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Felix Arellano
Sigue pendiente una definición más clara sobre
el complejo caso de Venezuela. Ahora bien, conviene reconocer y agradecer la
importante presión que están ejerciendo en favor de la democracia y los
derechos humanos en nuestro país.
La
reunión de Cancilleres del Mercosur efectuada el pasado 09 de este mes, bajo la
presidencia de Argentina, pareciera auspiciar nuevos y renovadores
horizontes.Se ha fortalecido el tema de la apertura comercial internacional del
bloque, un gran reto en un ambiente bastante adverso. Otro avance tiene que ver
con la progresiva consideración de la compleja situación que enfrentan
internamente, particularmente en materia de libre comercio; empero, sigue
pendiente una definición más clara sobre el complejo caso de Venezuela. Ahora
bien, conviene reconocer y agradecer la importante presión que están ejerciendo
en favor de la democracia y los derechos humanos en nuestro país.
El
libre comercio a escala global está enfrentando serios desafíos, entre otros,
Donald Trump quien se ha sumado al irracional cuestionamiento, que ni valora
los aportes positivos del libre comercio en la generación de empleo y
bienestar; ni aporta soluciones efectivas para enfrentar las inequidades que
puede generar. Por lo pronto ya ha rechazado el acuerdo Transpacífico,
seguramente paralizará el Transatlántico y tiene amenazado el Nafta. Pero también
afecta al libre comercio el Brexit, es decir, el retiro del Reino Unido de la
Unión Europea y las amenazas de retiro que también promueven otros candidatos,
con bastantes probabilidades de éxito, como Geert Wilders en Holanda quien
promociona el Nexit o Marine Le Pen en Francia con su Frexit.
En
este contexto, la esperanza del Mercosur de poder concluir prontamente el
acuerdo de libre comercio con la Unión Europea, que lleva más de doce años de
negociación, se presenta poco viable, pues la integración europea está
atravesando una de sus crisis más profundas y no debe estar muy dispuesta a
resolver con el Mercosur temas tan complejos como los subsidios a las
exportaciones agrícolas de la Política Agrícola Común. Pero el Mercosur también
contempla otras prioridades en materia de apertura comercial, como la
vinculación más estrecha con la Alianza del Pacifico y una futura negociación
con Corea del Sur. Otro escenario más complejo sería permitir las negociaciones
individuales y este podría ser el caso de las posibles negociaciones de Uruguay
con China.
Otra
señal positiva de la reunión ministerial ha sido retomar la compleja
problemática interna, desplazada por años de falso discurso ideológico, al
destacar la necesidad de avanzar internamente en la consolidación del libre
comercio, pues si bien han desmontado las listas nacionales de excepciones, aún
mantienen listas sectoriales como el sector automotor y el azúcar y, lo que es más
grave, han incrementado las restricciones no arancelarias.
Mercosur
tiene bastantes tareas internas por desarrollar, entre otras, destacan: la
crisis de la unión aduanera, los pocos avances del mercado común, las
deficiencias del mecanismo de solución de controversias, la ausencia de
mecanismos de equidad y protección temporal. Ahora bien, superar el falso
discurso ideológico en el que se concentraron por varios años y orientar la
atención a la intensa agenda pendiente son avances importantes.
Otra
de las tareas pendientes del Mercosur tiene que ver con el caso
venezolano.Recordemos que el gobierno uruguayo ha vetado el camino procedente
de aplicar el Protocolo de Ushuaia, es decir la cláusula democrática, a
Venezuela, por lo que asumieron un camino novedoso y complicado, como es la
“cesación”. Ahora, como lo establece la Decisión 10/16, está pendiente precisar
el contenido y alcance de este concepto en el Mercosur, lo que tiene
enfrentados al Paraguay, que sostiene que significa expulsión, con Uruguay que
sostiene la suspensión. Pendiente de la solución de esta contradicción, las
diferencias del proceso bolivariano con el Mercosur se profundizan.
El
proceso bolivariano ha fortalecido la línea autoritaria que violenta el
ordenamiento constitucional y los derechos humanos, pero aislarlo con la
expulsión no pareciera el camino más eficiente, ya que podría consolidar sus
irracionales posiciones. La suspensión, prevista en la cláusula democrática,
podría ser la opción adecuada para profundizar la presión internacional, que se
debería articular con la acción en la OEA y en esos y otros escenarios
críticos la presión debería asumir como hoja de ruta las cuatro condiciones que
ha señalado el Vaticano en la carta del Cardenal Pietro Parolin, a saber: 1.
Definir el cronograma electoral; 2. Soluciones a la crisis humanitaria
(alimentos, medicamentos); 3. Liberación de los presos políticos y 4.
Reconocimiento de la Asamblea Nacional.
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