Prof.
Luis Angarita
La
inflación es un término que venimos manejando con mayor propiedad dentro de las
noticias de prensa económica y del entorno social contemporáneo. Nos afecta en
nuestro día a día al ver cómo cambia el precio de un bien que consumimos a
diario, por lo tanto su estudio y comprensión permite desarrollar políticas y
acciones que redunden en nuestra calidad de vida.
El
Banco Mundial define la inflación como la variación porcentual anual en el costo
para el consumidor medio de adquirir una canasta de bienes y servicios, medida
a través de un índice que determina el grado de variación desde una fecha
determinada. Su indicador principal es el Índice de Precios al Consumidor (en
Venezuela INPC), mediante el cual conocemos el grado de variación en el tiempo
medido en porcentajes.
Una
alta inflación refleja una variación de precios importante que afecta también
la cantidad de bienes que se pueden adquirir, y por lo tanto la capacidad de
compra de una familia promedio. En estudios vinculados a la pobreza y el
desarrollo, aquellos que orientan más ingresos para consumir, son los que más
padecen de una pérdida de calidad de vida. Es común escuchar que la inflación
golpea más al más pobre.
Este
es uno de los argumentos que permiten demostrar cómo, cada día más, los países
enfocan objetivos de política monetaria a tener cifras de inflación de un
dígito, y es a partir de este indicador, que se proponen construir estrategias
de desarrollo y de producción que les permita concurrir al escenario
internacional, que cada día se hace más competitivo. Una muestra de esto lo
podemos observar con las medidas de desempeño establecidas por la Unión Europea
que expresan datos por debajo del 1% en los últimos 3 años, mientras que los
Estados Unidos tiene una actuación de 2,1%, China muestra un promedio de 3,5% y
América Latina promedia alrededor de 6% en los últimos 4 años. (Banco Mundial)
Administrar
esta variación de precios les permite a los países planificar su participación
dentro del comercio mundial, ya que es un sistema que se basa en la comparación
de precios, y en la medida que un producto mantenga su precio frente a su
competidor, será más atractivo para el mercado internacional. Cuando tenemos
una inflación más alta que nuestros principales socios comerciales, comenzamos
a ver sus productos relativamente más baratos que los elaborados en el país, ya
que, en promedio, suben los precios más rápido que su competidor. De esta
manera, la inflación tiene un efecto negativo tanto para el consumidor, que
compra menos productos, como para el productor, que se hace ineficiente frente
a sus competidores extranjeros.
Tal
parece que el desiderátum mundial es controlar el crecimiento de los precios
para, a partir de allí, construir estrategias de desarrollo, que impulsen la
producción competitiva de los países en un mercado mundial más abierto, y que
proteja la capacidad de compra de sus ciudadanos. La Reserva Federal (EE.UU),
el Banco Central Europeo, y el Banco Popular articulan políticas que los articulan
políticas que los coloquen en la mejor posición frente a sus competidores naturales.
Países de la región como Colombia, Brasil, Perú, Chile y Ecuador, también
conservan este indicador como objetivo de política pública, lo que representa
un reto importante a las autoridades monetarias de nuestro país.
@luisangaritaeei
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