Guillermo Márquez
Introducción
Desde el decenio de los 80 se ha desarrollado un interés especial en la
economía de los servicios, en los
ámbitos nacional y de las relaciones económicas internacionales, así como en los espacios académicos y de de la política
económica. Este interés se explica por varias razones, todas
interrelacionadas: el papel cada vez más predominante del sector servicios en las
economías nacionales, tendencia que se ha venido intensificando por los efectos de la
revolución tecnológica, la cual a su vez está ampliando la posibilidad de los
flujos de servicios a escala internacional. Combinado con lo anterior, lo que
ha dado el impulso decisivo a los análisis del sector servicios es su inclusión
en las negociaciones en la Ronda Uruguay del GATT, que resultó en el establecimiento de la Organización Mundial de
Comercio –OMC-. Hoy todos los tratados de comercio o integración tienen un
capítulo de Servicios. Esto ha obligado a los países a profundizar en los
estudios de un área hasta hace poco relegada en el análisis económico. En este
artículo examinaremos la discusión teórica
que se ha producido sobre esta materia.
Nuestro
postgrado jugó un papel especial en la enseñanza de las nuevas investigaciones
sobre este sector. A fines de los 80 se
incluyó por primera vez en una institución universitaria a escala mundial el
estudio del sector servicios, con el seminario “Los Servicios, La Revolución Tecnológica y la Economía Internacional”, el cual dicté durante varios años.
Todavía no sé de una universidad que lo tenga en su curriculum, y su estudio se ha hecho y se sigue haciendo
en seminarios especializados, congresos internacionales, conferencias etc. Los
primeros negociadores venezolanos en el área de servicios, en las negociaciones
para la creación de la OMC y en distintas negociaciones regionales, se formaron
en ese seminario.
El concepto de servicio
El concepto de servicio es aparentemente sencillo,
pero tiene complejidades difíciles de resolver
y los avances tecnológicos derivan en dificultades adicionales para
establecer la línea demarcatoria entre bienes y servicios.
La característica tradicional que ha sido
asociada a la actividad de los servicios es su “intangibilidad”, y no hay duda de que, en la generalidad de
los casos, esa es su cualidad central. Cuando una persona recibe los beneficios
de un servicio, transporte colectivo, bancario, educativo, etc., dicho
beneficio es intangible, invisible, diferente a cuando adquiere un bien y comienza a poseerlo, bien tangible y visible.
Como dicen dos autores, (Kotler y Bloom, 1989), “los servicios no pueden ser
vistos, ni probados, ni sentidos, ni escuchados, ni gustados, antes de ser comprados”. Lo que sí se siente es el efecto, a posteriori, bueno o malo del servicio.
Estrechamente
ligadas a la intangibilidad, aparecen
dos características adicionales, como son “la no capacidad de almacenamiento” y
la “no transportabilidad”. En efecto, la condición de intangible deriva en que el servicio se va extinguiendo
a medida que se va prestando y por esa misma razón no pueda ser transportado;
lo anterior implica, a su vez, que la producción y el consumo de servicios deben ser simultáneos, a
diferencia de la producción y el consumo de bienes. La base conceptual explicada está relacionada
con una clasificación de las actividades económicas en “transables” y “no
transables” en el sentido de que sean o no comercializadas internacionalmente,
incluyendo a los servicios en la segunda
denominación. Pese a ello, hay un conjunto de servicios que históricamente están ligados al
comercio internacional, como son el transporte y los seguros, y con el
desarrollo tecnológico nuevos servicios se han incorporando a las transacciones
internacionales, como se examinará posteriormente.
A
partir de lo explicado, comienzan las dificultades para establecer la frontera
entre los bienes y los servicios: 1.-Un conjunto de actividades , conceptuadas
por algunas instituciones o autores como de servicios, tienen una expresión
tangible, como serían las películas, los libros y el software; en este caso, el
valor fundamental del producto no estaría en el objeto material que se está
adquiriendo, sino en el servicio intangible incorporado, en términos de
talento, conocimiento y tecnología.
2.-como dice el SELA, “los servicios públicos de agua, electricidad y gas, cuyo
beneficio llega al usuario en forma de bienes; 3.-En los servicios de comercio el ingrediente
principal es un bien tangible. 4.-los extraordinarios avances en la computación y las telecomunicaciones,
haciendo posible la transmisión internacional de datos y su almacenamiento,
están alejando a muchos servicios de sus tradicionales cualidades de “no
transportables” y no “almacenables”. 4.-Así mismo, los adelantos tecnológicos
están haciendo posible el desarrollo de una nueva estrategia en la economía internacional, a la
cual se orientan especialmente las empresas transnacionales, como es la venta
de “paquetes”, que son combinaciones de bienes y servicios, haciéndose cada vez
más difícil la distinción entre ambos tipos, y
dificultándose también la vieja clasificación de la actividad económica
en sectores primario, secundario y terciario.
Lo anterior es apenas un resumen de las
dificultades para diferenciar un servicio de lo que es un bien. Tratando de
resolver esas dificultades se han intentado varias definiciones del
concepto. Una de las más conocidas y
discutidas es la de T.P.Hill:”Un servicio puede ser definido como un cambio en
la condición de una persona o un bien que pertenece a una unidad económica, que
es producido como resultado de la actividad de otra actividad económica, con el
previo consentimiento de la unidad
económica primera”. Como dice Dorothy Riddle, esta definición resalta el cambio
que se produce en la persona o en los bienes que ella posee, en contraste con
las actividades de producción de bienes, en las cuales el cambio es en las
materias primas y productos intermedios, con las cuales se produce un bien
distinto. Por ejemplo, el servicio educativo sería un proceso en el cual hay un
cambio en la condición del educando, que resulta en un nivel educativo más
elevado. Sin embargo, Hill relaciona su definición estrechamente con la
simultaneidad de la producción y consumo de los servicios, que como se ha visto
está sometida a crecientes excepciones.
Riddle
ha elaborado una definición con la aspiración de resolver los problemas de las
numerosas definiciones que se han avanzado: “Los servicios son actividades
económicas que proporcionan utilidad en términos de tiempo, espacio y forma, en
tanto que al mismo tiempo producen un cambio en o para el receptor del servicio. Los servicios son
producidos por (1) el productor actuando para el receptor; (2) el receptor realizando
parte del trabajo, (como la labor del cliente en los servicios “self service”);
(3) el receptor y el productor creando el servicio en interacción. Esta
definición abarca en forma bastante amplia lo que puede considerarse como
actividades de servicios, con la ventaja adicional de no suponer la
simultaneidad de la producción y el consumo y no entrar en contradicción con
algunas de las complejidades en relación al concepto de servicios que se han
descrito arriba. Sin embargo, es imposible que una definición por más completa que parezca pueda satisfacer plenamente. Finalmente, en
el aspecto conceptual está cómo clasificar los servicios para el registro en
las estadísticas nacionales. Este es un punto de demasiado detalle para los
objetivos de este artículo, por lo tanto no se tratará.
Los servicios en el proceso económico
Los servicios han jugado históricamente un
papel muy importante en el funcionamiento de la economía. Aún en la antigüedad
sería difícil imaginarse procesos de producción y demanda sin la existencia de
servicios de comercio y transporte, pero es imposible pensar en el
funcionamiento de las sofisticadas economías actuales, tanto en países
desarrollados como en desarrollo, sin la extensa red de servicios de comercio,
transporte, información, financieros, etc. A ello debe agregarse que sin
apropiados servicios de salud, educación
y esparcimiento, no puede concebirse el desenvolvimiento satisfactorio de
ninguna sociedad. Algunos autores afirman que la revolución industrial no sólo
tuvo como prerrequisito una revolución agrícola sino revoluciones en el campo
del comercio, los servicios financieros
y el gobierno. R.M. Hartwell, en su “Historia Económica de Europa” afirma que
lo verdaderamente novedoso de la revolución industrial fue la expansión de los
servicios, pues la industria manufacturera se había ido desarrollando al lado
de la agricultura por largo tiempo.
A
pesar de lo anterior, hasta el decenio de los 80 la teoría y el análisis
económico se ocuparon poco de los servicios como un conjunto integral, aunque
los análisis particulares sobre ciertos servicios hicieron grandes avances,
sobre todo de carácter aplicado, como la
formulación de proyectos. A
partir de ese decenio, se ha producido una verdadera explosión de análisis teóricos y empíricos y de
publicaciones sobre la materia. Puede
decirse sin exageración que en este período hasta el 2015 se ha escrito más
sobre los servicios que en los doscientos años de existencia del análisis económico como disciplina sistemática. Trataremos de explicar
las causas de esta evolución.
Desde
el punto de vista macroeconómico el indicador más usado para medir la
importancia de los servicios es su participación en el producto interno bruto. A
escala mundial se encuentra que en las economías más desarrolladas la
mayor proporción del producto
corresponde a los servicios. En los países en desarrollo esa participación está
en alrededor del 50% y sólo en los países más atrasados es minoritaria la
participación del sector servicios. De acuerdo al Banco Mundial la
participación de los servicios en el PIB mundial en 2010 fue de 71%. En 2012 la
participación en el PIB de os Estados
Unidos fue de 77.7%, la del Reino Unido de 78.9% y la de Rusia
59.2%. Finalmente, para el mismo año 2012 la participación de
algunos países en desarrollo es como sigue: Sur África 69.1%; Turkía 63.9%;
Paraguay 51.5%; Arabia Saudita 31,9%; St. Lucia 81.9%.
Diversos
análisis indican que en los sectores primario y secundario se ha ido reduciendo
la proporción de trabajadores ocupados directamente en la producción física,
con un correlativo incremento en los servicios, en lo cual influyen las nuevas
tecnologías que, por una parte, están disminuyendo el componente de materias
primas de los productos y, por la otra, están incrementando el componente
intangible en términos de talento, investigación y desarrollo, información y
tecnología; son los llamados servicios al productor. En algunos países se ha encontrado que la
proporción de los servicios en el costo de los productos llega hasta el 70% y en dos pruebas que hice en
Venezuela, esa proporción llega al 40% .Este proceso ha sido denominado
“terciarización de los sectores primario y secundario”. A su vez, la producción
de servicios, influida también por las nuevas tecnologías, se amolda en forma
creciente a las formas organizativas y productivas del sector industrial,
requiriendo una proporción más alta de
maquinaria y equipo, fenómeno que ha sido denominado “industrialización del
sector servicios”. Otro proceso importante es el denominado “externalización:
en una primera etapa buena parte de los servicios necesarios para el proceso
productivo es generado al interior de cada empresa. El desarrollo de esos
servicios, a medida que aumenta la producción de los bienes de los cuales son
insumos, impulsa hacia la especialización y la división del trabajo, lo que
resulta en creación de empresas de servicios, que se convierten en proveedoras
de otras empresas. Ese desarrollo tiene efectos importantes sobre la
eficiencia, la productividad y la disponibilidad de servicios. Una de las
consecuencias analíticas de estos procesos es que el pretendido antagonismo entre la industria y
los servicios no existe, que el incremento de la importancia de los servicios
no implica la desindustrialización y que
ambos sectores están en una estrecha relación de interdependencia.
Lo
expuesto anteriormente pone de relieve la importancia de la contribución de los
servicios a la productividad y la eficiencia, especialmente los servicios al productor,
puesto que de ello depende, en forma crecientemente significativa la
productividad y eficiencia de la
economía y particularmente del proceso
productivo.
No
menos importante es la participación de los servicios como insumos en los
procesos productivos de las empresas.
Como consecuencia principal de dos desarrollos combinados, por una parte la revolución tecnológica
centrada en la informática y las telecomunicaciones, y por la otra el
desarrollo moderno de la gerencia, y de las metas de calidad y productividad
para lograr la máxima competitividad, se ha elevado y continúa elevándose la incorporación
de esos factores intangibles en los procesos productivos; por ejemplo, la
información en todas sus manifestaciones, la gerencia, el recurso humano
altamente calificado, el diseño, el desarrollo y la investigación, el
transporte, la consultoría, etc. En algunos productos elaborados con los
métodos más modernos, se ha encontrado que el componente de servicios puede
superar el 70%. El conocimiento de la importancia de los servicios en los
procesos productivos tiene un obstáculo: justamente por su intangibilidad, lo
que ven las personas que están en contacto con un producto terminado es el bien
físico; sólo cifras como la indicada arriba revelan la parte representada por
los servicios en del componente de ese producto, y esas
cifras sólo son conocidas por pocos.
Una
tendencia relativamente reciente es la predominancia del uso en lugar de la
posesión. Las empresas, en lugar de
generar una buena proporción de los servicios que necesitan, como se esbozó
arriba, los compran de proveedores especializados.
Tal vez el ejemplo más importante es el de las nubes (clouds): las empresas, en
lugar de tener en su posesión las bases de datos que necesitan, las adquieren
de proveedores. Recientemente regalé a un amigo en su cumpleaños un CD. Al cabo
de un tiempo nos vimos y me dijo: “Te devuelvo tu cassette, lo que me interesa
es su uso y ya lo grabé”. Yo me quedé sin saber qué decir.
El
enfoque más aceptado sobre el papel de los servicios en el proceso de
desarrollo ha sido el de Allan Fischer y
Colin Clark. La idea central es que el crecimiento económico, entendido como el
incremento tendencial del ingreso per-cápita va acompañado de un proceso en el
cual la población se va moviendo de la agricultura hacia la industria
manufacturera y de ésta hacia los servicios. Así mismo, inicialmente la parte predominante del producto es creada
en la agricultura, luego en la industria y finalmente en los servicios. De allí
que dicha formulación ha sido denominada “teoría de las tres etapas del
desarrollo”. Dos ideas asociadas son la más alta elasticidad-ingreso de la
demanda de servicios a medida que se produce el crecimiento económico, y la menor productividad de los servicios respecto
a la manufactura, lo cual derivaría en que a medida que se desarrollan las “economías de
servicios” o “economías postindustriales”, la productividad promedio de la
economía descendería.
Los
análisis de Fisher y Clark se basaron en la evolución de los países de Europa
Occidental en el siglo XIX, en donde con
diversos grados pueden encontrarse verificaciones de la secuencia
indicada por esos autores. Estudios más recientes restan validez a la teoría de
las tres etapas. En Canadá, Japón y Estados Unidos, la población ocupada se
movió del sector primario al terciario antes o simultáneamente con la
manufactura. La participación del sector manufacturero en el PIB nunca ha
superado el 30% en Estados Unidos y en el Reino Unido. En el caso de los países en desarrollo,
basándose en dicha teoría, al
verificarse que una economía de predominantemente agrícola pasaba a ser predominantemente terciaria, con un desarrollo
rezagado del sector secundario, se diagnosticaba que se había producido una
distorsión en el proceso de desarrollo. Sin embargo, la regularidad observada
en esa evolución en la mayoría de nuestros países, ha llevado a la conclusión
de que no se trata de una distorsión, sino de un proceso que obedece a la
acción de factores permanentes. También en los países que formaban parte del
bloque socialista europeo se observó la
creciente importancia dada a los servicios. Por ejemplo, los autores polacos
Jan Maciejevicz y Jan Monkievicz afirman:
“El
desarrollo del sector servicios en los países socialistas de Europa Oriental ha
estado sustancialmente afectado por el dominio del teorema Smith-Marx-Lenin,
según el cual una gran parte de los
servicios es considerada como no productivo. El resultado ha sido un
claro subdesarrollo del sector en esas economías. Recientemente, se ha estado
produciendo un cambio considerable en la percepción de los servicios, y hay una
creciente preocupación sobre su futuro desarrollo…Se ha señalado que la
desaceleración en el crecimiento económico de los países socialistas, que se
hizo evidente hacia el final del decenio de los 60, tiene sus raíces en una pobre
estructura sectorial, incluyendo el subdesarrollo del sector servicios”.
La
teoría tradicional sostiene la tesis de que los
servicios tienen una productividad más baja que la correspondiente a los bienes; un
corolario importante es que a medida que se acrecienta la importancia de los
servicios, la productividad promedio fatalmente debería declinar.
Investigaciones recientes han encontrado
fuertes cuestionamientos a esta tesis. Dorothy Riddle encontró que en una
muestra de países agrupados por el nivel de su ingreso per-cápita, para los
años 1977 y 1981, la productividad del sector servicios presentaba coeficientes
más altos que en las actividades extractivas y manufactureras, con
excepción del grupo de países
industrializados para 1981. Asi mismo,
en algunos de los Estudios Nacionales de Servicios, incluyendo los de algunos
países en desarrollo se ha encontrado también una mayor productividad en el sector servicios. Pero debe resaltarse
que la evolución subsectorial de los servicios
en los países en desarrollo, dista mucho de ser satisfactoria. Mientras que en
los países desarrollados una buena proporción de los
servicios se ubica en los sectores modernos y con un uso intensivo de las
nuevas tecnologías, en los países en desarrollo
una proporción muy alta de los servicios se genera con técnicas atrasadas y de
baja productividad, poco dinámico y especialmente en el sector informal. Por otra parte, no
puede negarse que en los países en desarrollo más avanzados se ha ido formando
un sector moderno de servicios que figura entre las actividades más dinámicas
del proceso productivo.
Con
todo lo importante que son los desarrollos descritos anteriormente, el cambio
más radical que se ha producido en el campo de los servicios se refiere a su
participación en las transacciones económicas internacionales.
Los servicios en la economía internacional
Históricamente el comercio internacional había estado concentrado en la
esfera de las mercancías; la prestación de los servicios y sus características
de intangibilidad y no posibilidad de almacenamiento, y por lo tanto tener que
prestados en el mismo sitio de consumo, había estado relegada a la economía
interna de los países. Hasta recientemente, sólo algunos servicios ligados al comercio internacional de bienes, como
transporte y seguros, y otros como turismo y comunicaciones (éste último en su
etapa incipiente), figuraban en forma importante en las transacciones
internacionales. Así mismo, las inversiones directas internacionales
estaban concentradas en la esfera de los
bienes, y particularmente en la producción de materias primas en los países en
desarrollo por parte de empresas de países desarrollados. Como efectos de los
extraordinarios desarrollos en la informática y las telecomunicaciones, la mayoría de los servicios pueden ser objeto de
transmisión y prestación internacional, sobre lo cual se prevé un crecimiento
tendencial, aunque todavía la mayoría
de la prestación internacional de servicios requiere traslado físico. Por otra parte,
las tendencias hacia la globalización, con el establecimiento múltiple en términos geográficos de las
empresas que participan en esos procesos, ha traído como derivado que las
empresas de servicios sigan a las empresas que les prestan apoyo, realizando
también ese establecimiento geográfico multinacional. Estos fenómenos se
manifiestan en las cifras de transacciones económicas internacionales. Los
organismos internacionales especializados detectan que la participación de los
servicios en el comercio mundial ha estado en alrededor del 20%, con una segura
subvaluación por la mala calidad de los registros sobre servicios. Además, una
parte de las transacciones de servicios se realiza entre subsidiarias de las
empresas transnacionales y, por lo tanto, no aparecen en las estadísticas
oficiales; finalmente, los servicios incorporados en las exportaciones de bienes no son
registrados como tales, sino que quedan
imbuidos en las estadísticas de la balanza de mercancías. Como una prueba de
estas afirmaciones, puede citarse el caso de los Estados Unidos, que se supone
sea el país con estadísticas más refinadas y completas. En un boletín del
Departamento de Comercio se informa de una revisión de las estadísticas de
comercio internacional de servicios. Por efecto de la incorporación de transacciones no
registradas y el traspaso a la cuenta de servicios de transacciones que estaban
registradas en otra parte, se produjo un incremento de las exportaciones de
servicios para 1988 de $22.900 millones y de $11.600 millones en las
importaciones.
Diversos estudios e informes recientes
respaldan el papel relevante y creciente que juegan los servicios en la
economía en general, y específicamente en las transacciones económicas
internacionales, sobre lo cual
indicaremos lo que nos parece más importante.
Sherry Stephenson, en un artículo en la Revista Puentes del 25 de
febrero del 2015 señala: “El sector servicios
desempeña un papel clave en la operación de estas CGV (Cadenas Globales de
Valor) y las redes de producción
internacionales, sobre todo transporte, comunicaciones y otros servicios de
negocios. Los bienes y los servicios están ahora totalmente entrelazados, su
producción es ya inseparable y las decisiones de inversión mueven los flujos y
los modelos de comercio internacional. Esta nueva realidad se ha visto
reflejada en las estadísticas, las que hasta hace poco habían atribuido el
valor comercial total de un bien (o servicio) al último país exportador, con lo
que se exageraba la importancia del productor final dentro de la cadena de
valor. Al reconocer la necesidad de adaptarse para reflejar estas nuevas
relaciones comerciales, la Organización Mundial del Comercio (OMC) y la OCDE
han iniciado un esfuerzo en conjunto para generar estadísticas de comercio
internacional sobre la base del valor agregado a fin de desglosar el valor
añadido en cada etapa de la cadena de producción y medir la contribución de
cada socio comercial”. Para el 2013, el último año para el cual la OMC tiene
cifras más completas de comercio internacional, el total del
comercio fue de $23.461 millones, de los cuales $4.645 millones fueron
servicios, una participación de 19.8% del total. Al respecto, un informe
especial de la revista The Economist sobre la economía mundial, publicado en
octubre del 2014, se refiere a la investigación de Arvind Subramanian y Judd B.
Kessler sobre las exportaciones de servicios. Los bienes representaron el
2008 un 80% de las exportaciones; pero
al hacerse una medición en términos de valor agregado, la
participación de los bienes bajó de 71% en 1980 a 57% en 2008, por el peso creciente de los servicios
en la producción de bienes para ser exportados. Se encontró que la población, en todo el mundo
está gastando una proporción mayor de su ingreso en servicios de salud, educación y telecomunicaciones. El
mismo informe del The Economist, al comentar un estudio de McKinsey Global
Institute dice:
“El valor en 2012 del comercio intensivo en
conocimiento, por lo cual se entiende flujos de bienes y servicios en los cuales
investigación y desarrollo o mano de obra calificada contribuyen en una gran
proporción del valor, fue de $12..6 billones, casi la mitad del comercio en bienes, servicios
y finanzas. El ensamblaje físico muestra una participación declinante del valor
de los bienes terminados. El componente
de comercio intensivo en conocimiento está también creciendo más rápido que el
comercio en productos intensivos en trabajo, capital y servicios. Al mismo
tiempo, la baja abrupta en el costo de la información y de las tecnologías de
información ha abierto al comercio internacional servicios de elevado valor”.
Un informe reciente
de las Naciones Unidas sobre la economía mundial señala:
“Developing countries have steadily increased their participation
in trade in services
over the last decade,
particularly in the past five years.7 Their share in world services exports
climbed to 31 per cent
in 2012, owing largely to a rapid expansion of exporters in Asia
services, with a similar
pattern observed for imports where developing countries’ share in
world services imports
was almost 32 per cent in 2008 and jumped to more than 37 per
cent in 2012 (figure
II.16). The shares for the economies in transition and the LDCs have
changed only marginally since 2008…According to the latest information,
the value of world services exports reached $4.4 trillion
in 2012, but expanded at a modest pace of 2.2 per cent
after two years of a rapid recovery
from the global financial crisis. The moderation in the
growth of trade in services during
2012 was primarily caused by weaker exports from Europe.
Developing countries largely
outpaced developed countries, registering an annual
growth rate of 7.6 per cent in exports of
services, compared with a pace of -0.3 per cent in
developed countries (figure II.14). Figures
are similar for imports of services. According to
preliminary estimates by UNCTAD and
WTO, world exports of services in the second quarter of
2013 grew by 5.0 per cent compared
to the same quarter of the previous
year, indicating a recovery of global trade in services.”
Para complementar esas buenas noticias sobre el comportamiento del
comercio de servicios en los últimos años, la UNCTAD dice en un informe:
“Trade in services demonstrated relative resilience in the latest
financial and economic crises in terms of lower magnitude of decline, less
synchronicity across countries and earlier recovery from the crises. Such
resilience has led many countries to incorporate services trade into their
post-crisis national trade and growth strategies. Trade in services
demonstrated relative resilience in
the latest financial and economic crises in terms of lower magnitude of
decline, less synchronicity across countries and earlier recovery from the
crises. Such resilience has led many countries to incorporate services trade
into their post-crisis national trade and growth strategies”.
La mala noticia es que las exportaciones de servicios
de los países en desarrollo y en transición están muy concentradas; sólo 10
países de Asia aportan el 70% de esas exportaciones.
Los países industrializados tienen una posición dominante en el comercio
internacional de servicios, mostrando en forma consolidada un superávit neto y,
además, la mayor proporción del comercio mundial de servicios se realiza entre
ellos mismos. En el grupo de países industrializados los mayores exportadores
de servicios son Estados Unidos, Reino Unido, Francia y Alemania (pero tomada en su conjunto la Unión Europea es la mayor
exportadora).
Finalmente respecto al papel de los servicios en la economía y en las
transacciones económicas internacionales, no se puede dejar de lado que la
crisis mundial que comenzó el 2007 y todavía no ha terminado, se inició en
Estados Unidos en el sector de los servicios financieros. No hago comentarios
aquí, porque he escrito extensamente sobre ello. A los lectores interesados en
dicha materia, los refiero a mi blog
www.guillermodmarquez.com
La
creciente transabilidad internacional de los servicios ha hecho surgir un interesante problema
académico relacionado con la teoría de
la especialización internacional. Esta teoría ha sido elaborada exclusivamente
para los bienes y ahora se pregunta si
los modelos existentes pueden ser aplicados al comercio internacional de
servicios. El tratamiento riguroso de este tema nos introduciría en un campo
altamente específico que no está en los
objetivos de este artículo. Pero es importante y haremos un tratamiento con la
mayor concreción posible.
La
teoría moderna del comercio internacional
ha girado alrededor del modelo Heckscher-Ohlin-Samuelson, que encuentra
la raíz de las ventajas de la especialización internacional en la dotación relativa de factores (tierra,
trabajo, capital), de manera que un país debería especializarse en aquellos
productos que se producen con una mayor proporción del factor que se tiene en
mayor abundancia relativa, y por lo tanto más barato. Aquí hacemos abstracción
del hecho de que la teoría estandarizada
por Samuelson para formularla en términos matemáticos, se aleja bastante de los planteamientos originales de Ohlin y
del rico análisis que éste hace de
factores como la tecnología, que le
confieren un carácter dinámico a sus planteamientos. Hasta ahora, la mayor contribución al análisis de las ventajas de
la especialización en servicios, ha sido hecha por Michael Porter. En su
pionera proposición sobre las bases de
la especialización, contenida en su libro “The Competitive Advantage of Nations”,
aplica el célebre diamante al comercio de servicios y sienta bases sólidas para
avanzar en ese análisis.
De esa formulación teórica, algunas tendencias académicas y políticas
han derivado en lo que se ha denominado el concepto estático de ventaja comparativa:
los países deberían adoptar una estructura de especialización estrictamente
apegada a su dotación relativa de factores, lo cual derivaría en los mayores
beneficios (las ganancias del comercio) para todo los países y, en consecuencia el comercio internacional
debe desarrollarse con plena libertad, sin ninguna interferencia gubernamental
para que el patrón óptimo de especialización se logre plenamente. Aquí no
podemos entrar en detalle en la teoría pero sí diremos que, si bien
un país debe aprovechar su ventaja comparativa, el libre comercio puro
no existe, como no existe el libre
mercado puro. Las políticas de comercio deben orientarse hacia un concepto
dinámico de la ventaja comparativa, especialmente incursionando en algunas
actividades de servicios, que son un
componente importante del futuro del comercio internacional. Al respecto, dice
un informe del 2009 de la CEPAL: “
“Si bien no hay evidencia clara respecto de que el
comercio de servicios esté creciendo más rápido
que el comercio de bienes,(recordemos las cifras dadas
arriba) en todo caso es evidente que se
trata de mercados en expansión y que ofrecen amplias oportunidades de inserción
exportadora para los países en desarrollo”. (negrillas mías).
Las
nuevas tendencias del comercio internacional y la influencia tecnológica hace que los factores de
especialización se alejen cada vez más de los señalados por el modelo
tradicional, El comercio entre los países industrializados se hace con una alta
proporción de comercio intra-industrial, exportaciones e importaciones de
bienes similares con algunas características diferenciales: automóviles por
automóviles, computadoras por computadoras, equipos de telecomunicaciones por
equipos de telecomunicaciones, y para explicar por qué un país exporta e
importa el mismo tipo general de bienes no sirve la teoría
Heckscher-Ohlin-Samuelson, aunque sí son útiles las formulaciones generales de
Ohlin. Una característica diferencial de un bien, lo hace atractivo para un
sector de la población de un país donde se produce el mismo bien. Es en el
campo de los servicios en donde los
factores de especialización se alejan más de la teoría tradicional y la mayor
diferencia es que no son factores y ventajas existentes sino que son
ventajas adquiridas. Según F. Fetekuty,
funcionario estadounidense, la competitividad en los servicios depende de “las
habilidades y capacidades de los
trabajadores y de los sueldos y salarios que se les pagan; la
habilidad de la empresa para organizar un esfuerzo cooperativo entre gente con
los conocimientos y habilidades
complementarias requeridas; la disponibilidad de equipos, tales como
computadoras y facilidades de
comunicación; el sistema institucional provisto
por el sistema de leyes, regulaciones, prácticas tradiciones de cada país, la proximidad del
mercado, que permite desarrollar una familiaridad íntima con las necesidades
del consumidor; las economías de escala potenciales provistas por el tamaño del
mercado”. Todas ellas son ventajas que pueden ser adquiridas.
La
evolución anterior le ha dado una gran
vigencia a un concepto que se había desarrollado antes por algunos autores de
países en desarrollo, Prebisch, por ejemplo: el
concepto dinámico de ventajas comparativas o ventajas competitivas. Una excelente
formulación de este concepto lo hace Albert Bressand: “En lugar de la visión
tradicional de “países” (y por
consiguiente empresas) adaptando sus estrategias de comercio a las ventajas
comparativas, son las ventajas comparativas las que deben ser el resultado de
las estrategias seguidas por las empresas. La estrategia crea (o trata de
crear) la ventaja comparativa. Por supuesto, esto no se aplica en todos los
casos, pero es más probable que lo sea más en el reino inmaterial de los
servicios (y en el parcialmente inmaterial de los “paquetes” que en el reino de
los bienes. Estudiar el comercio de servicios es, así, una invitación a pensar
en el futuro como un todo”. Por supuesto, no deben desecharse las ventajas
existentes; ellas deben aprovecharse racionalmente, pero no deben condicionarse
a un patrón rígido de especialización.
Las
consecuencias de lo anterior para los
países en desarrollo son evidentes. No
puede aceptarse la posición de los países desarrollados de que, por tener ellos
la ventaja en la producción de servicios, nuestros países deben renunciar a esa
producción para importarlos exclusivamente
de los primeros países. Hacerlo
así sería también renunciar a las actividades en que se basa el futuro
del mundo en términos de desarrollo y bienestar. Rechazando la autarquía,
adoptando una posición racional de especialización, y aprovechando al máximo
las posibilidades de cooperación internacional
con los países desarrollados y entre los países en desarrollo, se deben
crear las condiciones para tener una participación satisfactoria en la
producción y comercio mundial de servicios.
Estas
reflexiones teóricas y de política económica, están en el trasfondo del tratado
de comercio de servicios que forma parte de la Organización Mundial de Comercio
y de las secciones sobre comercio de servicios de los numerosos tratados de
comercio que se han firmado en el mundo en las últimas dos décadas. Pero su
tratamiento no está contemplado en este artículo.
Del
examen que hemos realizado puede concluirse que: los servicios son una
actividad fundamental para el desarrollo y bienestar de las sociedades,
estrechamente entrelazada a la industria y a
la agricultura; en el desarrollo de los servicios modernos y su calidad
descansa en forma importante el futuro de la humanidad; por estas razones, el
análisis y el mejoramiento del registro estadístico de los servicios debe constituirse en actividad permanente; la contribución del sector
privado al desarrollo de los servicios,
en coordinación con el sector público, es básica en el establecimiento de un
sector terciario de alto nivel, eficiente y de alta calidad; los países en desarrollo, aprovechando racionalmente
sus ventajas comparativas existentes, deben aprovechar las oportunidades y
formular estrategias para insertarse adecuadamente en el mercado internacional
de servicios; en contraposición con los aspectos antes tratados, servicios ineficientes y de
mala calidad se convierten en serios
obstáculos para alcanzar un
nivel de vida satisfactorio v de la población y en una rémora para el
desarrollo.
Finalmente,
un comentario relacionado con el postgrado. En
este momento no se si los servicios están siendo tratados en algunas de
las cátedras. Pero me parece indispensable. El estudio de la
economía, y específicamente de la economía internacional, para ser
integral, debe incluir una de las
actividades más dinámicas, donde se concentra gran parte de la innovación y la
tecnología que va a moldear el futuro de la economía y la sociedad. De no
estarse haciendo ese tratamiento, me parece que la cátedra más adecuada para
insertar esos estudios es la de Economía Internacional.
*Una primera versión de este artículo fue publicada en
la Revista del Banco Central de Venezuela. Se publica aquí revisada y puesta al
día.
Me es muy grato incluir de seguidas, el
importante y profundo análisis del profesor y amigo Abdón Suzzarini Baloa
acerca del tratamiento de los servicios en la teoría del comercio
internacional, el cual le solicité para incluirlo en este artículo. Éste se ha
enriquecido grandemente con su contribución, por lo cual le estoy altamente
agradecido.
La teoría del comercio internacional y los servicios
Abdón Suzzarini Baloa
Con motivo de
su escrito sobre El rol de los servicios en la economía, mi respetado profesor, maestro y amigo, Guillermo Márquez, me ha
invitado a elaborar unas notas sobre ese escrito. La invitación
constituye una oportunidad y a la vez un riesgoso desafío. Lo primero, porque
me permite ordenar algunas ideas surgidas a partir de mi experiencia como docente e
investigador, sobre
las tendencias, cada vez más ostensibles, que ponen en evidencia las
crecientes articulaciones y nexos
explícitos entre las corrientes de
comercio y de
inversión, que se establecen para aprovechar, en el marco de la globalización, los nuevos y
más complejos determinantes de las
ventajas de la especialización a escala internacional; lo segundo, porque se trata de un
tema que
Guillermo ha trabajado con el
rigor que lo caracteriza, a tal punto que al leerlo por primera vez, me
di cuenta de que se trata de un escrito denso; de la “punta de un iceberg”, debajo
del cual subyacen, nada menos que las
nuevas y más complejas causas que explican la especialización internacional
En efecto,
cuando explicamos las causas de los beneficios del intercambio económico internacional, nos circunscribimos a las teorías que
tratan el comercio de bienes; sin embargo, sabemos que desde los inicios, los
servicios han estado intrínsecamente asociados a ese intercambio. Igualmente, desde sus comienzos la producción
y comercio de bienes y servicios han estado intrínsecamente vinculados con los móviles de la inversión. A medida que se han hecho más complejos los procesos de producción con base en las ventajas de la
especialización entre países, se ha hecho más difícil concebir la producción y
el comercio internacional de bienes y servicios desconectados de los móviles de la inversión. La inversión no
sólo se ocupa de la producción y comercio de los bienes y servicios, sino de
los impactos que ejercen el conocimiento, las innovaciones y los avances tecnológicos, y muy especialmente
del ambiente general de negocios en los países, dentro del cual juegan un papel
relevante el grado de solidez institucional de esos países y muy especialmente,
sus política públicas y sus servicios públicos.
Para iniciar
estas notas comenzaré por referirme a la época mercantilista. En efecto, en su
análisis de las políticas y medidas adoptadas por las ciudades que ocuparon una
posición estratégica en las rutas del comercio, durante la época mercantilista
(De los siglos XI y XII a los siglos XVI y XVII) Eli Heckscher
se refiere a los servicios asociados
con el intercambio de las mercancías producidas en las ciudades y sus
cercanías, por las traídas por mar y tierra desde los más remotos lugares.
Dentro de estos resaltan los servicios de comercio y transporte. Pero más allá
de estos
servicios, intrínsecos al intercambio, Heckcher se refiere a los
servicios que le daban vida a la actividad local de las ciudades, los servicios
que acercaban más a la gente y facilitaban el intercambio cultural, como los servicios de alimentación, alojamiento, entretenimiento, y los servicios
prestados por los artesanos locales, para la reparación y mantenimiento de las
embarcaciones y carretas, tales como carpintería
y herrería, que les generaron a esas comunidades locales, el excedente que les
fueron permitiendo adquirir cada vez más bienes provenientes de otras culturas. Los comerciantes trasladaban los bienes desde
los centros de producción a los centros de consumo. Igualmente, la
organización de ferias en esas ciudades
permitía al consumidor local concurrir
y acercar la mercancía producida en la localidad o sus
cercanías y adquirir las traídas de otras tierras. En ese tiempo la actividad comercial implicaba,
no sólo la compra venta asociada con la
actividad comercial propiamente dicha,
que es precisamente lo que da origen a
la ganancia del comerciante por su intermediación, sino el traslado por él mismo, de la mercancía a otros países. Por lo tanto,
el comercio y el transporte fueron efectivamente, desde los orígenes, servicios clave para darle valor
a los bienes que se intercambiaban internacionalmente.
Cuando pasamos
de la época mercantilista a la de los clásicos, podemos ver que el interés de
éstos se centra en explicar las causas de la especialización con base en el
aprovechamiento de las ventajas
absolutas (Adam Smith) y comparativas
(David Ricardo) de los países. En su análisis los clásicos no tomaron
explícitamente en cuenta los servicios,
pues su interés se centraba en resaltar los factores productivos que
entraban directamente en la producción del bien
como la principal explicación de los valores de intercambio. Sin embargo, ya Thomas Mun,
se había referido, no solo a las ventajas de los servicios de transporte y los
servicios financieros, como actividades que contribuían a la expansión del
comercio de Inglaterra, lo cual también es resaltado por David Ricardo en sus
intervenciones en el parlamento británico y por Smith en sus referencias a las
Actas de navegación, sino que Mun se refería al comerciante como al
administrador del patrimonio del reino y
como tal debía ser: un buen escribano, un
buen aritmético, un buen contador; un buen conocedor de las medidas, pesos y
monedas de todos los países; de las aduanas, peajes, impuestos, tributos,
manejo y otras cargas existentes; debía saber qué bienes escaseaban y qué
bienes abundaban, qué mercancías están prohibidas; qué tarifas y condiciones
para fletar y asegurar sus riesgos, entre otros (Mun, 1978: 54.55,56) Hoy
en día estos servicios son prestados por empresas
logísticas. Asimismo, Heckscher con base en una cita de Smith,
resalta el papel de las políticas
públicas, como por ejemplo, la
política tributaria, como un servicio
clave que, de acuerdo con Hecksher, es una de las explicaciones de la delantera
de Inglaterra en el desarrollo de sus actividades comerciales, al no incurrir en la práctica de aplicar
tributos sin contraprestación, pues con
cierta frecuencia se aplicaban cargas
impositivas (peajes) sin contraprestación alguna. Al efecto dice:
(…) el Estado inglés de la Edad Media
se oponía constantemente, con asombrosa regularidad, a todo intento encaminado
a percibir tributos sin contraprestación o por tiempo ilimitado (…) además
era frecuente que se fijase una tarifa y se estableciese la condición expresa
de que los recursos obtenidos no habrían de destinarse a otro fin que no fuese
el indicado (Heckscher, 1983:31,32 Subrayado nuestro)
A los efectos de resaltar la importancia del señalamiento de Heckscher para el tema que nos ocupa, me
permito transcribir de la segunda edición del libro de mi autoría, Venezuela ante la integración económica
hemisférica, dos visiones dos paradigmas,
los comentarios siguientes: “En
algunos países de América Latina y muy
particularmente en Venezuela, los portazgos y alcabalas internas, tienen
su expresión en los controles artificiales que se aplican a los transportistas
en las carreteras y autopistas, con el sólo propósito de obligarlos a pagar un “peaje” que va directamente al bolsillo del improvisado “agente recaudador” Esta
circunstancia, unida a la inseguridad, encarecen artificialmente los bienes que
se comercian internamente. Si a esto le adicionamos las corruptelas en las
aduanas portuarias y fronterizas, tenemos un sistema perverso de encarecimiento
de los bienes, que reduce la competitividad entre los países que participan en
los esquemas de integración de la región, lo que golpea la
productividad del esfuerzo productivo. De esta manera se produce una
transferencia perversa de ingresos, desde los esforzados trabajadores,
creativos, eficientes y productivos hacia los “agentes recaudadores” improductivos, en desmedro de los
consumidores de los países involucrados, que ven incrementados los precios de los productos intercambiados, por todas
esas alcabalas impuestas con la sola misión de esquilmar todo lo posible a los
usuarios de las vías de comunicación sin ofrecer a cambio contraprestación alguna.”
De la misma forma, Heckscher se refiere a las visitas de los inspectores de
Hacienda a los productores, que en muchos casos se utilizaba pura y simplemente como un medio de presión fiscal
(Heckscher, 1983:165) práctica que se ha hecho común en Venezuela, como una
manifestación de perversión política,
precisamente en tiempos de bonanza fiscal.
Ahora bien, la
teoría clásica del comercio internacional hace énfasis en el comercio inter industrial, es decir en el intercambio de bienes finales,
y en el factor trabajo como principal determinante del costo de producción de
los bienes. En el famoso ejemplo de David Ricardo de vino y paño entre Inglaterra
y Portugal todas las fases de producción del vino ocurren en Portugal y del
paño en Inglaterra. En estos casos, cada país produce la totalidad de un bien,
por tanto se intercambian bienes de diferentes categorías arancelarias: vino
(Vinos) y paño (Tejidos). Sin embargo, la especialización completa, es decir la
producción de todos los eslabones de la cadena de producción de un bien en un solo país, ha ido perdiendo importancia relativa, ante la creciente
importancia relativa de los bienes que requieren de la participación de varios
países en función de las ventajas en uno
o varios de los eslabones de producción de ese bien. Es por ello que en su
análisis de la tarifa efectiva, Bella Ballassa dice:
“En sus aportaciones a la teoría del
comercio internacional, los economistas se han limitado al comercio de
bienes terminados, como si todas las etapas de elaboración del bien se llevasen
a cabo en un solo país. Con ello han seguido la huella de David Ricardo con su
ejemplo de intercambio de paño y vino entre Inglaterra y Portugal. Por ende, la
ventaja comparativa se ha definido en términos de los costos de producción de
todas las etapas productivas, tomadas en su conjunto…Acaso tal simplificación
haya sido apropiada en la época de Ricardo, pero su utilidad ha disminuido
mucho con la creciente complejidad de la estructura del comercio mundial. En un
análisis de los flujos comerciales en las condiciones presentes, se precisa
tener en cuenta la división internacional de los procesos productivos a través
del comercio de materias primas y productos intermedios” (Balassa,
1972: 3)
La noción clave
en esta cita de Balassa es la división
internacional de los procesos productivos, lo que da lugar a un sostenido
crecimiento del comercio intraindustrial,
es decir el comercio entre bienes de una misma categoría arancelaria. En
apoyo a su argumentación utiliza como ejemplo la producción de un
vestido en el cual pueden identificarse los siguientes eslabones: algodón, hilado, tejido, tela, estampado, diseño, confección,
vestido. Ahora bien, en la medida en que tiene lugar la especialización en
eslabones de la cadena de producción de un bien, en esa medida podemos identificar la importancia de
aquellos eslabones de la cadena productiva que aportan mayor valor agregado,
tanto en términos del eslabón en sí, como en términos de los servicios conexos
a la producción del bien en cuestión, tanto privados, como públicos. Para el
caso del ejemplo utilizado por Balassa, imaginémonos por un momento, que se
trata del vestido de novia que elaboró la venezolana Carolina Herrera para la
hija del ex presidente de EEUU, John F.
Kennedy, con motivo del matrimonio de ésta. Al examinar cada uno de los
eslabones, nos damos cuenta que respecto
al algodón, aparentemente indiferenciado,
hay clases y variedades con diferentes grados de calidad; en el estampado los mexicanos exhiben una
valiosa tradición; y las costureras españolas son conocidas por sus especiales
habilidades en la confección de vestidos artísticos, como el del ejemplo
y así sucesivamente. Independientemente de
cómo lo haya hecho Carolina Herrera,
para el caso del ejemplo que nos ocupa, lo cierto es que el eslabón, la
fase del proceso que aporta más valor agregado,
no es el hilado, ni el tejido, de
por sí eslabones industrializados, no es
el algodón, ni el estampado, ni siquiera
la confección, sino que es, un intangible, una idea, un
conocimiento, producto de una ventaja
adquirida, de algo que puede aprenderse,
de un arte; ese eslabón es el
diseño, que es un servicio. A este respecto, en la obra publicada
recientemente por el BID: “Fábricas sincronizadas” se dice:
“Todos
conocemos el ejemplo de intercambiar
vino por telas utilizado por David Ricardo a comienzos del siglo XIX para
ilustrar su teoría de las ventajas comparativas (…) Aunque Ricardo estaba
pensando en productos finales, el mismo concepto se puede aplicar a las tareas
realizadas para elaborar esos productos. Por ejemplo, si fabricar ropa requiere
dos tareas, y en un determinado momento esas dos labores se pueden separar
geográficamente, el país que produce la tela se beneficiaría al deslocalizar la
tarea en la que tiene menos ventajas mientras conserva la otra en casa. Esto es
así incluso cuando el país tiene ventajas en las dos tareas. De esta manera, la
deslocalización permite a los trabajadores centrarse en la labor que realizan
relativamente [comparativamente] mejor (BID, 2014:3)
Seguidamente
se afirma que si bien la teoría de las ventajas comparativas tiene más
de dos siglos, la fragmentación internacional de la producción y el auge de las
cadenas globales de producción ─al menos
en su escala actual─ es un
fenómeno relativamente reciente. En la cita anterior resaltan las nociones de fragmentación de la producción y auge de las cadenas globales de producción como expresión de
unas de las formas modernas que ha adoptado la internalización de los procesos productivos ya caracterizada
por Balassa. Ahora bien, ante tal situación, cabe preguntarse: ¿quién
dirige esta estrategia, quien coordina este proceso, quien decide en qué país localizar cada eslabón de la
cadena productiva; y en función de qué condicionantes? La respuesta que da a
esta pregunta el informe del BID es como sigue:
“Las empresas siguen diferentes estrategias
para fragmentar sus procesos de producción. Una de ellas consiste en delegar
parte del proceso de producción a una filial en otro país. Esto se suele
denominar IED [Inversión Extranjera Directa] vertical…Otra estrategia es
externalizar parte del proceso de producción en una empresa totalmente
independiente en el otro país. Esto se conoce como subcontratación con el extranjero” (BID, 2014: 2,3)
Pero lo más importante son los cambios que han venido determinado la
relativa mayor importancia de los servicios.
En particular se menciona la reducción de las barreras comerciales en el
marco de las negociaciones en las organizaciones
multilaterales de comercio (GATT-OMC).
En efecto, a medida que se han venido
reduciendo los aranceles,
producto de esas negociaciones, han venido adquiriendo mayor relevancia las
medidas internas de política comercial, entre las cuales destacan: compras
gubernamentales, servicios financieros,
acceso de las IED en áreas
reservadas a nacionales; efectos de la producción sobre el medio ambiente; subsidios internos;
requisitos de contenido local; protección contra el trabajo forzoso y la
esclavitud; condiciones de seguridad y respeto a los derechos laborales, entre
otros. Ello es así porque las compras gubernamentales que favorecen a los
productores locales en muchos casos discriminan en contra de los productores de
los mismos bienes por empresas extranjeras más eficientes; por su parte las
empresas que dañan el medio ambiente
incurren en menores costos que aquellas que tienen que respetarlo; y las empresas que irrespetan los
derechos de los trabajadores tienen
ventajas frente a las empresas de los países que sí respetan esos
derechos, y así sucesivamente.
Entre los cambios que han favorecido la creciente importancia de los
servicios cabe mencionar: la reducción de los costos de transporte como resultado de los avances tecnológicos (basta con imaginar el impacto que tuvieron en su
momento los contenedores ─containers─ ); el auge de las
empresas logísticas, especializadas en prestar servicios de preparación de
documentos y facturas comerciales, conocimientos de embarque, transporte
naviero y distribución; menores costos de información y más eficientes
comunicaciones. Las mejoras en la cobertura y ampliación de las redes de
comunicación, el aumento de la capacidad de disponer de información a precios
asequibles; el correo electrónico y las videos conferencias, todos ellos han contribuido a expandir en forma
considerable la producción y el
comercio. Igualmente han contribuido la mayor facilidad de relaciones contractuales
entre agentes de diferentes países con distintos sistemas jurídicos, minimizándose así las prácticas inciertas y
ambiguas en las ejecución de contratos; mayor garantía de los derechos de
propiedad intelectual, toda vez que la debilidad de estos derechos puede
atentar contra la delegación de partes de la cadena de producción a terceros
por el temor al uso no autorizado de conocimientos técnicos y productivos. Como
podemos ver, la expectativa de poder disfrutar de todos estos servicios depende de instituciones públicas que garanticen la
eficiente y confiable aplicación de las leyes y normas existentes en cada país.
Cuando Guillermo dice: “Desde el decenio de los años 80 se han desarrollado un
interés especial en la economía de los servicios, tanto a nivel nacional como
internacional..” es porque es precisamente a partir de esos años que se hizo “masa crítica” la incidencia de las
innovaciones que definen la globalización, como son los avances en los campos de la electrónica,
telecomunicaciones e informática; las importantes conquistas en las áreas de
los derechos humanos; la renovada vigencia de los principios democráticos inspirados en los valores de la libertad,
igualdad de oportunidades,
cooperación, solidaridad, y el
afán por la excelencia y la
eficiencia que caracterizan la economía
de mercado. Es por ello que, para decirlo coloquialmente, rechazar
la globalización es como rechazar casarse con personas que no sean de la misma
familia consanguínea; es rechazar los retos y desafíos que nos plantea el
intercambio cultural con otros países, lo cual
nos enriquece y nos humaniza más.
Por tanto, en la medida en que los requerimientos de la
internacionalización de los procesos productivos exigen pasar
de un país a otro, en esa medida será necesario contar con servicios
eficientes en cada país para comerciar
ventajosamente los bienes. Mientras más países, más aduanas, más servicios
públicos y privados asociados a la
eficiencia en la producción del bien. Si prevalece un ambiente de inseguridad
se encarecerá el costo del bien en términos del seguro que habrá que contratar;
si no hay puntualidad ello dislocará el proceso y encarecerá la producción del
bien, y así sucesivamente, y si no funciona la administración de justicia la
producción se localizará donde sí funcione. Como podemos ver son estas razones
las que llevan a los inversores a preferir países donde la ventaja en la producción de cada
eslabón de la cadena productiva del bien esté potenciada por la eficiencia de
los servicios en general y muy especialmente por los servicios públicos
Ello es así
porque en la medida en que son más eficientes los servicios públicos que provee
el Estado, éste estará siendo más consecuente con el principio de que el Estado
está para crear las condiciones propicias para que la gente produzca y
disfrute de lo producido. Por eso es que es tan importante la seguridad jurídica, pues ella crea el ambiente propicio para que
la gente produzca y la seguridad personal, porque ello es lo que
permite que la gente pueda disfrutar de
lo producido.
Por ejemplo, si en las aduanas prevalece la
corrupción como ha sido característico, en el caso de la economía venezolana,
en esa medida el servicio restará ventajas al país en el proceso de elaboración
del bien. En cambio, si se trata de servicios eficientes, contribuirá a
potenciar esas ventajas. Por tanto, la eficiencia de los servicios públicos
adquiere cada vez mayor importancia en el aprovechamiento de las ventajas con
que cuenta un país en la producción de un bien; en la medida en que se
profundiza la división internacional de los procesos productivos, en esa medida
adquieren mayor importancia los servicios tanto privados como públicos conexos
con la producción del bien en cuestión. En el caso de los servicios de salud,
por ejemplo, si el país no cuenta con un eficiente servicio de salud, el
productor, el inversor, tendrá que
asumirlo, lo cual reduce, anula o
contrarresta la ventaja que pueda tener en la producción de un bien. De la
misma manera si la educación en general no está en sintonía con las necesidades
del productor, tendrá que asumirla como un costo adicional para que el
trabajador pueda contar con la calificación, habilidades y destrezas requeridas
para aprovechar las ventajas con que cuenta el país en la producción del bien
en cuestión y si no, se trasladará a otro país donde sí sean provistas esas
calificaciones. Pero lo más importante es que asociado con las mayores
posibilidades de exportar el bien se estarán exportando tanto el bien en
cuestión como los servicios asociados con su producción para la exportación, para satisfacer las exigencias
de la internacionalización de los procesos productivos
La verdad es
que provoca extenderse, porque tal y como lo dije al comienzo, se trata del fondo de un iceberg, pero ello excedería los límites a los que
deben circunscribirse estos
comentarios. Pero no quisiera
cerrarlos sin referirme a tres aspectos
que desarrollo con mayor propiedad, precisamente por indicación de Guillermo,
en mi ensayo Introducción a las teorías
de la especialización. Uno, que la importancia de los servicios y las
instituciones ya había sido advertido por Federico List, cuando dijo:
“Las
fuerzas productivas de los pueblos no sólo están condicionadas por la
laboriosidad, el afán de ahorro, la moralidad y la inteligencia de los
individuos, o por la posesión de recursos naturales o capitales concretos, sino
también por las instituciones y leyes sociales, políticas y civiles… (List 1979:
41,42)
Dos, respecto a
la importancia de los aportes de Michael Porter sobre la creciente relevancia
de los servicios, me permito
transcribir del mencionado ensayo lo
siguiente: “De lo anterior se colige, que la competitividad es un concepto que
en lo esencial está asociado a la productividad, a la eficiencia, al rendimiento, pero aplicado
a las nuevas realidades. Por tanto la competitividad es la productividad asociada,
no solamente a la eficiencia en la utilización de los factores productivos,
sino también a la eficiencia de las otras actividades que directa o
indirectamente inciden en las operaciones de la empresa a escala sectorial y en
su estrategia competitiva. Esto quiere decir que la competitividad es un
concepto que transciende lo económico, para abarcar aspectos que en lo esencial
se relacionan con la cultura de mercado, con la disposición a asumir riesgos,
con una alta disposición a competir en el contexto de las nuevas exigencias que
plantea un mercado global cada vez más
complejo y competido.”
Tres, respecto a
la creciente importancia del comercio de
los servicios, para la economía
venezolana, incluyo en ese ensayo la experiencia de Venezuela el caso de la
industria de la telenovela. “Se trata de una industria del servicio de entretenimiento. Se ha seleccionado debido a que para
1993, Venezuela era considerada altamente competitiva a escala mundial en la producción de telenovelas, actividad que
pasó a competir con algunas industrias
manufactureras en la generación de divisas. Al respecto leamos textualmente:
En
1992, se estima que los ingresos por concepto de derechos de transmisión generados por las telenovelas venezolanas
alcanzaron entre 40 y 60 millones de dólares, lo cual equipara a las
“exportaciones” venezolanas de telenovelas a los ingresos por exportaciones de
industrias como automóviles (53 millones de dólares), confección y textiles
juntas (49 millones de dólares) y pulpa y papel (45 millones de dólares)”
“De
acuerdo con los ejecutivos de la industria en el país, Venezuela en 1993 era
líder mundial en la producción y exportación de telenovelas, sobrepasando a sus
principales rivales, México, Argentina y Brasil. …esta industria es sólo una de
un reducido número de industrias venezolanas que cuentan con un patrón denso de
ventajas competitivas, similar a los patrones de ventajas encontrados en muchas
industrias globalmente competitivas en las economías avanzadas. (Enright,
1994: 106, 108)
En análisis
de este caso permite visualizar el diamante completo, [de Porter] en el
que cada uno de los cuatro determinantes
es una fuente de ventaja competitiva, lo cual muestra que el país en ese
momento podía competir con rivales de tradición y experiencia en esta
actividad ─México, Argentina y
Brasil─ y ganar en una industria cuya
principal fuente de competitividad es el talento (Enright, 1994: 108)”
Por supuesto
los cambios institucionales introducidos en la economía venezolana desde 1998
dieron al traste con esa experiencia y con las posibilidades de seguir
aprovechando las grandes posibilidades que tiene el talento venezolano para
incursionar con éxito en el comercio internacional de servicios.
Asimismo, en
el mencionado ensayo me refiero al
debate entre Paul Samuelson y Jagdish Bhagwati, a propósito de examinar la subcontratación con el extranjero
mencionada en el informe del BID, como ya vimos, como una de las estrategias utilizadas por
las empresas para la fragmentación de los procesos de producción
Bueno, tal y
como lo indiqué, provoca seguir, pero ello sería abusar de la invitación que me
ha sido hecha. Sin embargo ya tendremos la oportunidad de extendernos más sobre
este interesante tema, pues Guillermo,
como siempre a la vanguardia de los nuevos desarrollos, ya abrió la espita.
Bibliografía consultada
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Ricardo, David (1959) Obras y correspondencia Editadas por Piero Sraffa con la
colaboración de M.H. Dobb. Traducción de Florentino M. Torner. Folletos
y artículos 1809-1811 FCE 1959 México
ANEXO
Curso Avanzado sobre el Comercio y la Liberalización de los
Servicios
Por pensar que puede ser útil para profesores y estudiantes de la
Maestría como referencia sobre métodos de enseñanza y también por el panorama
sobre el sector servicios que presenta,
incluyo como anexo este curso que dicté en Centroamérica, promovido por
el Sistema de Integración Económica Centroamericana (SIECA), aunque sé que hacerlo
exactamente como fue estructurado, es difícil. El modus operandi fue el
siguiente:
Después de preparar el programa, se imprimió toda la
bibliografía indicada y se le entregó a cada estudiante. Se concentró a los
participantes durante la duración del curso, que fue de 17 días, en un hotel
idílico, situado en una montaña también idílica. A partir de la clase
introductoria, los estudiantes tenían que estudiar en la tarde y noche previas
lo que se iba a tratar al día siguiente en la mañana. El facilitador daba una
introducción al tema de alrededor de 20 minutos, al cabo de los cuales se
iniciaba la discusión. Esta fue riquísima y nunca tuve que forzar a los
estudiantes para que participaran. Al
final se hizo una simulación de negociaciones, entre grupos por países, con
resultados notables. Esto confirma los resultados positivos de una docencia en
que los estudiantes llegan a las sesiones con el conocimiento previo de la
materia que se va a dictar.
Por las dificultades de pasar el texto en scanner del blog al artículo, les indico cómo lo deben
consultar en www.guillermodmarquez.com. Ir al título “El Rol de los Servicios en
la Economía”, es el noveno título después de abrir, a partir de la página 196 (forma parte de un
libro), El anexo lo considero como parte integrante del artículo.
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