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Felix Arellano
La modalidad de la segunda vuelta del sistema electoral peruano se presenta como otra lección interesante, muy necesaria para el proceso bolivariano, pues le podría enseñar a negociar. Estos proyectos mesiánicos autoritarios se creen poseedores de la verdad y el resto no existe
En estos días Perú ha sido tema central por la complicada situación de sus elecciones, con abundancia de candidatos y de exclusiones; pero, ante la grave crisis que enfrenta nuestro país, también nos podría aportar interesantes lecciones. Perú llegó a ser considerado un Estado Fallido y de su grave crisis económica, que ha logrado salir con éxito, ubicándose en una de las principales economías de la región, podemos extraer experiencias interesantes.
Al abordar el caso peruano, llama la atención la coincidencia que ambos pueblos hemos enfrentado autoritarismos revolucionarios, que han desencadenado en graves crisis, al pretender aplicar el fracasado pensamiento marxista. En el caso del Perú, fue el Gobierno Revolucionario de las Fuerzas Armadas, que bajo el liderazgo de Juan Velazco Alvarado inició una dictadura de izquierda en 1968, destruyendo en particular la prospera agricultura peruana. En Venezuela el proceso bolivariano, con su marcado militarismo, se ha encargado de destruir la economía para empobrecer y perpetuarse en el poder.
Luego de la dictadura militar de izquierda, la crisis peruana se caracterizó, entre otros, por una inflación de tres dígitos, continuos cambios de moneda, el sangriento terrorismo de sendero luminoso, la constante fuga de cerebros y capitales y gobiernos ineficientes y corruptos. Excluyendo el terrorismo, pareciera la descripción de la Venezuela actual. También conviene destacar las coincidencias entre el anacronismo del partido comunista sendero luminoso del Perú, que promovía el fracasado comunismo maoísta, cuando China iniciaba la apertura con Den Xiaoping y el modelo bolivariano venezolano, que promueve el fracasado modelo cubano, cuando Cuba intenta abrirse al mercado y, en particular, a los Estados Unidos.
Como señalan los expertos, la crisis venezolana, que bordea la crisis humanitaria, será superable con una fuerte disciplina económica y, al respecto, podríamos apreciar la lección peruana de superación de su crisis bajo el llamado “fujischok”. En este punto, se podría destacar otra coincidencia, Fujimori le gana las elecciones a Mario Vargas Llosa en 1990, con un falso discurso populista que atrae al electorado y el apoyo de la izquierda, pero al llegar al poder desarrolla el proyecto económico de mercado que proponía su contrincante. Como vemos el falso discurso puede ser otra coincidencia con el proceso bolivariano que asume la mentira como su práctica.
Del actual proceso político que enfrenta Perú podríamos extraer algunas lecciones. Como es usual en las democracias latinoamericanas, en Perú aceptan, respetan y promueven la observación electoral internacional, no el turismo electoral bolivariano del “acompañamiento” (los aliados financiados para apoyarlo todo). Otra lección, la disciplina que han tratado de imprimir las autoridades electorales peruanas, el sancionar duramente los delitos electorales. Un caso relevante, la suspensión de la candidatura de Cesar Acuña, quien figuraba de segundo en las encuestas, por otorgar dinero en la campaña. Si esto ocurriera en nuestro país, naturalmente no sería con nuestro CNE parcializado, no quedaría ningún candidato oficialista, que básicamente juegan con el ventajismo de los recursos públicos y el amedrentamiento.
La modalidad de la segunda vuelta del sistema electoral peruano se presenta como otra lección interesante, muy necesaria para el proceso bolivariano, pues le podría enseñar a negociar. Estos proyectos mesiánicos autoritarios se creen poseedores de la verdad y el resto no existe. Esta realidad se puede apreciar en España, donde Podemos, (la versión española de la franquicia bolivariana) por su soberbia le está resultando difícil negociar con partidos democráticos para formar gobierno. La segunda vuelta, en gran medida fortalece la convivencia democrática al estimular múltiples negociaciones.
Adicionalmente, los retos que debe enfrentar el nuevo gobierno de Perú, relativos a la reducción de pobreza, generación de bienestar, desarrollo de un proceso productivo diversificado, competitivo que incorpore mayor valor agregado, sustentable económicamente y sostenible ecológicamente también nos vinculan. Esperemos que Perú, con una democracia más eficiente, pueda avanzar exitosamente y será una referencia en el largo camino que nos espera a los venezolanos.
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