Pedro
Raúl Solórzano Peraza
Junio
de 2017
Mucho se habla de la gran cantidad de superficie que
tiene Venezuela para dedicarla a la agricultura, pero es conveniente señalar
que sobre la base de la información edafológica nacional, 32% del territorio
tiene como primera limitante para la agricultura una baja fertilidad. En este
caso se refiere básicamente a una pobre fertilidad química, dentro de la cual
podemos incluir la capacidad de los suelos para suministrar nutrientes
esenciales, así como dos propiedades físico químicas que influyen profundamente
en la fertilidad del suelo como son el pH y la capacidad de intercambio
catiónico.
Los mejores suelos del país ya están incorporados a la
producción agrícola o han sido inutilizados al ser ocupados por desarrollos
urbanos, viales o industriales. Ésta es una superficie estimada originalmente
en cuatro millones de hectáreas, las cuales al principio eran suficientemente
fértiles pero al explotarlas permanentemente, extrayéndoles los nutrientes con
sucesivas cosechas, en la actualidad requieren de la aplicación de
fertilizantes para restituirles su riqueza. Los suelos adicionales a ésos, que
se incorporen a la agricultura, tienen limitaciones en su capacidad para
suministrar nutrientes a las plantas cultivadas, por lo que es imprescindible
aplicar fertilizantes.
Supongamos que para mejorar la seguridad alimentaria de
la población venezolana debemos sembrar cuatro millones de hectáreas entre
cereales, caña de azúcar y oleaginosas, y estimemos que debemos aplicar en
promedio unos 120 kg de nitrógeno (N)/ha, unos 100 kg de fósforo (P) como P2O5/ha
y unos 120 kg de potasio (K) como K2O/ha. Esto representa un
requerimiento de 480.000 toneladas de N, 400.000 toneladas de P y 480.000 toneladas
de K; los cuales llevados a los fertilizantes más comunes representan 1.043.478
toneladas de urea, 800.000 toneladas de DAP y 800.000 toneladas de KCl, para un
total de 2.643.478 toneladas de fertilizantes en estos rubros.
Si a los rubros anteriores le adicionamos 500.000
hectáreas de hortalizas a las cuales debemos aplicar un promedio de 200 kg de
N/ha, más 200 kg de P/ha, más 300 kg de K/ha, resulta en un requerimiento de
100.000 toneladas de N, 100.000 toneladas de P y 150.000 toneladas de K; que
llevados a los fertilizantes más comunes representan 217.391 toneladas de urea,
200.00 toneladas de DAP y 300.000 toneladas de K2SO4,
para un total de 717.391 toneladas de fertilizantes en estos rubros. Haciendo las
mismas operaciones para fertilizar unas 2.000.000 de hectáreas de pastizales,
aplicando 120 kg de N/ha, más 60 kg de P/ha, más 60 kg de K/ha, resulta en
521.739 toneladas de urea, 240.000 toneladas de DAP y 200.000 toneladas de KCl;
para un total de 961.739 toneladas de fertilizantes.
Sin incluir frutales, textiles, café, cacao, raíces y
tubérculos y otros, y sin incluir la necesidad de otros nutrientes más allá de
N-P-K, para mejorar el suministro de alimentos a la población con producción
interna, necesitamos unas 4.300.000 toneladas de fertilizantes.
Quizás se puede aseverar que en los pasados cinco años,
en Venezuela se ha comercializado aproximadamente 800.000 toneladas de
fertilizantes por año, de los cuales se ha importado el 40%, es decir se ha
producido 480.000 toneladas en la industria nacional de fertilizantes.
Aceptando que esa es la capacidad operativa de nuestra industria, tendríamos
que importar 3.820.000 toneladas de fertilizantes anualmente. Ésa es una
inmensa cantidad de fertilizantes, que requiere de una planificación a tiempo y
una gran organización para que ese fertilizante llegue a tiempo a las unidades
de producción, dispersas en todo el territorio nacional.
Por supuesto, con la incuria y la ignorancia con que
este régimen socialista del siglo XXI ha tratado a la agricultura durante
tantos años, no se puede esperar que aseguren un adecuado suministro de
fertilizantes a nuestros agricultores. Por eso el reclamo constante por la
falta de insumos en general, por eso lo poco que se ha sembrado muestra signos
severos de deficiencias nutritivas y consecuentemente resultará en pobres
rendimientos, y quizás la quiebra de muchos productores. Por eso nos embarga
una profunda ira cuando algún representante del gobierno habla de que vamos a
exportar tal o cual producto agrícola. Qué desfachatez cuando la población de
nuestro país muere o se muestra desnutrida por la falta de alimentos.
Sin fertilizantes es imposible producir la cantidad de
alimentos que necesitamos para satisfacer los requerimientos de la población.
Pedro
Raúl Solórzano Peraza
Junio
de 2017
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