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Felix Arellano
La reunión de la Alianza del Pacifico, rompe con la desconfianza que está reinando en la comunidad internacional frente al libre comercio, por los agresivos ataques que está promoviendo el Presidente Trump
El tema del libre comercio sigue generando gran expectativa, como se puede apreciar en algunos eventos que han ocurrido recientemente y se espera que se convierta en uno de los temas polémicos, junto al cambio climático, en la Reunión del Grupo de los Veinte, que se efectuará en Hamburgo, Alemania, los días 7 y 8 de julio. Evento en el que seguramente algunas delegaciones harán referencia al tema del comercio justo, seguramente el Presidente Trump quien, con gran manipulación, hace constante referencia al termino; pero, otros radicales, como el Foro de San Pablo, también vociferan con el concepto y, lo que observamos, es un falso discurso que poco o nada avanza en su desarrollo conceptual y en la necesaria y efectiva aplicación práctica del comercio justo.
En efecto, el libre comercio ha destacado en la agenda económica internacional, entre otros, pues la Unión Europea y Japón han entrado en la fase final de la negociación de un acuerdo de libre comercio, que esperan firmar en el corto plazo. Los críticos ya han cuestionado la falta de transparencia y el menosprecio a temas sociales y ecológicos. También el tema ha sido el centro de atención en la Cumbre de Jefes de Estado de la Alianza del Pacifico, que se efectuó en Cali, Colombia el pasado 29 de junio.
El incipiente bloque de la Alianza del Pacifico, formado por Chile, Perú, Colombia y México en el 2012, va evolucionando con gran optimismo, liberando ampliamente sus mercado a bienes, servicios, capitales y personas y, en esta oportunidad, han dado un paso de avance estratégico al crear la figura de países asociados. De la larga lista de interesados que incluye más de veinte países, han conferido el estatus de asociado a: Australia, Canadá, Singapur y Nueva Zelanda. Todo pareciera indicar que estos cuatro pujantes países latinoamericanos aspiran ir cubriendo el vacío que se ha generado con el rechazo del Presidente Trump al mega acuerdo comercial Transpacífico.
La reunión de la Alianza del Pacifico, rompe con la desconfianza que está reinando en la comunidad internacional frente al libre comercio, por los agresivos ataques que está promoviendo el Presidente Trump, lo que resulta en una interesante y compleja paradoja, pues la reactivación y transformación del libre comercio mucho se debe a la agresiva negociación de acuerdos de libre comercio, que desde la década de los noventa, ha promovido el gobierno de los Estados Unidos, en particular los gobiernos del partido republicano. Sorprendentemente, en este momento, con un Presidente y un Congreso republicanos encontramos un discurso de rechazo al libre comercio.
En el discurso crítico que promovió Donald Trump en su campaña electoral, ha responsabilizado equivocadamente a los acuerdos de libre comercio como causantes de los problemas sociales de su país, proponiendo como alternativas el proteccionismo y un comercio justo. Coincidencialmente, los radicales populistas en nuestra región, como el Partido de los Trabajadores en Brasil o el Movimiento Bolivariano en Venezuela, también han satanizado el libre comercio y han respaldado el proteccionismo comercial, manipulado también la tesis del comercio justo. Como se puede apreciar los radicales tienden a coincidir.
El discurso crítico toma algunos elementos de la realidad, pero los manipula. Es evidente que una apertura comercial acelerada y sin mecanismos de equidad, puede afectar seriamente a sectores sensibles de las economías. Adicionalmente, los países más débiles también enfrentan mayores retos ante la apertura comercial. Tales situaciones se pueden atenuar con eficientes mecanismos de equidad, pero no con el cierre de las economías, que en el fondo incrementan la pobreza.
Por otra parte, los discursos críticos que se radicalizan manipulan la tesis del comercio justo; por ejemplo, el Presidente Trump cuestiona que con el libre comercio otros países exportan más al mercado norteamericano, pero no enfrenta los problemas de competitividad que afectan a su economía y, cuando propone el comercio justo, en el fondo está promoviendo un comercio hegemónico, donde solo pueda ganar su país en detrimento del resto del mundo. Los populistas radicales, como el proceso bolivariano, cuestionan el libre comercio a los fines de destruir los potenciales resultados positivos del comercio en la generación de bienestar social, pues eso consolida el régimen de libertades que ellos aspiran destruir.
No es el proteccionismo ni la destrucción del libre comercio lo que permitirá generar mayor bienestar social, la tarea debería enfocarse en enfrentar las inequidades que puede generar el libre comercio, y para ello se debería promover una revisión exhaustiva de los mecanismos de equidad, tales como: el trato especial y diferenciado, los mecanismos de protección temporal y los mecanismos de flexibilidad en el comercio; a los fines de afrontar los problemas de los sectores más débiles de las economías o las crisis coyunturales que todo país puede llegar a enfrentar.
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