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Felix Arellano
Los temas religiosos, de género, de etnia y de cultura también ocupan la atención de los discursos manipuladores autoritarios. En este contexto se tiende a observar una perversa mezcla de racismo, misoginia, homofobia, islamofobia y, en general, intolerancia que puede responder a pasiones y frustraciones
La democracia está enfrentando en varios países una fuerte embestida de quienes aprovechan sus bondades para destruirla progresivamente. Crecen los grupos y líderes políticos que abusando de las libertades inherentes a la democracia, están cultivando odio y violencia; promueven pasiones y hormonas para estimular el voto y llegar al poder, para luego perpetuarse y dar rienda suelta al autoritarismo, destruyendo las instituciones democráticas y, en particular, las libertades que aprovecharon desde la oposición. El gobierno bolivariano en Venezuela es uno de los ejemplos más ilustrativos, pero arrecia el autoritarismo en varios países desarrollados y Trump representa una importante manifestación.
Uno de los temas que manipulan tiene que ver con la economía y la globalización. Con medias verdades atacan al mercado y al libre comercio y promueven un falso nacionalismo económico, que en la práctica tiende a destruir oportunidades y empobrecer. Con el chivo expiatorio de una globalización que “roba los empleos”, se exacerba las pasiones nacionales. El discurso manipulador se concentra en las inequidades que tiende a genera el libre comercio, en particular para los sectores económicos más débiles; pero, menosprecia los beneficios que el libre comercio puede generar en creación de empleos, atracción de inversiones y bienestar social.
El discurso manipulador de los radicales pregona la destruición de los acuerdos comerciales y el libre comercio y el gobierno bolivariano avanzó en ese irracional camino al retirarse de la Comunidad Andina y el Grupo de los Tres. Pero este falso discurso lo encontramos en el Brexit y también en Trump. Ahora bien, la solución nos exige trabajo creativo y no discurso manipulador, para enfrentar las inequidades del libre comercio, entre otros, con mecanismos de asimetría, de escape y de protección temporal, como las salvaguardias comerciales.
Otro de los temas privilegiados en la manipulación autoritaria tiene que ver con el rechazo a lo diverso, lo diferente, lo extranjero. La xenofobia y la exclusión van creciendo, particularmente en las sociedades industrializadas cuyo nivel de vida resulta atractivo para los pobres del mundo. Las migraciones se incrementan por razones económicas y políticas y las reacciones simplistas se orientan a la exclusión y el rechazo. La construcción de muros o estados de excepción no resuelven nada, agravan los problemas existentes y crean nuevos. Es evidente que las soluciones no son fáciles, pero cultivar la violencia no es el camino, resulta fundamental trabajar activamente en el cambio de las condiciones de vida en los países de origen. La violencia en Siria, Libia e Irak es uno de los detonantes de las migraciones. La pobreza y la violación de los derechos humanos en muchos países en desarrollo son causa de migraciones, y en algunos casos la comunidad internacional apoya las dictaduras y gobiernos autoritarios principales responsables de que sus sociedades emigren.
Los temas religiosos, de género, de etnia y de cultura también ocupan la atención de los discursos manipuladores autoritarios. En este contexto se tiende a observar una perversa mezcla de racismo, misoginia, homofobia, islamofobia y, en general, intolerancia que puede responder a pasiones y frustraciones. Otra temática compleja que exige de un profundo esfuerzo cooperativo de toda la sociedad: familia, escuela, iglesias, medios de comunicación, sociedad civil para la construcción y reproducción de valores de paz, convivencia y tolerancia.
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