Econ. Aida Ziccarelli
Maestrante del Postgrado en
Economía Internacional
La acumulación de
capital es fundamental para financiar actividades productivas que promuevan el
crecimiento y desarrollo económico.
El ingreso que genera la
producción se distribuye a través de la remuneración a los factores
productivos. Parte del ingreso se dirige al consumo, mientras la porción
restante se ahorra, siendo los remunerados propensos a consumir o a ahorrar,
dependiendo principalmente de la cantidad de ingreso que reciben. De acuerdo a
John Maynard Keynes, a medida que el ingreso aumente, la proporción que se
destina al consumo disminuye en relación al ahorro. Complementando este
argumento, el poder adquisitivo deberá ser también suficiente para permitir la
formación de ahorro interno. Quienes reciben ingresos muy bajos se ven
obligados a racionarlo para comprar estrictamente aquellas mercancías que
satisfagan sus necesidades básicas, por lo que difícilmente podrán obtener un
excedente, menos aun cuando las elevadas tasas de inflación deterioran el
ingreso en términos reales.
La inversión se origina
gracias al ahorro, ya sea mediante la obtención de créditos por parte de los
productores de los bancos donde fueron colocados los ahorros, o mediante la
participación de los ahorristas en los mercados financieros, a través de la
compra de instrumentos emitidos por los productores. La inversión también se
origina por medio de la ejecución de actividades productivas por parte de los
ahorristas directamente. Cuando el ahorro interno no es suficiente para la
formación de capital productivo, surgen los agentes económicos del sector
externo como alternativas de financiamiento.
La inversión es un
elemento clave para corregir desequilibrios económicos y promover el
crecimiento, ya que permite aumentar la oferta para satisfacer la demanda
interna, combatiendo las altas tasas de inflación y generando mayores niveles
de ingreso, lo que incentiva la formación de ahorro interno. De exportarse
parte o la totalidad de lo que se produce, cuando las exportaciones superen las
importaciones (y siempre que se registre superávit en la balanza de pagos[1])
se generará un aumento en las reservas internacionales, las cuales representan
el ahorro en divisas de los países.
Las exportaciones de
productos con mayor valor agregado, asociado al uso de altas tecnologías para
su elaboración, permiten colocar a los productores de un país en posición de
ventaja frente a sus competidores en el mundo. Las mercancías de bajo nivel
tecnológico difícilmente serán importadas por países que producen para su
consumo los mismos productos con mayor nivel tecnológico, o si pudiesen
importarlos de otros países más avanzados en mejores condiciones.
Racionalmente, los consumidores preferirán adquirir aquellas mercancías que
sean de mejor calidad y se vendan a menores precios, por lo que los oferentes
deberán hacer uso eficiente de los recursos productivos, mediante el empleo de
trabajadores capacitados y haciendo mayor uso de las tecnologías. De esta
manera los empresarios adquieren ventajas competitivas.
Desde la perspectiva de
los productores, invertir capital en tecnología y para la contratación de
trabajadores capacitados les permitirá mejorar su desempeño, debido al aumento
en la productividad que se genera al fortalecer estos factores. Los sistemas de
producción y comercialización se modernizarían, y los aumentos en la
productividad facilitarían la acumulación de capital que, de ser reinvertido,
permitiría que se fortalezca el ciclo productivo y se formen los círculos virtuosos de crecimiento[2].
Recurrir al sector
externo para obtener recursos de capital para financiar el crecimiento y
desarrollo económico es una práctica que permite compensar la escasez de ahorro
interno que presente un país.
La inversión extranjera
directa e indirecta son las principales fuentes de acceso al ahorro externo[3],
siendo la primera la que genera producción de forma más expedita, ya que
implica mayor compromiso por parte de los dueños del capital y participación en
el proceso productivo, mientras que la inversión indirecta es aquella que
agrupa los flujos de entrada de dinero, del cual podrán hacer uso los agentes
locales al cumplir con las exigencias impuestas por prestamistas extranjeros.
La inversión extranjera directa (IED) comprende el establecimiento de empresas
en el país receptor, empleando recursos locales, mientras la inversión
extranjera indirecta son flujos de capital que se obtienen mediante préstamos
otorgados por gobiernos, bancos u organismos internacionales, o por medio de la
emisión de títulos valores gubernamentales y/o corporativos colocados fuera del
país.
La entrada de IED
potencia la competencia interna entre oferentes, que se ven obligados a
aumentar su productividad para continuar participando en el mercado. Esta
característica podría tener efectos negativos sobre los productores locales,
quienes podrían ser desplazados si no adaptan su producción a las nuevas
condiciones de mercado. Cuando la IED entra por medio de la fusión o
adquisición de empresas locales, no se registra un aumento en el número de
participantes de la competencia, y en los casos donde los productores
nacionales sean desplazados incluso disminuiría la cantidad de oferentes.
Además, los procesos de reestructuración empresarial, producto de las
privatizaciones o el cambio de dueños, suelen eliminar puestos de trabajo.
Pero la fuerte
competencia, que impulsa la productividad por medio del uso y desarrollo de
nuevas tecnologías, e incentiva la formación de trabajadores calificados,
depuraría los mercados, donde solo prevalecerían los productores más eficientes[4].
Al igual que la
inversión interna en el sector real, la IED es una fuente de capital productivo
con capacidad de generar empleo, que se coloca en los países destino como una
alternativa laboral, con experiencia en mercados internacionales y procesos
productivos distintos, y que suele contar con innovaciones tecnológicas
desarrolladas en su país de origen que le han permitido expandirse
internacionalmente. Además, la entrada de IED bajo la modalidad greenfield crea nuevos activos, con la
construcción de nuevas instalaciones para operar.
Las empresas que
desarrollen nuevas tecnologías, o que haga mayor uso de ellas para producir,
obtendrían ventajas competitivas en el mercado, especialmente si el resto de
los competidores no cuentan con este factor. Las empresas transnacionales de
alto nivel tecnológico que se colocan en países menos avanzados adquieren una
posición ventajosa frente a los competidores locales. Estas empresas a la vez
requieren de recursos locales para operar, lo que podría ocasionar la
transferencia de conocimientos en materia tecnológica y gerencial, favorable
para el país receptor. También se originarían incentivos a la especialización
de la mano de obra en los casos donde se requieran trabajadores altamente
calificados, lo que impulsaría a la ciudadanía a hacer mayores exigencias para
que mejore el sistema educativo local.
La competencia obliga a
los empresarios a generar incentivos a los empleados para que sean más
productivos, entre los que se encuentran los salarios elevados, que permiten el
aumento de la demanda agregada y el ahorro. De esta manera, los trabajadores
más calificados y eficientes obtendrían ventajas en el mercado laboral y serían
más prósperos.
Las ventajas
competitivas de las empresas transnacionales se fortalecen al poder adquirir
insumos productivos localmente, favoreciendo a los proveedores locales, o
importarlos, pudiendo seleccionar la opción que les permita minimizar costos.
Al colocarse físicamente
en el mercado local, las empresas transnacionales pueden responder más
rápidamente ante cambios en las preferencias de los consumidores y continuar
abarcando una porción significativa del mercado.
La inversión extranjera
directa puede incidir positivamente sobre la economía del país que la recibe,
ya que permite que aumente la producción y se generen nuevos puestos de
trabajo, pudiendo incluso ayudar a corregir desequilibrios en la balanza de
pagos. El uso de tecnologías foráneas, el empleo de trabajadores calificados y
la compra de insumos a proveedores locales podrían estimular el desarrollo
económico del país receptor. Esto ocurriría de originarse transferencias de
conocimientos, incentivos a la formación de mano de obra especializada y la
creación de más y mejores fuentes de empleo (directo e indirecto), impulsando también
la competitividad de los proveedores nacionales, lo que pudiese generar un
efecto expansivo de mejoras productivas.
Por otro lado, el
desarrollo del sistema financiero interno permite a los países ampliar las
opciones de financiamiento, al ofrecer diversos instrumentos de inversión a los
emprendedores locales y extranjeros, lo que además estimula el ahorro interno y
atrae capitales foráneos.
Los países que cumplen
oportunamente con sus obligaciones financieras nacionales e internacionales
generan mayor confianza entre los inversionistas, por lo que atraen mayores
flujos de capitales y aumenta su capacidad de adquirir compromisos de deuda.
El endeudamiento es una
opción de financiamiento que permite promover el crecimiento y desarrollo
económico por medio del uso eficiente de los recursos obtenidos. Pero los
países deben ser cautelosos al contraer compromisos de pago; la experiencia
latinoamericana es una prueba de ello.
Inversión Extranjera Directa vs. Deuda Externa:
La Experiencia del Endeudamiento en América Latina
A diferencia de la IED,
el endeudamiento implica un compromiso de pago. Si bien el dinero que se
obtiene a través de préstamos puede ser invertido para producir y generar
crecimiento económico, esta actividad debe ser rentable, de modo que se logre
remunerar a los factores productivos, pagar las obligaciones crediticias y
haber acumulado suficiente capital para seguir operando. Se debe hacer uso
eficiente de los recursos productivos, incluyendo el capital recibido en
préstamo, para aumentar los niveles de productividad que le permiten a las
empresas ser competitivas.
En el caso de la entrada
de IED, los riesgos de incursionar en un nuevo mercado son asumidos por los
empresarios, quienes suelen contar con tecnología y capacidad gerencial que les
permite ser competitivos en los países donde colocan sus inversiones.
En América Latina se ha
recurrido a ambas formas de financiamiento externo, resultando del
endeudamiento una experiencia difícil durante la década de 1980’s, aunque a
partir de la década siguiente se observan señales de una inserción menos
accidentada al mercado financiero internacional, a la vez que la entrada de IED
ha aumentado significativamente en las tres últimas décadas.
El fuerte endeudamiento
de América Latina que desató la crisis de la Década Perdida en los años ochenta tuvo sus orígenes en la década
anterior, cuando los precios del petróleo y las materias primas aumentaron generando
fuertes presiones inflacionarias a nivel mundial que llevarían a los países a
adoptar medidas de política monetaria contractiva, que incluyeron el aumento de
las tasas de interés. Los gobiernos que adquirieron deudas en América Latina, a
diferencia de los asiáticos, no evaluaron detalladamente las condiciones
impuestas para el pago de estas obligaciones, y los altos precios de los
recursos naturales, abundantes en la región, representaban un aparente respaldo
para hacer frente a cualquier eventualidad, permitiéndoles obtener
calificaciones crediticias favorables.
El impacto ocurriría al
caer los precios de las materias primas, a la vez que subieron las tasas de
interés y los tipos de cambio de varios países de la región[5],
haciéndose más difícil el pago de la deuda.
Los bancos privados
internacionales que otorgaron los préstamos a los Estados latinoamericanos
quedaron fuertemente expuestos al riesgo de incumplimiento.
México se declaró en default en 1982. Ese mismo año surgió un
mercado secundario incipiente de deuda con descuento para la negociación de los
préstamos soberanos, mecanismo adoptado por los bancos acreedores para mitigar
el riesgo.
Para 1986, se ejecutaron
planes de conversión “SWAPS” de deuda pública por inversión (canje por acciones
de empresas estatales y otros activos), como alternativa de pago de las
obligaciones.
La emisión de bonos
Azteca en 1987 fue otro intento de facilitar el pago de la deuda mexicana. La importancia
de la titularización de la deuda por medio de la emisión de estos bonos radica
en su carácter de precursora del Plan Brady (CEPAL, 2013).
La reestructuración de la deuda a cambio de la
participación en el “Programa para el crecimiento sostenido” fue una propuesta
realizada por James Baker, Secretario del Tesoro de los Estado Unidos, en 1985.
Para obtener más préstamos de bancos y organismos internacionales, los países
que se adscribiesen al Plan debían cumplir con una serie de exigencias, entre
las que se incluían “la liberalización
del comercio y las inversiones, la reforma fiscal, los recortes
presupuestarios, la eliminación de los subsidios gubernamentales, la
privatización a gran escala, la reducción del salario mínimo y la
liberalización de los mercados financieros nacionales” (CEPAL, 2013). El
Plan Baker no tuvo éxito ya que los bancos y organismos internacionales se
negaron a seguir prestando dinero a los países de la región, debido al riesgo
aun fuerte de incumplimiento.
Finalmente en 1989,
Nicholas Brady diseñaría el plan que ayudaría a los países latinoamericanos a
salir de la crisis de la deuda, el denominado Plan Brady. Los préstamos de
bancos fueron convertidos en títulos soberanos (Bonos Brady), reestructurándose
la deuda al quedar reducido su valor nominal, o disminuyendo las tasas de
interés a la que estaba sujeta.
El Plan Brady logró
aliviar la carga de los deudores latinoamericanos, a la vez que disminuyó el
riesgo de invertir en la región, hecho que también benefició a los acreedores. Mejoró
entonces el acceso de América Latina a los mercados financieros internacionales
gracias a este Plan.
La experiencia de la Década Perdida y el Plan Brady
permitieron que se originase un cambio en la estrategia de endeudamiento de
América Latina. Los préstamos de bancos internacionales con tasas de interés
variable fueron reemplazados por la emisión de títulos soberanos.
Según la CEPAL (2013),
entre 2003 y 2007 los montos de las emisiones anuales de bonos internacionales
en Latinoamérica se mantuvieron por debajo de los 46 mil millones USD. En 2008 esta
cifra disminuyó, siendo cercana a 20 mil millones USD, motivado posiblemente a
la fuerte inestabilidad registrada en los mercados financieros internacionales
debido a la crisis que inició en 2007. Pero entre 2009 y 2012, cuando los
inversionistas se dirigieron a los mercados emergentes, al disminuir su
participación en los países desarrollados donde se originó la crisis, el
promedio anual de emisiones de deuda superó los 90 mil millones USD.
Recientemente, la
estrategia de financiamiento por vía del endeudamiento del sector público en
América Latina ha cambiado, pasando de la emisión de deuda externa soberana a
recurrir a los mercados locales (deuda interna). A partir del año 2009, la
emisión de deuda externa corporativa ha superado a la del sector público, permitiendo
a las empresas de la región obtener financiamiento por más de 70 mil millones
USD en promedio entre 2009 y 2012. Durante el mismo periodo, la emisión de
deuda soberana en el exterior fue inferior a 20 mil millones USD (CEPAL, 2013).
También a partir del año
2009 ha aumentado la entrada de Inversión Extranjera Directa a Latinoamérica,
registrando en promedio cerca de 150 mil millones USD anuales entre 2009 y 2013
(CEPAL, 2014). Esto ratifica la mayor confianza que han demostrado tener los
inversionistas extranjeros en la región.
Según cifras recopiladas
por la CEPAL (2013), en la década de los ochenta, el promedio anual de entrada
de IED en la región fue cercana a 6 mil millones USD, mientras los préstamos de
bancos privados internacionales en promedio alcanzaron más de 9 mil millones
USD anuales. En los años noventa, el promedio anual de entrada de IED fue 40,13
mil millones USD, 5 mil millones USD por encima de la inversión extranjera
indirecta (IEI)[6].
Durante la primera década del siglo XXI, el promedio de IED recibida fue
superior a 94 mil millones USD anuales, equivalente a más de tres veces la IEI
que entró en promedio durante el mismo periodo. La crisis financiera de 2007
hizo que los inversionistas dirigieran sus capitales a los mercados emergentes,
incluyendo América Latina, región que recibió más de 156 mil millones USD en
forma de IED, y más de 153 mil millones USD de IEI (promedio anual 2010-2011,
para ambos casos).
Los países de América
Latina que recibieron los mayores flujos de IED en 2012 coinciden con los que
emitieron más bonos internacionales, estos son: Brasil, México, Chile, Colombia
y Perú. Estos países han recurrido al ahorro externo por ambas vías de
financiamiento, siendo la IED preponderante en casi todos los casos.
En el siguiente cuadro
se observa la preferencia de Brasil, Chile, Colombia y Perú por recibir IED en
lugar de emitir deuda entre los años 2008 y 2012. Esta tendencia es muy marcada
en los casos de Brasil y Chile, seguidos por Colombia y Perú, mientras México
ha recurrido a ambas formas de financiamiento externo, pero sin demostrar una
preferencia clara por alguna de ellas: la emisión de títulos superó la entrada
de IED en los años 2010 y 2012, y los flujos de IED fueron predominantes en
2008, 2009 y 2011.
Entrada de Inversión Extranjera Directa y Emisión de Bonos
Internacionales
(En millones de USD, países
seleccionados)
País
|
2012
|
2011
|
2010
|
2009
|
2008
|
|||||
Entrada IED
|
Emisión Bonos
|
Entrada IED
|
Emisión Bonos
|
Entrada IED
|
Emisión Bonos
|
Entrada IED
|
Emisión Bonos
|
Entrada IED
|
Emisión Bonos
|
|
Brasil
|
65 272
|
50 255
|
66 660
|
38 624
|
48 506
|
39 305
|
25 949
|
25 745
|
45 058
|
6 400
|
México
|
17 628
|
28 147
|
23 009
|
21 026
|
23 027
|
26 882
|
17 055
|
15 359
|
28 337
|
5 835
|
Chile
|
28 542
|
9 731
|
23 444
|
6 049
|
15 373
|
6 750
|
12 887
|
2 773
|
15 518
|
-
|
Colombia
|
15 529
|
7 459
|
13 405
|
6 411
|
6 746
|
1 912
|
7 137
|
5 450
|
10 596
|
1 000
|
Perú
|
12 240
|
7 240
|
8 233
|
2 155
|
8 455
|
4 693
|
6 431
|
2 150
|
6 924
|
-
|
Fuente:
Elaboración propia en base a datos recopilados por la CEPAL.
Luego de la disminución
de las tasas de crecimiento en el año 2009 de tres de las economías más prominentes
de la región, México, Chile y Brasil, estos países lograron recuperarse
rápidamente, compensándose la caída de 5% registrada en México[7] con un aumento de la misma magnitud
en 2010, año en que el monto de emisión de bonos superó la entrada de IED.
Brasil registró en 2010 una tasa de crecimiento de 8%, que descendió el año
siguiente a 3% y en 2012 fue solo 1%, aunque los flujos de entrada de IED
aumentaron durante ese periodo. Por otro lado, la economía chilena experimentó
tasas de crecimiento superiores a 5% durante los años 2010, 2011 y 2012, siendo
un país cuya preferencia por recibir IED es notoria.
Dependiendo
de las estrategias políticas y económicas que se adopten para impulsar determinados
sectores productivos y para promover el desarrollo, los países podrán solicitar
financiamiento por cualquiera de estas vías, considerando los pros y contras de
cada una. A modo de conclusión, se agrupan a continuación los aspectos
positivos y negativos de recurrir a la IED y/o al endeudamiento externo como
fuentes de financiamiento.
Inversión Extranjera Directa
|
|
Aspectos positivos
|
Aspectos negativos
|
Complementa el ahorro interno
|
Sustituye el aparato productivo interno
en algunos casos
|
Flujo de capital más estable, de efectos
inmediatos
|
Tiende a dominar el mercado local. Se
ejecutan prácticas empresariales que pudiesen generar distorsiones en el
mercado
|
Crea nuevos activos
|
Los procesos de reestructuración
empresarial suelen eliminar puestos de trabajo
|
Incrementa la oferta y el potencial de
exportación
|
La concentración de beneficios
acentuaría las desigualdades
|
Crea nuevas fuentes de empleo y mejores
salarios
|
Explotación de recursos naturales
|
Estimula la demanda interna
|
Podría generar contaminación y destruir
el ambiente
|
Experiencia internacional
|
Repatriación de utilidades
|
Se posibilita la transferencia de
conocimientos
|
Podría imponer patrones de consumo que
se contrapongan a las tradiciones locales
|
Se hace mayor uso de la tecnología
(desarrollada en el extranjero)
|
Casos de evasión y fraude fiscal
|
Incentivo a la mano de obra calificada
|
|
Mayor productividad /eficiencia /competitividad
|
|
Acumulación de capital (por reinversión
de utilidades, mayores salarios)
|
|
Incentivo a los proveedores locales para
que sean más competitivos
|
|
Presiona para que mejoren las
condiciones económicas del país destino
|
|
Facilita la inserción a los mercados
globalizados
|
|
Fuente: Elaboración propia.
Deuda Externa
|
|
Aspectos positivos
|
Aspectos negativos
|
Complementa el ahorro interno
|
Es un capital que debe ser devuelto, y
se deben pagar intereses por utilizarlo
|
Los ingresos obtenidos podrían estimular
la producción
|
Los títulos de deuda son vulnerables
ante fluctuaciones en el mercado financiero internacional
|
De aumentar la producción también lo
haría el empleo y la demanda
|
La inestabilidad económica genera
desconfianza entre los inversionistas, lo que obliga a ofrecer los títulos
con altas tasas de interés para atraer compradores
|
Posiblemente se haría uso más consciente
de los recursos naturales, y se contaminaría menos el ambiente
|
Suele existir un rezago entre el momento
que se recibe el capital y cuando se le da uso productivo
|
Predominio de inversionistas locales
|
No siempre se le da uso productivo
|
Las decisiones empresariales serían
tomadas por el Estado o los empresarios locales (estrategias nacionales)
|
No ocurrirían transferencias de
conocimiento de fuentes extranjeras
|
El uso productivo de los recursos por
parte del Estado conduciría al bienestar del país (desarrollo)
|
Uso limitado de la tecnología foránea,
predomina la que se encuentre ya disponible localmente
|
Las utilidades obtenidas suelen ser
reinvertidas localmente
|
Menos experiencia internacional en
procesos de producción y comercialización, que hace relativamente difícil la
inserción a los mercados mundiales
|
Es una alternativa de financiamiento
también para corporaciones y bancos nacionales
|
El uso que se haga del capital obtenido
queda a discrecionalidad del Estado (cuando es deuda soberana), por lo que
algunos sectores podrían ser discriminados
|
Podría crear nuevos activos
|
Aumenta el déficit fiscal
|
La producción generaría demanda de
insumos que podría beneficiar a los proveedores locales
|
Se dificulta el pago de la deuda en
divisas ante devaluaciones de la moneda local
|
El pago oportuno de la deuda ayuda a
generar confianza en los inversionistas extranjeros, lo que facilita el
acceso a los mercados financieros internacionales
|
La balanza comercial obligatoriamente debe
ser superavitaria para garantizar los pagos en el futuro
|
Fuente:
Elaboración propia.
Referencias Bibliográficas
1) Comisión Económica para América
Latina y el Caribe (CEPAL) (2014), “La
Inversión Extranjera Directa en América Latina y el Caribe, 2013”. Santiago
de Chile.
2) Comisión Económica para América
Latina y el Caribe (CEPAL) (2013), “La
montaña rusa del financiamiento externo. El acceso de América Latina y el
Caribe a los mercados internacionales de bonos desde la crisis de la deuda,
1982-2012”. Santiago de Chile.
3) Fondo Multilateral de Inversiones
del Grupo BID (Banco Interamericano de Desarrollo) (2015), “Las remesas a América Latina y el Caribe
superan su máximo valor histórico en 2014”. Washington, D.C.
4)
Krugman, Paul (2009). “De vuelta a
la economía de la gran depresión y la crisis del 2008”. Grupo Editorial
Norma, Colombia.
5)
Maza Zavala, Domingo F. (2000). “Análisis
Macroeconómico: Economía Real, Tomo I”. Universidad Central de Venezuela,
Ediciones de la Biblioteca, EBUC, Venezuela.
6)
Montoya
C., Carlos (2006).”La inversión
extranjera como determinante del desarrollo en América Latina”. Revista
Ciencias Estratégicas, vol. 14, núm. 15, enero-junio, pp. 21-31. Universidad
Pontificia Bolivariana. Medellín, Colombia.
[1] Para que el superávit comercial
genere un aumento en las reservas internacionales, el monto excedentario
tendría que superar el déficit (si lo hubiese) en las cuentas financiera y/o de
capitales. Las reservas internacionales aumentan al registrarse un saldo
superavitario en la balanza de pagos, que incluye las cuentas comercial,
financiera y de capitales.
[2] La CEPAL (2014) hace
referencia a los círculos virtuosos de crecimiento (concepto planteado por
Weller y Kaldewei) en su informe sobre inversión extranjera directa, indicando
que: “Estimulados por un marco
regulatorio adecuado, la acumulación de capital, el cambio tecnológico y
niveles crecientes de calificación de la fuerza de trabajo inciden en aumentos
de la productividad laboral y trayectorias de expansión económica elevada y
sostenible. Un crecimiento de estas características facilita a su vez la
generación de empleo de buena calidad, lo que otorga sostenibilidad social al
proceso, mientras que el aumento del consumo estimula la demanda agregada
retroalimentando círculos virtuosos de crecimiento”.
[3] Aunque las
transferencias unilaterales también son una forma de acceder al ahorro externo,
el presente trabajo se enfoca sólo en la inversión extranjera directa y el
endeudamiento como fuentes de financiamiento. Las transferencias unilaterales
incluyen las remesas que envían los emigrantes a sus países de origen, flujos
de dinero de gran importancia para las economías de países centroamericanos
como Honduras, Nicaragua y El Salvador, donde representan cerca de 20% del PIB
(datos disponibles en el informe sobre remesas a América Latina y el Caribe
2014, elaborado por el Fondo Multilateral de Inversiones, miembro del Grupo
BID).
[4] Más allá de las
ventajas absolutas y comparativas expuestas por los autores Clásicos, las
ventajas competitivas son aquellas que consideran la diferenciación de
productos para satisfacer las preferencias de los consumidores, permitiendo que
las mercancías adquieran mayor valor en el mercado. El concepto de ventajas
competitivas fue introducido por Michael Porter a mediados de los años ochenta,
y comprende la importancia de la estrategia empresarial para ofrecer productos
de mayor valor en el mercado para aumentar los beneficios.
La competitividad se ha
convertido en un factor fundamental para estimular la productividad de las
empresas. El uso de la tecnología mejora los procesos de producción y
comercialización, siendo el desarrollo de innovaciones tecnológicas una actividad
muy valorada y lucrativa.
[5] Los regímenes cambiarios adoptados por países latinoamericanos originaron
la sobrevaluación de sus monedas, siendo menos competitivos los productos
nacionales frente a los importados. Las crisis de balanza comercial no
tardarían en llegar, y las medidas correctivas que incluían fuertes
devaluaciones hicieron más difícil el pago de la deuda en divisas.
[6] La inversión extranjera
indirecta se compone por flujos financieros de capital, que incluyen la emisión
de bonos, inversiones de cartera, préstamos de bancos y de acreedores
oficiales.
[7] Las cifras sobre
crecimiento económico fueron extraídas de la base de datos de la página Web del
Banco Mundial.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario