miércoles, 10 de junio de 2015

Financiamiento del Desarrollo: Inversión Extranjera Directa vs. Deuda Externa

Econ. Aida Ziccarelli
Maestrante del Postgrado en 
Economía Internacional


La acumulación de capital es fundamental para financiar actividades productivas que promuevan el crecimiento y desarrollo económico.

El ingreso que genera la producción se distribuye a través de la remuneración a los factores productivos. Parte del ingreso se dirige al consumo, mientras la porción restante se ahorra, siendo los remunerados propensos a consumir o a ahorrar, dependiendo principalmente de la cantidad de ingreso que reciben. De acuerdo a John Maynard Keynes, a medida que el ingreso aumente, la proporción que se destina al consumo disminuye en relación al ahorro. Complementando este argumento, el poder adquisitivo deberá ser también suficiente para permitir la formación de ahorro interno. Quienes reciben ingresos muy bajos se ven obligados a racionarlo para comprar estrictamente aquellas mercancías que satisfagan sus necesidades básicas, por lo que difícilmente podrán obtener un excedente, menos aun cuando las elevadas tasas de inflación deterioran el ingreso en términos reales.

La inversión se origina gracias al ahorro, ya sea mediante la obtención de créditos por parte de los productores de los bancos donde fueron colocados los ahorros, o mediante la participación de los ahorristas en los mercados financieros, a través de la compra de instrumentos emitidos por los productores. La inversión también se origina por medio de la ejecución de actividades productivas por parte de los ahorristas directamente. Cuando el ahorro interno no es suficiente para la formación de capital productivo, surgen los agentes económicos del sector externo como alternativas de financiamiento.

La inversión es un elemento clave para corregir desequilibrios económicos y promover el crecimiento, ya que permite aumentar la oferta para satisfacer la demanda interna, combatiendo las altas tasas de inflación y generando mayores niveles de ingreso, lo que incentiva la formación de ahorro interno. De exportarse parte o la totalidad de lo que se produce, cuando las exportaciones superen las importaciones (y siempre que se registre superávit en la balanza de pagos[1]) se generará un aumento en las reservas internacionales, las cuales representan el ahorro en divisas de los países.

Las exportaciones de productos con mayor valor agregado, asociado al uso de altas tecnologías para su elaboración, permiten colocar a los productores de un país en posición de ventaja frente a sus competidores en el mundo. Las mercancías de bajo nivel tecnológico difícilmente serán importadas por países que producen para su consumo los mismos productos con mayor nivel tecnológico, o si pudiesen importarlos de otros países más avanzados en mejores condiciones. Racionalmente, los consumidores preferirán adquirir aquellas mercancías que sean de mejor calidad y se vendan a menores precios, por lo que los oferentes deberán hacer uso eficiente de los recursos productivos, mediante el empleo de trabajadores capacitados y haciendo mayor uso de las tecnologías. De esta manera los empresarios adquieren ventajas competitivas.

Desde la perspectiva de los productores, invertir capital en tecnología y para la contratación de trabajadores capacitados les permitirá mejorar su desempeño, debido al aumento en la productividad que se genera al fortalecer estos factores. Los sistemas de producción y comercialización se modernizarían, y los aumentos en la productividad facilitarían la acumulación de capital que, de ser reinvertido, permitiría que se fortalezca el ciclo productivo y se formen los círculos virtuosos de crecimiento[2].

Recurrir al sector externo para obtener recursos de capital para financiar el crecimiento y desarrollo económico es una práctica que permite compensar la escasez de ahorro interno que presente un país.

La inversión extranjera directa e indirecta son las principales fuentes de acceso al ahorro externo[3], siendo la primera la que genera producción de forma más expedita, ya que implica mayor compromiso por parte de los dueños del capital y participación en el proceso productivo, mientras que la inversión indirecta es aquella que agrupa los flujos de entrada de dinero, del cual podrán hacer uso los agentes locales al cumplir con las exigencias impuestas por prestamistas extranjeros. La inversión extranjera directa (IED) comprende el establecimiento de empresas en el país receptor, empleando recursos locales, mientras la inversión extranjera indirecta son flujos de capital que se obtienen mediante préstamos otorgados por gobiernos, bancos u organismos internacionales, o por medio de la emisión de títulos valores gubernamentales y/o corporativos colocados fuera del país. 

La entrada de IED potencia la competencia interna entre oferentes, que se ven obligados a aumentar su productividad para continuar participando en el mercado. Esta característica podría tener efectos negativos sobre los productores locales, quienes podrían ser desplazados si no adaptan su producción a las nuevas condiciones de mercado. Cuando la IED entra por medio de la fusión o adquisición de empresas locales, no se registra un aumento en el número de participantes de la competencia, y en los casos donde los productores nacionales sean desplazados incluso disminuiría la cantidad de oferentes. Además, los procesos de reestructuración empresarial, producto de las privatizaciones o el cambio de dueños, suelen eliminar puestos de trabajo.

Pero la fuerte competencia, que impulsa la productividad por medio del uso y desarrollo de nuevas tecnologías, e incentiva la formación de trabajadores calificados, depuraría los mercados, donde solo prevalecerían los productores más eficientes[4].

Al igual que la inversión interna en el sector real, la IED es una fuente de capital productivo con capacidad de generar empleo, que se coloca en los países destino como una alternativa laboral, con experiencia en mercados internacionales y procesos productivos distintos, y que suele contar con innovaciones tecnológicas desarrolladas en su país de origen que le han permitido expandirse internacionalmente. Además, la entrada de IED bajo la modalidad greenfield crea nuevos activos, con la construcción de nuevas instalaciones para operar.

Las empresas que desarrollen nuevas tecnologías, o que haga mayor uso de ellas para producir, obtendrían ventajas competitivas en el mercado, especialmente si el resto de los competidores no cuentan con este factor. Las empresas transnacionales de alto nivel tecnológico que se colocan en países menos avanzados adquieren una posición ventajosa frente a los competidores locales. Estas empresas a la vez requieren de recursos locales para operar, lo que podría ocasionar la transferencia de conocimientos en materia tecnológica y gerencial, favorable para el país receptor. También se originarían incentivos a la especialización de la mano de obra en los casos donde se requieran trabajadores altamente calificados, lo que impulsaría a la ciudadanía a hacer mayores exigencias para que mejore el sistema educativo local.

La competencia obliga a los empresarios a generar incentivos a los empleados para que sean más productivos, entre los que se encuentran los salarios elevados, que permiten el aumento de la demanda agregada y el ahorro. De esta manera, los trabajadores más calificados y eficientes obtendrían ventajas en el mercado laboral y serían más prósperos. 

Las ventajas competitivas de las empresas transnacionales se fortalecen al poder adquirir insumos productivos localmente, favoreciendo a los proveedores locales, o importarlos, pudiendo seleccionar la opción que les permita minimizar costos.

Al colocarse físicamente en el mercado local, las empresas transnacionales pueden responder más rápidamente ante cambios en las preferencias de los consumidores y continuar abarcando una porción significativa del mercado.

La inversión extranjera directa puede incidir positivamente sobre la economía del país que la recibe, ya que permite que aumente la producción y se generen nuevos puestos de trabajo, pudiendo incluso ayudar a corregir desequilibrios en la balanza de pagos. El uso de tecnologías foráneas, el empleo de trabajadores calificados y la compra de insumos a proveedores locales podrían estimular el desarrollo económico del país receptor. Esto ocurriría de originarse transferencias de conocimientos, incentivos a la formación de mano de obra especializada y la creación de más y mejores fuentes de empleo (directo e indirecto), impulsando también la competitividad de los proveedores nacionales, lo que pudiese generar un efecto expansivo de mejoras productivas.

Por otro lado, el desarrollo del sistema financiero interno permite a los países ampliar las opciones de financiamiento, al ofrecer diversos instrumentos de inversión a los emprendedores locales y extranjeros, lo que además estimula el ahorro interno y atrae capitales foráneos.

Los países que cumplen oportunamente con sus obligaciones financieras nacionales e internacionales generan mayor confianza entre los inversionistas, por lo que atraen mayores flujos de capitales y aumenta su capacidad de adquirir compromisos de deuda.

El endeudamiento es una opción de financiamiento que permite promover el crecimiento y desarrollo económico por medio del uso eficiente de los recursos obtenidos. Pero los países deben ser cautelosos al contraer compromisos de pago; la experiencia latinoamericana es una prueba de ello.

Inversión Extranjera Directa vs. Deuda Externa:
La Experiencia del Endeudamiento en América Latina

A diferencia de la IED, el endeudamiento implica un compromiso de pago. Si bien el dinero que se obtiene a través de préstamos puede ser invertido para producir y generar crecimiento económico, esta actividad debe ser rentable, de modo que se logre remunerar a los factores productivos, pagar las obligaciones crediticias y haber acumulado suficiente capital para seguir operando. Se debe hacer uso eficiente de los recursos productivos, incluyendo el capital recibido en préstamo, para aumentar los niveles de productividad que le permiten a las empresas ser competitivas.

En el caso de la entrada de IED, los riesgos de incursionar en un nuevo mercado son asumidos por los empresarios, quienes suelen contar con tecnología y capacidad gerencial que les permite ser competitivos en los países donde colocan sus inversiones.

En América Latina se ha recurrido a ambas formas de financiamiento externo, resultando del endeudamiento una experiencia difícil durante la década de 1980’s, aunque a partir de la década siguiente se observan señales de una inserción menos accidentada al mercado financiero internacional, a la vez que la entrada de IED ha aumentado significativamente en las tres últimas décadas.

El fuerte endeudamiento de América Latina que desató la crisis de la Década Perdida en los años ochenta tuvo sus orígenes en la década anterior, cuando los precios del petróleo y las materias primas aumentaron generando fuertes presiones inflacionarias a nivel mundial que llevarían a los países a adoptar medidas de política monetaria contractiva, que incluyeron el aumento de las tasas de interés. Los gobiernos que adquirieron deudas en América Latina, a diferencia de los asiáticos, no evaluaron detalladamente las condiciones impuestas para el pago de estas obligaciones, y los altos precios de los recursos naturales, abundantes en la región, representaban un aparente respaldo para hacer frente a cualquier eventualidad, permitiéndoles obtener calificaciones crediticias favorables.

El impacto ocurriría al caer los precios de las materias primas, a la vez que subieron las tasas de interés y los tipos de cambio de varios países de la región[5], haciéndose más difícil el pago de la deuda.

Los bancos privados internacionales que otorgaron los préstamos a los Estados latinoamericanos quedaron fuertemente expuestos al riesgo de incumplimiento.

México se declaró en default en 1982. Ese mismo año surgió un mercado secundario incipiente de deuda con descuento para la negociación de los préstamos soberanos, mecanismo adoptado por los bancos acreedores para mitigar el riesgo.

Para 1986, se ejecutaron planes de conversión “SWAPS” de deuda pública por inversión (canje por acciones de empresas estatales y otros activos), como alternativa de pago de las obligaciones.

La emisión de bonos Azteca en 1987 fue otro intento de facilitar el pago de la deuda mexicana. La importancia de la titularización de la deuda por medio de la emisión de estos bonos radica en su carácter de precursora del Plan Brady (CEPAL, 2013).

La reestructuración de la deuda a cambio de la participación en el “Programa para el crecimiento sostenido” fue una propuesta realizada por James Baker, Secretario del Tesoro de los Estado Unidos, en 1985. Para obtener más préstamos de bancos y organismos internacionales, los países que se adscribiesen al Plan debían cumplir con una serie de exigencias, entre las que se incluían “la liberalización del comercio y las inversiones, la reforma fiscal, los recortes presupuestarios, la eliminación de los subsidios gubernamentales, la privatización a gran escala, la reducción del salario mínimo y la liberalización de los mercados financieros nacionales” (CEPAL, 2013). El Plan Baker no tuvo éxito ya que los bancos y organismos internacionales se negaron a seguir prestando dinero a los países de la región, debido al riesgo aun fuerte de incumplimiento.

Finalmente en 1989, Nicholas Brady diseñaría el plan que ayudaría a los países latinoamericanos a salir de la crisis de la deuda, el denominado Plan Brady. Los préstamos de bancos fueron convertidos en títulos soberanos (Bonos Brady), reestructurándose la deuda al quedar reducido su valor nominal, o disminuyendo las tasas de interés a la que estaba sujeta.

El Plan Brady logró aliviar la carga de los deudores latinoamericanos, a la vez que disminuyó el riesgo de invertir en la región, hecho que también benefició a los acreedores. Mejoró entonces el acceso de América Latina a los mercados financieros internacionales gracias a este Plan.

La experiencia de la Década Perdida y el Plan Brady permitieron que se originase un cambio en la estrategia de endeudamiento de América Latina. Los préstamos de bancos internacionales con tasas de interés variable fueron reemplazados por la emisión de títulos soberanos.

Según la CEPAL (2013), entre 2003 y 2007 los montos de las emisiones anuales de bonos internacionales en Latinoamérica se mantuvieron por debajo de los 46 mil millones USD. En 2008 esta cifra disminuyó, siendo cercana a 20 mil millones USD, motivado posiblemente a la fuerte inestabilidad registrada en los mercados financieros internacionales debido a la crisis que inició en 2007. Pero entre 2009 y 2012, cuando los inversionistas se dirigieron a los mercados emergentes, al disminuir su participación en los países desarrollados donde se originó la crisis, el promedio anual de emisiones de deuda superó los 90 mil millones USD.

Recientemente, la estrategia de financiamiento por vía del endeudamiento del sector público en América Latina ha cambiado, pasando de la emisión de deuda externa soberana a recurrir a los mercados locales (deuda interna). A partir del año 2009, la emisión de deuda externa corporativa ha superado a la del sector público, permitiendo a las empresas de la región obtener financiamiento por más de 70 mil millones USD en promedio entre 2009 y 2012. Durante el mismo periodo, la emisión de deuda soberana en el exterior fue inferior a 20 mil millones USD (CEPAL, 2013).

También a partir del año 2009 ha aumentado la entrada de Inversión Extranjera Directa a Latinoamérica, registrando en promedio cerca de 150 mil millones USD anuales entre 2009 y 2013 (CEPAL, 2014). Esto ratifica la mayor confianza que han demostrado tener los inversionistas extranjeros en la región.

Según cifras recopiladas por la CEPAL (2013), en la década de los ochenta, el promedio anual de entrada de IED en la región fue cercana a 6 mil millones USD, mientras los préstamos de bancos privados internacionales en promedio alcanzaron más de 9 mil millones USD anuales. En los años noventa, el promedio anual de entrada de IED fue 40,13 mil millones USD, 5 mil millones USD por encima de la inversión extranjera indirecta (IEI)[6]. Durante la primera década del siglo XXI, el promedio de IED recibida fue superior a 94 mil millones USD anuales, equivalente a más de tres veces la IEI que entró en promedio durante el mismo periodo. La crisis financiera de 2007 hizo que los inversionistas dirigieran sus capitales a los mercados emergentes, incluyendo América Latina, región que recibió más de 156 mil millones USD en forma de IED, y más de 153 mil millones USD de IEI (promedio anual 2010-2011, para ambos casos).

Los países de América Latina que recibieron los mayores flujos de IED en 2012 coinciden con los que emitieron más bonos internacionales, estos son: Brasil, México, Chile, Colombia y Perú. Estos países han recurrido al ahorro externo por ambas vías de financiamiento, siendo la IED preponderante en casi todos los casos.

En el siguiente cuadro se observa la preferencia de Brasil, Chile, Colombia y Perú por recibir IED en lugar de emitir deuda entre los años 2008 y 2012. Esta tendencia es muy marcada en los casos de Brasil y Chile, seguidos por Colombia y Perú, mientras México ha recurrido a ambas formas de financiamiento externo, pero sin demostrar una preferencia clara por alguna de ellas: la emisión de títulos superó la entrada de IED en los años 2010 y 2012, y los flujos de IED fueron predominantes en 2008, 2009 y 2011.

Entrada de Inversión Extranjera Directa y Emisión de Bonos Internacionales
(En millones de USD, países seleccionados)

País
2012
2011
2010
2009
2008
Entrada IED
Emisión Bonos
Entrada IED
Emisión Bonos
Entrada IED
Emisión Bonos
Entrada IED
Emisión Bonos
Entrada IED
Emisión Bonos
Brasil
65 272
50 255
66 660
38 624
48 506
39 305
25 949
25 745
45 058
6 400
México
17 628
28 147
23 009
21 026
23 027
26 882
17 055
15 359
28 337
5 835
Chile
28 542
9 731
23 444
6 049
15 373
6 750
12 887
2 773
15 518
 -
Colombia
15 529
7 459
13 405
6 411
6 746
1 912
7 137
5 450
10 596
1 000
Perú
12 240
7 240
8 233
2 155
8 455
4 693
6 431
2 150
6 924
 -
Fuente: Elaboración propia en base a datos recopilados por la CEPAL.

Luego de la disminución de las tasas de crecimiento en el año 2009 de tres de las economías más prominentes de la región, México, Chile y Brasil, estos países lograron recuperarse rápidamente, compensándose la caída de 5% registrada en México[7] con un aumento de la misma magnitud en 2010, año en que el monto de emisión de bonos superó la entrada de IED. Brasil registró en 2010 una tasa de crecimiento de 8%, que descendió el año siguiente a 3% y en 2012 fue solo 1%, aunque los flujos de entrada de IED aumentaron durante ese periodo. Por otro lado, la economía chilena experimentó tasas de crecimiento superiores a 5% durante los años 2010, 2011 y 2012, siendo un país cuya preferencia por recibir IED es notoria.

            Dependiendo de las estrategias políticas y económicas que se adopten para impulsar determinados sectores productivos y para promover el desarrollo, los países podrán solicitar financiamiento por cualquiera de estas vías, considerando los pros y contras de cada una. A modo de conclusión, se agrupan a continuación los aspectos positivos y negativos de recurrir a la IED y/o al endeudamiento externo como fuentes de financiamiento.

Inversión Extranjera Directa
Aspectos positivos
Aspectos negativos
Complementa el ahorro interno
Sustituye el aparato productivo interno en algunos casos
Flujo de capital más estable, de efectos inmediatos
Tiende a dominar el mercado local. Se ejecutan prácticas empresariales que pudiesen generar distorsiones en el mercado
Crea nuevos activos
Los procesos de reestructuración empresarial suelen eliminar puestos de trabajo
Incrementa la oferta y el potencial de exportación
La concentración de beneficios acentuaría las desigualdades
Crea nuevas fuentes de empleo y mejores salarios
Explotación de recursos naturales
Estimula la demanda interna
Podría generar contaminación y destruir el ambiente
Experiencia internacional
Repatriación de utilidades
Se posibilita la transferencia de conocimientos
Podría imponer patrones de consumo que se contrapongan a las tradiciones locales
Se hace mayor uso de la tecnología (desarrollada en el extranjero)
Casos de evasión y fraude fiscal
Incentivo a la mano de obra calificada

Mayor productividad /eficiencia /competitividad

Acumulación de capital (por reinversión de utilidades, mayores salarios)

Incentivo a los proveedores locales para que sean más competitivos

Presiona para que mejoren las condiciones económicas del país destino

Facilita la inserción a los mercados globalizados

Fuente: Elaboración propia.



Deuda Externa
Aspectos positivos
Aspectos negativos
Complementa el ahorro interno
Es un capital que debe ser devuelto, y se deben pagar intereses por utilizarlo
Los ingresos obtenidos podrían estimular la producción
Los títulos de deuda son vulnerables ante fluctuaciones en el mercado financiero internacional
De aumentar la producción también lo haría el empleo y la demanda
La inestabilidad económica genera desconfianza entre los inversionistas, lo que obliga a ofrecer los títulos con altas tasas de interés para atraer compradores
Posiblemente se haría uso más consciente de los recursos naturales, y se contaminaría menos el ambiente
Suele existir un rezago entre el momento que se recibe el capital y cuando se le da uso productivo
Predominio de inversionistas locales
No siempre se le da uso productivo
Las decisiones empresariales serían tomadas por el Estado o los empresarios locales (estrategias nacionales)
No ocurrirían transferencias de conocimiento de fuentes extranjeras
El uso productivo de los recursos por parte del Estado conduciría al bienestar del país (desarrollo)
Uso limitado de la tecnología foránea, predomina la que se encuentre ya disponible localmente
Las utilidades obtenidas suelen ser reinvertidas localmente
Menos experiencia internacional en procesos de producción y comercialización, que hace relativamente difícil la inserción a los mercados mundiales
Es una alternativa de financiamiento también para corporaciones y bancos nacionales
El uso que se haga del capital obtenido queda a discrecionalidad del Estado (cuando es deuda soberana), por lo que algunos sectores podrían ser discriminados
Podría crear nuevos activos
Aumenta el déficit fiscal
La producción generaría demanda de insumos que podría beneficiar a los proveedores locales
Se dificulta el pago de la deuda en divisas ante devaluaciones de la moneda local
El pago oportuno de la deuda ayuda a generar confianza en los inversionistas extranjeros, lo que facilita el acceso a los mercados financieros internacionales
La balanza comercial obligatoriamente debe ser superavitaria para garantizar los pagos en el futuro
Fuente: Elaboración propia.


Referencias Bibliográficas

1)      Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) (2014), “La Inversión Extranjera Directa en América Latina y el Caribe, 2013”. Santiago de Chile.
2)      Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) (2013), “La montaña rusa del financiamiento externo. El acceso de América Latina y el Caribe a los mercados internacionales de bonos desde la crisis de la deuda, 1982-2012”. Santiago de Chile.
3)      Fondo Multilateral de Inversiones del Grupo BID (Banco Interamericano de Desarrollo) (2015), “Las remesas a América Latina y el Caribe superan su máximo valor histórico en 2014”. Washington, D.C.
4)      Krugman, Paul (2009). “De vuelta a la economía de la gran depresión y la crisis del 2008”. Grupo Editorial Norma, Colombia. 
5)      Maza Zavala, Domingo F. (2000). “Análisis Macroeconómico: Economía Real, Tomo I”. Universidad Central de Venezuela, Ediciones de la Biblioteca, EBUC, Venezuela.
6)      Montoya C., Carlos (2006).”La inversión extranjera como determinante del desarrollo en América Latina”. Revista Ciencias Estratégicas, vol. 14, núm. 15, enero-junio, pp. 21-31. Universidad Pontificia Bolivariana. Medellín, Colombia.





[1] Para que el superávit comercial genere un aumento en las reservas internacionales, el monto excedentario tendría que superar el déficit (si lo hubiese) en las cuentas financiera y/o de capitales. Las reservas internacionales aumentan al registrarse un saldo superavitario en la balanza de pagos, que incluye las cuentas comercial, financiera y de capitales.

[2] La CEPAL (2014) hace referencia a los círculos virtuosos de crecimiento (concepto planteado por Weller y Kaldewei) en su informe sobre inversión extranjera directa, indicando que: “Estimulados por un marco regulatorio adecuado, la acumulación de capital, el cambio tecnológico y niveles crecientes de calificación de la fuerza de trabajo inciden en aumentos de la productividad laboral y trayectorias de expansión económica elevada y sostenible. Un crecimiento de estas características facilita a su vez la generación de empleo de buena calidad, lo que otorga sostenibilidad social al proceso, mientras que el aumento del consumo estimula la demanda agregada retroalimentando círculos virtuosos de crecimiento”.

[3] Aunque las transferencias unilaterales también son una forma de acceder al ahorro externo, el presente trabajo se enfoca sólo en la inversión extranjera directa y el endeudamiento como fuentes de financiamiento. Las transferencias unilaterales incluyen las remesas que envían los emigrantes a sus países de origen, flujos de dinero de gran importancia para las economías de países centroamericanos como Honduras, Nicaragua y El Salvador, donde representan cerca de 20% del PIB (datos disponibles en el informe sobre remesas a América Latina y el Caribe 2014, elaborado por el Fondo Multilateral de Inversiones, miembro del Grupo BID).

[4] Más allá de las ventajas absolutas y comparativas expuestas por los autores Clásicos, las ventajas competitivas son aquellas que consideran la diferenciación de productos para satisfacer las preferencias de los consumidores, permitiendo que las mercancías adquieran mayor valor en el mercado. El concepto de ventajas competitivas fue introducido por Michael Porter a mediados de los años ochenta, y comprende la importancia de la estrategia empresarial para ofrecer productos de mayor valor en el mercado para aumentar los beneficios.
La competitividad se ha convertido en un factor fundamental para estimular la productividad de las empresas. El uso de la tecnología mejora los procesos de producción y comercialización, siendo el desarrollo de innovaciones tecnológicas una actividad muy valorada y lucrativa.

[5] Los regímenes cambiarios adoptados por países latinoamericanos originaron la sobrevaluación de sus monedas, siendo menos competitivos los productos nacionales frente a los importados. Las crisis de balanza comercial no tardarían en llegar, y las medidas correctivas que incluían fuertes devaluaciones hicieron más difícil el pago de la deuda en divisas.

[6] La inversión extranjera indirecta se compone por flujos financieros de capital, que incluyen la emisión de bonos, inversiones de cartera, préstamos de bancos y de acreedores oficiales.

[7] Las cifras sobre crecimiento económico fueron extraídas de la base de datos de la página Web del Banco Mundial. 

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