martes, 25 de julio de 2017

Mercosur: ¿avances?

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Felix Arellano

En esta oportunidad la Cumbre del Mercosur enfrentaba la grave amenaza de la ilegal e ilegítima asamblea constituyente bolivariana, instrumento con el cual el proceso bolivariano aspira destruir los pocos vestigios de democracia en Venezuela

La Cumbre semestral de Jefes de Estado del Mercosur y sus países asociados, efectuada en Mendoza Argentina, ha dejado sensaciones que oscilan entre la repetición y la debilidad; de sus resultados apreciamos, entre otros, que se ha retomado una intensa agenda internacional, lo que nos recuerda los años del Mercosur internacional; empero, de nuevo sin ordenar previamente la casa. Sobre el desorden interno, se ha reiterado la tesis de retomar las bases fundacionales, pero es más un discurso, pues no se observan mayores progresos y, sobre la grave crisis venezolana, de nuevo las contradicciones de la izquierda uruguaya han complicado el tema, debilitado aún más al frágil bloque. Ahora bien, lo más relevante es que pareciera que afortunadamente se ha superado el falso discurso ideológico que promovía el proceso bolivariano, otros de sus tantos fracasos.

Desde que iniciaron los vientos de cambio en el sur, con los Presidentes: Cartes en Paraguay, Macri en Argentina y Temer en Brasil, una mayor inserción en la economía mundial se ha convertido en tema central, lo que significa retomar la agenda internacional, abandonada por la hegemonía del populismo autoritario; pero, por más de un año, el bloque ha estado concentrado en la crisis bolivariana, que hemos definido anteriormente como: “crónica de una muerte anunciada”, pues desde que el proceso bolivariano ingresó como miembro pleno, sus políticas contradecían la normativa y dinámica del Mercosur.

En esta Cumbre se ha retomado con optimismo la agenda internacional, jerarquizando las viejas y complejas negociaciones con la Unión Europea, pero las circunstancias no son tan favorables, pues son varios los temas complicados (agricultura, sector automotor, servicios, etc.) y el bloque europeo enfrenta la crisis del Brexit. Se ha reiterado la vinculación con la Alianza del Pacifico, tema de larga data y muchas aprensiones en la izquierda sureña. También se ha incorporado explorar posibles negociaciones con Canadá y con la Asociación Europea de Libre Comercio EFTA (Islandia, Liechtenstein, Noruega y Suiza).

Esta agenda internacional amplia y ambiciosa, si bien resulta una decisión coherente con la dinámica global, deja la sensación de haberla vivido con sus contradicciones anteriormente, pues también al final de la década de los noventa se concentró la atención en una amplia inserción internacional, pero sin atender los problemas internos, que se han acumulado conformando una crisis estructural profunda.
La agenda internacional contempla fundamentalmente la negociación de acuerdos de libre comercio, empero, al interior del bloque subsisten serias limitaciones no arancelarias, que no se han declarado y mucho menos programado su eliminación. En consecuencia no resulta muy coherente promover la apertura de mercados con el mundo, pero con serias restricciones internas.

Otros problemas se acumulan a nivel interno, tales como: las serias limitaciones a la unión aduanera, pues se mantienen las listas de excepciones nacionales y sectoriales al arancel externo común y poco se avanza en la armonización de los instrumentos de la política comercial. Ahora bien, lo más complejo es que pareciera existir en varios sectores productivos una serio malestar frente a la unión aduanera, que perciben como una camisa de fuerza que limita la apertura al mercado global.

En la agenda interna tampoco se han logrado mayores avances en la conformación del mercado común; el sistema de solución de diferencias resulta discrecional y la ausencia de mecanismos de equidad afecta su estabilidad del proceso. Sobre estos temas no se observan mayores avances en la Cumbre.

Para complicar los problemas internos debemos sumar el caso bolivariano, que desde sus inicios se presentaba espinoso; pero en los últimos años se ha tornado trágico. La grave situación venezolana de violación de los derechos humanos y destrucción de la institucionalidad democrática, tipifica claramente en la normativa de la cláusula democrática del Mercosur (Protocolo de Ushuaia), pero la ceguera ideológica y soberbia de la izquierda, en este caso el sector radical del Frente Amplio uruguayo, no ha permitido la aplicación de tal normativa, debilitando tanto al Mercosur, pues confirma la tesis que la normativa existe pero no se aplica, como a la democracia en el hemisferio.

En esta oportunidad la Cumbre del Mercosur enfrentaba la grave amenaza de la ilegal e ilegítima asamblea constituyente bolivariana, instrumento con el cual el proceso bolivariano aspira destruir los pocos vestigios de democracia en Venezuela, pero prevaleció la ceguera ideológica y la izquierda uruguaya, aprovechando el sistema de la unanimidad, impidió medidas duras contra el gobierno bolivariano. Queda a la conciencia del Presidente Tabaré Vázquez de Uruguay un gran reto, pues debería aprovechar sus afinidades con el proceso bolivariano para tratar de lograr reflexión y propósito de enmienda en los bolivarianos, que permita suspender la asamblea constituyente por sus graves consecuencias para los venezolanos y para el hemisferio.

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