sábado, 4 de marzo de 2017

La academia, siempre impertinente. Tomado de www.dialogodigital.com

El Gobierno nos filtra la información, también la manipula. El cuento que nos cuenta sobre la situación del país no rima con la vida nuestra de cada día. Por eso toma aún más relevancia la difusión de la ENCOVI (Encuesta Nacional sobre Condiciones de Vida), .....
I.
El Gobierno nos filtra la información, también la manipula. El cuento que nos cuenta sobre la situación del país no rima con la vida nuestra de cada día. Por eso toma aún más relevancia la difusión de la ENCOVI (Encuesta Nacional sobre Condiciones de Vida), que desde el año 2014, vienen realizando la Universidad Central de Venezuela, la Universidad Simón Bolívar y la Universidad Católica Andrés Bello y cuya última entrega, correspondiente a 2016, fue hecha hace pocos días.
La academia, siempre impertinente, deja ver, con rigor y claridad, otra versión de la realidad nacional, muy distinta de la que se nos ofrece desde la perspectiva oficial. Señala, en pocas palabras, que luego de casi veinte años lubricados por enormes recursos, como nunca antes en nuestra historia, las condiciones de vida del venezolano no son, ni de lejos, las que pudieron (y debieron) haber sido y que, incluso han empeorado en muchos aspectos. En este sentido, y por solo indicar la que seguramente es la evidencia más conmovedora, hoy en día en términos de ingreso somos el país más pobre de América Latina, un tercio de las ciudadanos sólo come una vez el día, el 10% explora en los basureros para alimentarse y en materia de salud nos encontramos como a principios del siglo pasado.
Dice la ENCOVI, en suma, que la nuestra no es, en general, una sociedad mejor social, política, económica ni éticamente. No es la Patria Bonita prometida por Hugo Chávez, hábitat del Hombre Nuevo, descrito en la fantasía moral del Che Guevara.
II.
En el trabajo, disponible en internet, puede verse como la economía no levanta cabeza y la caída de los precios petroleros nos agarró colgados de la brocha: no producimos casi nada, dicho literalmente, e importamos casi todo, en nombre, por cierto, de la Soberanía Productiva, una consigna que aún se pronuncia sin ningún recato. Puede verse, así mismo, como la educación en todos sus niveles, le da la espalda a las exigencias que derivan de los códigos de funcionamiento de la llamada sociedad del conocimiento. Ver, también, nuestra fragilidad institucional y los graves desacomodos que genera la anomia. Ver la sociedad violenta en la que nos hemos convertido, dominada por el susto y el miedo. Y observar, por mencionar un último aspecto, como la corrupción hace de las suyas.
Dentro de este marco, se indica, por otro lado, cómo la democracia se hace más cada vez más angosta, como el Estado de Derecho se vuelve casi un espejismo y los Poderes Públicos se privatizan, no cabe otro término, en nombre de la “revolución”, al tiempo que el gobierno, dominado por los militares, con apenas ciertos disimulos civiles, se hace cada vez más autoritario.
III.
Sin caer en las trampas de la nostalgia (la nostalgia es mentirosa, escribió García Márquez), lo cierto es que, sacadas las cuentas, el país se ha desmejorado en casi todos los planos. Tras haber sido una gran esperanza, el chavismo es a la fecha un proyecto políticamente fallido, circunscrito al propósito de conservar el poder más o menos a como dé lugar. La ENCOVI deja al aire sus costuras, mostrando que, luego de casi dos décadas, el saldo a la vista es un país descosido, con un gran déficit en materia de convivencia y que funciona sin saber hacia dónde le queda el futuro.
Dicho lo dicho, a cualquiera se le eriza la piel al observar tan mal parados en la cancha a los sectores de oposición.
El Nacional, miércoles 1 de Marzo de 2017

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