martes, 10 de noviembre de 2015

Cuba: mucho ruido, pocos cambios

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Felix Arellano

Ahora, la dictadura está concentrando el discurso en el tema del bloqueo, pero las señales de cambio y apertura son tan débiles, que pareciera que todo el proceso de apertura se puede ir al traste por la soberbia del comunismo y su pánico a los cambios

Desde que se anunció con bombos y platillos el restablecimiento de relaciones entre Estados Unidos y Cuba, luego de tantas décadas de enfrentamiento, las expectativas y el ruido que se ha generado han sido muy grandes. Muchas visitas oficiales, incluyendo al Papa Francisco. Con el ánimo de dinamizar el proceso el Presidente Obama ha realizado avances importantes en temas como: remesas, viajes, visas, retirar a Cuba de listas negras; empero, no se aprecian mayores cambios en Cuba.

Ahora, la dictadura está concentrando el discurso en el tema del bloqueo, pero las señales de cambio y apertura son tan débiles, que pareciera que todo el proceso de apertura se puede ir al traste por la soberbia del comunismo y su pánico a los cambios. Un tema que se repite insistentemente tiene que ver con las inversiones y, en efecto, es un tema clave, para Cuba existencial.

Hace muchos años se acabaron las dádivas soviéticas y, ahora se agotan las venezolanas. El comunismo, como es su práctica, destruyó la economía empobreció la población y ahora necesita retomar la senda del mercado, para generar ingresos y bienestar; pero el fanatismo comunista y su ceguera ideológica no le permite reconocer su colosal fracaso y tienen pánico que los necesarios cambios puedan significar el principio del fin para la dictadura.

Para que las inversiones se orienten a la isla se requiere de cambios profundos en múltiples aspectos económicos, jurídicos, sociales y políticos. Los proyectos que aspira y espera Cuba son multimillonarios, pero no ofrece la más remota señal de seguridad jurídica. El país sigue dependiendo de un solo individuo que controla todos los poderes y que a sus amigos otorga privilegios, pero si caes en desgracia, caminas al infierno.

Las multimillonarias inversiones directas, no golondrinas, que se asentarían en Cuba para aprovechar sus condiciones naturales o el puerto de alto calado de Mariel, construido por empresas brasileñas, exigen de condiciones locales muy claras y seguras; por ejemplo, un poder judicial autónomo, un claro y seguro respeto a la propiedad privada, una legislación laboral clara, unas políticas cambiarias, financieras y fiscales estables, unos servicios públicos eficientes, una seguridad social. Nada de esto se encuentra en Cuba, ni se observan señales de cambio. La dictadura puede pregonar sobre su supuesta estabilidad, todo pareciera controlado y seguro, pues con el uso y abuso de la fuerza todo se decide, controla y destruye; empero, en esencia, la situación es muy frágil y representa un enorme potencial de inestabilidad para las grandes inversiones.

Paradojas que vivimos, muchos años de falso discurso comunista satanizando al mercado, las inversiones y su cercano vecino: los Estados Unidos. Si hubiera alguna coherencia lo lógico sería que la dictadura de la camarilla comunista propiciara el bloqueo para mantenerse aislada e inmune del sátrapa imperialista. Pero eso es discurso de galería, para tranquilizar a fanáticos radicales, en realidad Cuba añora, desde hace varios años, las inversiones del imperio.

La ubicación de Raúl en el poder generó la expectativa de un nuevo Deng Xiaoping, pero los movimientos han sido muy tímidos, la apertura les genera pánico, es probable que la población engañada, manipulada y amedrentada adquiera progresiva consciencia de la farsa y de la necesidad de las transformaciones, lo que sería el fin de tantos años de falso discurso y mucho daño, no solo para los cubanos.

A los aliados radicales del castrismo, como al proceso bolivariano, también les preocupa los posibles cambios en la isla, es una mala señal que debilita los falsos discursos y evidencia que el problema no es el mercado, son las políticas equivocadas y la corrupción.


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