directa o indirectamente inciden en las operaciones de la empresa a escala sectorial y en su estrategia competitiva. Esto quiere decir que la competitividad es un concepto que transciende lo económico, para abarcar aspectos que en lo esencial se relacionan con la cultura de mercado, con la disposición a asumir riesgos, con una alta disposición a competir en el contexto de las nuevas exigencias que plantea un mercado global  cada vez más complejo y competido.”
Tres, respecto a la creciente importancia del comercio de  los servicios,  para la economía venezolana, incluyo en ese ensayo la experiencia de Venezuela el caso de la industria de la telenovela. “Se trata de una industria del servicio de entretenimiento. Se ha seleccionado debido a que para 1993, Venezuela era considerada altamente competitiva a escala mundial en  la producción de telenovelas, actividad que pasó  a competir con algunas industrias manufactureras en la generación de divisas. Al respecto leamos  textualmente:
En 1992, se estima que los ingresos por concepto de derechos de transmisión  generados por las telenovelas venezolanas alcanzaron entre 40 y 60 millones de dólares, lo cual equipara a las “exportaciones” venezolanas de telenovelas a los ingresos por exportaciones de industrias como automóviles (53 millones de dólares), confección y textiles juntas (49 millones de dólares) y pulpa y papel (45 millones de dólares)”
“De acuerdo con los ejecutivos de la industria en el país, Venezuela en 1993 era líder mundial en la producción y exportación de telenovelas, sobrepasando a sus principales rivales, México, Argentina y Brasil. …esta industria es sólo una de un reducido número de industrias venezolanas que cuentan con un patrón denso de ventajas competitivas, similar a los patrones de ventajas encontrados en muchas industrias globalmente competitivas en las economías avanzadas. (Enright, 1994: 106, 108)
En análisis de este caso permite visualizar el diamante completo, [de Porter] en el que  cada uno de los cuatro determinantes es una fuente de ventaja competitiva, lo cual muestra que el país en ese momento podía competir con rivales de tradición y experiencia en esta actividad  ─México, Argentina y Brasil─  y ganar en una industria cuya principal fuente de competitividad es el talento (Enright, 1994: 108)” 
Por supuesto los cambios institucionales introducidos en la economía venezolana desde 1998 dieron al traste con esa experiencia y con las posibilidades de seguir aprovechando las grandes posibilidades que tiene el talento venezolano para incursionar con éxito en el comercio internacional de servicios.
Asimismo, en el  mencionado ensayo me refiero al debate entre Paul Samuelson y Jagdish Bhagwati, a propósito  de examinar la subcontratación con el extranjero  mencionada en el informe del BID, como ya vimos,  como una de las estrategias utilizadas por las empresas para la fragmentación de los procesos de producción
Bueno, tal y como lo indiqué, provoca seguir, pero ello sería abusar de la invitación que me ha sido hecha. Sin embargo ya tendremos la oportunidad de extendernos más sobre este interesante tema,  pues Guillermo, como siempre a la vanguardia de los nuevos desarrollos, ya abrió la espita.

Bibliografía consultada

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Bhagwati, Jagdish, Arving Panagariya and T.N. Srinivasan Journal of Economic Perspectives, Vol. 18, Number 4, Fall 2004, pp. 93-114
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Enright, Michael, Francés Antonio, Scott Saavedra, Edith (1994) Venezuela: el reto de la competitividad. Ediciones IESA, Caracas, Venezuela
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Ricardo, David (1959) Obras y correspondencia Editadas por Piero Sraffa con la colaboración de M.H. Dobb. Traducción de Florentino M. Torner.  Folletos y artículos 1809-1811 FCE 1959 México

ANEXO
Curso Avanzado sobre el  Comercio y la Liberalización  de los  Servicios
Por pensar que puede ser útil para profesores y estudiantes de la Maestría como referencia sobre métodos de enseñanza y también por el panorama sobre el sector servicios que presenta,   incluyo como anexo este curso que dicté en Centroamérica, promovido por el Sistema de Integración Económica Centroamericana (SIECA), aunque sé que hacerlo exactamente como fue estructurado, es difícil. El modus operandi fue el siguiente:

Después de preparar el programa, se imprimió toda la bibliografía indicada y se le entregó a cada estudiante. Se concentró a los participantes durante la duración del curso, que fue de 17 días, en un hotel idílico, situado en una montaña también idílica. A partir de la clase introductoria, los estudiantes tenían que estudiar en la tarde y noche previas lo que se iba a tratar al día siguiente en la mañana. El facilitador daba una introducción al tema de alrededor de 20 minutos, al cabo de los cuales se iniciaba la discusión. Esta fue riquísima y nunca tuve que forzar a los estudiantes para que participaran.  Al final se hizo una simulación de negociaciones, entre grupos por países, con resultados notables. Esto confirma los resultados positivos de una docencia en que los estudiantes llegan a las sesiones con el conocimiento previo de la materia que se va a dictar.

Por las dificultades de pasar  el texto en scanner  del blog al artículo, les indico cómo lo deben consultar en www.guillermodmarquez.com. Ir al título “El Rol de los Servicios en la Economía”, es el noveno título después de abrir,  a partir de la página 196 (forma parte de un libro),  El anexo lo considero como  parte integrante del artículo.

REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS
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*En la Ronda Uruguay, llevada a cabo en el antiguo GATT, se negoció la creación de la Organización Mundial de Comercio (OMC).






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