viernes, 19 de agosto de 2016

¿DE DONDE SALIÓ TANTA POBREZA?


EDUARDO ORTIZ RAMÍREZ

Entender el empobrecimiento de los venezolanos en los últimos lustros, no puede partir del discurso oficial, entre otras razones por el grado de ideologización que ha adquirido este último, en el sentido de ocultamiento de la realidad. Para ilustrar esto último puede partirse de la más reciente cadena que le oímos al presidente Nicolás Maduro y la cual se transmitió el 18 de Agosto de 2016 (ver www.vtv.gob.ve). En esta cadena nacional, donde se activó el motor número 15 –o último- de los que puso en marcha la administración bolivariana desde comienzos del año 2016, deben destacarse varios elementos para ilustrar lo indicado. 1. El Presidente señaló que en la administración bolivariana se ha dedicado un 64% de los ingresos petroleros a solucionar y atender necesidades sociales diversas de los ciudadanos, mientras en las administraciones anteriores se promedió un 30%. Algún día habrá que medir la eficiencia en la administración de ese porcentaje de  más de un billón de dólares de ingresos del caso, con los resultados de pobreza acumulados desde 1999. 2. Complementando lo anterior pronosticó una reducción de la pobreza y de la pobreza crítica para lo que resta de 2016, a pesar de existir un contexto de “guerra económica”. Como se sabe, esta última no es más que una excusa permanente. 3. Señaló también el Presidente que, en el futuro cercano, Venezuela seria reconocida como expresión de un milagro económico donde consolidaría el estado de bienestar (¡!). Para esto ofreció y amenazó con mantener por 10, 20 o 30 años la inamovilidad laboral, y aumentar salarios para combatir la inflación impuesta por “ellos” (debe entenderse se refería a grupos empresariales y políticos en líneas de oposición o simpatizantes del capitalismo). 4. El Presidente -y funcionarios que lo acompañaban- destacó como muy importante la subida de la nómina de Sidor en número superior a 17.000 trabajadores, a pesar de tener en números reales -y ofrecidos por los mismos funcionarios- una producción bajísima en relación a niveles alcanzados anteriormente y de que uno de los descubrimientos del mismo Presidente para el nuevo socialismo es que hay que desarrollar la productividad.

La CEPAL, en años recientes, había señalado una disminución de la pobreza en la región; en tiempo más cercano aun, ha resaltado un cambio de esa evolución, destacando un resurgimiento de la pobreza. Venezuela y los administradores bolivarianos, se ufanaban con índices y todo, de haber disminuido la pobreza; hoy día, a pesar de sus entusiasmos y exageraciones, ya no son tan enfáticos, aun con lo indicado en la cadena del Presidente aludida. Nuestra idea, indicadores más, indicadores menos, es que la pobreza no ha dejado de crecer en los últimos 30 o cuarenta años. El salario real que en los setenta  comenzó una caída, no ha dejado de tenerla.

A comienzos de los noventa, observamos cómo producto de políticas y acumulación de problemas se comenzaba a desarrollar en Venezuela una especie de miseria violenta, agresiva y que no se observaba en la previa evolución de la nación. A algún autor pudimos leerle, su acertada y premonitoria afirmación de que de ahí en adelante debíamos prepararnos para observar el regreso a tallas bajas, nuevas enfermedades y el resurgimiento de viejos padecimientos. Efectivamente, eso ha sucedido y hoy se presenta con una aguda aceleración, pues a los deterioros en el salario real se le suma la escasez y usencia de medicamentos. El hambre y la escasez viajan en las personas, en el Metro y transportes y se desplazan en las calles; en su delgadez, en la permanencia de enfermedades sin solución y atención estatal  -por el agudo también deterioro de los servicios públicos-, pero igualmente en las deformaciones físicas y la presencia de aspectos e imágenes desconocidas -o no tan manifiesta y agudamente presentes- en la vida urbana e incluso rural en la Venezuela anterior a aquellos años.

El surgimiento de ciudades y el desarrollo de las que ya existían, permitieron, con la aparición del petróleo y el impulso de la industrialización, la promoción de la civilidad, la vida urbana, el orden y el aprovechamiento de servicios públicos en salud y educación. Por lo menos ya abiertamente desde los años cincuenta, la educación pasó a ser un claro mecanismo de ascenso social y mejoramiento de las familias. Las campañas públicas de vacunación, fumigación, construcción de carreteras –algunas iniciadas incluso décadas atrás de los años señalados-, permitieron que una economía de poca población y baja tasa en su crecimiento, vieran mejorar sus condiciones de vida. Finales de los cincuenta, años sesenta y parte de los setenta, permiten apreciar retrospectivamente una población nativa de mezcla con migraciones -sobre todo europeas- que albergaba la idea de progreso y de posibilidades de desempeño. La izquierda política no lo creía así. Pero eso era desarrollo. Y hasta los menos favorecidos en la distribución del ingreso, podían albergar posibilidades de hacer algo o de mejorar.

A todo eso se le aunaba una difusión de valores, de orden y disciplina en la sociedad. Los elementos disonantes del equilibrio social eran pocos –entre otras razones por eso la izquierda política fracasó en tales años y décadas-, por y a pesar del rentismo,  el cual no había entrado todavía en sus mayores niveles de perversión. Estos comenzaron o se profundizaron con la Venezuela Saudita y se empezó a abandonar la idea e importancia del trabajo y el progreso y con ello -y con las terquedades y falta de previsión de administraciones de los años ochenta y noventa-, comenzó a ampliarse la inestabilidad en los manejos estatales, y a extenderse y a aparecer la pobreza y la miseria violenta, correspondientemente.

Visto así, los pobres de hoy se comenzaron a impulsar en los ochenta y los noventa, debido a las ejecutorias de políticas sin consenso, sectarias, no inclusivas y sin rostro humano, como se señaló en varias oportunidades. Pero lo que no se podía prever era que una administración que ya lleva más de 17 años, podía abonar el terreno y encaminar el país hacia mayor miseria, enfermedades y pobreza. La administración bolivariana que comenzó ilusionando a muchos con las ideas de adecentar el país, eliminar la corrupción y enrumbar con consenso al país por el camino del desarrollo, ha terminado funcionando con aquellos perfiles y con los de administrar una “revolución” ya vieja y fracasada.

El escenario, aunque siempre se puede empeorar, es ya bastante problemático. La administración bolivariana hoy día se presenta contraria al rentismo – pues ha asumido su crítica- pero es de las que más lo ha apuntalado y ha convertido el erario público  en escenario de buscadores de renta y corrupción. No perfila ninguna posibilidad de cambio en política económica, por sus compromisos políticos nacionales e internacionales que, curiosamente, se presentan como de izquierda y revolucionarios. Ha tratado de crear un hombre nuevo pero ha convertido su idea del socialismo en la dependencia más crasa de los ingresos y apoyos estatales, en condiciones de una promesa de bienestar que solo logran materializar los corruptos, los articulados a los apoyos estatales o los sectores que nacieron con altos niveles de vidas o son los mejores ubicados en la distribución del ingreso. De resto, clases medias y sectores populares diversos, han ido siendo afectados por la hiperinflación, la escasez y la falta de oportunidades y que perciben que cada día las cosas no continúan igual, sino que están peor.

Es este el escenario donde la distribución espacial de ciudades como Caracas, ha ido perfilando, en base al deterioro de los servicios, desorden y pérdida de valores desde la escuela y la familia, o permite observar, la extensión de la miseria que ya han venido destacando varias universidades o institutos nacionales como la UCV, UCAB, USB, CENDES e IESA,  en registros y estudios diversos. En este sentido, el triángulo que sobre Caracas marcan Los valles del Tuy; Guarenas–Guatire; Las adjuntas, zonas cercanas y los Teques, marca una pauta de alta preocupación para el equilibrio urbano regional. Con estas dimensiones, la pobreza no está estable, cada día crece más.

Contrario a lo que afirma el Presidente Nicolás Maduro, no es un milagro económico lo que se encontrará en Venezuela, es casi lo que se requerirá para que -en otras condiciones políticas y administrativas-  la nación y sus ciudadanos vuelvan a encontrar un sendero. Consenso, unión sector público sector privado, desarrollos de exportaciones alternativas que solo se logran en contextos favorables con la inversión y la producción, fortalecimiento institucional, mejores o particulares prácticas y otros elementos, son parte de lo trajinado para estructurar políticas diferentes y más adecuadas que las que se siguen -sin ningún éxito- aplicando en Venezuela. Tampoco será tan fácil como creen algunos contrarios a la administración bolivariana, pero el trazo en el que esta persiste es suficientemente equivocado, distorsionante y generador de pobreza. Es de allí de donde sigue saliendo pobreza y miseria violenta.


@eortizramirez

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