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Felix Arellano
Seguramente, al entrar en la necesaria revisión del texto del acuerdo, con el objetivo de reducir privilegios, es factible que el número de disidentes en la FARC, quienes rechazan la paz y prefieren mantenerse armados, se pueda incrementar. La combinación de armas, narcotráfico y secuestros ha demostrado ser muy rentable, y es posible que ahora el interés por la paz se reduzca
El triunfo del no en el reciente plebiscito colombiano ha resultado un punto de inflexión para la consolidación de la democracia, las instituciones democráticas, en particular su sistema electoral y los derechos humanos; empero, también genera grandes retos para todos los involucrados en el proceso de paz, en particular para las FARC, que se enfrentan a la posibilidad de un nuevo acuerdo con menos privilegios y, unido a las incertidumbres de la FARC, se encuentra el gobierno bolivariano, uno de sus principales aliados, lo que pudiera conllevar peligrosas consecuencias para nuestro país.
omo finalmente lo reconoció el Presidente Santos, el domingo 02 de octubre en la noche, en su breve pero brillante discurso, la paz no está en peligro. No era cierto que el triunfo del no significaría el abismo, simplemente significaba la necesidad de hacer reformas en el texto del acuerdo, para lograr una paz más justa y más equilibrada. Se trata, fundamentalmente, de reducir algunos de los privilegios que en el acuerdo se otorgan a las FARC.
Luego del triunfo del no apreciamos un cambio importante, la nueva actitud del Presidente Santos, menos arrogante y triunfalista, reconociendo la existencia de los contrarios y prueba de ello han sido las reuniones que ha sostenido con los Expresidentes Uribe y Pastrana, para coordinar el trabajo inmediato. Esperemos que el impactante Premio Nobel de la paz, no cambie su actitud, por el contrario, que comprenda que su gran reto frente a Colombia y el mundo es lograr el acuerdo más equilibrado que ha pedido el pueblo colombiano.
Naturalmente también es un desafío para Uribe, quien se crece en la crítica y en la oposición, pero ahora tiene que dialogar y cooperar para que la paz sea pronto una realidad y no se pierdan avances importantes como el cese al fuego y el desarme de las FARC. Pareciera que una de las tareas inmediatas y más duras es lograr una mayor precisión y claridad en lo relativo a la justicia transicional, que permita precisar la naturaleza y dimensión de las sanciones.
Ahora bien, las FARC enfrentan retos significativos, pues el pueblo colombiano rechaza la diversidad de privilegios que recibe en el acuerdo, que por cierto, se presentaron desde el momento en que inicia la negociación, con una agenda desproporcionada, que incluía el debate de políticas públicas, función que corresponde a los órganos públicos y a la sociedad civil. El escenario radical de desconocer los resultados del plebiscito y mantener lo acordado, resulta inviable políticamente. Entonces las FARC deben evaluar las opciones de reducción de sus privilegios, pues tampoco les debe resultar muy atractivo volver a la montaña a una guerra pérdida, más aún cuando es un hecho que sus principales líderes se encuentran un poco envejecidos y aburguesados en los privilegios del comunismo cubano.
Seguramente, al entrar en la necesaria revisión del texto del acuerdo, con el objetivo de reducir privilegios, es factible que el número de disidentes en la FARC, quienes rechazan la paz y prefieren mantenerse armados, se pueda incrementar. La combinación de armas, narcotráfico y secuestros ha demostrado ser muy rentable, y es posible que ahora el interés por la paz se reduzca.
Sería ideal para la paz que el desarme y la desmovilización de las FARC se logren prontamente y quienes opten por mantenerse armados deben enfrentar el mayor peso de la ley. En este escenario entran los países vecinos que se pueden convertir en refugios naturales para los grupos disidentes y armados de las FARC. El caso venezolano resulta muy sensible, por la estrecha relación que ha mantenido el gobierno bolivariano con este grupo guerrillero. Ahora bien, tanto para el pueblo venezolano, como para la región, sería muy grave que los disidentes de las FARC logren apoyos y la guerra se traslade a otros países.
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