SALARIOS, COSTO DE OPORTUNIDAD Y
BIENESTAR EN LA ACTUALIDAD VENEZOLANA.
EDUARDO ORTIZ RAMÌREZ
Las crisis,
recesiones y los mercados son duros y reacios, sobre todo cuando las primeras
son estructurales y más aún no se toman las medidas adecuadas y no se atienden
ciertas taras y desviaciones así como a los buscadores de renta en su peor versión: los buscadores de corrupción. ¿Cuándo empezó todo? Realmente en la
década antepasada, pronunciándose en la pasada, y particularmente acentuándose desde
2014/2016[1];
y estableciendo su continuidad y permanencia en la década en curso. Queda a las
generaciones en proceso y en
vigencia y a la que está en formación, atender estos menesteres económicos y
sociales y sobre todo políticos, en cuanto a cambio de los administradores políticos y hacedores de políticas económicas.
Los mercados no
reaccionan a pesar de las buenas voluntades e intenciones. Las repuestas son
suaves y focalizadas a pesar de los deseos y de aquellas acciones así como de la
fuerza de los optimistas acérrimos y los
mercaderes de las crisis. Cambios de ramos, estímulos y financiamiento al
consumidor para facilitarle las compras, técnicas de comunicación con este
último para estimularlo a comprar, transformación y remodelación de locales,
todas son estrategias bien intencionadas pero el consumidor actual no reacciona
en el grado requerido. Conversando con comerciantes
y gentes de emprendimientos estos decían: “…mientras los salarios sigan bajos nadie va a ir a Margarita, ni a Paraguaná
ni a otros lados…”. Para lo que debe ser la fuerza de la economía y los
mercados no basta con decir que “algunos
si pueden ir”. Igual pasa con el consumo en las ciudades. Y es que los
venezolanos –y más aún los afectados grandemente por la crisis- requieren alimentos,
comidas, medicinas y bienes fundamentales, o los que son bienes imprescindibles.
ALGUNOS DE LOS PROBLEMAS EN SI MISMOS
Se perciben
señales de la calle, se reciben informaciones de los lugares de trabajo. Todas ellas atañen a un gran descontento,
aunque un partidario de la administración actual en Venezuela –tiene ya más de
23 años- diría que no pasa nada y que todos están felices. Las sociedades que
siempre han sido pobres o que no han mejorado significativamente su estructura
económico-social perciben, en casos, el empobrecimiento
o la estabilidad del mismo, con más resignación y menos tormento que aquellas
que han caído en la desgracia del deterioro
económico. Más aun, cuando esto último es derivado de tercas políticas económicas
-basadas en controles, discrecionalidad e intervencionismo extendido- y en modelos
fracasados y fundados en utopías suficientemente probadas en sus desarrollos no
exitosos (es el caso del socialismo).
Y, no es válido, como táctica de distracción, preguntar, en este caso, cuantos
son los descontentos y los afectados, pues literalmente son muchos.
Son considerables
en la Venezuela actual, los que no quieren –o no les es apetecible- trabajar en
actividades formales y los que –correspondientemente- les ha bajado el entusiasmo por el trabajo. No es el
trabajo una labor a sacramentar con la idea nostálgica por una labor que
desarrollan los desvalidos; ni tampoco la idea
medieval del trabajo como castigo o actividad innoble. Es el trabajo una
labor que organizada por el hombre, con sus condicionamientos biológicos,
sicosociales y económicos, pasa a ser el mejor camino de su tranquilidad,
creatividad, sosiego y bienestar.
Este bienestar, la manera de
conseguirlo, es a través del salario/sueldo, el cual permite, en condiciones de
prosperidad económica, materializar el proyecto
temporal de vida de familias y personas. Es ese uno de los grandes impulsos
del capitalismo y del desarrollo de las fuerzas productivas, que impresionó en
grande a los economistas clásicos a
pesar de sus primeras derivaciones o resultados sociales en el siglo XIX[2].
Haber organizado la labor y desempeño de cientos y miles de trabajadores en
condiciones de la maquinofactura –que
superó a la manufactura/ Pierre Vilar- y el desarrollo posterior de formas
de organización en oficinas, bancos y otras empresas y que hoy día aprovechan el
desarrollo de la economía y la tecnología de la información, pasando, para
algunos, a desarrollos más cómodos y creativos espacios del trabajo y al
beneficio de lo que en total ello produce para el crecimiento y desarrollo de
las naciones, está entre sus logros, cuando se da y evoluciona en contextos de crecimiento equilibrado[3].
El desempeño del
trabajo tiene el refuerzo positivo[4] del salario, la protección social y la promoción del empleado u obrero de que se
trate. El nivel y la calidad de estas últimas variables, hace que el costo de oportunidad del trabajo sea
alto o bajo según los casos de la comparación con el tipo de actividad alternativa[5].
Quiere decir que, si trabajamos, dejamos de percibir ingresos, disfrutes u
otros elementos de la mejor opción en un trabajo alternativo o en una
diversión. El trabajador necesita entonces sentirse estimulado para realizar la
actividad con sus mejores esfuerzos y potencialidades. Si no fuese ese el caso,
cambia de trabajo o deja de trabajar, aunque la posibilidad de entrar en paro o desempleo no es una opción muy apetecible, en condiciones de crisis
económica y social. A menos que el estímulo,
refuerzo o contraprestación pase a ser suficientemente banal para que el
trabajador acometa tal decisión en esas circunstancias. Ese es el caso que
creemos se está presentando en la economía venezolana, con la alternativa –en
algunos casos- del desempleo y las correspondientes acciones de desempeño
laboral inconexas o intranscendentes o, también, la migración, que pasa
ser una de las opciones extremas en
condiciones normales de vida estándar de un habitante de una nación, o de
Venezuela, donde tal opción no fue de
las primeras, en las cuatro últimas décadas del siglo XX, como si pasó a serlo
desde la década anterior y la que se encuentra en curso del siglo XXI.
El trabajo o
actividad laboral en la actual Venezuela, no está produciendo las condiciones más
adecuadas de la reproducción de la fuerza de trabajo. Usando los términos de
economistas de inspiración marxista, el trabajador o su salario, no alcanza
para conseguir el tiempo de trabajo
socialmente necesario para su reproducción. Lo cual significa que una administración
que se marca como revolucionaria, está determinando, con sus políticas
económicas y salariales, condiciones de recuperación del ingreso, por parte de
la fuerza de trabajo, mucho menos adecuadas que las que han brindado
administraciones llamadas de derecha o neoliberales por aquella, en Venezuela,
o en países de la región, en lustros y
décadas recientes. Pero lo que es más, el salario que para algunos economistas
clásicos en momentos se ubicaba en condiciones o niveles de subsistencia dados –grosso modo- los contextos del siglo XIX, para el XX,
tuvo cambios notables, o inflexiones, en sus niveles (y en condiciones de vida)
sobre todo en los países más avanzados,
y estaría desempeñándose para la de actualidad de Venezuela y para porciones no
irrelevantes de la población, en niveles menores al de subsistencia (lo que es equivalente al nivel de indigencia).
El contexto de dolarización informal que presenta la
economía de Venezuela desde años recientes, ha permitido que algunas porciones
de los trabajadores venezolanos reciban salarios en dólares[6],
pero ni estos se equiparan en la mayoría de los casos a los niveles regionales
de salario mínimo[7], ni
tales porciones son determinantes en el total de la población que recibe
ingresos fijos. Y por otra parte, en el caso del gran empleador, que representa el sector público, los salarios tienen un nivel bastante bajo, al
igual que la alta magnitud de pensionados y que, ambos, pueden representar
sobre los 6 millones de ciudadanos[8].
El salario mínimo, no solo representa entre 4 y 5 $ solamente, sino que en general se ha dado el llamado
proceso de bonificación del salario
(bonos en vez de salarios).
El sector
educativo y el sector salud, entre otros, presentan una situación de alto
deterioro. En particular, el subsector
universitario ha pasado a ver no solamente el menoscabo y desatención de la
infraestructura, sino también de las condiciones de docencia y vida de
profesores y empleados de las universidades del país. Los profesores de la UCV han transitado así, por un empobrecimiento
relativo y absoluto[9].
Si bien en tales instituciones se pueden
acometer reformas y cambios para la mejor administración y uso de los dineros y
asimismo optar por acciones de generación de ingresos, no menos cierto es que
al Estado, en tanto educación pública, le corresponde una cuota parte de
responsabilidad para el relanzamiento y la recuperación de tal sector y
personal, que es indudablemente fundamental en todo país que se precie de
querer avanzar hacia mayores estadios de desarrollo.
Y, todo ello,
derivado de largos años de políticas económicas inadecuadas y también de la
política salarial de anclaje del salario (al petro, al precio del barril y al
dólar) y de la conversión del salario mínimo
como un rasero concentrado de tendencia y movimiento de las remuneraciones,
donde muchos han pasado a recibir salarios bajos, tal cual se indicó y, muy
cercanos, en niveles altos o bajos, en la estructura de los salarios relativos; todo esto según el Programa de recuperación económica comunicado al país el 17 de
agosto de 2018 por el presidente de la Republica[10]
NM, y el cual, entre otras cosas, no
logró estructurar un conjunto de medidas adecuadas para abatir la hiperinflación, cuyos estragos causaron
alarma a nivel internacional, convirtiendo a Venezuela en un caso realmente
impresionante. Pero tampoco funcionaron las medidas que en marzo de 2022
ubicaron el salario mínimo en 30 dólares y que se ubica ya como el último
aumento de salarios, pues año y medio después no ha habido ningún otro; solo
habiéndose presentado durante mayo 2023 un aumento de cesta tickets (a 40$) o
de alimentación y aparición de bonos como el de guerra económica (30$) –para ser ambos indexados-[11],
y otros.
Las palabras
extremas de algunos trabajadores, incluso del sector público, atañen a
condiciones de trabajo y remuneración donde tendría que pensarse en una especie
de concepto de salario negativo;
esto es, aquella situación donde el salario se estaría concentrando más que en
la contraprestación al trabajador, en una donde el trabajador, aporta su tiempo
y su capacidad para una labor infructuosa pues la remuneración le es
irrelevante, según lo indicado. Ahí, el costo
de oportunidad se vuelve infinito.
17 de septiembre
2023
@eortizramirez
eortizramirez@gmail.com
[1]
VER Eduardo Ortiz Ramírez https://www.academia.edu/106239333/CUATRO_A%C3%91OS_FUNDAMENTALES_EN_LA_EVOLUCI%C3%93N_POL%C3%8DTICA_ECON%C3%93MICA_DE_D%C3%89CADAS_RECIENTES_EN_VENEZUELA_EDUARDO_ORTIZ_RAM%C3%8DREZ_CARACAS_3_DE_SEPTIEMBRE_2023_.
[2]
Elementos relacionados pueden verse en LA FORMACIÓN DE LA CLASE OBRERA EN
INGLATERRA THOMPSON,
E. P., EDITORIAL Capitán
Swing Libros 2012.
[3]
También existe la discusión desde la economía
del desequilibrio y el crecimiento
desequilibrado.
[4]
Una extrapolación de un término de
origen en la Psicología, donde desde
ciertas escuelas se ubicaron refuerzos
negativos y positivos.
[5]
Cualquier libro de texto de economía u órgano de divulgación define con
facilidad este término. El mismo o
coste de oportunidad también es precisado como “el valor de la mejor
opción no seleccionada” (http://economipedia.com/definiciones/coste-de-oportunidad.html). Se entiende también que este concepto es
más amplio que el costo contable, el cual es inmediato y directo a la
propia actividad que se ejecuta.
[6]
Informaciones desde el sector privado ubican en momentos, salarios mínimos que
giran entre uno y otro condicionante, alrededor de 180$. En otra perspectiva se
destaca que: “ …la remuneración promedio mensual del sector privado en $ a
marzo de 2023 fue de poco más de US$ 142, mientras que el promedio mensual del
sector público llegó a los US$ 35 en el mismo mes….” https://www.bloomberglinea.com/latinoamerica/venezuela/remuneraciones-del-sector-publico-y-privado-de-venezuela-cayeron-el-primer-trimestre/.
[7]
Para inicios del segundo semestre del año en curso, de 17 países en América Latina
solo Argentina –incluida Venezuela con 4,66$- presentaba un ingreso inferior a
200$; tres países con salarios
superiores a 500$ (ver https://www.bloomberglinea.com/2023/07/01/asi-comienzan-los-salarios-minimos-de-america-latina-el-segundo-semestre-de-2023/).
[8]
Dificultades en suministro/obtención de información crea un contexto donde
algunos llegan a afirmar que, sumando ambos grupos, la cifra puede aumentar a 8
millones, dada la incorporación de milicianos y otros factores.
[9]
En un contexto de clara bonificación del
salario, el profesor de mayor rango y dedicación tiene un sueldo de 18 $. A
esta consideración debe añadírsele el que, aun incorporando bonos al salario, el sueldo sería bajo dentro de las responsabilidades,
sentido y mística de profesores de tal nivel para universidades con
funcionamiento pertinente nacional e internacionalmente.
[10]Eduardo
Ortiz Ramírez. https://www.academia.edu/37349984/LO_QUE_VIENE_SOBRE_LOS_SALARIOS_EN_VENEZUELA
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