jueves, 19 de octubre de 2023

VENEZUELA: ESTRATEGIAS, SALARIO Y BIENESTAR.

 

VENEZUELA: ESTRATEGIAS, SALARIO Y BIENESTAR.

EDUARDO ORTIZ RAMÍREZ




PRESENTACIÓN.

De las cinco secciones que conforman este análisis, cuatro de ellas nos remiten de manera importante a la problemática de los salarios, el bienestar y las condiciones de vida en su fundamental interrelación con otras variables de la economía y la política económica. Por tanto se busca resaltar tales condiciones de vida y sus basamentos en razón de los resultados, las políticas y secuencias que se han presentado con una administración que buscó construir otro tipo de sociedad, fomentando la felicidad del ser humano y hasta materializar la ambiciosa idea crear de un hombre nuevo, con resultados -por lo demás- nada coincidentes con las propuestas; siendo, más bien, contrarios, al haber llevado a la economía a un proceso de destrucción de infraestructuras, industrias y hasta de desatención de la actividad petrolera, que había fundamentado el crecimiento en otras décadas, a pesar de los vicios y efectos negativos del rentismo asociado a la misma.

 En base a tales elementos, el trabajo, en primer lugar, comienza con un análisis sintético de varias líneas de actuación y de estímulo a propuestas y movimientos poblacionales asociados al país en su conjunto y que efectivamente ubicamos como estrategias, exitosas o no, pero que incorporaron el entusiasmo de los venezolanos y/o de los dirigentes del país. En segundo lugar se abordan las políticas de ajuste y sobre ajuste o algunos de sus elementos y que han estado vinculados al instrumental y a los estilos de la administración bolivariana, donde el peso mayor lo han llevado los sectores populares o menos favorecidos en la distribución del ingreso y que ha tenido efectos en sus niveles salariales y condiciones de vida. En tercer lugar, se trata lo concerniente a los conceptos de costo de oportunidad del trabajo  en su relación con las condiciones salariales y de oportunidades de empleo que han tenido los trabajadores en la propia dinámica de la aguda crisis económica, que se impulsa fuertemente desde 2017, con condiciones hiperinflacionarias que duraron varios años y que todavía perduran como alta inflación. En cuarto lugar, se analizan distintas opciones de política para el mejoramiento del bienestar y las condiciones de los trabajadores, insistiendo en una breve retrospectiva y en lo que ha sido el énfasis de la administración bolivariana en el periodo de la presidencia de NM. Las políticas de aumentos salariales han terminado fortaleciendo o convirtiéndose las/en políticas de bonificación del salario, donde estas últimas inutilizan el salario como referencia del nivel de vida de los trabajadores. En quinto lugar, se trata la deformación, informalidad y ausencia de desarrollo institucional llegando a interrelacionar salarios con mecanismos de supervisión de compras y precios de bienes, como es el caso del propuesto Sistema Biométrico que no terminó perdurando, a pesar de todo el tiempo y recursos invertidos. Se termina con una referencia a la informalidad que representa el sistema de dolarización informal, que ha terminado con permanencia de varios años y afectando los precios y salarios relativos.

Realmente el tratamiento que se hace es aproximativo conceptual, a los efectos de sentar bases para futuros ordenamientos e investigaciones.

I. VENEZUELA: VIEJOS Y NUEVOS INTENTOS DE CAMBIO POLÍTICO/ECONÓMICO VISTOS DESDE 2023.

Esta relativamente corta sección, dado lo que es su contenido, busca insistir en periodos e ideas estimulantes de entusiasmos e ilusiones que han difundido políticos, albergado los venezolanos y sus necesidades, o que han estimulado cambios o desviaciones/deformaciones en Venezuela en los últimos 120 años. Planteado de esa manera, pareciera demasiado, pero efectivamente se puede lograr una periodización que clarifique la intención. Más aun cuando se trata de enrumbar la economía y la sociedad venezolana, en un contexto de elecciones y en un cuadro económico social de recesión, empobrecimiento, migración y distanciamiento creciente de muchos logros que alcanzó la sociedad y la economía venezolana en décadas pasadas, a pesar de deficiencias que se pudieron haber tenido o presentado y las cuales no fueron atendidas debidamente.

No es cierto que la economía y el país se encuentren ahora -en los lustros recientes- enrumbados, en base a la independencia y la diversificación económica, tal cual se ha señalado, de distintas maneras, en el contexto de la Administración Bolivariana, que acumula ya más de 24 años. Como tampoco que estemos en capacidad de convertirnos en abastecedores de las necesidades en el área del transporte, la producción de medicinas y productos farmacéuticos en general y mucho menos para pasar a la conquista del espacio. Impresiona como mientras peor se sitúan las variables económicas, el Presidente Nicolás Maduro en sus discursos y defensas de su administración, más virtudes y avances le destaca a la economía y la nación, viéndola cada día mejor o a lo sumo diciendo que se tienen algunos problemas…;  pero, en las interpretaciones de su administración, ellos derivan es de las sanciones y la guerra económica.

Las sociedades avanzan, evolucionan o se problematizan en la medida en que las ilusiones y deseos –según sean convenientes o distorsionadas, de avanzada o de retroceso- se convierten en proyectos de desarrollo, se unen voluntades para la materialización de los mismos y esta última permite encontrar -en los casos de éxito- la llamada por los neo institucionalistas dependencia de ruta. A excepción de algunas décadas del siglo XX, como las del sesenta y setenta, no se encuentran en la historia nacional de la última centuria y cuarto, períodos donde se anduviese cerca de tal encaminamiento hacia el desarrollo. Rómulo Betancourt fue un visionario en ese sentido, y ello le permitió convertirse en uno de los pocos líderes del desarrollo[1] que hemos tenido[2].

La revisión de la historia nacional de los últimos ciento veinte años, nos permite observar ilusiones y entusiasmos –aunque normativamente no siempre de los más adecuados- en determinados procesos económicos y políticos. Desde el punto de vista económico y político, debe señalarse la importancia que tuvieron el café y el cacao hasta 1925, junto al sentido de paz relativa alcanzada por los gobiernos de Cipriano Castro y sobre todo de Juan Vicente Gómez[3] y, más o menos desde esa fecha, por alrededor de 90 años, el desplazamiento de aquellos bienes agrícolas por el petróleo como factor económico, que no se ha sembró[4], usando inversamente la recomendación de Arturo Uslar Pietri.

Desde los puntos de vista político, económico, social y militar, según los casos, existen otras ideas y procesos de entusiasmo de la población venezolana que deben destacarse.

1. En primer lugar, el militarismo, que estuvo presente durante todo el siglo XX hasta 1958 a excepción del llamado trienio 1945/1948 y del inmediato y corto período de Rómulo Gallegos (menos de un año durante 1948). Los militares y sobre todo los venidos de los andes pasaron a considerarse y difundir la idea de un orden inspirado y sostenido por ellos, a pesar de mayores o menores modernismos o amplitudes según los casos. En el inconsciente colectivo de los venezolanos o en expresiones de la conciencia inmediata surgen recuerdos de la tranquilidad, paz y orden relativos en algunos tiempos de ese período[5]. En general el resaltar el militarismo busca destacar la rectitud, el orden y la disciplina, como que los militares fuesen los únicos que en la sociedad tienen esos valores y formas de comportamiento; realmente también los hay en organizaciones religiosas, universidades, instituciones deportivas y empresas, entre otros ámbitos.

2. En segundo lugar, la industrialización, el impulso de la modernización y la democracia desde finales de los cincuenta[6] hasta mediados de los setenta. Trabajo, orden, limpieza, posibilidades de expandir la economía y los proyectos de inversión, estuvieron presentes en este periodo. Autopistas, industrias, escuelas y hasta las ideas e iniciativas de crear un Metro para Caracas, surgieron de esos años a pesar del rentismo. Pero también se ordenaron y/o regularizaron campañas de prevención de enfermedades vía -por ejemplo- cruzadas masivas de vacunación[7] así como la regularización de la protección social vía Seguro Social Obligatorio.  Economías hoy día en progreso como Chile y Colombia, entre otras, tenían varias ausencias y deficiencias y miraban a Venezuela en variados aspectos como un ejemplo de buen avance. Pero esta parte positiva se convirtió o desarrolló dialécticamente su contrario.

Pues la sociedad venezolana no tenía albergado el consenso, y el resentimiento (acumulado en alrededor de 150 años previos) así como el radicalismo político de quienes no veían esos resultados como desarrollo –parte de los grupos políticos e individuos relacionados con esta posición, se encuentran hoy en el ejercicio del poder político en la Administración Bolivariana y se identificaron desde sus inicios con ella- hicieron su parte para horadar un proyecto en curso (dejándole a la nación y a algunas de sus instituciones cicatrices imborrables dado el escenario de lucha armada[8] y el estímulo hacia populistas y demagógicas formas de funcionamiento) que encontró su alteración definitiva en las bases más profundas de la renta petrolera, al convertirse la gestión administrativa de la nación en un distribucionismo exacerbado, a partir de mediados de los setenta con la primera administración de Carlos Andrés Pérez (1974/1979) en el contexto de aumentos de precios del petróleo desde inicios de tales años. Como señaló D.F. Maza Zavala, el trabajo -en el contexto de la Gran Venezuela de la Primera administración de CAP- fue sustituido por el dinero fácil que, además, pasó a formar parte del impulso de la corrupción; y en un contexto donde comenzó a manifestarse la inflación, los déficit en cuenta corriente y, entre otras cosas, el endeudamiento externo[9]. La gran paradoja: un petroestado, alborotado con el incremento de precios de su commodity, que termina endeudado y con buscadores de renta y de corrupción enriquecidos vía corrupción.

3. En tercer Lugar, la corrupción, el desasosiego, el autoritarismo en condiciones de democracia, los partidos convertidos en el eje repartidor de la “democracia” y la dilapidación de recursos, con la democracia de partidos, forman parte de un período de más o menos 20 25 años que va desde mediados de los setenta hasta 1999, pues hay que decir que los pueblos y naciones también desvían sus caminos, enrumbándose inadecuadamente según  coyunturas, riqueza fácil e inadecuados liderazgos[10]. Se trataba ahora, en este tercer (y desviado) entusiasmo, de un pueblo –en no insignificante proporción- confundido, con cultura de campamento (como alguna vez señaló un dramaturgo) y buscador de arreglos, según herencias, períodos e historia; y políticos y administradores que parecieron ser más ineficientes mientras uno sustituía al otro (Luis Herrera Campins 1979/1984, Jaime Lusinchi 1984/1989, Carlos Andrés Pérez 1989/1993 -2da administración-, R. J. Velázquez 1993/1994 y Rafael Caldera 1994/1999 -2da administración-) y, una masa de aquel mismo pueblo -en su acepción amplia, abarcando también clases medias y altas- observando en cada oportunidad electoral, la ocasión misma para su proyecto personal o grupal, a pesar de las luces que todavía podían irradiar en momentos algunos de los presidentes, el congreso, Instituciones (Universidades e Iglesias) o algunos ministros y determinados políticos e intelectuales que podían fungir como la reserva moral del país. Se registró en la  secuencia referida, el episodio notable de un pueblo eligiendo, con distintas esperanzas y entusiasmos, a dos presidentes por segunda vez[11] (Carlos Andrés Pérez y Rafael Caldera), cuyos resultados, en ambos casos, terminaron con mayores dramas y problemas económicos y sociales que con los que comenzaron[12] tal segundo mandato.

En el plano de la política económica, el mayor entusiasmo fue albergar, en algunas ocasiones, las ideas extremas del neoliberalismo y la crítica acérrima a la sustitución de importaciones o el acotamiento de frases cómodas y jocosas (Caso segunda presidencia Carlos Andrés Pérez, 1989/1993), según instituciones y ministerios, o impulsar ideas melosas del amor por el país o de la defensa de la figura presidencial (caso segunda presidencia Rafael Caldera, 1994/1999), según el caso y momento. La cultura del extremo hizo de la suyas, en momentos de este periodo y en las ideas y entusiasmos dominantes.

4. En cuarto lugar, el periodo de las ideas del bolivarianismo, inicialmente difundidas por  Hugo Chávez y hoy día en las figuras de sus continuadores y de Nicolás Maduro. Esto entusiasmó a una porción alta de la población venezolana (para las elecciones de 1998), dadas las ofertas de crear una verdadera democracia, acabar con la corrupción y la llamada democracia de partidos. Honor, pulcritud, comedimiento, eficiencia en la administración pública, oportunidades de una repartición más equitativa del ingreso, fueron las ofertas iniciales en 1998 y 1999[13].

Muchos acogieron esas ideas como suyas y les profesaron esperanzas. Transcurridos más de veinte y cuatro años de administración política de la nación, los entusiasmados son muchos menos y no todos lo que se mantienen presentan la inocencia y honestidad que hubo en sus tiempos iniciales[14]. La problematización económica, social y política después de casi cinco lustros, pasó a enfrentar a los venezolanos -ya como mayoría- ante la frustración de esperanzas no materializadas, por un proyecto que además de las ideas señaladas hizo renacer el militarismo, superponiendo lo militar a lo civil, en el contexto de las democracias inestables e insuficientes de América Latina y Venezuela en particular –tal cual se señaló-, así como a la necesidad de construir un nuevo entusiasmo, impulso y misión para la economía y el país, dado que la alteración y destrucción alcanzada pasó a abarcar las dos dimensiones.

Capitalismo de estado, aumento de la corrupción, deterioro de los servicios públicos, profundización de la dependencia petrolera y del rentismo, controles permanentes aumentados en áreas de la mayor relación con la riqueza nacional y no de grupos o partidos como el manejo de las divisas obtenidas del rentismo, destrucción de patrimonios empresariales y familiares, clima de zozobra e inestabilidad en trámites, procedimientos y seguridad personal y familiar, pasaron a formar parte definidamente de la nueva frustración presente en muchos venezolanos bordeando la segunda década desde los inicios de la administración bolivariana en 1999, a pesar de la comodidades de algunos y las incondicionalidades de otros. Y ello es la base, por lo demás, de la indescriptible migración de venezolanos que cada día fue arreciando más, desde hace cerca de 10 años y que en 2023 supera los 7 millones de migrantes, conformándose como uno de los mayores movimientos migratorios a nivel mundial, y ante el cual el Presidente NM ha ofrecido en momentos -si lo dejasen, liberándole recursos de los retenidos internacionalmente- poderse traer 50.000 venezolanos, mientras las cifras ya conocidas internacionalmente ascienden a los millones señalados, con sus fundamentos en registros internacionales.

Cuatro ilusiones, esperanzas, ideas y entusiasmos -vistas hasta ahora- que, en alrededor de más de cien años nos trasladan a la Venezuela problematizada, deteriorada y conflictiva de inicios de la tercera década del siglo XXI. Numerosos elementos positivos podrían destacarse en el tránsito de los dos primeros períodos de entusiasmos e ilusiones señalados, tenidos por Venezuela y sus habitantes y que abarcaron hasta mediados/finales de los setenta (Independencia política, avance institucional, urbanización, alfabetización, eliminación de enfermedades, crecimiento económico y grados de desarrollo, oportunidades de avance para personas y familias, así como aumento de la atención a los marginados y excluidos de políticas de mejoramiento social, son solo parte de ellos). El tercer periodo, de confusiones/desviaciones –tal cual se señaló más arriba-, abarca desde mediados de los setenta hasta finales de los noventa, pero nunca el daño llegó a niveles mayoritaria, significativa o extendidamente radicales. Contrariamente, el descalabro se presenta en el cuarto periodo, esto es en la rimbombante administración bolivariana que se ha planteado quedarse por mil años (expresión que puede interpretarse políticamente, pero que han sido expresiones literales de sus dirigentes) proponiéndose refundar instituciones, crear un hombre nuevo, convertir a Venezuela en una potencia de todo tipo, llevar a los venezolanos al disfrute de cualquier máximo de felicidad o a cualquier meta pensable. Pero realmente, la revolución más larga[15] del siglo XX y XXI (o la última del siglo XX[16]) –en lo visto hasta ahora- se convirtió en un fracaso y en una decepción para las mayorías –que habían acompañado previamente a los partidos de la democracia de partidos AD y COPEI-, que alguna vez se esperanzaron en ella, con el agravante de haber transformado negativamente o destruido la economía y la nación.

5. En quinto lugar y correspondientemente con lo presentado, es importante en esta nota  resaltar la necesidad que se tuvo, y el intento de albergar una quinta ilusión, entusiasmo y misión que hubiera podido convertirse -en base al consenso- en un proyecto que por distintas vías hubiese permitido unir esfuerzos en pro de combatir la anomia (observada en años posteriores a 2017, 2018 y 2019),  y que todavía existe en sectores de la población, a pesar de las expresivas y cuantiosas movilizaciones tenidas durante el año 2017[17], o los meses de enero y febrero de 2019[18], abarcando hasta los nefastos sucesos de impedimento para que ingresara la ayuda humanitaria el día 23 de febrero en los puntos conocidos y cuyo contexto atañe a la figura del llamado Presidente interino, personificado en Juan Guaido, para el momento Presidente de la Asamblea Nacional.

El chavismo dominante de años recientes, está controlado por el Presidente NM y su camarilla y existe inclinación a pensar que factores nacionales e internacionales son los que ejecutan verdaderos controles y determinaciones sobre su figura. Grupos y figuras alternativas a este último y su camarilla, han planteado por distintas vías algo así como aprovechar o seguir desarrollando un chavismo sobreviviente, que rescataría unos supuestos elementos puros, bien encaminados y exitosos, que habría alcanzado y ejecutado HC. Se trata de fantasía y demagogia, pues el verdadero legado de este último, es el más fiel determinante de la situación de debacle en que ha terminado la economía y la nación venezolana. Con un cambio de gobierno, se suceda cuando se suceda, quedará, eso sí, el chavismo resentido, que persistirá en señalar lo bueno que era todo durante la administración ya conocida –hasta ahora- por más de 24 años.

La nueva misión y entusiasmo en lo que ubicamos como el quinto período (sin que haya implicado efectos tan tangibles o registrables como los cuatro previos), pasó a conformarse a partir de  los impulsos e iniciativas que  rodearon e inspiraron las acciones políticas desarrolladas por el presidente de la Asamblea Nacional y Presidente interino señalado, con el cometido muy importante, como propuesta para el país, basado en la trilogía: hacer que cesara la usurpación, que se estableciese un gobierno de transición y se realizasen elecciones libres. Esto resume  nada más y nada menos que la idea de que la mayoría de las que se habían realizado desde un momento hasta la presencia reciente de la propuesta no habían sido libres, bien organizadas y supervisadas y ello se consideraba suficiente para que las voluntades multitudinarias se expresasen en una perspectiva que le abriría caminos a Venezuela, para enrumbarse hacia la recuperación de la institucionalidad y la superación de la aguda problemática económica y social. Nada de esto se llevó a efecto y se acumularon, más bien, numerosos problemas en el manejo de recursos, en una Presidencia interina que nunca fue tal, a pesar del apoyo internacional que de palabra se daba, junto a algunos gestos y reconocimientos. Trifulcas políticas, grupismo, acciones dislocadas y manejos dudosos de recursos, dieron al fin al traste con esta quinta oleada de entusiasmo y posibilidad de estructurar una perspectiva de recuperación, cambio y transformación de la sociedad y economía venezolana, con el abordaje primeramente de la administración política.

6. En sexto lugar, se trata de La sexta ola de ilusión y entusiasmo para los venezolanos, la cual mantiene el matiz del necesario abordaje y cambio en la administración política del país y para ello son fundamentales las elecciones de 2024. Es ello lo que también le dio valor a las elecciones primarias de la oposición planteadas para el 22 de octubre 2023 e independientemente del potencial cercado que tuvo y tiene del lado del oficialismo cualquier dinámica asociada a ellas, pero, más que eso, nos interesa destacar otra dimensión para esta sexta ola de entusiasmo, que de no ser masivo no será exitoso, ante tantas limitaciones que más de 24 años administrando al país, de la manera señalada, le brindan a la Administración Bolivariana para afectar/condicionar procesos de tal naturaleza[19]. Demos las primarias por realizadas y que de allí ha surgido una candidatura de la oposición, habiéndose podido sortear inhabilitaciones y acciones interesadas desde el nuevo y ajustado CNE. Sabido es que en estos procesos electorales, hay los que aparecen, hacen arreglos descarados o creen que por tener dinero o haber tenido responsabilidades políticas previas, pueden abordar el marco de la dirección de un país.

Realmente, el pueblo venezolano, buscando una opción distinta a la que actualmente dirige a la nación, no debería equivocarse con oportunistas y engañadores de oficio. Se corren grandes peligros en estas elecciones, vistos del lado de la opción desde la oposición. Cuando HC fue elegido era la oposición, más allá de sus matices políticos y de origen militar. Muchos habían justificado o “explicado” un golpe de Estado (1992) y, el contexto nacional brindado por la segunda administración de Rafael Caldera, junto a matices del otro candidato, brindaron un contexto muy favorable para quienes resultaron ganadores en 1998.  Había la necesidad urgente de que muchos tuvieran nuevas esperanzas de mejoramiento. Puede pasar lo mismo, independientemente de matices e intensidades, hoy día, por el solo deseo de cambio que, según apreciaciones y la observable calle, lo desean 8 de cada 10 venezolanos.

En un contexto de una democracia y una economía de tantas debilidades y deterioros acumulados (puede apuntarse que con decrecimiento recesivo, disminución del consumo, empobrecimiento acentuado, junto a disminución de ingresos de exportación, entre otros elementos)[20], puede suceder lo mismo, pues los candidatos en elecciones, no infrecuentemente cambian el discurso de lo que realmente van a poder o a querer ejecutar. Correspondientemente, el electorado puede salir factiblemente decepcionado o sin que sus expectativas puedan ser posibles de alcanzar. En una situación económica y social como la de Venezuela, esto podría ser poco menos que dramático, si gana un opositor en el entendido de que se logren superar tramoyas, engaños y “fallas accidentales” que algunos seguramente prepararán. Algo que parece inocente en política es que esto sea evitado hablando con la mayor sinceridad y no ofreciendo lo que no se pueda satisfacer. Pues puede volver a presentarse una decepción y desanimo[21], al no encontrar secuencia entre ofertas y realidad en políticas y resultados, como lo derivado de las elecciones de 1998.

 

 II. ECONOMIA VENEZOLANA: ENTRE EL FRACASO DE LAS EXPECTATIVAS Y EL  SOBREAJUSTE.

 

Aumento de impuestos y tarifas, incremento en costo de servicios, negativa palpable de aumentos de salarios (en por lo menos año y medio desde marzo 2022), en un contexto abiertamente inflacionario, mantenimiento del encaje legal y las correspondientes restricciones al crédito, son algunas de las expresiones de un sobreajuste del lado del sector público que “lidera” la economía y que, de tiempo atrás, ha tenido poco que aportar en la conducción de la misma; así  pues,  habiendo ejecutado numeroso intentos fallidos, podemos  permitirnos usar el término sobreajuste. Como generalmente sucede en economías menos desarrolladas y con escasos desarrollos en la sociedad civil, terminan pagando los costos o las cargas, los sectores menos favorecidos en la distribución del ingreso; algunos de ellos son en la actualidad venezolanos, y tienen su ubicación como empleados públicos y, específicamente, de los  sectores como la salud y la educación.

Tal sobreajuste busca compensar, además, las restricciones estructurales (pozos petroleros desatendidos, menor disponibilidad de recursos para invertir, otros), y puede decirse ahora, en la obtención de los cuantiosos ingresos petroleros, otrora obtenidos  por la economía venezolana (como los del periodo de 10 años previos a 2014). Busca el Estado/Gobierno[22], ahora sin relativamente tantas divisas, gastar menos y obtener más para “equilibrarse”.

Ante este escenario, ya advertido en distintos momentos, como durante 2018[23], no han faltado los entusiastas[24] y varias veces acomodados de todo tipo, vaticinando mejorías que hoy día -avanzado el segundo semestre de 2023-, se muestran sin pertinencia ante la realidad económica y social. Dos fantasmas muy reales medran en la oscuridad; la inflación/hiperinflación y la dolarización informal.

Sobre la inflación, ya sabemos que las proyecciones han tenido que reconsiderarse y cobijarse hoy día en el proyectado 400% del multilateral de marras, siempre atento a registrar y proyectar. Más aún, se oyen hoy día cosas como “bueno, la gente se acostumbra a vivir con la inflación” (caramba, caramba, con pensiones de menos 5$  y sueldos de profesores universitarios rayando en la miseria absoluta y relativa). Más aun, hoy día, es más que clara la importante disminución del consumo que, parafraseando a un estimado profesor, podríamos decir que el consumo lo es todo. El consumo, dada la pertinaz inflación y el contexto de sobreajuste planteado, ha entrado en la fase de deterioro acentuado para productos de consumo de distintos estratos. Claro, habrá siempre los que con cierta sorna señalen que hay gente consumiendo pescado y quesos especiales así como carros de alta gama, teniendo en su mano un Wiski o vino de alta gama, por usar prestada la expresión. Es esto lo que ha llevado  a la realización de ofertas en ventas o a las alarmas desde el exterior señalando que la cosa económica se está volviendo a poner en Venezuela como en años recientes, cuando empezó a decaer la economía;  pero, lamentablemente, no es cierto en los grados tal realismo, pues ahora estamos peor.

Como si no fuese suficiente, la Hidra que es la dolarización informal y chucuta, se reproduce y reproduce generando nuevas sorpresas. ¡Ahora resulta que hay que medir la inflación en dólares! Muchos no creían o decían que no existía inflación en dólares, como si estuviésemos en cualquier mercado prístino, serio y dinámico de los que pueden encontrarse en casos en el escenario internacional. No, la dolarización nuestra nació con distorsiones muy de compromiso futuro, dado no solo que ha sido informal sino que además heredó variadas perversiones[25].

No nos parece que la dolarización sea el camino de solución de los problemas de Venezuela[26], pero los opuestos al imperio y los analistas cordiales y seguidores han podido dejarse medias tintas y decretarla formalmente. La pregunta siempre fue: ¿por qué no lo hacen? Ah… pero aprende uno que de ese escenario distorsionado, sin precios ni salarios en dólares se benefician varios/varios, y, el mismo fisco, que ajusta y sobre ajusta tiene o busca  sus dividendos, incluso políticos. Por otra parte, a algunos no les es difícil señalar que el $ pueda pronto acercarse a los 50 0 100 bolívares[27] en tiempo próximo cercano. 

Nada de lo señalado, pareciera ir en beneficio de los sectores menos favorecidos en la distribución del ingreso. Pues, a pesar de los grupos de trabajadores que ganan en dólares en el área privada, se sabe que, ni son la mayoría, ni están protegidos de la inflación en general ni de la de dólares. La desvalorización del bolívar en Venezuela es terrible, pero no está muy lejos la relativa al dólar, independientemente de su valor y significación a nivel internacional.

 

III. SALARIOS, COSTO DE OPORTUNIDAD Y BIENESTAR EN LA ACTUALIDAD VENEZOLANA.

 

UNA REFLEXION DESDE LA CRISIS

Las crisis, recesiones y los mercados son duros y reacios, sobre todo cuando las primeras son estructurales y más aún no se toman las medidas adecuadas y no se atienden ciertas taras y desviaciones así como a los buscadores de renta en su peor versión: los buscadores de corrupción. ¿Cuándo empezó todo? Realmente en la década antepasada, pronunciándose en la pasada, y particularmente acentuándose desde 2014/2016[28]; y estableciendo su continuidad y permanencia en la década en curso. Queda a las generaciones en proceso y en vigencia y a la que está en formación, atender estos menesteres económicos y sociales y sobre todo políticos, en cuanto a cambio de los administradores políticos y hacedores de políticas económicas.

Los mercados no reaccionan a pesar de las buenas voluntades e intenciones. Las respuestas son suaves y focalizadas, a pesar de los deseos y de aquellas acciones, así como de la fuerza de los optimistas acérrimos y los mercaderes de las crisis. Cambios de ramos, estímulos y financiamiento al consumidor para facilitarle las compras, técnicas de comunicación con este último para estimularlo a comprar, transformación y remodelación de locales, todas son estrategias bien intencionadas pero el consumidor actual no reacciona en el grado requerido. Conversando con comerciantes y gentes de emprendimientos estos decían: “…mientras los salarios sigan bajos nadie va a ir a Margarita, ni a Paraguaná ni a otros lados…”. Para lo que debe ser la fuerza de la economía y los mercados no basta con decir que “algunos si pueden ir”. Igual pasa con el consumo en las ciudades. Y es que los venezolanos –y más aún los afectados grandemente por la crisis- requieren alimentos, comidas, medicinas y bienes fundamentales, o los que son bienes imprescindibles.

ALGUNOS DE LOS PROBLEMAS EN SI MISMOS

Se perciben señales de la calle, se reciben informaciones de los lugares de  trabajo. Todas ellas atañen a un gran descontento, aunque un partidario de la administración actual en Venezuela –tiene ya más de 24 años- diría que no pasa nada y que todos están felices. Las sociedades que siempre han sido pobres o que no han mejorado significativamente su estructura económico-social perciben, en casos, el empobrecimiento o la estabilidad del mismo, con más resignación y menos tormento que aquellas que han caído en la desgracia del deterioro económico. Más aun, cuando esto último es derivado de tercas políticas económicas -basadas en controles, discrecionalidad e intervencionismo extendido- y en modelos fracasados y fundados en utopías suficientemente probadas en sus desarrollos no exitosos (es el caso del socialismo). Y, no es válido, como táctica de distracción, preguntar, en este caso, cuántos son los descontentos y los afectados, pues literalmente son muchos.

Son considerables en la Venezuela actual, los que no quieren –o no les es apetecible- trabajar en actividades formales y los que –correspondientemente- les ha bajado el entusiasmo por el trabajo. No es el trabajo una labor a sacramentar con la idea nostálgica por una labor que desarrollan los desvalidos; ni tampoco la idea medieval del trabajo como castigo o actividad innoble. Es el trabajo una labor que organizada por el hombre, con sus condicionamientos biológicos, sicosociales y económicos, pasa a ser el mejor camino de su tranquilidad, creatividad, sosiego y bienestar. Este bienestar, la manera de conseguirlo, es a través del salario/sueldo, el cual permite, en condiciones de prosperidad económica, materializar el proyecto temporal de vida de familias y personas. Es ese uno de los grandes impulsos del capitalismo y del desarrollo de las fuerzas productivas, que impresionó en grande a los economistas clásicos a pesar de sus primeras derivaciones o resultados sociales en el siglo XIX[29]. Haber organizado la labor y desempeño de cientos y miles de trabajadores en condiciones de la maquinofactura –que superó a la manufactura/ Pierre Vilar- y el desarrollo posterior de formas de organización en oficinas, bancos y otras empresas y que hoy día aprovechan el desarrollo de la economía y la tecnología de la información, pasando, para algunos, a desarrollos más cómodos y creativos espacios del trabajo y al beneficio de lo que en total ello produce para el crecimiento y desarrollo de las naciones, está entre sus logros, cuando se da y evoluciona en contextos de crecimiento equilibrado[30].

El desempeño del trabajo tiene el refuerzo positivo[31] del salario, la protección social y la promoción del empleado u obrero de que se trate. El nivel y la calidad de estas últimas variables, hace que el costo de oportunidad del trabajo sea alto o bajo según los casos de la comparación con el tipo de actividad alternativa[32]. Quiere decir que, si trabajamos, dejamos de percibir ingresos, disfrutes u otros elementos de la mejor opción en un trabajo alternativo o en una diversión. El trabajador necesita entonces sentirse estimulado para realizar la actividad con sus mejores esfuerzos y potencialidades. Si no fuese ese el caso, cambia de trabajo o deja de trabajar, aunque la posibilidad de entrar en paro o desempleo no es una opción muy apetecible, en condiciones de crisis económica y social. A menos que el estímulo, refuerzo o contraprestación pase a ser suficientemente banal para que el trabajador acometa tal decisión en esas circunstancias. Ese es el caso que creemos se está presentando en la economía venezolana, con la alternativa –en algunos casos- del desempleo y las correspondientes acciones de desempeño laboral inconexas o intranscendentes o, también, la migración, que pasa ser una de las opciones extremas en condiciones normales de vida estándar de un habitante de una nación, o de Venezuela, donde tal opción no fue de las primeras, en las cuatro últimas décadas del siglo XX, como si pasó a serlo desde la década anterior y la que se encuentra en curso del siglo XXI.

El trabajo o actividad laboral en la actual Venezuela, no está produciendo las condiciones más adecuadas de la reproducción de la fuerza de trabajo. Usando los términos de economistas de inspiración marxista, el trabajador o su salario, no alcanza para conseguir el tiempo de trabajo socialmente necesario para su reproducción. Lo cual significa que una administración que se marca como revolucionaria, está determinando, con sus políticas económicas y salariales, condiciones de recuperación del ingreso, por parte de la fuerza de trabajo, mucho menos adecuadas que las que han brindado administraciones llamadas de derecha o neoliberales por aquella, en Venezuela, o en países de la región, en lustros  y décadas recientes. Pero lo que es más, el salario que para algunos economistas clásicos en momentos se ubicaba en condiciones o niveles de subsistencia, dados grosso modo- los contextos del siglo XIX, para el XX, tuvo cambios notables, o inflexiones, en sus niveles (y en condiciones de vida) sobre todo en los países más avanzados, y estaría desempeñándose para la de actualidad de Venezuela y para porciones no irrelevantes de la población, en niveles menores al de subsistencia (lo que es equivalente al nivel de indigencia)[33].

El contexto de dolarización informal que presenta la economía de Venezuela desde años recientes, ha permitido que algunas porciones de los trabajadores venezolanos reciban salarios en dólares[34], pero ni estos se equiparan en la mayoría de los casos a los niveles regionales de salario mínimo[35], ni tales porciones son determinantes en el total de la población que recibe ingresos fijos. Y por otra parte, en el caso del gran empleador, que representa el sector público, los salarios tienen un nivel bastante bajo, al igual que la alta magnitud de pensionados y que, ambos, pueden representar sobre los 6 millones de ciudadanos[36]. El salario mínimo, no solo representa entre 4 y 5 $ solamente, sino que en general se ha dado el llamado proceso de bonificación del salario (bonos en vez de salarios).

El sector educativo y el sector salud, entre otros, presentan una situación de alto deterioro. En particular, el subsector universitario ha pasado a ver no solamente el menoscabo y desatención de la infraestructura, sino también de las condiciones de docencia y vida de profesores y empleados de las universidades del país. Los profesores de la UCV han transitado así, por un empobrecimiento relativo y absoluto[37]. Si bien en tales  instituciones se pueden acometer reformas y cambios para la mejor administración y uso de los dineros y asimismo optar por acciones de generación de ingresos, no menos cierto es que al Estado, en tanto educación pública, le corresponde una cuota parte de responsabilidad para el relanzamiento y la recuperación de tal sector y su personal, que es indudablemente fundamental en todo país que se precie de querer avanzar hacia mayores estadios de desarrollo.

Y, todo ello, derivado de largos años de políticas económicas inadecuadas y también de la política salarial de anclaje del salario (al Petro, al precio del barril y al dólar) y de la conversión del salario mínimo como un rasero concentrado de tendencia y movimiento de las remuneraciones, donde muchos han pasado a recibir salarios bajos, tal cual se indicó y, muy cercanos, en niveles altos o bajos, en la estructura de los salarios relativos; todo esto según el Programa de recuperación económica comunicado al país el 17 de agosto de 2018 por el presidente de la Republica[38] NM, y el cual, entre otras cosas, no logró estructurar un conjunto de medidas adecuadas para abatir la hiperinflación, cuyos estragos causaron alarma a nivel internacional, convirtiendo a Venezuela en un caso realmente impresionante. Pero tampoco funcionaron las medidas que en marzo de 2022 ubicaron el salario mínimo en 30 dólares y que se ubica ya como el último aumento de salarios, pues año y medio después no ha habido ningún otro; solo habiéndose presentado durante mayo 2023 un aumento de cesta tickets (a 40$) o de alimentación y aparición de bonos como el de guerra económica (30$) –para ser ambos indexados-[39], y otros.

Las palabras extremas de algunos trabajadores, incluso del sector público, atañen a condiciones de trabajo y remuneración donde tendría que pensarse en una especie de concepto de salario negativo; esto es, aquella situación donde el salario se estaría concentrando más que en la contraprestación al trabajador, en una donde el trabajador, aporta su tiempo y su capacidad para una labor infructuosa, pues la remuneración le es irrelevante, según lo indicado. Ahí, el costo de oportunidad se vuelve infinito.


 

IV. DESARROLLO, BIENESTAR Y POBREZA.

 

Los venezolanos adquirieron –ya para la segunda mitad del siglo XX y como tendencia fuerte hasta la segunda mitad de los años setenta- un nivel de vida respaldado en oportunidades de empleo, niveles de salario que permitían alcanzar unas condiciones de existencia superiores a la de varios países de América latina, apoyo en seguridad social y aceptables servicios públicos y de seguridad y vigilancia, entre otros elementos. Igualmente –y de manera paradójica-, ese nivel de vida empezó a deteriorarse –inicialmente en los sectores menos favorecidos en la distribución del ingreso- con los aumentos de los precios petroleros y los niveles de endeudamiento del país desde mediados de los años señalados. Ninguno de los dos tipos de aumento, ni las ejecutorias de variadas administraciones, con sus respectivos sesgos en la elaboración de la política económica y social, permitieron aumentar ni el desarrollo ni el bienestar de los venezolanos, pero tampoco compensar la pérdida en los niveles de los mismos. Es esa la evolución desde los años ochenta y noventa, hasta los inicios de la administración bolivariana, y esta última ha continuado –grosso modo- con los mismos resultados, dado el creciente deterioro en las variables e indicadores del caso. Es de ahí, que los registros y balances sobre el deterioro del salario real, sigan siendo de los elementos relevantes en la evaluación de lo que más adelante señalaremos como un paquete de pobreza. Es este, en parte, el sentido recogido en la afirmación contenida en el documento Compromiso con Venezuela de Fedecámaras: “La calidad de vida de las personas solo puede incrementarse sostenidamente con una economía que año tras año logra crecer. A pesar de los cuantiosos recursos naturales y el talento con los que cuenta nuestro país, hemos retrocedido año tras año con respecto a América Latina y al mundo en indicadores de competitividad, inversión y calidad institucional.” (Fedecámaras, Compromiso con Venezuela. 2014).

 

OPCIONES PARA EL BIENESTAR.

Varias son las opciones que en una economía pueden considerarse, para atender las necesidades de aumentar o mantener el bienestar de sus ciudadanos. En el caso de Venezuela, es ineludible considerar su condición de economía productora de petróleo y petroestado. Considerando administraciones siempre polémicas, como la segunda de Carlos Andrés Pérez (1989/2003) y la bolivariana desde 1999, podemos resaltar cuatro perspectivas.

 

TRADICIONAL.

La primera opción remite a la perspectiva tradicional entre crecimiento y bienestar. Se considera que a una dinámica intensa en el crecimiento para el mediano plazo, corresponderá automáticamente un impulso en el bienestar de la población. Puede añadirse la consideración sobre que ello no suceda en el corto plazo sino en el mediano y largo plazo, tal cual se perfila desde la llamada Teoría del goteo. Es este el sentido que se le ha dado a varios elementos de política y dinámica macroeconómica en la economía venezolana. Es el caso de los megaproyectos en la segunda administración de Carlos Andrés Pérez, los cuales se consideraba estimularían las variables aludidas. En el caso de la administración bolivariana el proyecto ferrocarrilero (para 2015 y 2016 con varios años de aletargamiento de su intensidad), obras del metro, puentes sobre el Orinoco, construcción de viviendas,  ocuparon inicialmente ese lugar.

 

PROGRAMAS SOCIALES COMPENSATORIOS Y MISIONES.

En segundo lugar, se encuentra la opción de los Programas Sociales Compensatorios (PSC) en la administración de Pérez señalada. Se consideró en esta que, dado el innegable panorama de pobreza y deterioro en el bienestar, los PSC (sobre todo a través de la red escolar y de salud, y focalizando en los sectores o grupos sociales más vulnerables) contrarrestarían los efectos de los programas de ajuste y estabilización enmarcados en el llamado Gran Viraje. En el caso de la administración bolivariana, desde 2004, se desarrollaron grandemente las misiones que abarcan salud, educación, vivienda y otros. Puede afirmarse que, en esta administración, ha habido mayor sectarismo y acotación ideológica al momento de difundir la atención social. Las preguntas en ambas administraciones han sido: ¿Cuánto tiempo puede la administración mantener el programa de atención social? ¿Contrarrestan los variados programas sociales significativamente la pobreza? Debe aceptarse que, la asignación de viviendas en la administración bolivariana, ha significado un salto de importancia en la valoración de familias que han sido beneficiadas en tal sentido[40] y, más allá de los condicionantes políticos, puesto que al momento de aquella asignación, y en el uso de la vivienda misma, no han estado claros los criterios de propiedad.

 

AUMENTOS SALARIALES.

Una tercera opción, más especifica que las anteriores, es la que se da a través de los aumentos de salario vía decreto gubernamental. Desde los tiempos de la Venezuela de los años setenta del siglo XX, la nación venezolana presencia episodios relacionados donde los aumentos de tal tipo, son interpretados a la luz de si pueden o no compensar los aumentos de precios tenidos en períodos relativamente recientes a los mismos; si estimulan nuevos aumentos de precios, dadas las crecidas en la capacidad de compra o si realmente permiten aumentar el bienestar de los ciudadanos. Desde el punto de vista político son apartados, así, cualesquiera criterios sobre el desarrollo de la productividad que -en economía del desarrollo- siempre deben ser fundamentales. Todo este escenario se ha complicado grandemente dados también los registros y mediciones sobre la llamada cesta o canasta alimentaria por familia de alrededor de 5 miembros o la canasta básica, que incorpore –o sume a la alimentaria- los servicios y bienes restantes que necesita la misma familia[41]. En el contexto de la administración bolivariana y reconocidos los efectos de la inflación, también se ha terminado conceptualizando que en una familia puedan existir dos o más salarios mínimos.

Siguiendo los registros presentados por Anabella Abadi –y depurando los planteamientos en su debida temporalidad- (Todo lo que usted necesita saber sobre el aumento del Salario Mínimo. www.prodavinci.com, 30 de Abril, 2014) puede destacarse como en la administración bolivariana se habían presentado hasta 2014 (quince años de administración bolivariana) 25 aumentos de salario y en el caso del presidente NM -hasta mayo de 2014- se tenían acumulados, cinco para su primer año de gobierno (con el último aumento, del grupo ejecutado en ese primer año, el salario mínimo se ubicó en Bs. F. 4.251,4 y, con el bono de alimentación alcanzó a Bs. F. 5.602[42]). Ajustando a los precios a enero de 2014 Abadi presenta que el salario máximo alcanzado habría estado en 2007 con un nivel de Bs F 3.657, aunque aquel último aumento colocó el salario en Bs F. 3.995, pero con tendencia a presentarse más bajo en adelante;  globalmente “Desde 1999 los ajustes sólo han logrado mantener el Salario Mínimo alrededor de su promedio de los últimos 15 años”. igualmente de interés es resaltar sus registros sobre la relación entre el aumento de mayo 2014 con el costo de las canastas para las familias: “…desde el inicio de la gestión del Presidente Maduro y tras 4 ajustes, el Salario Mínimo nunca llegó a cubrir el costo de la Canasta Alimentaria Normativa y mucho menos de la Canasta Básica[43].  Manteniéndose las tendencias, el ajuste de 30% de mayo de 2014 también se perfilaba insuficiente”.

Para noviembre 2014 el presidente NM comunicó al país un nuevo aumento del salario mínimo -con vigencia para el mes de diciembre del mismo año-, representando, en esta oportunidad, el sexto que el presidente NM decretaba en año y medio de gobierno. Y alcanzando a ser el número 28 –según los registros oficiales- en 16 años de administración bolivariana. Con el aumento de 15% anunciado el 3 de noviembre, el salario mínimo llegaba  a Bs F. 4.889,1. Era el tercer ajuste aprobado sólo en 2014, tras el de 10% de enero y el de 30% de mayo de tal año, con lo que se acumulaba un aumento de 64,5% en un año, con una inflación interanual que alcanzó a 63,4% en agosto de 2014. En un contexto inflacionario dinámico e intenso como el que Venezuela registraba ya en 2014, el aumento del salario mínimo al no tener en paralelo un acrecentamiento en la oferta de bienes, implica que su capacidad de compra desaparece rápidamente y la administración se enfrenta en estos casos a un círculo vicioso entre nuevos aumentos e inflación. Algunos estiman así que de ser una solución de corto plazo pasa a ser un problema de largo plazo. Y efectivamente, ante 28 aumentos del salario mínimo y recrudecimientos de la inflación se trata de un círculo vicioso (Anabella  Abadi M. ¿El aumento del salario mínimo recupera la capacidad adquisitiva del venezolano? www.prodavinci.com  3 de noviembre, 2014). Otro tipo de análisis nos remite a la comparación de los niveles alcanzados por el salario mínimo -recurrentemente aumentado- con el precio de las canastas, pues para el último trimestre del año 2014 las cifras de instituciones como Cendas -tal cual se destaca en este punto- ubicaban (grosso modo) la canasta alimentaria en más de 14.000 Bs F. y la básica en más de 24.000 Bs F. en un contexto de agudizada y crecientemente extendida escasez. En momentos cercanos a los señalados, varios funcionarios expresaron numerosos reconocimientos y elaboraron perspectivas altamente positivas para 2015 en los asuntos indicados. Un caso es el del Vicepresidente de Planificación y Conocimiento quien aseguró que el salario mínimo se ubicó -dado el aumento decidido por la administración- por encima (4.888 bolívares) del valor de la Canasta Alimentaria Normativa (CAN; 5.741 bolívares); llegando a afirmar lo siguiente: "El valor general del salario, del ingreso general de nuestras personas, el mínimo pasa a estar rondando los 7 mil bolívares", así como que "En el pasado donde trabaja una persona por hogar, ahora tenemos cerca de dos personas que trabajan por hogar. Eso permite que las cifras del ingreso por hogar se ubiquen en 13.300 bolívares por casa. Trabajan más personas por casas y evidentemente, al subir el salario mínimo y el ticket de alimentación, se mejora la situación desde el punto de vista de los hogares" (www.eluniversal.com 04/11/2014)[44]. 

Para el período 2015/2018 -de manera persistente- la administración bolivariana del presidente NM repitió el mismo patrón de aumentos salariales por decreto. Unos más altos que otros o, para algunos casos, con mayores efectos en la bonificación del salario, pero todos ellos con las mismas repercusiones inflacionarias y todos expresivos en su incapacidad de contener el deterioro en las condiciones y la calidad de vida de los venezolanos. Más aun, contrariamente, pasaron a formar parte de las anomalías y distorsiones retro alimentadoras de los controles, la escasez y la inflación, en un contexto de quiebre de empresas comerciales e industriales y sin ninguna consideración sobre la dinámica de la productividad. Estas secuencias del caso, hasta llegar al ambiente hiperinflacionario de 2018, se recogen en el anexo respectivo. En todos los años y secuencias se observa el carácter concatenado que se va estructurando entre aumentos de salarios, inflación y deterioro de las condiciones de vida.

La administración bolivariana de HC y NM siempre ha señalado el importante nivel que habría tenido el salario mínimo, cuando se le compara dentro del contexto de países latinoamericanos. Dada la situación cambiaria que se ha tenido durante buena parte de la misma y que se ha complicado con el transcurrir del tiempo, esta afirmación es considerablemente irrelevante para el salario mínimo y los otros salarios, puesto que el dólar negro o paralelo ha ido siendo un tipo de cambio marcador de los precios, cuya máxima expresión la adquirió en el contexto de escasez presentado abiertamente para los años 2013/2018. Más aun, en los años señalados la panorámica cambiaria se complejizó con dólar oficial Bs 6.30 (o 10,00) por un (1) $  (por referir algún nivel de los presentados  en años anteriores a 2019), Sicad I, Sicad II,  SIMADI, Dicom I y II. De ahí que tan solo aplicando Sicad II para el momento del cálculo en los propios registros del trabajo de Abadi se destaca que: “Calculando a la tasa oficial de Sicad II de 49,9764 Bs F/US$, Venezuela pasa a tener el 2do Salario Mínimo en dólares más bajo de la región con US$ 85, sólo superando a Cuba (US$ 10)”. De la misma manera, podía hacerse una acotación atinente al nivel del salario mínimo medido en dólares a partir del aumento del 1ro de mayo de 2015. Si se calculaba el nuevo salario mínimo de los trabajadores y pensionados al precio del dólar a la tasa del Sistema Marginal de Divisas (SIMADI), que había cerrado el jueves 30 de abril en 198,31 bolívares por $, aquel quedó perfilado para julio de 2015 –después de la segunda porción del aumento ya señalada- en 37 dólares. Por otra parte, el dinero adicional diario obtenido a partir del aumento era apenas la tercera parte de lo que costaba un dólar en ese mecanismo al momento referido (ver www.el-nacional.com 03 de mayo de 2015). Iguales consideraciones podrían hacerse para los aumentos posteriores a los del 1 de mayo 2015.

En una revisión rápida de los niveles de salario mínimo de algunos países de América Latina, podía verse nuevamente el bajo nivel del salario mínimo venezolano visto en $. En informaciones diversas que circulaban referencialmente en la región, para inicios de 2017 se pueden destacar así el salario mínimo de Panamá 744$, Costa rica 512, Argentina 448$, Guatemala 369$, Colombia 245,84$, Bolivia 238$, Brasil 212$, México 120$ y Nicaragua 115$. En el caso de Venezuela, de los niveles de $ controlado, teníamos el Simadi que, entre finales 2016 y comienzos 2017, podíamos redondearlo  en 680 bolívares por $, pero, más cercano a mayo 2017 se ubicó sobre los 700$, por tal razón, tomaríamos usar un promedio de 700$; y, en el caso del $ libre o paralelo, dado que en diciembre 2016 alcanzó un nivel de BS F 4.200 para, en semanas de enero 2017, bajar hasta menos de 3000 Bs, volviendo a alcanzar nuevamente los 4.200 Bs F por $ en semanas y meses posteriores, conseguiríamos, por razones de comodidad, ubicarlo en 3.800 BS F. En tal circunstancia,  utilizando dólar Simadi, tendríamos un salario mínimo de 285 $ y, utilizando el dólar paralelo o negro, un salario de 52$, según el nuevo salario mínimo integral de Bs 200.000, vigente a partir del primero de mayo de 2017.  Dadas las transacciones, las importaciones, el muy pequeño acceso al dólar Simadi, según han expresado numerosos agentes económicos y, la presencia de precios claramente dolarizados, es evidente que la referencia más realista era la de un nivel de salario mínimo de 52$, lo cual no es precisamente un nivel que avale el planteamiento de la administración bolivariana en esos años (www.actualidad.rt.com 3 de enero 2017; www.salariominimo.com.mx;  www.elmundo.com.ve 3 enero2017)[45].

Transcurridos el año 2017 y 2018 son de acotarse numerosos elementos en interés de lo destacado: finalizado 2017 se cumplió el cuarto año de recesión continuada para la economía venezolana[46]; por la tradición de 50 % mensual en el índice inflacionario para precisar hiperinflación, la economía venezolana en el último trimestre de 2017 habría entrado en tal tipo de nivel inflacionario; continuaron de manera considerable los cierres de empresas, la escasez y la dinámica de precios se habían contextualizados en una aguda distorsión de salarios y precios relativos; correspondiente con este panorama, el tipo de cambio del mercado paralelo pasó a tener una creciente distancia con los otros tipos de cambio preferencial (1 $ por BS 10), Simadi, Sicad, Dicom I y II y cualesquiera otros existentes en momentos diversos, en una dinámica de propuestas y nuevas medidas de parte de la administración bolivariana para conformar regímenes cambiarios que han terminado en lo mismo de los que han buscado sustituir y sin brindar solución a la escasez de  divisas de una economía que, mal invirtió y desperdició un alto excedente (más de 1,2 billones de $ de 1999 a 2023, con niveles altos de ingreso petrolero de 2004 a 2014), que continuó siendo rentista y cuya producción petrolera ha disminuido a niveles sin precedentes -como es el caso de la producción petrolera de abril de 2018, que alcanzó tan solo a 1,4 millones de barriles diarios[47] y avanzado 2023 800000b/d a lo sumo-; en tales razones y con un horizonte del dólar paralelo que ha superado el nivel de un (1) dólar representado en más de 1 millón de bolívares[48].

Como se ha señalado en el punto respectivo, con el aumento del salario mínimo del 1 de mayo de 2018, el salario mínimo integral (salario más bono alimenticio) se ubicó en alrededor de Bs 2.500.000.  Para un dólar en un millón de Bs, ello alcanza a 2,5$ y, para un dólar a 800 Bs, a un poco más de 3$. La desvalorización del salario en términos de dólares, para el tiempo señalado, es de todas perspectivas notable y profunda.

En ese sentido y con la información para inicios de 2018 esta última perspectiva puede compararse con el cuadro latinoamericano. En general el salario mínimo en la región supera los 300 $ para 2018/2023, tal cual se señaló más arriba. “En algunos países de la región como Argentina, Brasil, Colombia, México, Ecuador, Uruguay, Bolivia y Chile, el salario mínimo promedio para el 2018 era de aproximadamente USD 355. Según cifras publicadas por los bancos centrales e institutos de estadística de las ocho naciones, se presentó una inflación acumulada, a noviembre del año 2017, de 5,40 por ciento… Mientras tanto, en Perú no se anunció cuál sería el aumento del sueldo mínimo para este año de referencia pero puede señalarse que en el transcurso del Primer trimestre de 2018 se anunció el monto correspondiente del nuevo salario mínimo quedando ubicado en más de 900 Soles bordeando así los 300$. En Paraguay, el salario mínimo legal comenzó a regir a partir de junio de 2017 y se ubica en USD 371. El salario básico en este país se renovaría a mediados del 2018. Argentina cerró el año con una inflación cercana al 21 por ciento. El gobierno de Mauricio Macri determinó que la ampliación del salario básico se hará en tres partes a partir de enero y en lo corrido del primer semestre del 2018. El salario base quedó en USD 544. El segundo país con el salario mínimo más alto de la región es Chile: un trabajador podía ganarse USD 456, con una inflación nacional de 2,10 por ciento a noviembre del año 2017. El gobierno de Uruguay definió el valor del salario base, para el año que transcurre, en USD 431. Cabe decir que, a nivel latinoamericano, Uruguay tiene la inflación más alta… A finales de diciembre 2017, el presidente de Ecuador, Lenín Moreno, anunció un salario mínimo de USD 391. En noviembre del mismo año, el índice inflacionario fue de -0,27 por ciento, según el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC). Brasil registró uno de los más bajos aumentos en el ingreso mensual básico para los trabajadores. Para este año quedó en USD 325, con un aumento del 1,81 por ciento y una inflación de 2,50 por ciento. El presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, indicó el 30 de diciembre que el salario mínimo mensual sería de USD 265, mientras que el subsidio de transporte estaría en el orden de los USD 30 lo cual pasó a ubicar también el salario mínimo en Colombia en alrededor de 300$. Según el gobierno de México, tan solo 1.000 personas en el país ganan el salario mínimo de USD 139, algo así como USD 4,54 diarios. -Información: Agencia Anadolu-“ (www.semana.com 1/1/2018 www.republica.pe  22 de marzo 2018).

Como se observa, para los años en referencia, en tales naciones de América Latina no solo el salario mínimo es considerablemente más alto -medido en $- sino que, las mismas presentan para el tiempo en reseña índices inflacionarios bajos, lo cual mantiene/aumenta la capacidad de compra y con ello podía darse el mejoramiento del nivel y la calidad de vida de sus pobladores.

Hemos visto así, la opción de recurrentes aumentos de salarios en los años señalados. Desde 2018 hasta el 2022, abarcándose el espacio de la pandemia,  hubo otros aumentos y continuó la política de bonificación del salario. Entre marzo de 2022 y entrado el último trimestre de 2023 no hubo aumentos de salario, como se señala en otras partes de este trabajo, pero si aumentó el proceso de asignación de bonos a personal jubilado y activos del área publica así como a los inscritos en el carnet y programa patria, continuándose con aquel proceso de bonificación del salario señalado y con el empobrecimiento de los trabajadores de sector público, como el caso de los de docencia y salud.

Todo este contexto de evolución de los salarios y la política de aumentos salariales, indudablemente que puede tener otros condicionantes y elementos de influencia en la evolución político económica de Venezuela. Un tema de interés es el de las sanciones,  que, por alteraciones de procedimientos democráticos y violación de derechos humanos fueron aplicadas por EE.UU. y Unión Europea a funcionarios de la administración bolivariana, con efectos y acciones sobre Venezuela misma y que, para el Presidente NM y funcionarios de su administración, son causantes de la debacle económica de la nación y de incluso fenómenos como la migración, que se ha señalado en este trabajo.

Los inicios del decaimiento económico de Venezuela, que ha reducido en los años recientes su producto en 4/5 partes, son anteriores a la aplicación misma de las sanciones desde 2017. Debe recordarse que las primeras sanciones a la economía fueron impuestas cuando la economía venezolana atravesaba un punto bastante bajo en su desempeño económico. Aunque antes de 2017 hubo sanciones a funcionarios del Estado venezolano, que eran señalados por el gobierno de EE.UU. de violar derechos humanos o no colaborar con la lucha anti drogas, las mismas no tenían ningún efecto en la economía del país. Cuando en agosto de 2017 el entonces presidente D. Trump decreta que los bonos soberanos de la nación y los de las empresas públicas no podían ser renegociados, ni comprados o canjeados con el Gobierno venezolano, se trata entonces de la conformación del primer grupo de sanciones  que impactarían directamente  las finanzas de Venezuela[49].

Pero, antes de ese suceso, en el período que abarca entre 2013 y 2016, la economía ya había caído en casi 25 %, y por primera vez en su historia registraba una caída sostenida de doce trimestres. En los primeros dos trimestres de 2017 la economía había disminuido en alrededor de 8 %, por ende, ya había caído en al menos 30 %. Por tanto, cuando las sanciones ingresan al escenario financiero, ya la economía estaba en una senda de fuerte decaimiento y a las puertas de la hiperinflación.

Para una comparación internacional del salario, ampliando la información presentada más arriba, puede resaltarse la evolución del salario en divisas. Puede apreciarse la caída de más de 96 % en el salario en el período 2013-2022. El desplome del salario puede ser más pronunciado, si se computa desde el año 2001 –cuando el salario mínimo legal alcanzaba los 401 dólares– hasta marzo de 2022, cuando rozaba los 2,28 dólares. Se observa así una caída del 99 % en el salario. A inicios de 2017, el salario ya estaba en 4,1 dólares mensuales, y su pronunciada caída, correspondientemente, es previa a las sanciones (ver Sutherland, Una mirada….).

La política oficialista hiperinflacionaria y de “bonificación del salario” ha destruido las prestaciones sociales en sus fundamentos, debido a que se pactan salarios de acuerdo a la normativa vigente: alrededor de treinta dólares mensuales; pero este se complementa con bonos en alimentos (bolsas de comida), bonos en divisas (o su equivalente en bolívares) y bonos depositados a portadores del carnet de la patria. Así las cosas, el salario es poco apreciable, magnificándose los bonos, que no se consideran salario y no forman parte  de las prestacionales sociales. Ello hace que la base con la que se calculen cotizaciones para vacaciones o jubilación sea muy baja. Siendo el bono un asunto discrecional y sujeto a la venia del burócrata, el trabajador está completamente sujeto a la decisión del contratante. Sin contratos colectivos ni estabilidad salarial alguna, el patrón determina al momento lo que desea pagar, dejando al trabajador en un estado de desventaja. Los bonos suelen ser entre el 70 % y el 80 % de la remuneración recibida por aquel, lo cual representa una injusticia y un acto completamente violatorio de  la Ley del Trabajo (ver Sutherland, Una mirada….).

 

LA MÁS COMPLETA.

La cuarta opción remite a la elaboración de estrategias de desarrollo que -en la ejecución de las políticas de ajuste y en el perfil de desarrollo a largo plazo-, abarcasen políticas de ingreso y empleo, en la línea de un proyecto de desarrollo compartido por distintos agentes, y el cual permitiese potenciar áreas fundamentales en cuanto a bienestar de la población (bienes salario, por ejemplo), el crecimiento (generación de empleo), la productividad (estímulos, acciones conjuntas entre agentes públicos y privados) o la competitividad (innovaciones, investigación y desarrollo, mejoramientos de la calidad). En el caso de la segunda administración de Pérez las conceptualizaciones o ejecutorias del Gran Viraje no estuvieron estructuradas en base al consenso. Hubo un extremismo tecnocrático y un sentido neoliberal, con un paquete considerablemente explosivo desde el punto de vista económico y social. En el caso de la administración bolivariana, tampoco se ha usado el consenso[50] ni la participación conjunta de agentes públicos y privados[51]; adicionalmente, todos los planes, hasta quince años de ejecutorias (incluido el Plan de la Patria… de 2013)[52], han ido adquiriendo crecientemente un matiz sesgado hacia el estatismo y lo que tal administración percibe como socialismo[53].

 

UN BALANCE DE LAS OPCIONES.

Cualesquiera de estas opciones para el aumento del bienestar, pasa ineludiblemente por consideraciones y acciones atinentes al manejo de ingresos y gastos del sector público, incluida la atención de la corrupción y en general a estructurar un nuevo perfil para la Política Fiscal, según los patrones tradicionales que ha habido en Venezuela. Las posibilidades de financiar adecuadamente el desarrollo, manejando convenientemente el ahorro nacional  es –efectivamente- la base, junto a las acciones desde el sector privado, para suministrar un impulso productivo que pueda propender al aumento del bienestar de la población[54].

En el campo fiscal, la administración bolivariana ha mantenido una permanente posición de éxito sobre los ingresos tributarios distintos del petróleo. En los inicios de la administración, instituciones como el SENIAT insistieron en la voluntad de los ciudadanos venezolanos para pagar sus impuestos que ahora –dada la presencia de la administración bolivariana- si verían reflejados en mejoras públicas. Cada proceso de recaudación de impuestos generalmente ha terminado con una evaluación de éxito en cuanto a que se ha recolectado más que el año inmediato anterior, para los efectos de aumento de los ingresos públicos. Sin embargo, la realidad fiscal de Venezuela por el lado de los ingresos tributarios no es muy distinta de otros países de la región. Los datos del Banco Mundial en un estudio relacionado, son expresivos –brindando un perfil histórico y de tendencias-  en tal sentido: “Actualmente, con la excepción de Argentina y Brasil, la región se caracteriza por tener ingresos fiscales totales relativa­mente bajos. El promedio de los ingresos fis­cales totales en 2010 fue de 20,4% del PIB en América Latina, en comparación con 33,7% en los países de la Organización de Coopera­ción y Desarrollo Económico, por ejemplo. Por otro lado, en la composición de estos ingresos fiscales tenían más peso los impues­tos indirectos (a las ventas) y las contribu­ciones a la seguridad social que el impuesto sobre la renta y la propiedad, lo cual con­ducía a un sistema que no es especialmente progresivo” (Banco Mundial, La movilidad económica y el crecimiento de la clase media en América Latina, 2013, pg. 12).


 V. VENEZUELA: UNA ECONOMÍA DE ALTA INFORMALIZACIÓN[55]. Rastreando distorsiones e irregularidades.

 

DEL SISTEMA BIOMÉTRICO A LAS SUBASTAS Y A LA DOLARIZACIÓN INFORMAL.

Varias observaciones podrían hacerse sobre la aplicabilidad del sistema biométrico (o de registro de huellas para evitar compras duplicadas y con ello el aumento o fortalecimiento de los revendedores)[56] que se buscó instrumentar en 2014 como novedad y solución a determinados problemas de precios, consumo e informalidad para la economía venezolana, en el contexto en que se encuadraba la administración bolivariana después de 15 años de ejecutorias. En primer lugar, los problemas de escasez, inflación y distorsión de los precios relativos estaban ya íntimamente relacionados con las políticas de control ficticio o real que, apoyadas en una dinámica cambiaria, fiscal y política particular, se había estructurado como resultado de una política económica y social no exitosa, y pasaron a ser palmariamente constatables en 2017 (año de una gran crisis y de inicio de una cuarteta de años fundamentales en la evolución política, económica y social de Venezuela[57]).  En segundo lugar, podía ser un sistema más operativo en economías más pequeñas o menos estratificadas por regiones, estados o grupos sociales. En tercer lugar, se requería un desarrollo institucional de registro, supervisión, ejecución y sanción que no era acorde con el proceso de deterioro institucional (y de desinstitucionalización) por el cual había transitado la nación venezolana en por lo menos los últimos casi treinta años previos, y ya más pronunciado en 2017. Hasta este año señalado, la experiencia de la administración bolivariana -en lo visto en más de 18 años de gobierno- en manejo de alimentos y bienes en empresas e iniciativas como Mercal, PDVAL, Abastecimiento Soberano y las correspondientes bolsas CLAP y otras, no había sido precisamente la más exitosa, a no ser que se interpretase con el fanatismo de los seguidores incondicionales.  En cuarto lugar, requería de un sistema de vigilancia estricto que no era seguro pudiese conseguirse en la sociedad venezolana de los lustros previos, donde funcionarios, organizaciones de seguridad y vigilancia se habían visto inmiscuidas en agudos procesos de corrupción; también más que evidentes para 2017. En quinto lugar, el deterioro de la civilidad y los valores ciudadanos, no parecía haberse detenido durante la administración bolivariana, sino que, por el contrario, había aumentado, dentro del propio contexto de deterioro económico y social de los 15 años previos a su propuesta en 2014, lo cual brindaba un elemento de entorno difícil para la aplicabilidad de un sistema de este tipo.

La escasez, la inflación, el favoritismo y el deterioro institucional mataron al instrumento,  tan solo quedando maquinas sin mucho sentido, porque lo que no lo había afectado la  inflación, simplemente no lo había en los estantes. Lo que había sido abarcado por esta última, se demandaba relativamente poco o nada. Correspondientemente, el sistema biométrico fue desplazado por la concentración de alimentos regulados del lado del sector público –siendo menos frecuentes las colas precisamente por ello-, para ser distribuidos con intereses fundamentalmente políticos. Esto es, los alimentos y su distribución pasaron a ser otro elemento de control político que se le sumaba al control cambiario que ya tenía ese matiz. De esta manera, pocos se acordarán del sistema biométrico, pero está en la historia y en la acumulación de intentos de la administración bolivariana.

El marco económico atinente a elementos relacionados, nos ubica para Venezuela, de 2017 en adelante, en una amalgama impresionante, en la interrelación de formación de precios, salarios, controles, mercado cambiario, deformaciones estructurales de la producción asociadas a la desindustrialización, escasez, valores y comportamiento ciudadano[58].

Dada la sobredeterminación que en la economía venezolana presentaba el elemento cambiario en 2017, hay que señalar que esto no se solucionó con las subastas Dicom con sus más de 70 millones de $ asignados –en las tres realizadas en sus momentos, tal cual se registró- en procesos solo “transparentes” o de libertad para quienes eran beneficiados. El dólar paralelo no era el único determinante de la inflación. Venezuela en 2017 –y ya desde 2016- se encontraba claramente en hiperinflación, pues para ello no es necesario que estemos en los terribles cuatro dígitos o que se alcance -estrictu sensu- el porcentaje mensual conocido; la intensidad y velocidad de los aumentos de precios, la desvalorización del dinero y la actitud de distintos agentes económicos en la búsqueda de alternativas a esta última, lo permiten afirmar desde distintas experiencias[59].

Desmantelar el control de cambios a finales de 2018, que fue un generador de alteraciones productivas y de informalización de la economía (compra-venta de dólares y bienes, de manera informal), a la vez que de corrupción, así como un arma de control político, podía hacerse de un día para otro, pero los efectos de ese mecanismo fueron  notables en distorsión, confusiones y dislocaciones productivas. Lo dramático es que, el desmantelamiento, tuvo que suceder. Igual que en otros precios, donde se debían quitar controles, pero no siempre el mercado va a brindar los mejores o más rápidos equilibrios, según los casos. En tales circunstancias, los agentes económicos –empresarios, consumidores/familias y gobierno- deben reeducarse para canalizar la formación de precios relativos. 

LA REALIDAD DEL MERCADO Y LOS BIENES

Varias expresiones presenta la informalización en el mercado de los bienes. La primera atañe a los revendedores, también llamados en determinados momentos bachaqueros o de manera más permanente buhoneros. Son buscadores de trabajo, ganancias fáciles y en algunos casos operadores por simple subsistencia. Abarcan desde vendedores callejeros, que dividen un kilo de algún producto en numerosas bolsitas, hasta los sofisticados oferentes de Instagram o en otros mecanismos de suministros de información para captar o mantener demandantes. Los perniciosos comportamientos manifiestos en los niveles de precios a los que ofrecen los bienes –este tipo de vendedores-, y sus correspondientes niveles de ganancias, no son fácilmente entendibles a la luz del más puro liberalismo, desde el que pudiese opinarse “eso lo solucionaría el mercado”. La segunda forma se encuentra en locales y bodegas o pequeños abastos ubicados en zonas populares, céntricas y algunas no tan populares, donde se sabe que allí se conseguían/consiguen productos a precios superiores a los que estaban/están regulados. Debe asignársele un lugar particular/especial a la gasolina con el precio subsidiado y el precio llamado internacional y los contextos y gestiones multiformes que bordean a los mismos, dada la medida tomada en años recientes en cuanto a esta estructura de precios, vigente todavía en lo transitado de 2023. Estos espacios informales se han visto alterados, a diferencia de los primeros, dadas la posibilidad o amenaza de ser robados o saqueados, pero siguen existiendo. Una tercera figura de informalidad, es la que se ha generado desde los propios ámbitos oficiales y que serán los administradores de estos –es de pensar- los primeros interesados en solucionar. Se trata de como desde estos ámbitos surgen sospechas, evidencias y registros -como se ha hecho público- de reventas de las bolsas CLAP o de listas para las mismas, que no se ejecutan o que se estructuran y son redireccionadas o reubicadas con otros fines. Apartando el conjunto de valoraciones que pueden hacerse sobre lo adecuado o necesario de la existencia de un mecanismo de esta naturaleza en una economía como Venezuela, otrora con abundancia y llena de bienes y productos diversos, debe señalarse que la frecuencia y la regularidad con la que llegan tales bolsas a los distintos sectores y grupos sociales no son las que señala la administración bolivariana, al indicar que ya hay millones de personas atendidas. Lo que dicen integrantes de los sectores populares es otra cosa, en cuanto a incumplimientos o distanciamiento de fechas. Una cuarta forma que, directa o indirectamente, puede ubicarse dentro de la informalización de la economía en estos ámbitos, atañe a los nuevos expendios de bienes que han venido ampliando su número y que venden a precios totalmente dolarizados. Alimentos, cosméticos, dulces, autos de alta gama son adquiribles con la facilidad de tener los dineros para ello. De ser determinados y marcados por el dólar BCV/libre, pasan a ser también determinadores de precios. Lo que allí se consigue a un precio pasa a entenderse como un precio “normal”, más aun si tienen ramificaciones para ventas fuera del mismo local. Es curioso observar dentro de este conjunto de distorsiones como los precios de algunos productos de nacionales –que también venden algunos supermercados- superan con creces a productos similares que deberían lanzar al mercado las empresas que están bajo la administración estatal, pero cuyos productos no aparecen sino en los mecanismos de distribución pública que como hemos señalado han adquirido un matiz de control político.

Lo señalado solo representa un conjunto de aproximaciones a un ámbito vasto de comercialización y compra de bienes. Existen otros mercados como los de bienes intermedios para actividades como construcción o fabricación de alimentos, donde las irregularidades y la incertidumbre (aquello que deberían regular las instituciones sin implicar ello estatismo ni control acérrimo de la economía) son frecuentes e intensas. Las expresiones “no se consigue”, “viene aumentado”, “por ahora está así, aprovéchalo” se han vuelto parte de la regularidad diaria y consustancial a los escenarios hiperinflacionarios o inflacionarios según el momento que busquemos analizar o describir.

LA NECESIDAD Y LA LIBERTAD (DE CÓMO LA NECESIDAD SUPERÓ A LA LIBERTAD).

Pensadores, filósofos, economistas y otros han transitado y reflexionado sobre esto. Nos  refería un consumidor, en un determinado momento de estas distorsiones y su evolución, que seguía a otra cadena de amigos, que ante el producto -tal o cual- solo había que adquirirlo, que era un problema de necesidad y no había que preguntar mucho. En estos casos la necesidad supera o asimila, a la libertad de elegir.

Una administración que en más de dieciocho años –hasta 2017, o más de 23 hasta la actualidad de 2023- pretendió o planteó solucionar o mejorar la distribución del ingreso y de la renta petrolera, terminó creándole una sobredeterminación al reino de la necesidad (ampliándolo, profundizándolo) y restringiendo grandemente la libertad de producir, consumir y hasta conseguir los bienes más elementales. ¡Terminó, en resumen, generando más pobres y más pobreza!

Más aún qué, la dinámica de precios y salarios relativos, está permanentemente condicionada por quien domina el mayor espacio de la informalidad en estos menesteres, y que no es más que la pertinaz dolarización informal de la economía y donde unos u otros (políticos, empresarios y analistas)[60] han evitado pronunciarse para establecerla como dolarización formal o simplemente eliminarla como dolarización informal.


 

ANEXOS

 

Anexo 1. Aumentos salariales de 2015 a 2018

Con una inflación de 68,5% en 2014 y realzada durante el transcurso del primer semestre de 2015 (observada por variados medios a pesar de los retraso en la entrega de los índices inflacionarios mensuales por parte del BCV[61]), una escasez acentuada y convertida en un problema estructural que se ha expandido a la generalidad de productos y bienes, una descapitalización y desvalorización en cuanto a activos, patrimonios y salarios dadas las presiones y combinaciones entre los movimientos ascendentes del dólar libre –que no ha encontrado contención en ninguno de los regímenes cambiarios instrumentados- y la inflación, la administración bolivariana a través de la alocución del presidente NM del 1ro de mayo de 2015 pasó decretar un nuevo aumento del salario mínimo. La medida quedó incorporada a otras medidas de ajuste salarial dentro del sector público. Señaló NM: "He ordenado y he firmado el punto de cuenta para decretar 30% de aumento del salario mínimo y las pensiones: 20% a partir del 1° de mayo y 10% a partir del 1° de julio. He ordenado el ajuste inmediato de toda la tabla de la administración pública nacional y de la FANB". Con el 20% de aumento de mayo el salario mínimo se ubicó en 6.746,97 bolívares, y con el 10% de julio, se ubicaría –y efectivamente así fue-  en 7.421,66 bolívares, representando estos aumentos un alza de 1.799,18 bolívares al mes y 59,97 bolívares diarios (ver www.el-nacional.com sábado 02 de mayo y domingo 03 de mayo de 2015). Debe señalarse que este nuevo aumento del salario mínimo pasó a añadir más distorsiones en la diferenciación de salarios según estratos ocupacionales y tipos de trabajadores como profesionales, técnicos, personal operativo por mencionar algunos de los casos (ver www.el-nacional.com 05 de mayo de 2015)[62]. (En un contexto de aguda escasez e inflación el 15 de octubre de 2015 el Presidente NM volvió a decretar otro aumento en el salario mínimo: 30%  del salario mínimo, el cual se ubicaría a partir del 1° de noviembre en Bs. 9.648,16; igualmente se dio un aumento de la base de cálculo del ticket de alimentación a 1,5 unidades tributarias y el número de días a 30, lo que representó alrededor de Bs. 6.750; el salario integral se ubicó así en 16.399 Bs. F.; ver www.elmundo.com.ve 16 de octubre 2015 y www.eluniversal.com 16 de octubre 2015)[63].

En la cadena presidencial del 17 de febrero de 2016, para presentar un nuevo conjunto de medidas económicas, el presidente NM volvió a decretar un nuevo aumento de salarios (ratificando también la inamovilidad laboral hasta 2018). En el caso de este aumento se trató de un 20%, adicionándosele un aumento en la base de cálculo para el bono alimenticio (Cadena Nacional de Radio y televisión del presidente NM 17/02/16, Venezolana de Televisión, Globovisión). El salario se ubicó en 11.578 Bs F y los llamados cesta tickets en 13.275 Bs F., quedando el salario mínimo en un total de 24.853 Bs F. (ver www.panorama.com.ve 22 de febrero de 2016). Con una inflación de 180,9 % para 2015 –tal cual se señala en este trabajo y ya para el momento debida aunque tardíamente presentada por el BCV-, un dólar paralelo o negro sobre los mil bolívares por $, una recurrente monetización del déficit vía emisión de dinero inorgánico y con un aparato productivo incapaz de satisfacer la demanda, este aumento salarial se apreció como altamente inflacionario y generador de distorsiones en los salarios relativos. Todo lo contrario, la administración bolivariana lo presentó como un nuevo éxito dentro de la atención del mantenimiento y mejoramiento de las condiciones de vida de los venezolanos. “Este es el aumento número 32 que ha hecho la revolución en 17 años” (NM www.el-nacional.com 20 de febrero 2016). Un nuevo aumento salarial -en un contexto aumentado en la problematización señalada y con similares repercusiones- se volvió a dar cercano el 1 de mayo de 2016. Así, el Salario mínimo aumentó 30%, ubicándose en Bs. 15.051 y quedando el salario mínimo integral en Bs. 33.636, dado el aumento de la base de cálculo del ticket de alimentación a 3.5 UT, con lo cual este beneficio se elevó a Bs. 18.585 (www.elmundo.com.ve 1 de mayo de 2016). Con el contexto económico ya señalado, sin haberse alcanzado soluciones o mejoramientos en las variables fundamentales o de interés en cuanto al bienestar y nivel de vida de los ciudadanos y familias –todo lo contario, observándose mayor deterioro en estos últimos- la administración bolivariana decretó otro aumento salarial cuyas consecuencias y resultados en distintos medios y por variados agentes económicos y políticos, se apreciaron y pronosticaron iguales e incluso peores que los de los anteriores. El presidente NM anunció,  así, un aumento de 50% en el salario mínimo y todas las tablas de cálculo de los trabajadores públicos, en ocasión de dar un balance sobre la Gran Misión Abastecimiento Soberano, y el cual entraría en vigencia el 1ero de septiembre de 2016 aplicando para pensionados, jubilados y personal de la FANB; también anunció la base de aumento del cestaticket que pasaría de 3.5 a 8 puntos de la Unidad Tributaria, quedando el monto del salario integral en 65.056 bolívares –ubicado previo al aumento en 33.636 Bs. tal cual fue señalado- (ver www.el-nacional.com 12 de agosto 2016)[64]. Para El domingo 08 de enero el presidente Nicolás Maduro, decretó el primer aumento de 2017, incrementando en 50% el salario mínimo para trabajadores y jubilados de todo el país y pasando de Bs. 27.091,00 a Bs. 40.638,15, siendo su vigencia a partir de enero del 2017; el bono de alimentación o cestaticket no tuvo ningún incremento, y se mantuvo en Bs. 63.720; con la suma del salario mínimo y los cesta tickets, el ingreso mínimo mensual ascendió a Bs. 104.358,15 (ver www.elmundo.com.ve   8 de enero 2017).

Dado el aumento de la unidad tributaria de 177 a 300 Bs. F. según se decretó en la Providencia Administrativa del caso (Gaceta Oficial 6.287 del 24 de febrero de 2017), el monto de los cesta tickets volvió a aumentar el 1 de marzo de 2017 (aunque abarcó unos días de febrero) pasando su valor mensual de 63.700 bolívares a 108.000 bolívares a partir  de la fecha señalada. En palabras del presidente NM: "En enero aumenté el 50% del salario y hoy, con motivo del aumento de la Unidad Tributaria y siguiendo la base de cálculo que he ido elevando para el establecimiento del ticket de alimentación a 12 unidades tributarias, debemos mantener la base de cálculo en 12 puntos para que el ticket de alimentación tenga la capacidad de arropar la especulación parásita de la calle", (ver www.globovision.com 19 de febrero de 2017). Pasó así el salario mínimo integral de 104 mil bolívares a 148 mil bolívares.

Un tercer aumento del salario integral que en el caso de la Venezuela de la administración bolivariana ha ido implicando un peso mayoritario del bono de alimentación (o la bonificación del salario) y ya en desarrollo la crisis iniciada en abril de 2017 -según se analizó más arriba- y casi de manera natural (según se esperaba por la secuencia de aumentos inflacionarios, que son consumidos por la propia situación hiperinflacionaria y que ha sido consustancial a la administración del presidente NM), se dio efectivamente un nuevo aumento del salario mínimo simple y el que incorpora el bono alimenticio, dirigido a los trabajadores de la administración pública y privada y a los jubilados y pensionados. De esta manera, el presidente NM anunció el domingo 30 de abril el aumento del salario mínimo a partir del primero de mayo pasando de 40.638 a 65.021 bolívares. Este ajuste equivale a un aumento de 60% del salario. Así también fue ajustado el pago del bono de alimentación, que pasó de 108.000 pasó a 135.000 bolívares, derivado esto de que será calculado a 15 puntos de la Unidad Tributaria (300 bolívares) mientras había estado en 12 puntos. El salario mínimo integral alcanzó así un valor de 200.000 bolívares. Dos elementos adicionales consisten en la decisión de que a partir de la fecha señalada el bono alimenticio seria depositado en efectivo y los pensionados y jubilados pasarían a recibir, además de lo equivalente al salario mínimo, un bono adicional  Bs. 19 mil 506 para pensionados, alcanzando su ingreso a 84.527 bolívares (ver www.el-nacional.com 30 de abril; www.panorama.com.ve 30 de abril).

A inicios de julio de 2017, la administración bolivariana en la persona del presidente NM volvió a decretar un nuevo aumento de salario. Del lado de la población no incondicional con la administración bolivariana, para mediados del año 2017, se percibía como altamente inconvenientes los seguidos aumentos salariales que se habían venido presentando, dado los inclementes resultados de los aumentos de precios, previos o posteriores a aquellos (ver http://unionradio.net/foro-a-tiempo-consecuencias-del-aumento-salarial-en-venezuela/; Foro A Tiempo: Consecuencias del aumento salarial en Venezuela), dado el contexto hiperinflacionario y la continuación del mismo marco de políticas por parte de la administración señalada. En específico, para el caso del nuevo aumento destacado el presidente de la República NM, anunció, el domingo 2 de julio de 2017, un aumento del 50% en el salario mínimo nacional y un incremento del cesta ticket a 17 unidades tributarias. "Quiere decir que el salario mínimo y las pensiones que se pagan del salario mínimo, más el 30% extra del bono de guerra económica, aumenta un 50% y a partir del 1 de julio, que está en curso, llegará a 97.531 bolívares. Y el cesta ticket llegará a 153 mil bolívares". "El ingreso mínimo legal de los trabajadores estará en 250 mil 531 bolívares" (www.panorama.com.ve; 2 de julio 2017). A pesar de estas afirmaciones de parte del presidente NM, toda la administración bolivariana y el período del presidente NM en particular, ha permitido presenciar lo efímero de los efectos de estos aumentos en el bienestar de los trabajadores y sus familias.

A pesar de las advertencias y temores en contrario –dados sus claros efectos inflacionarios y lo acumulado en tal sentido durante 2016 y 2017- y en un contexto de mantenimiento del mismo conjunto de políticas económicas asociadas, por lo demás, a un gasto publico populista y a la recurrente monetización del déficit pero, también, con una aguda escasez de efectivo que, aunque se venía presentando y dinamizando desde 2016, ya era más que evidente en el segundo semestre del 2017, la administración del presidente NM volvió a aumentar el salario el 7 de septiembre de este año señalado, con retroactividad desde el 1 del mismo mes. En esta ocasión se decretó un alza de 40% del salario mínimo, y se llevó la base de cálculo del bono de alimentación de 17 a 21 unidades tributarias. Con el incremento, el ingreso mínimo integral ascendió a 325.544 bolívares. El presidente NM también comunicó que los pensionados del Instituto Venezolano de los Seguros Sociales cobrarían 177.507 bolívares a partir de las mismas fechas (www.el-nacional.com 9 de septiembre 2017).

En un contexto crecientemente problematizado en las variables económicas, sociales y también políticas -después de las elecciones regionales del 15 de octubre-, con las correspondientes secuelas para el país y la oposición, y que fueron señaladas más arriba, la administración del presidente NM, con una dinámica semejante a oportunidades anteriores decidió decretar un nuevo aumento de salario a partir del 1 de noviembre de 2017. Se trató en este caso de un aumento de 30% del salario mínimo y las pensiones, alcanzando con esta medida, el salario mínimo y las pensiones niveles de 177.507 y 230.759 bolívares, respectivamente. “Estamos pasando de un salario mínimo y de una pensión básica de 136.544 a 177.507 bolívares de salario mínimo nacional, y estamos pasando de cestaticket de 189.000 bolívares a 279.000 bolívares. Quiere decir que la suma nos da un ingreso integral básico de 456.507 bolívares”, señaló el presidente. Debe señalarse que se trata del sexto incremento del salario mínimo durante 2017, y representa un incremento en términos nominales del 403% desde diciembre de 2016. Como se indica en este trabajo, el Banco Central de Venezuela no suministra cifras de inflación desde 2015 y en tal ausencia, la Asamblea Nacional comenzó a divulgar sus propios cálculos y registró una inflación acumulada hasta octubre de 2017 de 536,2%. Este último y hasta relativamente bajo nivel -según el contexto hiperinflacionario en que se encontró la economía venezolana para su segundo semestre de 2017-, resume lo ineficaz, en cuanto al bienestar de la población, así como lo altamente impulsador de aquella que representan el conjunto de aumentos salariales que se han venido destacando (ver www.prodavinci.com 1 de noviembre 2017).

No guardando distancias -ni en contenido ni intensidad- y sintiéndose más bien regocijado y orgulloso de la dinámica y efectos de estas dimensiones de la política económica ejecutada por su administración, el presidente NM decretó el 31 de diciembre de 2017, con efectos desde el 1 de enero de 2018, un nuevo aumento salarial. Así se decretó un aumento de 40% tanto en el salario mínimo como en las pensiones: “Anuncio el aumento de 40% del salario mínimo nacional para los médicos, médicas y trabajadores públicos”. El salario base pasó de 177.507 bolívares a 248.510 bolívares y el bono de alimentación tuvo un incremento de 30 unidades tributarias, calculándose con base en 61 UT, por lo que pasó de 279.000 bolívares a 549.000 bolívares, sumando un total de Bs 797.510 para el salario mínimo integral[65]. Los pensionados también recibieron un aumento de 40% en sus pensiones, las cuales pasaron de 177.507 bolívares a 248.510 bolívares, con el bono de guerra económica (se incluye con el pago de las pensiones) aumentado en 40% (pasó de 53.252 bolívares a 99.404 bolívares, lo que da un total de 347.914 bolívares para las pensiones a partir de este aumento) (ver www.el-nacional.com 31 de diciembre de 2017)[66]. De la misma manera, para el 1 de marzo de 2018 se volvió a dictar otro aumento salarial y el mismo se dio en un contexto donde igual iba a retroalimentar el ya avanzado deterioro del salario real e incluso del acceso a la comida más elemental. El nuevo salario mínimo quedó fijado en 392.646 bolívares y el bono de alimentación en 915.000 bolívares, sumando ambos un total de 1.307.646 bolívares mensuales. Con el tipo de cambio del Dicom de 35.647 bolívares por $ (según la tercera subasta en la versión 2018 del mecanismo), equivalía a 36,68 dólares; con el del mercado paralelo de 213.239,38 bolívares por $ (para el momento), el salario pasaba a tener un valor de 6,12 $ (el más bajo de Latinoamérica) (ver www.el-nacional.com 1 de marzo 2018).

De la misma manera y tomando el contexto del 1 de mayo de 2018, el presidente NM volvió a decretar otro aumento salarial (el Nro. 22 de su administración). El presidente NM anunció así, el lunes 30 d abril, el aumento del salario mínimo integral en un 95% a partir del 15 de tal mes. "Atendiendo el salario de los trabajadores, he decidido aumentar el salario mínimo del país de Bs. 392.646 a 1.000.000 de bolívares y aumentar el cestaticket socialista de 915.000 a 1.555.500 bolívares, un aumento integral del 95%. Para el 1 de mayo de 2018 el ingreso legal será de 2.555.500 bolívares mensuales". Indicó que la decisión fue por decreto del 15 de abril y que debería ser depositado en tiempo muy próximo (la Unidad Tributaria –UT- aumentaba también a 850 bolívares). De la misma manera aumentaron las pensiones y el bono de protección de guerra económica de los pensionados, quedando su ingreso mensual en 1.000.000 de bolívares y dicha bonificación en Bs. 400.000, para un total de 1.400.000 bolívares ("para los pensionados de la patria"). Las tablas salariales de todos los sectores serian incrementadas a partir del mencionado día, como una forma de “proteger los salarios de los trabajadores”, en su “lucha por vencer la guerra económica” (www.eluniversal.com 30 abril 2018; www.ve.naymaconsultores.com 2 de mayo 2018).

En un contexto claramente hiperinflacionario, con escasez estructural de productos y efectivo, con alarmas temerosas de la población ante un posible nuevo aumento salarial por sus efectos previsibles en la inflación según las vocerías populares, con un dólar paralelo bordeando según promedios tendencias y registros de portales y oferentes y demandantes los 3.000.000 Bs por $ (que llevó a la administración entre otras razones a destacar/aceptar una tasa de 2.200.000 Bs para las remesas, altamente distante de la de 80.000 Bs por $ de la última subasta Dicom para el momento), la administración del presidente Maduro decretó el 20 de junio un nuevo aumento salarial desde el primero de julio de 2018. De esta manera, se anunció el aumento de salario mínimo de un millón a tres millones de bolívares y el bono de alimentación de 1.555.500 a 2.196.000 bolívares (lo que representa un aumento de 103%, efectivos a partir del 30 de junio para el salario integral); señalándose, también, el ajuste de todas las tablas salariales a nivel nacional. El salario mínimo integral se ubicó así en Bs 5.196.000, lo cual aplicando la tasa de oficial para remesas de 2.200.000 bolívares por dólar,  el salario mínimo venezolano pasó a representar 2,36 dólares (www.talcualdigital.com 20 de junio 2018).

Toda esta secuencia de aumentos de salarios, tiene un punto de alta significación en el aumento incorporado en el conjunto de las medidas tomadas y comunicadas a la nación el 17 de agosto de 2018[67]. En este caso el aumento del salario mínimo se trató de pasar de 3 millones a 180 millones de Bs. F. -visto en términos del cono que existió hasta ese momento-. Dado el tamaño del aumento consistente en multiplicar por 60 el salario existente, se previeron por parte de agentes económicos y políticos diferentes a la administración bolivariana, cierre de empresas y quiebra de negocios,  según es la distorsión o las insospechadas distorsiones que se irían a estructurar en los salarios relativos, pues se trataba de los eslabones de todos los que reciben sueldos y salarios; igualmente, se trataba de los nuevos precios relativos de bienes de sustento y atención, cuyo impulso se pasó a percibir sería automático a este aumento de salario, a pesar del financiamiento que ofreció la administración para las pequeñas y medianas empresas; por lo demás, instrumento o acción que no se cotejó con valoraciones sobre la  productividad o  estrategias de desarrollo que la consideren o incorporen. Partiendo de una cotización del barril de petróleo en 60 $ y visto en términos de una tasa de 6 millones de bolívares por dólar, tomado como base para el petro (con valor de 3600 Bs. S) y considerado el anclaje del dólar y del salario mínimo a este, la conversión para el nuevo salario mínimo de 1800 Bs. S. terminó con un valor de 30$. Vía este planteamiento y tratamiento el salario mínimo aumento también percibido en $.

 


Anexo 2. Canasta básica y alimentaria

 

Canasta básica

Comenzando el último trimestre de 2014 Cendas (grupo de análisis que tradicionalmente ha supervisado la inflación y sus repercusiones en la canasta alimentaria y la básica) difundió sus apreciaciones y registros sobre el costo alcanzado por la canasta alimentaria y básica –como en otros casos deben entenderse en su debida temporalidad-. En cuanto a la primera, para el mes de septiembre de 2014 su valor se ubicó en 14.080,98 bolívares, incrementándose el mismo en Bs. 598,42 -4,4%, con respecto al mes de agosto de 2014 y 97,7% entre septiembre de 2013 y el mismo mes de  2014-; requiriéndose de esta manera, 3.3 salarios mínimos para poder adquirir la canasta (Ver www.elmundo.com.ve)Por su parte el Centro de Documentación y Análisis Social de la Federación Venezolana de Maestros, Cendas-FVM, señaló que la canasta básica familiar registró un aumento de 11.819,03 bolívares (92,9%) entre agosto de 2013 y agosto de 2014 y pasó a ubicarse su costo en 24.541,63 bolívares. Requiriéndose, en tales condiciones, 5,8 salarios mínimos (Bs 4.251,78) para poder cubrir todos los gastos relativos a una familia. La canasta básica familiar que mide el Cendas-FVM se refiere al conjunto de bienes y servicios indispensables a los que debe acceder una familia para satisfacer sus necesidades fundamentales (gastos alimentarios, alquileres, vestimenta y salud, entre otros elementos). Debe señalarse que esto representó alrededor de 93% de aumento -para un año- en el costo de tal canasta básica y según estos registros presentados para octubre 2014 (Ver MSN Dinero, www.msn.com 14/10/14). Los registros de la misma fuente reseñados para mayo de 2015 resumen los efectos de la inflación y el correspondiente deterioro en las condiciones de vida de la población, vistos a la luz del precio de la misma canasta básica familiar: “El precio de la Canasta Básica Familiar (CBF) de abril costó Bs. 37.960,36 aumentando Bs. 2.835,91 (8,1%) con respecto al mes de marzo, según el estudio del Centro de Documentación y Análisis Social de la federación Venezolana de maestros. La variación anualizada para el período abril 2015-abril2014 fue de 107,2% o Bs. 19.638,07; lo que representa tres y medio salarios mínimos (Bs. 5.622,48). Se requieren 6.8 salarios mínimos para poder adquirir la canasta básica para una familia de cinco miembros.” (www.el-nacional.com 20 de mayo 2015). En la misma línea de estos registros y difundido en variadas fuentes, el informe de Cendas para noviembre de 2015 destacó como la canasta básica familiar de Octubre subió a 110.116,47 bolívares, incrementándose en 12.824,61 bolívares (13,2%) en comparación con Septiembre del 2015, e indicando el requerimiento de 11,4 salarios mínimos para poder adquirirla (ver www.mercadosyacciones.com 25/11/2015). Ya en 2016, el precio de la canasta básica familiar para enero, ascendió a Bs 157.833,30, según informe del mismo Cendas; precisándose un aumento de Bs 18.559,92, 13,3%, con respecto al mes de diciembre de 2015 (con una variación anualizada para el período enero 2016 / enero 2014 de 395,7%),  y requiriéndose 13.1 salarios mínimos para poder adquirir la canasta en referencia (ver www.ultimasnoticias.com.ve 2 de marzo 2016). Para el caso del mes de marzo del mismo 2016, la Canasta Básica Familiar aumentó a 203.943,95 bolívares, y para poder adquirirla -una familia de cinco miembros-, se requieren para el momento señalado 17,6 salarios mínimos (11.577,81 bolívares). Es evidente el creciente deterioro en las condiciones de vida de una familia al observar el aumento del número de salarios mínimos requeridos para alcanzar el valor de la canasta básica (ver www.el-nacional.com 28 abril 2016). Para agosto 2016, el costo de la canasta básica alcanzó a Bs 352.785,13, requiriéndose alrededor de 23 salarios mínimos (Bs. 15.051,15) o  alrededor de 10 salarios mínimos más el bono de alimentación, cuya suma alcanzaba a Bs 33,636 (puede verse www.cenda.org.ve). En el caso del mes de septiembre 2016, el costo de la canasta básica alcanzó a Bs. F. 396.967,56 requiriéndose 18 salarios mínimos del momento (Bs. F. 22.576,73) para su adquisición (puede verse www.cenda.org.ve). Sin detener su nivel de crecimiento, el precio de la Canasta Básica Familiar se ubicó en noviembre en 624.544,78 bolívares (23,1 salarios mínimos del momento) según el mismo Cendas-FVM; destacándose que desde noviembre de 2015 hasta noviembre de 2016 el incremento fue de 502.691,15 bolívares (412,5%) o 18,6 salarios mínimos; “La variación mensual de la Canasta Básica Familiar se debe al incremento de precios de todos los grupos que la integran”, destacándose como los servicios públicos básicos subieron 53,4%, el alquiler de vivienda, 16,8%, el rubro de vestido y calzado, 15,6%, mientras que los artículos de higiene personal y limpieza, 11%; en el caso de los alimentos el alza fue de 7,2%,  y subieron de 429.626,08 bolívares a 460.381,55 bolívares (ver www.el-nacional.com 26 de diciembre de 2016; y www.eluniversal.com 26 de diciembre 2016). Sin detener su aumento en términos nominales y en relación al salario mínimo, la canasta básica familiar siguió aumentando en los meses de diciembre y enero 2017 (para este mes el salario mínimo alcanzó a Bs 40.638 dado el nuevo aumento decretado por el presidente NM). De esta manera la Canasta Básica  Familiar de enero tuvo un precio de 832.259,95 bolívares mientras en diciembre de 2016 fue de 743.596,88, con un incremento de 11,9%, según Cendas-FVM (www.el-nacional.com 1 de marzo 2017). El costo de la canasta básica para mayo 2017 ascendió a Bsf. 954.920,51 y, dado que el salario mínimo para tal mes ascendió a BsF  65.021, hay que señalar que se requerían ya 15 salarios mínimos para adquirir tal canasta (ver www.cenda.org.ve). En el contexto de una situación francamente hiperinflacionaria la canasta básica continuó aumentando para julio 2017. Siguiendo distintos registros de la misma fuente de información puede señalarse que El Centro de Documentación y Análisis Social de la Federación Venezolana de Maestros (Cendas-FVM) informó que el precio de la Canasta Básica Familiar de julio de 2017 alcanzó a Bs. 2.043.083,39 representando un 17,5% de aumento con respecto al mes de junio de 2017 (www.macroeconomia.com 15 de agosto 2017). Cinco meses más adelante, y ya en un contexto claramente hiperinflacionario, dados los registros que para el último trimestre asentó la Asamblea Nacional, con algunos de sus meses con más de 50% de inflación, el costo de la canasta básica pasó a asumir niveles sorprendentes.  De esta manera, la Canasta Básica Familiar del mes de diciembre de 2017 se ubicó en 25.123.437,24 bolívares, por lo que se requirieron unos 141,5 salarios mínimos  (Bs. 177.507,43 para tal mes) para cubrir su costo. El precio expresó un incremento de 11.240.071,85 bolívares (81%) con respecto al mes de noviembre. Se hicieron así necesarios 837.447,90 bolívares diarios para cubrir su costo, según informaciones de Cendas-FVM; por su parte, la variación anualizada para el período diciembre 2017 - diciembre 2016 fue 3.278,6%, Bs. 24.379.840,36 (ver www.eluniversal.com 29 de enero de 2018).

 

 

Canasta alimentaria

Entrado ya 2015, Cendas presentó cifras que podrían apreciarse como consolidadas dado el tiempo transcurrido en meses -según las referencias anteriores- y las cuales representan una diferencia no insignificante; aunque no alteran el sentido de las tendencias señaladas en cuanto al deterioro del salario real y de las posibilidades de acceso a la canasta alimentaria (en descargo de la organización debe recordarse el retraso que han presentado distintas instituciones públicas en el suministro de la información de variables fundamentales de la economía como la inflación y tal cual es resaltado en este trabajo). De esta manera, para Cendas la Canasta Alimentaria tuvo un costo para el mes de diciembre de 2014 de 12.306,09 bolívares, con un incremento de 91% en relación a diciembre de 2013 (Bs. 5.889,99). De manera más especifica la organización destacó como entre noviembre y diciembre el costo de los alimentos básicos varió en 14,6% (1.566,36 bolívares más por los mismos productos). En diciembre de 2014 subieron nueve de los 11 rubros que componen la canasta alimentaria. Entre los productos que más vieron incrementados sus precios: carnes y preparados (36,8%), grasas y aceites (24,8%), leche, quesos y huevos (17,1%), cereales 13,3% y verduras 10,6% (ver www.6topoder.com 19 de febrero de 2015). Observado desde la perspectiva de finales del tercer trimestre de 2015, el panorama es considerablemente más complicado en cuanto a deterioro acumulado, si se parte de medir solamente el costo alimentario. Así, el Centro de Documentación de Análisis Social de la Federación Venezolana de Maestros (Cendas-FVM) señaló que la Canasta Alimentaria Familiar (familia de cinco miembros) del mes de agosto aumentó a 50.625,52 bolívares. Entre julio y agosto la misma presentó un aumento de 8.943,82 bolívares, lo que representó un incremento de 21.5% en un mes, requiriéndose 6,8 salarios mínimos (7.421,68) para poder adquirirla (www.el-nacional.com 30 de septiembre 2015). Esta tendencia se agudiza para el mes de noviembre y de esta manera la canasta alimentaria familiar de este mes se ubicó en 79.255,26 bolívares, de acuerdo con el reporte del mismo Centro; específicamente aumentó Bs.9.387,18 (13,4%) con respecto al mes de octubre; teniendo entre noviembre de 2014 y noviembre de 2015, un incremento de 401,3% y requiriéndose 8,2 salarios mínimos (9.648,18 Bs) para poder adquirir la canasta (familia de cinco miembros) (ver www.el-nacional.com 21 de diciembre 2015). En el agudo contexto de inflación, escasez y desabastecimiento  con el que Venezuela y sus ciudadanos entraron a 2016 el valor de la canasta alimentaria se vio considerablemente aumentado. Cifras presentadas por el Cendas–FVM mostraron para enero un incremento en la Canasta Alimentaria Familiar de 13.152,72 bolívares, equivalente a un 14,1 %, que llevó su valor a 106.752,72 bolívares,  requiriéndose 11 salarios mínimos para la obtención de la canasta (familia de cinco miembros). Debe señalarse que 24 de los 58 productos que componen la canasta presentaron problemas de escasez (leche en polvo, sardinas, atún enlatado, pollo, margarina, azúcar, aceite de maíz, huevos, caraotas, arvejas, arroz, harina, avena, pastas y café, entre otros)(ver www.laverdad.com 23 de febrero de 2016). La canasta alimentaria indicada, en el transcurso de 2016 continuó con su claro ritmo ascendente. Los registros de la institución ya señalada también, la ubicaron para julio de 2016 con un valor de Bs 228.043,26. El salario mínimo vigente para este mes ascendía a Bs 15.05,15 lo cual implicaba un requerimiento de más de 15 salarios para adquirir la canasta (sin la consideración del bono alimenticio) (www.elcorreodelorinoco.com 19 de agosto 2016). Debe señalarse que en registro realizado por el Centro de Documentación y Análisis para los Trabajadores (Cenda), la Canasta Alimentaria para agosto  -con el mismo salario mínimo- alcanzó a Bs. 262.664,40, siendo este valor alrededor de 8 veces el salario mínimo más el bono de alimentación (Bs. 33.636 contando el bono referido) (www.elcorreodelorinoco.com 23 de septiembre 2016). El estudio expresa que la canasta alimentaria de agosto, presentó una variación de 34.620,44 bolívares, lo que representa un 15,2% de diferencia con respecto al mes de julio. En el caso del mes de septiembre de 2016 la canasta alimentaria alcanzó un precio de Bs. F. 299.271,48  requiriéndose 13 salarios mínimos del momento (Bs. F. 22.576,73)  para adquirirla (como se señalará más adelante para el mes de septiembre el Bono de alimentación mensual se ubicó en 42.480,00 bolívares, casi duplicando este último) (puede verse www.cenda.org.ve). Ya en vigencia un nuevo aumento de salario en noviembre de 2016, puede ubicarse un monto de la canasta alimentaria para noviembre y diciembre de 2016 que ascendió a Bs. 460.381,55
(requiriéndose 17 salarios mínimos  -27.092,10 bolívares- para adquirir la misma)
y de 544.990 bolívares, correspondientemente (ver
www.elmundo.com.ve 20/12/2016 y www.eluniversal.com 23/01/2017; ambos teniendo como fuente el Cendas). En el contexto de un nuevo salario mínimo (aumentado desde enero en 50% y con un monto de 40.638,15 bolívares) y con los mismos registros de Cendas,  el precio de la Canasta Alimentaria Familiar de febrero de 2017 se ubicó en 665.682,12 bolívares, aumentando Bs. 44.575,14, -7,2% con respecto al mes de enero de 2017 y 445,8% entre febrero de 2016 y febrero de 2017-. Para este nuevo nivel se pasó a requerir, así, 16.4 salarios mínimos para poder adquirir tal canasta; correspondientemente 22.189,70 bolívares diarios (ver http://www.finanzasdigital.com marzo 21 2017 y www.unionradio.net marzo 21 2017). Tres meses después, para el mes de mayo de 2017, la canasta alimentaria alcanzó un valor de  Bs F. 745.933,00, requiriéndose alrededor de 12 salarios mínimos para adquirirla dado que el mismo tenía un nivel para ese mes de Bs 65.021 (ver www.cenda.org.ve ). Como se observa, se habría presentado una disminución de los salarios requeridos para adquirir la misma (lo que no afecta sustancialmente el deterioro acumulado), pero no pueden precisarse claramente tendencias dado lo cambiante, acumulativo y a veces presentarse -por lo mismo- informaciones rápidamente corregidas. Para julio de 2017 el precio de la Canasta Alimentaria Familiar se ubicó en 1.443.634,25 bolívares, aumentando Bs. 213.935,90, 17,4% con respecto al mes de junio de 2017 y 296,7% entre julio de 2016 y julio de 2017 y requiriéndose 14.1 salarios mínimos (97.531,56 bolívares) para poder adquirir la misma (48.121,14 bolívares diarios). En la línea de lo señalado, puede observarse como, en este caso, aumentó el número de salarios mínimos requeridos para la adquisición de la canasta alimentaria (www.informe21.com 8 agosto 2017). La evolución avanzando 2017 no es más que expresión de la inflación creciente y la entrada, para los meses finales del año, de un contexto claramente hiperinflacionario el cual, junto a la creciente escasez, brindó determinantes directos para el aumento de la canasta alimentaria. Por tanto, pasando directo al año 2018, podemos observar que el precio de la misma ascendió a cerca de 24.402.767,10 bolívares, habiendo tenido un vertiginoso aumento de 47,9%, en relación a diciembre 2017 y 3828,9%, en relación a enero 2017; pasando a requerirse 98.2 salarios mínimos (248.510,41 bolívares en el momento) para poder adquirir la canasta destacada (www.elmundo.com.ve 27 febrero 2018; www.el-nacional.com 26 febrero 2018). El salto para mayo de 2018 debe catalogarse de asombroso, dado el definido contexto hiperinflacionario. Así, para el mes señalado se requerían 220 salarios mínimos para acceder a la canasta alimentaria, pues su precio aumentó 119,8%, ubicándose en 220.138.620,81 bolívares, según reveló el 19 de junio el Centro de Documentación y Análisis Social de la Federación Venezolana de Maestros (Cendas-FVM) (ver www.talcualdigital.com 20 de junio 2018).



[2] Curiosamente, varios intelectuales/académicos muy valiosos, con origen en la izquierda venezolana de tiempos cercanos a tal figura, me corroboraron tal apreciación en conversaciones para una investigación.

[3] Entre sus logros estuvieron hacer las carreteras  y crear el Ejército. Esto último entre otras cosas impidió la continuidad de las montoneras que fueron consustanciales a los alzamientos en el siglo XIX. Análisis pueden de interés pueden verse en:   Manuel Caballero, Gómez el tirano liberal; (Anatomía del poder). Alfadil Ediciones. 2003.

[4] Se le atribuye  a Uslar Pietri  (periodista, político y escritor) la popularización de la expresión “Sembrar el petróleo” quién, el 14 de Julio de 1936, publicó en el diario caraqueño Ahora, un editorial titulado “Sembrar el petróleo”. La frase, sin embargo quien la conceptualizó fue Alberto Adriani, antes de esa fecha y como parte de sus proyectos a ejecutar una vez desapareciese la dictadura de J. V. Gómez. Fue diplomático y periodista, con estudios de economía, y además fue funcionario en el gobierno de Eleazar López Contreras y murió muy joven (38 años, 1898/1936); varios de sus escritos fueron recopilados en el libro Labor venezolanista. Distintos elementos de discusión sobre este término pueden verse en: Humberto García L. (Compilador), La ilusión de la “siembra del petróleo”; CDCH/CENDES 2018;

puede verse también sobre A. Adriani, J Mazzei: A .Adriani, Político y estadista https://www.blogger.com/blog/post/edit/2720287295586447558/4449236497717147713.

[5] Con la llegada de HC al poder político, desde inicios de 1999 se han vuelto a resaltar los valores de los militares apartándose la ubicación y significación de su sujeción al poder civil, y habiéndose esto último pasado a manifestar en la amplia ubicación de los mismos en labores políticas y administrativas y en el exaltamiento de la conformación del poder cívico-militar.

[6] Estudios de J. A. Mayobre, O. Araujo, A. Córdova, H. Silva, A. Baptista, M. I. Purroy  y Bitar y Troncoso, entre otros, dan luces sobre los inicios o basamentos de la industrialización para este período.

[7] Ya se había previamente realizado las concernientes a la erradicación del paludismo en base a la exitosa campaña llevada a cabo por Arnoldo Gabaldon (Rev. Soc. Ven. Microbiol. v.25 n.2 Caracas feb. 2005. Vidal Rodríguez Lemoine. A sesenta años de la aplicación del DDT en la lucha contra la malaria en Venezuela).

[8]VerEduardoOrtizRamírez https://www.academia.edu/41858377/CUALQUIERA_PUEDE_SER_DE_LOS_SESENTA_una_perspectiva_de_la_Venezuela_Violenta_EDUARDO_ORTIZ_RAM%C3%8DREZ_4_de_febrero_de_2020.  Este escrito forma parte, junto a otros treinta, del libro La violenta década de los sesenta en Venezuela, como compilación de testimonios, flexibles en cuanto a restricciones académicas, realizada por Enrique Viloria Vera, José Pulido y Petruvska Simne, y publicado en 2020 por Barra Libros Editores.

[9] Elementos de interés pueden verse en  D. F. Maza-Zavala NUEVA SOCIEDAD NRO. 53 MARZO-ABRIL 1981, PP. 38-50 Reflexiones sobre un modelo alternativo de desarrollo para Venezuela.

[10] En tal sentido, la idea de que los pueblos no se equivocan o que siempre tienen la razón, es por lo menos polémica.

[11] La reincidencia e incluso el deseo de permanencia, no es un fenómeno extraño al sentido y perfil hasta ahora visto en la conformación de las estructuras políticas latinoamericanas, incluso en los casos de las democracias –o las así presentadas-. Caudillismo, presidencialismo, personalismo y líderes que asumen reencarnación o “misiones históricas”, por una parte, así como ausencia de desarrollo de la sociedad civil y lento y tardío desarrollo de las instituciones como reglas del juego, por la otra, indudablemente que están relacionados con ello. Tan generalizado se presenta este fenómeno en las democracias inestables de la región que, el populismo, autoritarismo y continuismo como fenómenos asociados a los procesos de cambios constitucionales, adquieren diversas transfiguraciones. Los más de veinte y cuatro años de administración bolivariana, con sus secuencias, estilos, jugadas y la aguda desinstitucionalización que ha ejecutado, borrando los límites y diferencias entre Gobierno y Estado, han convertido las deformaciones y disfunciones políticas en algo negativamente muy superior a lo destacado. Puede verse Eduardo Ortiz Ramírez https://www.academia.edu/48223775/LAS_DEMOCRACIAS_INESTABLES_DE_AMERICA_LATINA_Caracas_4_de_mayo_2021.; también,  Félix Arellano, Contradicciones del “efecto Bukele” https://www.blogger.com/blog/post/edit/2720287295586447558/4891903728256851369; ver también para el caso Bukele: https://www.economist.com/the-americas/2023/07/20/nayib-bukele-shows-how-to-dismantle-a-democracy-and-stay-popular?s=03.

[15] Este planteamiento atañe a resultados observables o registrados en procesos históricos de distintos casos ubicados como revoluciones, y los cuales pueden haber sido temporales y desaparecer como en el caso de la más vieja –en América Latina- y ya muy probada -en su poco éxito en conducir al crecimiento y desarrollo económico- revolución cubana.

[16] Leonardo Vivas. Chávez: la última Revolución del siglo. Planeta 1999.

[18] Tales movilizaciones dejaron numerosos fallecidos y un número importante de detenidos.

[19] Dada la profundidad de la crisis económica y social nacional y la evolución observable del estado de la opinión o sensibilidad de la población, entre otros factores, la administración bolivariana y una representación de parte de la oposición, retomaron conversaciones en Barbados bajo la mediación de Noruega, el 17 octubre 2023. Firmaron dos acuerdos: uno sobre los derechos y preferencias electorales y otro sobre intereses y principios de la nación -dicho grosso modo-. Todo ello a unos días de las elecciones primarias. Las expresiones gubernamentales se vieron fortalecidas al señalarse posibilidades de retiro de sanciones y las de la representación de la oposición con ideas sobre libertades electorales para los procesos señalados (@ntn24ve 17 octubre 2023). En específico, se acordaron elecciones generales para el segundo semestre de 2024, sin  haberse abordado el asunto de las primarias así como tampoco, y aun con el contenido de los acuerdos, el inmediato quite de inhabilitaciones de potenciales candidatos existentes a la actualidad. Tampoco se abordaron temas de presos políticos entre otros (@ntn24ve 18 de octubre 2023; https://efectococuyo.com/politica/ 17 de octubre 2023). El día 19 de octubre, dos días después de la firma de los acuerdos, fueron liberados 5 detenidos; entre ellos, el periodista Roland Carreño y el diputado Juan Requesens. También en diversos medios se informó que EE.UU. eliminaría sanciones para petróleo, gas y oro por un periodo de 6 meses. Muchos recibieron estas noticias con beneplácito y otros dijeron se les había limitado la participación en las negociaciones o María Corina Machado señaló no había participado en las negociaciones (ntn24ve 19 de octubre; @elpitazotv 19 de octubre). EE.UU. señalo, a través de uno de sus funcionarios que, aun con lo informado, la administración bolivariana tendría hasta noviembre, para continuar con liberación de detenidos, incluidos unos estadounidenses, y quitar inhabilitaciones de candidatos, pues si no, comenzaría a desmantelar la suspensión de las sanciones (@caraotadigital19 de octubre).

[21] También se ha presentado en Colombia con evolución, ejecutorias y resultados de la elección y Presidencia del Presidente Petro.

[22] Esta fusión o no diferenciación ha sido resultado de las acciones de la Administración Bolivariana en sus más de 24 años de ejecutorias.

[26] Pocas economías, generalmente pequeñas, han pasado a dolarizar o usar otra moneda, y no se les ha visto clarificado su camino al desarrollo o  establecimiento de condiciones conducentes al mismo.

[27] El 12 de julio de 2023 el promedio superó, en lo que hemos llamado la Dictadura de los portales, los 30 Bs por $. El 16 de octubre, más de tres meses después, superó los 37 $.

 

[29] Elementos relacionados pueden verse en LA FORMACIÓN DE LA CLASE OBRERA EN INGLATERRA THOMPSON, E. P., EDITORIAL Capitán Swing Libros 2012.

[30] También existe la discusión desde la economía del desequilibrio y el crecimiento desequilibrado.

[31] Una extrapolación de un término de origen en la Psicología, donde desde ciertas escuelas se ubicaron refuerzos negativos y positivos.

[32] Cualquier libro de texto de economía u órgano de divulgación define con facilidad este término. El mismo o coste de oportunidad también es precisado como “el valor de la mejor opción no seleccionada” (http://economipedia.com/definiciones/coste-de-oportunidad.html). Se entiende también que este concepto es más amplio que el costo contable, el cual es inmediato y directo a la propia actividad que se ejecuta.

[33] Variados registros así lo testifican. Uno de ellos, de distintos indicadores, son las encuestas Encovi que de varios años a acá se viene llevando bajo coordinación de la UCAB.

[34] Informaciones desde el sector privado ubican en momentos, salarios mínimos que giran entre uno y otro condicionante, alrededor de 180$. En otra perspectiva se destaca que: “ …la remuneración promedio mensual del sector privado en $ a marzo de 2023 fue de poco más de US$ 142, mientras que el promedio mensual del sector público llegó a los US$ 35 en el mismo mes….” https://www.bloomberglinea.com/latinoamerica/venezuela/remuneraciones-del-sector-publico-y-privado-de-venezuela-cayeron-el-primer-trimestre/.

[35] Para inicios del segundo semestre del año 2023, de 17 países en América Latina solo Argentina –incluida Venezuela con 4,66$- presentaba un ingreso inferior a 200$; tres  países con salarios superiores a 500$ (ver https://www.bloomberglinea.com/2023/07/01/asi-comienzan-los-salarios-minimos-de-america-latina-el-segundo-semestre-de-2023/).

[36] Dificultades en suministro/obtención de información crea un contexto donde algunos llegan a afirmar que, sumando ambos grupos, la cifra puede aumentar a 8 millones, dada la incorporación de milicianos y otros factores.

[37] En un contexto de clara bonificación del salario, el profesor de mayor rango y dedicación tiene un sueldo de 18 $. A esta consideración debe añadírsele el que, aun incorporando bonos al salario,  el sueldo sería bajo dentro de las responsabilidades, sentido y mística de profesores de tal nivel para universidades con funcionamiento pertinente nacional e internacionalmente.

[40] Han continuado presentes el agudo problema de la calidad de las viviendas, los déficits y si se han cumplido o no las metas trazadas para la satisfacción de los mismos.

[41] Para ilustraciones de su dinámica en algunos años, ver anexos.

[42] Se le denomina propiamente como el salario integral y debe apreciarse que el bono de alimentación generalmente había aumentado menos que el salario y, dados niveles altos de inflación como los de 2013 (56%) o los registrados ya entrado 2014 y los cuales se habían previsto (5% en varios meses; 5,7% en abril y 5,7% también en mayo, www.el-nacional.com, 17-5-14 y www.elmundo.com.ve 13-06-14), es fácil que en tales momentos se hayan perfilado perdidas de poder adquisitivo. Ello llevó, entre variados factores presentados (aumentos de precios de bienes regulados, fijación de precios de otros rubros que significaron aumentos) al director de econométrica, una firma consultora, a ubicar una pérdida de poder de compra de 4% mensual ya establecido el escenario 2014 (ver www.eluniversal.com 12 de mayo 2014). El nivel de inflación acumulado para mayo 2014 había  alcanzado 23% (www.elmundo.com.ve 13-06-14). Para el mes de noviembre del mismo año la inflación acumulada alcanzó 60,1% (www.el-nacional.com 1 de enero 2015); superando para ese mes como se observa el nivel acumulado en 2013. Definitivamente la inflación terminó registrándose para 2014 en un monto de 68,5% (ver www.informe21.com 14-02-15)

[43] Ver el anexo sobre la evolución de la canasta básica.

[44] Ver el anexo sobre la evolución de la canasta alimentaria.

[45] Más arriba se señalaron los niveles actuales de salario mínimo en la región; puede verse https://www.bloomberglinea.com/2023/07/01/asi-comienzan-los-salarios-minimos-de-america-latina-el-segundo-semestre-de-2023/

[46] Ver L. Vera, ¿Cómo explicar la catástrofe económica venezolana? Revista Nueva Sociedad Nro. 274, marzo-abril 2018; www.elestimulo.com 21 diciembre 2017.

[47] Ver www.el-nacional.com 6 de mayo 2018.

[48] Desde inicios de 2018, en correspondencia con intereses y dinámicas asociadas a posibles o reales remesas de los migrantes -de la diáspora-, se amplió el número de portales o casas que registran o proponen niveles para el dólar paralelo y -en varios casos- superando los niveles presentados por la muy conocida página Dólar Today que, junto a otras, terminó conformando, con la complacencia de la administración del país, una especie de dictadura de los portales, como espacio de referencia/determinación de valores del dólar junto a la página oficial del BCV.

[49] En esta página del análisis seguimos, casi literalmente, a Manuel Sutherland, en su trabajo UNA MIRADA ECONÓMICA SOBRE VENEZUELA que forma parte del libro colectivo Una mirada sobre Venezuela. Reflexiones para construir una visión compartida. Katharina Wegner y Manuel Zapata SJ, (Coordinadores. Colección visión Venezuela). 2023, Publicaciones UCAB.

[50] En distintas discusiones sobre el desarrollo y la elaboración de estrategias atinentes al mismo, se resalta la importancia del escenario democrático para los mejores logros e impulso de aquel, pero, igualmente se señala, entre otros tantos elementos, la importancia de alcanzar consensos para los objetivos y metas de mediano y largo plazo que se plateen las naciones. Es inevitable que sobre distintos tópicos  variados grupos sociales puedan presentar disensos o desacuerdos. Sin embargo, la tendencia dominante debería ser una donde los consensos fuesen mayores que los disensos, o que aquellos tuviesen mayor representación que estos últimos.

[51] En la crisis nacional de manifestaciones diversas iniciada el 12 de febrero de 2014, la administración bolivariana llamó a una conferencia de paz donde acudieron solo algunos -y muy pocos- agentes de la oposición política. Tanto en la sesión del 26 como en la del 28 de febrero, Lorenzo Mendoza, Presidente de Empresas Polar, expresó ideas de interés en lo que hemos venido señalado: "Lo importante es que en esta instancia se comprenda que el sector privado es un aliado indispensable para alcanzar las soluciones que el país necesita con tanta urgencia. De lo contrario, será imposible que el sector empresarial cumpla con el imprescindible papel que le corresponde en la recuperación económica". (Ver El Universal viernes 28 de febrero de 2014. www.eluniversal.com). En el mes de mayo de 2014, después de casi dos meses de haberse iniciado los diálogos con el sector privado, dos de los representantes principales del área empresarial presentaron algunos pronunciamientos: en el caso de Conindustria su Presidente, Eduardo Garmendia, indicó como después de de dos meses de instalada la Comisión por la Verdad en Economía no se había alcanzado ninguna revisión del modelo económico, ni se tenían concertadas medidas de fondo para impulsar la industrialización del país (como reconocimiento y pago total de la deuda a la tasa contratada, flexibilización de algunos artículos de la Ley Orgánica del Trabajo y agilización de las tramitaciones de las calificaciones de despido); en el caso de Fedecamaras su Presidente, Jorge Roig, aunque expresando ideas cercanas reconoció ciertos avances como aumento de precios de algunos rubros congelados desde hacía más de tres años,  creación del Sistema Alternativo Cambiario de Divisas, autorización a las casas de bolsas para realizar operaciones en el Sicad II y la eliminación de la fianza en dólares para importar (ver El Nacional Domingo 11 de Mayo de 2014). Dos meses después -en el mes de Julio- las constataciones de los empresarios fueron más acentuadas, en el sentido de los incumplimientos de la administración bolivariana en asuntos como reconocimiento de la deuda en divisas –o solo en niveles muy bajos-; no ejecución de procedimientos como revisión de mercancías -originando retraso en los envíos de exportación-; suspensión de las reuniones desde mayo; muy pocos resultados que indicasen reactivación del aparato productivo; y problemas agudos en sector salud, autopartes e inmobiliario, entre otros aspectos (ver www.el-nacional.com 15 de julio 2014). Debido a la complicada evolución en 2014 para el mes de agosto las observaciones del Presidente de Fedecámaras ya señalado se fueron radicalizando, afirmando que: “El Gobierno no termina de tomar las decisiones que amerita la gravísima crisis que está profundizándose cada día. Hemos solicitado audiencia con el Ejecutivo y ministros para discutir una salida a la crisis. Nos estamos reuniendo con fuerzas políticas del gobierno, oposición, universidades e iglesias porque estamos preocupados. Le pedimos al gobierno nacional que instale mesas de diálogo para resolver los problemas estructurales que tiene la economía venezolana” (ver www.almomento360.com 28-08-14). En 2017, la crisis política, que tuvo meses álgidos de abril a julio y dejó más de 130 fallecidos, fue seguida de negociaciones en República Dominicana que llegaron hasta 2018 y terminaron en un fracaso claro y definido (EDUARDO ORTIZ RAMIREZ, EL ESCENARIO 2018 Y EL FRACASO DE LAS NEGOCIACIONES EN VENEZUELA http://masterecointerucv.blogspot.com/2018/02/el-escenario-2018-y-el-fracaso-de-las.html,  jueves, 8 de febrero de 2018).

[52] En los primeros meses de 2018, el presidente NM ofreció un nuevo Plan de la Patria, pero avanzados los primeros meses, incluso realizadas las “elecciones” del 20 de mayo, no se conocía públicamente ninguna versión manejable de tal plan (EDUARDO ORTIZ RAMIREZ UN NUEVO PLAN Y NUMEROSOS PROBLEMAS SIN RESOLVER http://masterecointerucv.blogspot.com/2018/01/un-nuevo-plan-y-numerosos-problemas-sin.html jueves, 18 de enero de 2018)..

[53] Debe señalarse que, una vez perdido el liderazgo omnímodo del Presidente HC -dado su fallecimiento-, no continuó existiendo la organicidad –dentro de sus particulares variaciones- que podía presentarse a la hora de definir los tipos de proceso que había impulsado y liderado la administración bolivariana en general y que podrían referirse a la existencia del socialismo después de 15 años de ejecutorias o al camino que se estaría construyendo para alcanzarlo en esos momentos. En tal sentido, y dado el transcurso durante más de 24 años hasta el 2023, es de importancia destacar la opinión del economista Jesús Farías en 2014, vicepresidente de la comisión de finanzas de la asamblea nacional y partícipe y gestor de los proyectos tocantes al caso de la administración señalada:  "Venezuela aún no posee una economía socialista"; "Aún conservamos el sistema económico heredado de los años 90, en 15 años no hemos podido cambiar el sistema rentista y parasitario, pero estamos trabajando en eso". En las mismas declaraciones son llamativas las afirmaciones que este economista y funcionario de la administración bolivariana hace en cuanto a problemas económicos y sociales en Venezuela después de más de 15 años de ejecutorias de esta última y tomando en cuenta lo que la historia económica y social tiene registrado en cuanto a la evolución del llamado socialismo real (o socialismo que realmente existía en los países de la Europa oriental y la antigua Unión Soviética, grosso modo hasta 1989) o los registros e informes sobre la evolución del socialismo cubano, chino, coreano del norte y las –en líneas generales- fallidas experiencias africanas de los años setenta, ochenta y noventa: “los problemas que estamos viviendo, inflación, desabastecimiento y las amenazas de recesión no son fenómenos atribuibles a un fenómeno socialista” (ver www.notitarde.com 29 de julio de 2014).La “revolución” bolivariana ha terminado –aunque con controles y políticas intervencionistas- desarrollando un particular capitalismo salvaje y generador de exclusivismos y polarización; llevándolo al extremo puede decirse que ha terminado deteriorando el salario real –de casi todos, menos de la camarilla o los corruptos- como el más salvaje de los programas de ajuste neoliberal de los años ochenta y noventa del siglo XX y que la izquierda criticó acérrimamente; aunque sin sus conceptos e intenciones en la política económica” (Eduardo Ortiz Ramírez https://www.academia.edu/36709093/MISMO_MUSI%C3%9A1_CON_IGUAL_CACHIMBA2._O_una_manera_de_entender_la_revoluci%C3%B3n_m%C3%A1s_larga_del_mundo 24 de mayo 2018).

[54] “…Ya sea en la Europa occidental de la posguerra o en la China de después de la revolución, en la República de Corea después de la reforma agraria o en Estados Unidos después del New Deal, el progreso socioeconómico ha reque­rido a menudo una combinación de libertad económica y sólidos fundamentos de educa­ción, salud e infraestructura públicas. Es casi seguro que la mayoría de países en América Latina y el Caribe requerirán reformas adi­cionales de sus contratos sociales para permi­tir a sus gobiernos proporcionar esos funda­mentos y sostener el crecimiento”  (Banco Mundial, La movilidad económica y el crecimiento de la clase media en América Latina, 2013, pg. 13).

[55] Existen diversas líneas de investigación asociadas a la discusión de lo formal e informal, lo moderno y lo atrasado y siempre convergen en lo atinente a la presencia de una dualidad dentro de determinadas economías, y, ya en la segunda mitad del siglo XX, asociadas a la llamada perspectiva del Dualismo en análisis sobre el desarrollo en los países menos avanzados. Un análisis y discusión de interés puede verse por ejemplo en: Mario Cimoli, Annalisa Primi y Maurizio Pugno. Un modelo de bajo crecimiento: la informalidad como restricción estructural. R e v i s t a  d e  la C e p a l  8 8,  a b r i l  2 0 0 6. En esta parte del trabajo, solo resaltamos desacoplamientos institucionales o distanciamientos de procedimientos modernos, regulares o debidamente estructurados para el estímulo/impulso del crecimiento y desarrollo y es el sentido dado al pequeño rastreo de distorsiones e irregularidades.

[56] Dado el fracaso del mecanismo, el tratamiento del mismo es solo referencial/ilustrativo, dado el sentido que se le da a este punto en el trabajo.

[59] Sobre la inflación.

[61] Extraoficialmente se estimaba para mayo de 2015 que, durante los cuatro primeros meses del año, la inflación sumaba cerca de 50% según fuentes vinculadas a la administración bolivariana (ver www.elestimulo.com 04/05/2015). La variación acumulada del INPC durante el año 2015 fue de 180,9% (BCV. RESULTADOS DEL ÍNDICE NACIONAL DE PRECIOS AL CONSUMIDOR, PRODUCTO INTERNO BRUTO Y BALANZA DE PAGOS Cuarto trimestre de 2015 – cierre del año 2015. 18 febrero 2016).

[62] En el contexto de la aguda y ampliada crisis económica y social de la economía venezolana para finales de 2015, es importante destacar la interrelación de este nivel de salario mínimo con otras variables. En estimaciones de Genny Zuñiga –Investigadora de la UCAB-, en base al salario de mayo 2015, puede apreciarse que alrededor de 40% de la población ocupada ganaba el salario mínimo (Bs 7.421,68) y, considerando dos salarios mínimos (Bs 14.843,36), el porcentaje alcanza a 80%. Por otra parte, al analizar las condiciones de empleo, se observa que 37% de los trabajadores no tenían contrato, 12% laboraba bajo un acuerdo verbal, 13% poseía un contrato a término y sólo 38% contrato indeterminado. Igualmente se destaca en tales estimaciones que menos de la mitad de la población (alrededor de 40%) tenía beneficios de vacaciones, política habitacional y seguro social (www.elestimulo.com 8 de octubre 2015).

[63] Estas medidas sobre el salario mínimo fueron enmarcadas en la alocución del 20 de octubre de 2015 donde el presidente NM supuestamente comunicaría un conjunto de medidas económicas. Algunas de ellas no tuvieron ningún trasfondo  o ya se conocían. En principio las mismas buscaron proteger al pueblo de la especulación e inflación. Entre otras se encuentran las siguientes: Firmó la reforma de la Ley de Alimentación de los Trabajadores, subiendo el límite de cálculo del ticket alimentación a 1,5 UT y 30 días; ordenó el ajuste de 30% a las tablas salariales de la Fuerza Armada Nacional y los empleados de la administración pública; aprobó recursos para ingresar 110.000 pensionados en el mes de noviembre, con expectativas de "crecer un poco más en diciembre"; anunció algunos cambios que aplicaría vía Habilitante a la Ley de Precios Justos  cambiando la fórmula para el cálculo de precios y creando dos categorías de precios: Precio Máximo de Venta al Público y Precio Justo; las sanciones por precios se incrementaría como parte de la reforma de la Ley de Precios Justos; la fijación de precios usando como referencia el dólar paralelo sería castigada con "sanciones graves"; y fusionó los ministerios de Industria y Comercio (ver www.elmundo.com.ve 23 de octubre 2015). Debe recordarse -tal cual fue señalado más arriba, que La Ley de Precios Justos fue promulgada por el expresidente HC en 2011, fue modificada dos veces por NM en 2014 y nuevamente, correspondiendo con lo indicado, en 2015. La reforma entró en vigencia el martes 10 de noviembre de este último año y previo y paralelo a ello el presidente NM había expresado observaciones sobre como "La Ley se relajó, fue pulverizada, mal utilizada. Así que vamos a apretar las tuercas en la Ley de Precio Justo, para tener los Precios Máximos de Venta al Público de todos los productos" igualmente la reforma se hace "Para defender a nuestro pueblo, para blindar la Ley, porque el capitalismo se va adaptando para legitimar su abuso. Entonces la Ley de Precios Justos comenzó a ser penetrada, burlada y ha llegado la hora de que reaccionemos" (ver www.elmundo.com.ve 10 de noviembre 2015 y www.eluniversal.com 10 de noviembre 2015).

[64] Con estos aumentos y porcentajes el salario mínimo venezolano quedó establecido en 22.576,60 bolívares a partir del 1 de septiembre de 2016.  Por su parte, la base para el cálculo del Cesta Ticket al aumentar de 3.5 unidades tributarias hasta 8 unidades tributarias a partir del 1 de agosto (de forma retroactiva),  ubicó el Bono de alimentación mensual en 42.480,00 bolívares mensuales. Así, el salario mínimo más el bono de alimentación quedó en 65.056,60 bolívares mensuales ver (www.venelogia.com 21/08/16). Como se observa, el bono casi duplica el salario mínimo. Esta tendencia se ubica como bonificación del salario, con las consecuencias correspondientes en cuanto a derechos del trabajador para liquidación y otros asuntos.

[65] Puede observarse que se acentúa la bonificación del salario, al pasar el bono alimenticio a representar un 68% del salario integral (mientras  hasta el 31 de diciembre con el salario vigente representaba cerca de 61%).

[66] De alta significación para ponderar la efectividad de estas acciones de la administración bolivariana en cuanto a aumentos salariales, es el cotejo con los niveles inflacionarios acumulados para el año 2017. En ausencia de la información oficial ya indicada, son de importancia las cifras suministradas por la comisión de finanzas de la Asamblea Nacional. En tal sentido se señaló a inicios de 2018 que la “Inflación para el mes de diciembre pasado fue de 85%, según el índice Nacional de Precios de la Asamblea Nacional…”, con una inflación acumulada en 2017 de 2.616%”. Rafael Guzmán, miembro del equipo respectivo, aseguró que Venezuela “es el único país con hiperinflación” en el mundo y acotó que “seguir atacando la propiedad privada, pretender controlar el mercado de dólares, nos va a llevar a más desabastecimiento” (www.noticierodigital.com).

[67] Aunque el aumento se decretó para entrar en vigencia el 1 de septiembre de 2018, para el 31 de agosto todavía no había sido publicado en Gaceta. Tampoco en el anuncio se definió lo relativo al bono alimenticio (ver www.talcualdigital.com 31 de agosto 2018). Debe acotarse que para el 3 de agosto circuló la Gaceta Extraordinaria Nro. 41.472 –de fecha 31 agosto 2018- donde se formalizaba el aumento de salario, a la vez que se presentó el nuevo Bono alimenticio correspondiente a Bs S. 180 o 18 millones de BS. F., 10% del salario mínimo (ver www.el-nacional.com 3 de agosto 2018).

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