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Felix Arellano
El conflicto se ha agudizado en estos años con
consecuencias humanitarias dramáticas, y los límites se desbordaron ante el
supuesto ataque gubernamental con armas químicas en la provincia de Idlib el
pasado 04 de abril
Desde
el establecimiento de Siria como república independiente en 1945, han sido
muchos años de violencias, alzamientos, golpes de estado y una larga y cruenta
dictadura que inicia Hafez Al-Asad en 1970 y a su muerte le sustituye su hijo
Bashar Al-Asad en el 2000, quien llega a nuestros días bajo una guerra civil en
la que se enfrentan diversos grupos religiosos islámicos (sunitas la mayoría de
la oposición, alauitas chiitas a los que pertenece Al-Asad y su gobierno) y
étnicos (kurdos, turcos, asirios, armenios, etc.) en un escenario que se ha
internacionalizado y agravado en los últimos días, generado serios riesgos a la
paz mundial y muchas dudas sobre el comportamiento de los involucrados, en
particular del Presidente Donald Trump quien pudiera estar desarrollando un
profundo giro estratégico o una simple jugada táctica en su política exterior.
El
conflicto sirio que estamos enfrentando surge en el marco de la llamada
primavera árabe en marzo del 2011, cuando jóvenes, estimulados por los
acontecimientos en Túnez, Egipto y Libia, protestaron contra la dictadura
siria, pero recibieron una mortal represión, que estimuló mayores y más
profundas protestas, lo que fue degenerando en diversos grupos rebeldes
armados, entre los que destacan: los moderados que rechazan la dictadura del
Al-Asad y conforman el Ejercito Libre Sirio (ELS); los radicales musulmanes
yihadistas del llamado Estado Islámico (EI) apoyado por fuerzas rebeldes de
Irak; y otros movimientos radicales como el Frente Nusra vinculado a Al Qaeda y
también los Kurdos en el norte de Siria.
Casi
de inmediato el conflicto se internacionaliza pues del dictador Al-Asad recibe
el apoyo de la comunidad chiita, particularmente Irán, el grupo Hezbolá, una
participación muy activa con tropas de Rusia y un apoyo más discreto de China.
Los rebeldes radicales reciben el apoyo de la poderosa comunidad sunita del
medio oriente y los moderados reciben un progresivo respaldo de los países
occidentales, que han actuado con mucha prudencia en el conflicto y comparten
la conveniencia de acabar con la dictadura de Al-Asad.
Al
Presidente Obama se le cuestiona su debilidad en el caso sirio, pero una de sus
preocupaciones era evitar la crisis de poder que se generó en Irak y Libia con
la salida de sus dictadores; empero, otros destacan que su pasividad facilitó
la creciente presencia de Rusia en el conflicto y en la zona. Si bien en
principio occidente y Rusia comparten el rechazo de los radicales islámicos, en
particular al EI, también es cierto que la activa presencia rusa ha contribuido
a la eliminación de adversarios del gobierno de Al-Asad.
El
conflicto se ha agudizado en estos años con consecuencias humanitarias
dramáticas, y los límites se desbordaron ante el supuesto ataque gubernamental
con armas químicas en la provincia de Idlib el pasado 04 de abril. Conviene
recordar que en agosto del 2013 también se acusó al Al-Asad del uso de armas
químicas; empero, los temores del Presidente Obama lo llevaron a no aplicar
sanciones y negociar un acuerdo sobre armas químicas con el gobierno sirio y la
garantía de Rusia, que los críticos cuestionaron profundamente.
En
la campaña electoral Trump no expresó mayor interés por el conflicto sirio, por
el contrario, lo ignoraba como parte de su propuesta de neoaislacionismo,
concentrada en los temas internos, por eso la comunidad internacional ha
quedado tan sorprendida al conocer su decisión de sancionar al gobierno sirio
por el uso de las armas químicas, con un impactante ataque de más de cincuenta
misiles contra la base siria Al Shayrat, que se sospecha fue el epicentro del uso
de las armas químicas. Ataque que ocurre teniendo al Presidente Xi Jinping de
China como invitado oficial en su residencia Mar-a-Lago en Florida.
Los
riesgos que se activan con la acción militar unilateral de Estados Unidos,
pueden ser graves por la activa presencia militar rusa en la zona y su duro
apoyo al gobierno sirio, que lo ha llevado a utilizar en siete oportunidades el
veto en el Consejo de Seguridad para proteger a su aliado. En estos riesgos se
suman el activo apoyo de Irán y el prudente respaldo de China.
Pero
las dudas también se incrementan. Por una parte, los gobiernos sirio y ruso
niegan el uso de las armas químicas; para muchos radicales de derecha en
Estados Unidos el ataque ha sido una trampa para involucrar más activamente al
gobierno norteamericano en el conflicto. Pero también corren las dudas si la
decisión del bombardeo constituye un cambio estratégico en la política exterior
del Presidente Trump, que retoma el liderazgo y sus aliados tradicionales; o
por el contrario, constituye una jugada táctica, para debilitar o eliminar la
investigación de la conexión rusa en su campaña electoral, que se ha complicado
sensiblemente en los últimos días y podría ser la base para un potencial juicio
político en su contra.
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