domingo, 29 de noviembre de 2015

Cuba: ¿Están el gobierno y el PCC a la vanguardia de la sociedad.

FERNANDO RAVSBERG

Tomado de www.elcolumnero.com

Carta desde Cuba

por -


La primera vez que bajé por un río de montaña en una balsa de goma, el instructor nos explicó que la única forma de mantener el control es remando con mucha rapidez a favor de la corriente, de lo contrario seríamos arrastrados y terminaríamos golpeando contra las rocas.

Las reformas económicas de Cuba me recuerdan a esos ríos que toman vida propia y aumentan su fuerza en la medida que avanzan montaña abajo. Pretender imponerle un ritmo predeterminado a los cambios es como pensar que se puede frenar la balsa en medio de la corriente.

El gobierno parece decidido a evitar la improvisación en el terreno económico, algo que tan caro le costó a Cuba en el pasado. Sin embargo, le está resultando difícil avanzar despacio y mantener además el control general de los cambios que se producen en la sociedad.

Llevan años “estudiando” la posibilidad de abrir mercados mayoristas para las cooperativas y los trabajadores autónomos. También “estudian” los mecanismos que estos podrían utilizar para importar las herramientas e insumos que necesitan para su trabajo.

Y mientras las autoridades estudian y hacen planes piloto, los cubanos con más chispa crearon un sistema de importación de contenedores provenientes de México, Panamá y otras latitudes. Incluso se anuncian en Internet y venden sus productos por catálogo.

Con ellos se consigue cualquier cosa, puertas, muebles, motos eléctricas, lavadoras, refrigeradores, equipamiento de hostelería, herramientas, lámparas, aires acondicionados. Y de ellos se abastecen gran parte de los cuentapropistas, por ejemplo los restaurantes privados.

También adquieren mobiliario e insumos las discotecas y los bares, aunque según la reforma oficial estos no existen. En la reforma popular, o sea en la realidad, se multiplican como hongos y están entre los negocios más rentables, dada la tendencia del cubano y del turista a la “pachanga”.

El mecanismo es sencillo, todas las discotecas y bares tienen licencia de restaurante. Para tapar el ojo ofrecen un menú con 3 o 4 platos simples que pueden preparar en caso de inspección. “No es nuestra culpa si los clientes se dedican a bailar y beber en vez de comer”, me dice uno de los dueños.
El gobierno permitió crear talleres de fabricación de ropa pero prohibió importarla. El problema es que no ha puesto a disposición de los sastres y modistas, las telas, los hilos y los demás insumos que necesitan. Por lo tanto el grueso de la ropa que venden sigue siendo contrabando.

Un emprendedor me cuenta como elude la prohibición: “mandé a hacer etiquetas con el nombre de mi tienda y contraté un par de costureras que se las cosen a toda la mercancía que traigo del exterior. ¿Quién puede decir que no hicimos nosotros mismo esa ropa?”, me pregunta.

La informática es otro terreno donde la reforma de los de abajo se le escapa de las manos a quienes gobiernan. Los profesionales del sector tienen terminantemente prohibido trabajar por cuenta propia pero lo hacen para dentro y fuera del país.
Los más exitosos tienen páginas en las que ganan mucho dinero promoviendo negocios particulares. Otros son contratados por compañías extranjeras para programar desde la isla. Un ingeniero me dice que no quiere emigrar pero “me iré del país si me impiden seguir trabajando”.

Los ojos y oídos del gobierno son otra pieza del rompecabezas, la “mordida” para los inspectores forma parte de los costos de producción de todos los autónomos cubanos. Con una mensualidad los encargados de vigilar el cumplimiento de las leyes se quedan sordos y ciegos.

En el “efecto dominó” cuando se empuja la primera ficha las demás van cayendo una tras otra. Es lo que ocurre cuando se liberan las fuerzas productivas, solo se puede controlar su desarrollo si se avanza al mismo ritmo en que se mueve la sociedad en su conjunto.

En su próximo congreso, el Partido Comunista tiene la oportunidad de definir claramente el rumbo y ponerse a la cabeza. Para estar en la vanguardia es imprescindible saber hacia dónde dirigirse y caminar tanto o más rápido que el resto de la tropa, de lo contrario se termina en el pelotón de los rezagados.

Fernando Ravsberg  –  @Ravsberg

No hay comentarios.:

Publicar un comentario