martes, 10 de octubre de 2017

Integración a la deriva

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Felix Arellano

En la región las perspectivas son desoladoras, el Mercosur, el mayor bloque regional de integración, tiene años en una crisis estructural. Por un largo tiempo se concentró en un ambiente ideológico y antisistema, que lo ha marginado de la economía mundial

El proceso de integración económico comercial está enfrentando una marcada incertidumbre en sus diversas escalas. A nivel mundial, entre otros por el complejo efecto Trump; la novedosa crisis que enfrenta la Unión Europea y el largo estancamiento de las negociaciones de la Ronda Doha en la Organización Mundial del Comercio (OMC) que iniciaron en el 2001. A nivel regional, nos encontramos con la crisis estructural del Mercosur, la crisis existencial de la Comunidad Andina y los negativos efectos del proceso ideológico promovido por varios gobiernos, que han dejado como saldo nuevas instituciones de cooperación e integración, pero también una región más fragmentada y desintegrada. Todo pareciera indicar que resulta necesario asumir con seriedad un proceso de reingeniería y reconstrucción de nuestra integración.

Las negativas consecuencias del efecto Trump en materia de integración comercial se sintieron apenas asumió el poder, pues de inmediato rechazó el mega acuerdo de libre comercio definido como Transpacífico, que ya había sido firmado por el Presidente Obama el 04 de febrero del 2016, y esperaba la ratificación del Congreso, pero el 23 de enero del 2017 fue rechazado por el Presidente Trump. Trump también ha rechazado las negociaciones que estaban avanzando para un mega acuerdo de libre comercio con la Unión Europea, definido como Transatlántico, que también enfrentaba un fuerte cuestionamiento por la sociedad civil europea. Otro duro golpe puede estar en puertas, pues la información que circula indica que la revisión del TLC con Canadá y México no avanza positivamente, y en el empresariado mexicano está alertando que es preferible eliminar el acuerdo a suscribir una reforma discriminatoria.

La integración económica europea por muchos años un paradigma, experimenta un crisis novedosa con la solicitud de retiro del Reino Unido (Brexit), lo que implica una revisión a fondo de los compromisos con ese país, una negociación que está complicando innecesariamente la Sra. Theresa May Primera Ministra británica. Pero el retiro de un miembro también obliga a evaluar la situación en general del bloque, más aún si observamos que el euroescepticismo está creciendo y el problema de España con Cataluña también puede afectar la estabilidad y prosperidad europeas.

Existen expectativas a nivel internacional que la próxima Reunión Ministerial de la OMC a efectuarse en diciembre en Buenos Aires, pueda contribuir a superar el estancamiento de la Ronda Doha y generar mejores condiciones para la promoción del libre comercio, no ha sido fácil en reuniones anteriores y ahora está presente el muro proteccionista de Donald Trump.

En la región las perspectivas son desoladoras, el Mercosur, el mayor bloque regional de integración, tiene años en una crisis estructural. Por un largo tiempo se concentró en un ambiente ideológico y antisistema, que lo ha marginado de la economía mundial y tampoco le permitió avanzar en el cumplimientos varios de los objetivos internos de libre comercio, unión aduanera y mercado común. Los dos últimos años, con gobiernos más respetuosos de la integración, se esperaban mayores avances, pero la atención se ha tendido a concentrar en el complejo caso venezolano, que finalmente pareciera resuelto con la aplicación de la cláusula democrática.

Por otra parte, la importancia que está asignando el Mercosur a las negociaciones internacionales no parece muy realista, pues la crisis de la Unión Europea no facilita oportunos avances en un acuerdo que tiene más de un década en negociación y, la Alianza del Pacifico tiene muchas críticas al manejo de las medidas no arancelarias en el bloque. Adicionalmente, en la región también se hace evidente la crisis de las uniones aduaneras, en la medida que la Comunidad Andina la ha eliminado y los casos centroamericano y del Mercosur presentan serias perforaciones al arancel externo común.

La situación regional se torna más crítica al observar que los gobiernos populistas y autoritarios promovieron la conformación de nuevas instituciones, tratando que resultaran favorables a sus intereses, lo que ha generado la duplicación de funciones, el caso más significativo lo constituye la Celac creada en el 2011, que tiene la misma composición y fines que el SELA creado en el año 1975. También tenemos organizaciones subregionales que se pueden duplicar en funciones como Aladi y la Unasur lo más lamentable es que en este momento todas esas instituciones parecen estancadas o agotadas. Otro ejemplo ilustrativo lo constituye la ALBA, que nació con fines estrictamente ideológicos y sustentada en una chequera petrolera abundante, que está menguando.


Con los viejos ataques del Foro de Sao Paulo y los movimientos populistas latinoamericano y los más recientes de Donald Trump al libre comercio, se hace evidente que existen temas que deberían ser trabajados con mayor atención y creatividad. Al respecto, entre otros, cabe destacar la participación de la sociedad en los procesos de toma de decisiones que en materia de integración parecieran constituir círculos cerrados y poco transparentes. Otro tema importante tiene que ver con la participación de los sectores más débiles de las economías, que no logran fácilmente adecuarse a las exigencias de la integración en materia de competitividad; en estos casos, convendría la revisión y adecuación de los mecanismos de equidad y protección temporal.

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