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Felix Arellano
La OEA debe mantener un escrutinio exhaustivo
y permanente de la situación venezolana; en tal sentido, se debería mantener
abierta la Reunión de Consulta de Ministros de Relaciones Exteriores sobre la
crisis venezolana
La
grave situación que vivimos en Venezuela, tanto en materia de derechos humanos,
como ante la creciente destrucción de la institucionalidad democrática, que
tiene como estocada definitiva el inconstitucional y fraudulento proyecto de
asamblea constituyente, exige de un gran esfuerzo de rechazo, tanto nacional,
que está ocurriendo con la heroica actuación de nuestro pueblo, en particular
de la juventud; pero también se requiere del apoyo permanente y contundente de
la comunidad internacional. El caso venezolano está poniendo a prueba tanto el
engranaje institucional internacional, como los avances que sobre
democratización y participación de la sociedad civil, se han alcanzado a escala
global.
Frente
a la problemática venezolana y ante la soberbia de los gobernantes
bolivarianos, resulta indispensable que, al esfuerzo de calle de nuestra
sociedad democrática, se sumen de forma contundente la alerta permanente de:
los organismos internacionales, los gobiernos democráticos del continente y del
mundo, los partidos políticos, las organizaciones económicas y empresariales,
el sindicalismo internacional, las organizaciones no gubernamentales, los
medios de comunicación, los centros de investigación. La presión internacional
es fundamental y no debe parar, se requiere de un gran esfuerzo y mucha creatividad
para mantener activa y firme la presión sobre un gobierno autoritario, ciego y
sordo ideológicamente, que está destruyendo la democracia con el objeto de
perpetuarse en el poder, siguiendo el libreto de la dictadura cubana.
Los
gobiernos democráticos y defensores de los derechos humanos se deberían sumar a
las sanciones individuales contra los represores venezolanos. Podrían ser
sanciones de carácter unilateral o de grupo de países como: la Unión Europea,
el Mercosur, el Mercado Común Centroamericano, etc. Este tipo de sanciones se
corresponde con los importantes avances que se han alcanzado en el plano
internacional para una defensa más efectiva de los derechos humanos, que tiene
como una de sus mejores expresiones el Estatuto de Roma que crea la Corte Penal
Internacional, donde se ha superado la sanción a gobiernos en forma genérica y
poco efectiva, por sanciones directas a los individuos que han realizado las
violaciones de la normativa internacional de los derechos humanos.
Las
Naciones Unidas, en la medida de lo posible, en todo su sistema institucional
debería mantener una permanente atención de la situación venezolana pues
conforma una crisis sistémica que abarca múltiples áreas de una compleja y
profunda dinámica con implicaciones sociales, económicas y políticas que
desbordan el ámbito estrictamente nacional. El Alto Comisionado de las UN
recientemente recordó que “Venezuela tiene pendientes diez solicitudes de
relatores de la organización especializados en distintas áreas de derechos
humanos para visitar el país y analizar su situación.
En
este contexto, todos los relatores encargados de la diversidad de temas que
abarcan los derechos humanos tanto en las Naciones Unidas como en otras
organizaciones internacionales, particularmente la OEA, deben reiterar la
urgencia de visitar el país y condenar las diversas acciones del gobierno
bolivariano que profundizan la crisis
A
la Unión Europea y la mayoría de sus países miembros les agradecemos todo el
apoyo que nos han brindado, el Parlamento Europeo ha realizado un seguimiento
permanente de nuestra problemática, pero necesitamos un esfuerzo mayor, pues el
momento que vivimos es crítico y debe ser objeto de denuncia y rechazo
internacional de forma permanente y sistemática.
En
el caso de la OEA resulta peligroso asumir que con la aprobación de un
documento o una resolución, que condene al gobierno bolivariano se agota el
tema y culmina la labor de la OEA sobre Venezuela. Resulta indispensable que el
caso venezolano se mantenga en la agenda y en los trabajos de la organización.
La OEA debe mantener un escrutinio exhaustivo y permanente de la situación
venezolana; en tal sentido, se debería mantener abierta la Reunión de Consulta
de Ministros de Relaciones Exteriores sobre la crisis venezolana.
En
este momento resulta necesario el seguimiento de la OEA al proyecto fraudulento
de la constituye bolivariana, sería conveniente que la Comisión Interamericana
de los Derechos Humanos presente a los países miembros un informe detallado
sobre las graves irregularidades de este proyecto contra los derechos civiles y
políticos. También convendría que el Consejo Parmente o incluso la Reunión de
Consulta de Ministros de Relaciones Exteriores aborden exhaustivamente el tema.
En
el Mercosur aún está pendiente que se defina la naturaleza y el alcance de la
situación de “cesación”, a la que se ha sometido al gobierno de Venezuela. Pero
este bloque, que cuenta con una normativa muy completa para la defensa de la
institucionalidad democrática como lo es el Protocolo de Ushuaia, debería
expresar su enérgico rechazo contra la fraudulenta constituyente que promueve
el gobierno bolivariano.
Teniendo
en cuenta que con el fraude de la constituyente está en juego la libertad en
sus diversas manifestaciones, resulta necesario que todos los sectores de la
sociedad civil expresen so voz de alerta. Es el momento que las organizaciones
económicas, financieras, comerciales y empresariales se sumen a la lucha por la
libertad y la democracia. La democracia venezolana también espera el apoyo del sindicalismo
internacional, de las organizaciones políticas internacionales, de las
organizaciones no gubernamentales, de los centros académicos y de investigación
y en general de la sociedad civil pues lo que está en juego es la existencia de
la libertad, la democracia y los derechos humanos.
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