Eduardo Ortiz Ramírez
Un optimista perseverante dirá que siempre
se deben tener esperanzas; pero realmente así como hay organizaciones que no se
pueden recuperar así también hay relaciones, y con ellas sus diálogos, que
tampoco se pueden recuperar. Quien haya escuchado con atención al Presidente Nicolás
Maduro en su presentación del informe a la asamblea del día 21 de los
corrientes y siga con atención las menudencias diarias de distintos dirigentes
oficialistas, podrá tener desesperanza en cuanto a las posibilidades del
dialogo con factores de oposición.
Es probable que en el año 2000/2002
hubieran podido tenerse otros resultados, pero ya es muy poco factible en los
asuntos que anotamos de seguidas, a menos que se dé un cambio radical donde el
oficialismo señalase que ha estado equivocado o que todo era un juego, una
mentira o algo semejante; o que la oposición aceptase el proyecto de socialismo
confundido y rentista de la administración bolivariana. Demasiado comprometido
está ya el presidente NM y la administración que preside, y las consecuencias, dado el escenario desde 2012 –y más aún en
2014 y 2015- serán agudizaciones de la problemática económica y social con
desenlaces que otros pueden ordenar mejor.
Se conoce que, parte de las bases de
la democracia es el entendimiento y el diálogo. El diálogo, por su parte, es la
base de las negociaciones. Las negociaciones, requieren el reconocimiento del
contrario o los que se encuentran en posiciones diferentes a la que maneja o
comparte uno de los participantes de determinado conflicto, situación
problemática o canalización de diferencias. Para esto se dialoga y se negocia
en la economía y el comercio, por ejemplo. En la política, existen pasiones
adicionales. Por sentido común o preparación se sabe también que, los que
negocian, deben tener conocimientos y determinadas habilidades personales y de
manejo de grupo. El interés de esta nota, remite a algunos de los elementos
señalados para el conflictivo ambiente económico y político por el que transita
actualmente Venezuela.
Dentro de un perfil de optimismo para
la nación, puede ser que ésta o la parte de ella que se opone a la
administración bolivariana, representen una posición de avanzada y exigencia
para futuros gobernantes, en lo que puede la actitud de estos de insistencia en
un escenario de prosperidad y felicidad así como de demagogia mientras la
realidad indica lo contrario. Esto no lo obstaculizará el hecho de que, como
pasa en todos los procesos similares, varios de los participantes en antiguas
camarillas y perversiones de gobiernos anteriores –y que actualmente forman
parte de la oposición- andan hoy con actitud de yo no fui. ¿Qué es lo
que se podría dialogar? ¿Sobre cuáles puntos podrían o deberían conversar
gobierno y oposición? Es indudable que puede haber un universo amplio de
respuestas a estas preguntas. En cualquier caso, una revisión de los siguientes
elementos no brinda muchos elementos de optimismo.
Sobre el modelo económico. Es claro que, aun con lo que se dice
en la Constitución, a la administración bolivariana la propiedad privada –sobre
todo la que no es de oficialistas- le produce una especie de urticaria. Lo que
significa el nivel de vida y elementos derivados en la actividad social de los agentes
privados, voceros del Ejecutivo -empezando por el Presidente NM y antes HC- lo han
convertido en elementos pecaminosos e inmorales -aunque ellos sean
beneficiarios fáciles de elementos similares-. La administración no define, sin
embargo, llevar a cabo un proceso que signifique una mayoritaria expropiación
de los medios de producción y estructurar una sociedad socialista. La
definición del presidente NM en la presentación del 21 es que en Venezuela se
tiene ya un “…modelo socialista en su primera fase”. Por lo demás, la sociedad
venezolana en una parte importante, no quiere socialismo y, en su momento, no
eligió al Presidente HC para que desahogara su comunismo mal formado. No se
podían tener muchas esperanzas de que el presidente HC u hoy día NM y sus
exegetas, pudieran lidiar con las complejidades de las economías de
planificación central, que atormentaron a economistas marxistas bien formados y
a verdaderos revolucionarios. ¿Qué avance puede haber entonces en un diálogo,
donde se quiera respetar e impulsar la propiedad privada y la economía de
mercado, por un lado y, donde, a hurtadillas, o declaradamente, según el estado
de ánimo o los compromisos, se le maldiga? Ningún avance.
Sobre el control de cambios. El control de cambios implementado por la administración
bolivariana desde hace más de 10 años no ha logrado eliminar la fuga de
divisas, ni desarrollar la competitividad de exportaciones o empresas, ni
eliminar la escasez o el desabastecimiento agudizados desde 2013. Después de
usarlo para controlar traídas de insumos para periódicos o empresas en general,
viajes de ciudadanos al exterior y ejecutar una forma de control económico
convertido en control político,
hemos pasado a escuchar y observar afirmaciones de funcionarios de la
administración, corroborando ese último uso. Mientras, el sistema ha ido siendo
afectado por la corrupción y se ha ido complejizando, brindándole una especie
de reinado al dólar paralelo o negro
y convirtiéndolo en una variable determinante y sin ningún tipo de control. En
varias oportunidades la administración bolivariana ha ofrecido cambios en el
sistema referido y generalmente no han habido modificaciones significativas.
Quedó nuevamente demostrado en la alocución del 21 de enero. ¿Qué se puede
negociar o dialogar sobre el control de cambios? Muy poco, y se observa que la
administración seguirá teniéndolo como un arma de control político.
Sobre la participación del Estado. Aunque se trata con el actual, de un
gobierno violador de la propia Constitución que fue de su interés le fuera
aprobada, es claro que en ésta hay un definido sesgo estatista. La evolución de
la economía y los hechos políticos, han perfilado la delimitación de los
intereses centralizadores y de sobredimensionar la participación del Estado en
la economía por parte de los Presidentes
HC, NM y los grupos políticos en el poder. Basta ver el caso de distintas
empresas que se le han ocurrido a la
administración bolivariana –se hayan creado o no- o las que han pasado a
propiedad estatal por expropiaciones u otros mecanismos. Pero se trata, también,
del interés de dirigentes de la administración bolivariana de desarrollar una
especie de Estado invasor y controlador de la vida y desempeños de los
ciudadanos. Ahora, más que nunca, se trata de un Estado Omnipotente. Controlar y canalizar ideológicamente la
educación, afectar los derechos de propiedad, controlar la información y el
acceso a las divisas, entre otros elementos, se encuentran entre ejecutorias
que se han tenido o entre sus ambiciones. Más aún se trata del perfil de un
Estado con dos grandes perversiones. La primera la politización del gasto
para la defensa de los intereses políticos de los grupos gobernantes y para sus
derivados en corrupción. La segunda, la limitación de toda forma de
transparencia que le permitiese a la sociedad ejercer los mecanismos de
control y supervisión y se faciliten, correspondientemente, procedimientos como
el atinente a los desvíos de los fondos de instituciones diversas tal cual ha
sido denunciado. Se trata de un verdadero Estado expansionista que ha venido
desarrollando lo que ya se ha perfilado como un Estado
omnipresente. Es éste, parte del escenario que se relaciona con el déficit
fiscal y la profundización de la problemática del endeudamiento público que se
ha presentado, mantenido y agudizado a medida que han avanzado los 16 años de administración bolivariana.
¿Cuántas cosas se pueden dialogar y negociar en cuanto a esto? ¿Son elementos
como los referidos los que se requieren para ubicar mejor la participación del
Estado en el proceso de crecimiento y desarrollo? ¿Qué tanto de una verdadera
reforma del Estado se está dispuesto a aceptar e impulsar? De esto último, muy
poco.
Sobre los poderes públicos. Las facilidades brindadas a los Presidentes HC y NM para el control de los
poderes públicos, por parte de la población que, inicialmente, aspiró a que se
llevasen a cabo cambios en la economía y la sociedad venezolana desde la administración
bolivariana, fueron considerables. Como pasa con la costumbre, el Ejecutivo se
acostumbró al control del CNE, el Tribunal Supremo, la Fiscalía y ni que decir
la Contraloría. Se trata de poderes supeditados, hacia donde la civilidad y los
honestos se dirigen por su convicciones democráticas, pero no porque puedan
esperar resultados imparciales. Si bien pueden tenerse observaciones hacia el
desempeño de algunos agentes económicos, la realidad es que todas estas
instancias en su supeditación al poder central, han generado un estado de
zozobra sobre los derechos ciudadanos y de propiedad. ¿Están acaso la
administración bolivariana y sus
representantes en la Asamblea Nacional en posición de pensar el
desempeño de la nación sin esta parcialidad de los poderes públicos? ¿En caso
de negociaciones, se aceptaría que en todas esas instancias fuesen elegidos o
nombrados ciudadanos probos y sin parcialidades, como deben existir en toda
sociedad civilizada? Los nombramientos y procesos tenidos en diciembre
2014, con la composición resultante en
organismos como CNE, Defensoría del Pueblo y otros, demuestran que no.
Sobre los medios de comunicación. Siempre deseó el presidente HC y hoy
NM, que los medios televisivos -por ejemplo-, transmitiesen novelas
“culturales”, programas para crearles consciencia a los venezolanos y realizasen
campañas de ideologización. Se les ha escapado a ellos y sus seguidores que
algunos ciudadanos cubanos desde hace décadas se preocupaban por las reacciones
que en los televidentes tenían programas de no siempre fácil aceptación, como
son los concernientes a grabaciones o ejecuciones de lo que se ha dado en
llamar música culta o clásica. La administración bolivariana siempre deseó -y
sigue deseando- que los medios de distinto tipo no informasen o diesen cabida a
informaciones o análisis inconvenientes para sus intereses. Las informaciones y
análisis económicos deberían ser, en su óptica, transfigurados, para concluir
que todo va bien, como han planteado –también- la mayoría de los
gobiernos y ministros anteriores y que se adicionan a los actuales. La
diferencia es que, la actual administración ambicionó siempre, claramente,
controlar definidamente los medios de comunicación, que son parte de los
baluartes de las democracias en el mundo. Son las democracias y las
posibilidades de difundir la información y la verdad las que, entre otros
elementos, han permitido el avance de naciones y pueblos e incluso, evitado
que, ciertas catástrofes, hayan sido de mayor magnitud. Revolucionarios
verdaderos como A. Gramsci le
asignaban un gran valor a la verdad. ¿Qué se puede negociar sobre la verdad y
la libertad? Más aun, la actual administración ya se posesionó de varios medios
de comunicación antes privados y se ha obsesionado con sancionar a otros.
Planteadas así las cosas, y con las
restricciones señaladas: ¿Qué es lo que se puede dialogar y negociar? Parece
que muy poco. Es necesario un nuevo entusiasmo nacional, que permita canalizar,
con mayor realismo y consenso, la voluntad de la mayoría creciente que expresa
intereses contrarios a la actual administración.
@eortizramirez
No hay comentarios.:
Publicar un comentario