Se ha conformado una nueva organización política, que asume el nombre de la ciudad que la vio nacer Grupo de Puebla (GP), establecido en el mes de julio (12 al 14) del presente año y sus promotores lo definen como un proyecto de promoción del progresismo en la región, concepto que no definen claramente, pero en principio pareciera que lo inscriben en la vieja, maniqueista y un tanto anacrónica retórica de la sociedad polarizada en derecha e izquierda; narrativa que en la práctica va perdiendo sentido, cuando observamos que los pueblos esperan soluciones efectivas, entre otras, para sus acuciantes problema de empleo, educación, salud, recreación, ecología.
Si bien el grupo apenas está naciendo, sus discursos y algunas de sus recientes actuaciones pueden ir aclarando el significado del progresismo; pues hasta el presente, ese progresismo pareciera desconocer las transformaciones del mundo global o solo reconoce sus debilidades y no sus oportunidades; repite un libreto de historicismo, sin profundizar en las realidades complejas; presenta un doble discurso en temas como la corrupción; irrespeta a conveniencia los ordenamientos constitucionales; está divorciado de los derechos humanos; desconoce los avances ecológicos; el manejo de categorías como pobreza o pueblos pareciera inscribirse en la manipulación de un falso discurso y, en consecuencia, carece de una autentica sensibilidad social.
Parece una lista larga y fuerte de cuestionamientos para su corta existencia, pero fundamentalmente son dudas, que emergen de sus discursos, acciones u omisiones. En este breve periodo ya han logrado que el Presidente electo de Argentina Alberto Fernández se presente como uno de sus paladines, lo que genera inquietudes y contradicciones. Rompiendo con la tradición que prevalecía desde hace algunos años que el Presidente electo de Argentina realizaba la primera visita al vecino y principal socio comercial, Brasil, en este caso Alberto Fernández ha optado por México.
Entre los temas que formaban parte de su agenda, destacaba el Grupo de Puebla (GP), entendemos que con el ánimo de propiciar con México el eje del progresismo en la región. Pero todo indica que el Presidente de México ya ha entendido la importancia de conservar con mucho tino la relación económica con Estados Unidos, ha entendido que un país en desarrollo puede lograr beneficios en un acuerdo comercial con un país desarrollado, está superando el discurso que repiten los radicales para adoctrinar, de “la ballena que se come a la pobre sardina”. El acuerdo de libre comercio con Estados Unidos ha sido beneficioso para México, para la atracción de inversiones, generación de empleo y bienestar social; se puede perfeccionar, pero no deteriorar.
Muchos tradicionales progresistas no logran entender la interdependencia compleja del mundo global. Pareciera que el Presidente mexicano lo está entendiendo, adicionalmente tiene que lidiar con el carácter impredecible e impulsivo del Presidente de Estados Unidos. Un progresismo de retórica antisistema, como la vieja ALBA o el Foro Social de San Pablo, no conviene en el actual juego estratégico que desarrolla México.
Este primer error táctico del Presidente Alberto Fernández le debería llevar a reflexionar sobre la importancia que está asignando al GP, ha sido su anfitrión estos días de la segunda reunión del Grupo, en Buenos Aires. Pero cuando asuma la presidencia, Alberto Fernández enfrentará retos económicos y globales muy complejos. La crisis financiera, las relaciones con el Fondo Monetario y el Banco Mundial, las relaciones con Estados Unidos y con sus socios en el Mercosur; frente a estos actores y desafíos el GP no parece el mejor consejero.
En la reunión de Buenos Aires el GP ha celebrado la liberación de Lula Da Silva en Brasil, pero no ha dicho una palabra sobre la corrupción enquistada en la élite del Partido de los Trabajadores. ¿Será que el progresismo promueve la impunidad en sus amigos, y el rigor de la ley para los contrarios? Algunos de sus miembros han lanzado mensajes de defensa para Evo Morales, pero no han dicho nada sobre el carácter inconstitucional e ilegitimo de la cuarta candidatura de Evo Morales, ni su comportamiento autoritario frente a los medios de comunicación y el control de las instituciones, incluyendo el Tribunal Electoral. ¿Esto será una manifestación de un doble discurso del progresismo?
Entre las mayores inquietudes que están generando el GP, Alberto Fernández y el progresismo, tiene que ver con el tema de los derechos humanos. Un silencio extraño que puede resultar cómplice, en casos tan graves como Cuba, Venezuela o Nicaragua. Ningún comentario sobre el exhaustivo y contundente Informe de la Sra. Bachelet, ahora fortalecido con el comunicado que ha emitido el Subsecretario de las Naciones Unidas para Asuntos Humanitarios luego de su visita a Venezuela.
El GP se preocupa por el derecho humano de Evo Morales de lanzar por cuarta vez su candidatura, violando las leyes bolivianas, pero no emite palabra alguna sobre los muertos, heridos, detenidos arbitrariamente, torturados, inhabilitados, perseguidos o amedrentados. Un absoluto silencio frente al ecocidio del Arco Minero. Malas perspectivas para el GP y el progresismo, una gran insensibilidad social.
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