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Felix Arellano
En la región las perspectivas son desoladoras, el Mercosur, el
mayor bloque regional de integración, tiene años en una crisis estructural. Por
un largo tiempo se concentró en un ambiente ideológico y antisistema, que lo ha
marginado de la economía mundial
El proceso de integración
económico comercial está enfrentando una marcada incertidumbre en sus diversas
escalas. A nivel mundial, entre otros por el complejo efecto Trump; la novedosa
crisis que enfrenta la Unión Europea y el largo estancamiento de las negociaciones
de la Ronda Doha en la Organización Mundial del Comercio (OMC) que iniciaron en
el 2001. A nivel regional, nos encontramos con la crisis estructural del
Mercosur, la crisis existencial de la Comunidad Andina y los negativos efectos
del proceso ideológico promovido por varios gobiernos, que han dejado como
saldo nuevas instituciones de cooperación e integración, pero también una
región más fragmentada y desintegrada. Todo pareciera indicar que resulta
necesario asumir con seriedad un proceso de reingeniería y reconstrucción de
nuestra integración.
Las
negativas consecuencias del efecto Trump en materia de integración comercial se
sintieron apenas asumió el poder, pues de inmediato rechazó el mega acuerdo de
libre comercio definido como Transpacífico, que ya había sido firmado por el
Presidente Obama el 04 de febrero del 2016, y esperaba la ratificación del
Congreso, pero el 23 de enero del 2017 fue rechazado por el Presidente Trump.
Trump también ha rechazado las negociaciones que estaban avanzando para un mega
acuerdo de libre comercio con la Unión Europea, definido como Transatlántico,
que también enfrentaba un fuerte cuestionamiento por la sociedad civil europea.
Otro duro golpe puede estar en puertas, pues la información que circula indica
que la revisión del TLC con Canadá y México no avanza positivamente, y en el
empresariado mexicano está alertando que es preferible eliminar el acuerdo a
suscribir una reforma discriminatoria.
La
integración económica europea por muchos años un paradigma, experimenta un
crisis novedosa con la solicitud de retiro del Reino Unido (Brexit), lo que
implica una revisión a fondo de los compromisos con ese país, una negociación
que está complicando innecesariamente la Sra. Theresa May Primera Ministra
británica. Pero el retiro de un miembro también obliga a evaluar la situación
en general del bloque, más aún si observamos que el euroescepticismo está
creciendo y el problema de España con Cataluña también puede afectar la
estabilidad y prosperidad europeas.
Existen
expectativas a nivel internacional que la próxima Reunión Ministerial de la OMC
a efectuarse en diciembre en Buenos Aires, pueda contribuir a superar el
estancamiento de la Ronda Doha y generar mejores condiciones para la promoción
del libre comercio, no ha sido fácil en reuniones anteriores y ahora está
presente el muro proteccionista de Donald Trump.
En la
región las perspectivas son desoladoras, el Mercosur, el mayor bloque regional
de integración, tiene años en una crisis estructural. Por un largo tiempo se concentró
en un ambiente ideológico y antisistema, que lo ha marginado de la economía
mundial y tampoco le permitió avanzar en el cumplimientos varios de los
objetivos internos de libre comercio, unión aduanera y mercado común. Los dos
últimos años, con gobiernos más respetuosos de la integración, se esperaban
mayores avances, pero la atención se ha tendido a concentrar en el complejo
caso venezolano, que finalmente pareciera resuelto con la aplicación de la
cláusula democrática.
Por otra
parte, la importancia que está asignando el Mercosur a las negociaciones
internacionales no parece muy realista, pues la crisis de la Unión Europea no
facilita oportunos avances en un acuerdo que tiene más de un década en
negociación y, la Alianza del Pacifico tiene muchas críticas al manejo de las
medidas no arancelarias en el bloque. Adicionalmente, en la región también se
hace evidente la crisis de las uniones aduaneras, en la medida que la Comunidad
Andina la ha eliminado y los casos centroamericano y del Mercosur presentan
serias perforaciones al arancel externo común.
La
situación regional se torna más crítica al observar que los gobiernos
populistas y autoritarios promovieron la conformación de nuevas instituciones,
tratando que resultaran favorables a sus intereses, lo que ha generado la
duplicación de funciones, el caso más significativo lo constituye la Celac
creada en el 2011, que tiene la misma composición y fines que el SELA creado en
el año 1975. También tenemos organizaciones subregionales que se pueden duplicar
en funciones como Aladi y la Unasur lo más lamentable es que en este momento
todas esas instituciones parecen estancadas o agotadas. Otro ejemplo
ilustrativo lo constituye la ALBA, que nació con fines estrictamente
ideológicos y sustentada en una chequera petrolera abundante, que está
menguando.
Con los
viejos ataques del Foro de Sao Paulo y los movimientos populistas
latinoamericano y los más recientes de Donald Trump al libre comercio, se hace
evidente que existen temas que deberían ser trabajados con mayor atención y
creatividad. Al respecto, entre otros, cabe destacar la participación de la
sociedad en los procesos de toma de decisiones que en materia de integración
parecieran constituir círculos cerrados y poco transparentes. Otro tema
importante tiene que ver con la participación de los sectores más débiles de
las economías, que no logran fácilmente adecuarse a las exigencias de la
integración en materia de competitividad; en estos casos, convendría la
revisión y adecuación de los mecanismos de equidad y protección temporal.
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