jueves, 15 de agosto de 2019

EL BOLÍVAR: ni fuerte ni soberano en Venezuela 2019


EL BOLÍVAR: ni fuerte ni soberano
en Venezuela 2019

EDUARDO ORTIZ RAMIREZ


La administración bolivariana -en la versión del presidente NM- se planteó numerosísimas expectativas en base al programa puesto en ejecución el 17 de agosto de 2018 y del cual próximamente se cumple un año, con resultados totalmente distantes de los planteados en los propósitos al comunicar el mismo[1]. Se trataba de un plan multipropósito, aunque no tuviera las mejores herramientas o conceptualizaciones. Un elemento nucleador de todos estos propósitos en la oferta gubernamental era el nuevo cono monetario (el del bolívar Soberano)[2].
Después de su puesta en práctica debieron arreglarse los problemas del efectivo, salarios, inflación, manejo de las divisas, problemas fiscales y de financiamiento externo y no fue así. Basta seguir la secuencia oral y propositiva del presidente para ordenarlo de tal manera. Y no era fácil que pudiese ser así, no se consiguen tantas cosas con los conos monetarios, así tengan el “manto protector” de una criptomoneda (por lo demás, de difícil potencia y particular desempeño como el petro de aquel momento –y de hoy también-).
Se puede establecer un nuevo cono monetario poniendo ceros o quitando ceros (es este el ejecutado y el más frecuente) y los precios se mueven globalmente, en un sentido estático, hacia un nuevo nivel, pero todos en bloque y eso independiente del proceso inflacionario o hiperinflacionario que agobie una economía. Pasados los movimientos iniciales, poco a poco o rápidamente, según las intensidades y magnitudes, los movimientos de precios y salarios relativos vuelven a sus equilibrios o equilibrios inestables, según los casos. Con desequilibrios acentuados y sin muchos instrumentos de actuación la inflación vuelve a ser “necesaria”[3] o inevitable, para continuar las dinámicas de los desequilibrios de una determinada economía. Se trata de que realmente la inflación, y más aún la hiperinflación, son procesos traumáticos y alteradores del bienestar y la felicidad de ciudadanos y agentes económicos. En el caso de la actualidad venezolana, sobre todo en sus dos o tres últimos años y también para el momento de comunicación del plan propuesto por NM, de todas maneras, se añaden dos elementos altamente explosivos: la dinámica cambiaria que ha venido extendiéndose vía dolarización informal  y un descomunal aumento del salario mínimo –que multiplicó a este último por 60-. El balance global puede caracterizarse como el de un triunfo categórico de la dolarización y la hiperinflación –a pesar de algunas variaciones en meses del año 2019, donde según los datos suministrados por la Asamblea Nacional han andado sobre 20 y 30 % mensual como en los dos últimos meses recientes, respectivamente-[4].
La inflación se conceptualiza como un crecimiento diferente en los precios de bienes y servicios. Si los precios de todos los factores y mercancías subiesen en la misma proporción no habría inflación. Sucede que, un factor participante, observa que su remuneración o contraprestación no sube en la misma intensidad que la de los otros; ese factor es el trabajo o la fuerza de trabajo; de allí la metáfora de los precios de los bienes subiendo por los ascensores y los del trabajo por las escaleras. En la Venezuela de los sesenta y parte de los setenta no había inflación o el nivel de esta era considerablemente bajo, convirtiéndose en imperceptible. Después de mediados de los setenta y por un periodo que abarca ya más de cuarenta años –incluidos los veinte de la administración bolivariana- los venezolanos en mayor o menor intensidad, según los años, lustros y gobiernos, se han tenido que acostumbrar a vivir con inflación[5]; esto es, la inflación se ha vuelto un fenómeno estructural. Debe destacarse que para inicios de los años 2000, se observaba ya un mejoramiento de la variable inflación en buena parte de los países latinoamericanos. En el contexto de la administración bolivariana, el que se continuase con inflación de dos dígitos ha implicado, para 2013 y 2014, 2015, 2016 y 2017  niveles de inflación de 40,6,  62,2,  121,7,  299,4 y 738%[6] a pesar de los ajustes hechos por las autoridades[7]. Cerca de 1.700.000% fue el nivel alcanzado por la inflación durante 2018 según lo registrado por la Asamblea Nacional, mientras en 2017 había sido de alrededor de 2.600%[8].
Varios elementos se asocian a la presencia de una inflación persistente y más aun de una hiperinflación. Afectación de los niveles de vida, vía deterioro de los salarios reales, con efectos más intensos en aquellos grupos que dependen de ingresos fijos a diferencia de los que dependen de ingresos variables; alteración o aumento de las tasas de interés buscando causar efectos derivados de la diminución de la demanda de bienes –en el caso de Venezuela se ha formado, en algunos períodos, un círculo vicioso por las demandas hacia el mercado de divisas-; un trade-off entre crecimiento e inflación, buscando evitar la presencia paralela de recalentamiento de la economía e inflación persistente, donde lo adecuado pareciera ser alcanzar una tasa tolerable de inflación y una tasa moderada de crecimiento económico (esto, totalmente distanciado de resultados recientes en Venezuela); y, entre otros, pérdida del valor de la moneda y de su significación como activo de reserva (en el humor popular, recientemente estos dos sentidos han sido graficados destacando el valor para años como 2015 de un billete de 100 bolívares comparándolo con momentos previos o también del de Bs F. 100.000 en 2018). También los efectos de la inflación en las áreas productivas (o real) tienden a diferir de los del área financiera. Pero hay que acotar que varios de estos parámetros y consideraciones normativas son rotas por la hiperinflación. Esta termina rompiéndoles el espinazo a todos o la mayoría de los ciudadanos o empresarios que desarrollan actividades lícitas, mientras, los políticos, entiéndase con la efusividad que lo hacen, se remiten a algún ministro en la segunda administración de Carlos Andrés Pérez o de alguno de los dos presidentes durante la administración bolivariana (HC y NM), que han querido “romperle el espinazo a los especuladores”, con los matices de populismo y/o demagogia ubicables en cualquiera de los dos gobiernos. En definitiva, en un contexto de esta naturaleza, y dada la desvalorización de la moneda, un nuevo cono monetario termina recurriendo a otro nuevo cono monetario como sucedió entre el de Bs. F., y el de Bs. S., y sucede hoy día en agosto de 2019 con este último plenamente derrotado por la escasez, la hiperinflación y la dolarización informal.
Por otra parte, el que haya mucho o poco efectivo –como nuevamente en la actualidad venezolana de 2019, al igual que sucedía en agosto de 2018- remite, primeramente, a los desempeños institucionales del BCV o de la Superintendencia de las Instituciones del Sector Bancario (Sudeban), según suministros, facilidades o restricciones que deriven de sus políticas o su desatención de la economía, en sus variables macroeconómicas o monetarias, según los casos. La misma emisión de billetes cuando se convierte en monetización del déficit o el alto gasto público al que por razones de populismo o demagogia puedan recurrir gobiernos, como en la actualidad de la administración bolivariana, forma parte de las responsabilidades o los desatinos en las políticas económicas. Y lo agudo de la problemática económica reciente, es que eso ha estado en la base de que con 18 o 19 millones de $ se hubiese podido solucionar -según algunas perspectivas- la escasez del efectivo en años como el 2018 o lo que se había pensado, totalmente valido, de que muy pronto -al ritmo inflacionario que se tenía, y ya convertido en hiperinflación desde finales de 2017- harían falta billetes de 50.000 o 100.000 bolívares –cosa que en parte efectivamente se fue presentando dentro del cono del bolívar soberano durante 2019- y hasta de mayor denominación como en parte se puede prever o prometer, se ejecute  o no. El escenario ha evolucionado con tal aceleración que algunos ciudadanos no llegaron a tener frecuentemente, o en cantidad significativa, en sus manos, billetes de una determinada denominación dentro del cono del bolívar fuerte vigente hasta 2018 –siendo el caso de que algunos nunca los tuvieron- o igualmente, en la actualidad de 2019, ciudadanos que no han visto o tocado los del bolívar soberano en 2019 y, en tales circunstancias, surgen las soluciones, llamémoslas mágicas, que se piensan estableciendo o planteando establecer otro nuevo cono monetario. Se trata entonces de una dinámica sin final.
Nuestra desvalorización o perdida de la capacidad de compra de la moneda, remite al cristiano proceso donde el billete de 20.000 Bs F. en 2018 no alcanzaba para comprar algunos productos muy normales en el consumo diario de una familia (un kilo de queso o carne o un cartón de huevos). El de Bs S. 20.000 de agosto de 2019, derivado de la reconversión que  eliminó cinco ceros (00000), tampoco alcanza. Por su parte, las restricciones en el suministro del efectivo están bien graficadas en las veces que una persona debía ir al banco hasta el 17 de agosto de 2018 para retirar dinero, a utilizar en la compra de comida o retirar su pensión o en el caso de 2019, donde la pensión,  puede ser representada en casi 1 y ½  kg de carne o 1 y 1/2 cartón de huevos  o 1 y1/2 kg de queso[9]. Se le adiciona una especie de preferencia por la liquidez, que los ciudadanos, en la crisis actual, pasan a tener en cuanto a querer disponer de dinero por la propia posibilidad de requerir más dinero ante la agudización de la crisis o por una mezcla  intensa del motivo precaucionario y transaccional, para un escenario donde además, muchos bienes han pasado a tener una curva de  demanda de pendiente positiva convirtiéndose en Bienes Giffen[10] o simplemente para eludir distintas complicaciones que le presenta el sistema bancario.  Pero hay más razones todavía y que en zonas del país han venido siendo ejecutadas y consisten en convertir monedas y billetes en mercancía, donde al billete se le añade valor independiente de su denominación cuando se compran 1.000 Bs S. o 100.000.000 de Bs F. Esto ha sucedido con el bolívar fuerte y con el bolívar soberano en algunas regiones del país.
Adicionalmente, dados los costos y otros factores como el aumento del encaje legal, la banca no ha pasado a disponer o suministrar al público –o las dos cosas- de abundante efectivo. Algunos bancos comenzaron suministrando en cajeros Bs S. 20 o en taquilla en algunos casos Bs S. 100, representando ello 2 o 10 millones de Bs F, respectivamente, y ello no alcanzaba para/o tan solo bordeaba el precio de un cartón de huevos regulado. En razón de esto, puede afirmarse que si las colas no aumentaron, comparando con los últimos días cercanos al 20 de agosto, se mantuvieron igual en cuanto a ciudadanos necesitados de efectivo para sus transacciones o compras o para acumularlo y revenderlo. Para el segundo semestre de 2019, los bancos, dada la aparición de nuevos billetes han pasado a suministrar un solo billete -en los casos más expresivos- de hasta Bs S. 50.000 con unos valores o posibilidades alternativas que superan rápidamente el valor de la pensión, por poner un caso, o la propia disponibilidad de los ahorros de distintos ahorristas.
Este pasa a ser un escenario contradictorio, con las promesas de una administración de solucionar el problema del efectivo, la desvalorización de la moneda nacional y de sus compromisos en solucionar las necesidades del efectivo y construir un contexto de déficit cero y no más emisión de dinero inorgánico, según sus propias expresiones. Sin nuevas o alternativas divisas, sin canales de financiamiento externo, la alternativa de la administración continúa siendo la monetización de un déficit que ha venido siendo creciente.
La hiperinflación absorbió el nuevo cono monetario de agosto de 2018 y, las variadas formas de mercado negro, han sobrepasado los controles de precio que ha intentado mantener el ejecutivo. La nueva estructura de costos ha sido combatida con  mayor cierre de empresas y despidos de trabajadores o idas voluntarias, lo cual ha aumentado el nivel de decaimiento del producto durante el año 2019. Pasará por lo demás a convertirse en el sexto año seguido de decrecimiento económico. En tal contexto, los trabajadores además no reciben el medio petro petrolero al que aspiró y ofreció la administración, sino bolívares cada vez más desvalorizados[11]. Aquel gran “invento” (ni los que le siguieron en relación a estas medidas) preciobarril/petro/salariomínimo/$ no funcionó evidentemente. Entre otras numerosas cosas, el salario mínimo debería superar Bs S 400.000 (en calculo rápido que realizamos el petro podría abarcar a la fecha de hoy 20 salarios mínimos).
De un año a acá no son visibles éxitos de la administración bolivariana, ni del nuevo cono monetario en agosto 20 de 2019. El bolívar, por tanto, nada tiene que ver con ideas grandilocuentes. La economía dentro de todo y más aún el bienestar, es palpable y directa. Se ha destruido la economía, se encamina la nación hacia crisis mayores y cada día es más fuerte la dolarización informal. Sin ser monetaristas, fue la administración bolivariana la que con un nuevo cono monetario dijo solucionaría todo, a través de interrelaciones bastante dudosas.



15 agosto 2019
@eortizramirez
eortizramirez@gmail.com



[2] Grandilocuente como siempre, aunque sin éxitos, los nombres usados por la administración bolivariana en estos y otros menesteres han sido, digámoslo con la mejor intención, amenazantes: Fuerte, Soberano, denotando la característica que debía resumir para el bolívar del caso.  Contrariamente, es el dólar la moneda realmente fortalecida en el contexto de los espacios locales a pesar de la “campaña” de la administración en su contra.
[3] Solo de plantear en el sentido que se acota.
[5] De interés para parte importante de estas referencias temporales en variables como política económica, crecimiento, bienestar y salarios: Héctor Valecillos Toro, “CRECIMIENTO ECONÓMICO. MERCADO DE TRABAJO Y POBREZA. La experiencia venezolana del siglo XX” (Caracas, 2007, Ediciones Quinto Patio).
[6]L. Vera, ¿Cómo explicar la catástrofe económica venezolana? Revista Nueva Sociedad No 274, marzo-abril de 2018, ISSN: 0251-3552, www.nuso.org. Cifras, en algunos casos, diferentes a otras presentadas por otras instituciones, distintas a las que usa la fuente, pero que marcan una clara tendencia.
[7] Es llamativa la insensibilidad de la administración bolivariana, ante los estragos que produce y seguirá produciendo la hiperinflación, que ha alcanzado a 100% mensual en meses del dramático período hiperinflacionario de casi dos años a acá y que conduce indefectiblemente a la destrucción de patrimonios familiares y empresariales. Uno de sus determinantes, la dolarización informal sigue avanzando y extendiéndose. Aquella persiste en no estructurar una firme política antinflacionaria. Nada se menciona sobre reducción del gasto público dentro del populismo y –correspondientemente- sobre reducción en la monetización del déficit, que más temprano que tarde -por variadas razones- volverá a presentarse según señalamos en esta nota. El petro además no es una expresión monetaria que genere solvencia e ingresos, como los que ha aspirado la administración y la base de ello es que no ha ampliado o generado –y al parecer no lo hará- confianza en agentes económicos diversos.

[9] En el caso de los salarios mínimos se trata en general de Bs S 40.000, iguales a los de la pensión, más el bono alimenticio de Bs S. 25.000. Para junio de 2019, Cenda registró Bs S. 1.406.479,20 como valor de la canasta alimentaria, en dólares 191,10$; el salario mínimo de Bs S. 40.000, en dólares  5,43 $; ver  http://cenda.org.ve/default.asp
[10]Esto es, ante los posibles y muy factibles aumentos de precios de un contexto inflacionario o hiperinflacionario, se demandan más. Los inspiró la importancia que tenía la papa en las familias irlandesas del capitalismo inglés temprano de inicios del siglo XIX, la cual consumían con Arenque en gran cantidad diariamente.

[11] Precio del petro como criptomoneda equivale a casi 18 salarios mínimos. Por: Morocotacoin - Luis Mendoza | Martes, 06/08/2019 07:34 AM https://www.aporrea.org/economia/n345381.html.


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