EDUARDO ORTIZ RAMIREZ
No trata esta nota de desintegración
nacional a partir de una guerra, o la pérdida de un proyecto nacional que
llevase a crisis y desencuentros entre los grupos sociales integrantes de un
país. Tampoco busca esta nota calificar a los que se van o a los que se quedan.
No. Trata de la influencia de la llamada Diáspora[1]
en el proceso de desintegración nacional, visto a la luz de la alteración en la
presentación de variados grupos sociales y laborales. Los últimos registros
acercan la migración a 4 millones de
personas. Aunque altamente relevante esta cifra se está distante de las
proporciones de aquel país de la región donde se escribió o colocó la leyenda: “el
ultimo que se vaya que apague la luz”. Igualmente preocupante es la ausencia de
una preocupación o política de estado
de la administración bolivariana sobre este asunto. Para algunos, pareciera que basta pensar: “que se vayan los que quieran” o “sin los oposicionista
estaremos mejor”. Resulta que no se está yendo la oposición, la burguesía o
grupos de neoliberales extremistas. Se
están marchando estos, pero también izquierdistas, oficialistas, gente del
pueblo llano y otras figuras que ya se han conocido en noticias recientes. Se
están yendo ricos, clases medias y pobres. Ya no es asunto de si están partiendo
profesionales o el talento de distinto tipo, pues se están yendo todos. Basta
ver la especie de zona caliente en
que se ha convertido la frontera colombo venezolana.
Aquella idea ordenada desde hace
varios lustros, sobre que la globalización permitía que las personas pudiesen
programar su vida trabajando de maneras estacionales en varios países, se está
convirtiendo en una necesidad para los venezolanos. Profesionales y hasta mototaxistas,
observan el resto del mundo dentro de las posibilidades de vivir mejor y sortear
la sobrevivencia[2],
a la cual los sigue trasladando el conjunto de políticas y terquedades de la
administración bolivariana del presidente Nicolás Maduro.
El primero de
los grupos afectados es el familiar y en él se presentan los casos
tradicionales de salidas normales de país (estudios, distracción, negocios),
pero no son estos los de interés para esta nota, sino el de aquellos que se ven
necesitados y compelidos de –a- irse. Siempre habrá razones que dar a los
migrantes. Las familias se cubren o se esperanzan hoy día –para calmar sus
angustias- con las redes sociales y las conversaciones rostro a rostro. Ello no
logra compensar la nostalgia y el
desarraigo que puede presentarse en variados casos. Que se “abran camino”, “que
busquen nuevas opciones”, son, en algunos casos, excusas justificadas para
dejar ir o apoyar a los hijos en la
búsqueda de caminos, a veces inciertos a veces insatisfactorios. En otros
casos, hay éxitos. A algunos oficialistas sensatos les hemos escuchado decir “se
están desintegrando las familias”.
El segundo grupo atañe a las comunidades en el sentido de barrios, edificios,
urbanizaciones. Son numerosas las expresiones sobre cómo en algunas de estas
comunidades se han ido buena parte de los jóvenes y, los que quedan, van siendo
contados como compañía de los mayores. Expresiones significativas aunque
parezcan y/o sean exageradas son “los muchachos se están yendo”, “nos vamos a
quedar sin jóvenes”, “solo se van a quedar los viejos”. La estructura etaria de la población está –así- cambiando, no por
razones estructurales o por o cualquier otra figura sino simplemente por la
migración. El bono demográfico se
verá afectado y las posibilidades de crecimiento económico disminuirán -más de
lo que ya lo han hecho por el conjunto de políticas económicas y desaciertos de
la administración bolivariana-, precisamente por los cambios en aquella estructura etaria[3].
El tercer grupo
remite al sector público venezolano (comunidad de empleados del Estado o del
sector público). Como es conocido, el sector público en la administración
bolivariana ha transitado por lo menos por dos líneas de afectación. Una
primera, es su alta politización. Instancias del sector referido que se habían
mantenido con su relativa autonomía o profesionalismo, han pasado a ser
controladas y manejadas con fines políticos y populistas. La segunda, es su
notable expansión en términos de actividades y número de empleados[4].
Ni consideraciones políticas, ni privilegios, ni presiones o condicionantes,
han impedido que la administración pública se vea afectada por la migración de
la Diáspora. Incluso, en organismos otrora prestigiosos, en el área de las
instituciones públicas, no se ha podido evitar la fuga del personal de carrera
y, en otros casos, los nuevos ingresos, adquieren un sentido temporal. En
varios organismos del caso, existe la percepción de la inestabilidad en la
permanencia del personal: “muchos se han ido o están pendientes de irse”, es
una expresión frecuente. Esto está significando una alta descapitalización del
recurso humano en el área en cuestión y para el país en general. Experiencias
en tratamientos de problemas y también en presentación del país ante el resto
del mundo, se han ido horadando también por esta vía de la Diáspora.
El cuarto grupo
debe ubicarse en la perspectiva estructural de la economía. Es destacado, cómo
las unidades industriales de Venezuela se han reducido a cerca de 4.000.
Variadas razones han determinado ello: contexto político, políticas económicas,
amenazas y afectaciones de los derechos de propiedad, entre otros elementos.
Variadas empresas y empresarios han migrado buscando otros contextos y
oportunidades. No es cómodo el escenario nacional, para inventar o poner en práctica
iniciativas empresariales que no encuentran los mejores estímulos. El presidente de Conindustria, Juan Pablo
Olalquiaga, ha planteado al respecto: “la industria en Venezuela
está trabajando a niveles muy precarios. Ya se han perdido 2/3 partes del
sector industrial, y de mantenerse la situación económica y social tal como
está, lo que se prevé es que más industrias seguirán cerrando y las pocas que
queden se mantendrán operando al mínimo de su capacidad” Según Olalquiaga
de 3.800 establecimientos industriales que quedan en el país, 1.018 (27%)
podrían cerrar sus puertas en los próximos doce meses debido a los entornos
adversos de la economía del país (http://www.conindustria.org/1-018-empresas-industriales-cerraran-sus-puertas-en-2018-si-no-cambia-el-modelo-economico/).
La contraparte de todo esto, aunque no existan registros, ni abundantes ni mucho
menos completos, son las presiones que sobre las propias empresas, presentan
los retiros o dificultades de los trabajadores puesto que no pueden trabajar, dadas las dificultades económicas y
familiares que muestran. Esto es: existen ya grupos de trabajadores que no
tienen lo mínimo para subsistir, dirigirse a sus trabajos y laborar
regularmente.
En quinto lugar
está la afectación que la Diáspora produce en la dimensión política de distintos
venezolanos (más que en los grupos políticos). En encuestas realizadas
recientemente a migrantes, varios (más de un 40%) de los encuestados se
declaran oficialistas que les ha terminado disgustando la administración
actual. Del lado de los oposicionistas migrantes, se generan discusiones y
polémicas sobre si aportan o no viviendo en el extranjero, o si han debido
quedarse según otros. De alguna manera, 4 millones de personas con una composición
tan variopinta, son una población estadística de importancia y, más aun,
creciendo. Para 2018 el INE registra un total poblacional de 31.828.110
habitantes y para 2023 proyecta[5]
33.728.624 habitantes (www.ine.gov.ve).
¿Cómo se acopla esta proyección con el crecimiento de la Diáspora? ¿En cuánto
crecerá esta última?[6]
Indudablemente que hay otros ámbitos
donde hay efectos intensos de la Diáspora. Solo hemos señalado algunos de los
que nos parecen importantes y en los cuales tampoco es directo el registro de
sus efectos. Lo que sí es importante es que, sin lugar a dudas, hay efectos
trascendentales en las observaciones preliminares que se pueden hacer en tales
ámbitos.
@eortizramirez
eortizramirez@gmail.com
[1]
Sobre esta puede verse Consultores 21, Perfil 21, Servicios de análisis de
entorno (Apéndice sobre migración), nro. 151 cuarto trimestre 2017.
[3]
En estas relaciones se parte de que, a mayor población en edad activa para
trabajar, hay mejores posibilidades para el crecimiento económico.
[4]
Esto también ha sido con fines políticos, obviamente.
[5]
Estas proyecciones fueron hechas en 2013, en base al Censo 2011.
[6]
Como ya es conocido, las negociaciones en República Dominicana entre gobierno y
oposición no avanzaron significativamente y cada día tienen menores
perspectivas. Algunos han señalado, también para esto, la importancia de la Diáspora
en cuanto a que el entrabamiento del diálogo por el tema electoral (y el no
reconocimiento de la MUD a la ANC) ha abarcado el que el gobierno no acepta
cambios en el CNE, las garantías electorales solicitadas ni la incorporación al Registro Electoral de la Diáspora de venezolanos
en el exterior (alrededor de 4 millones) (ver www.sunoticiero.com 25 enero 2018).
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