Enrique Viloria Vera
El saqueo, el
expolio, el desvalijamiento, el despojo, el latrocinio, parece ser un elemento
característico de la historia de Venezuela. Desde nuestros inicios mismos como
nación – y no como país –, ya fuimos convenientemente saqueados por los
conquistadores y colonizadores que vinieron en carabelas, bergantines y
galeones ávidos de oro, plata y todo tipo de riquezas.
De este saqueo
inicial y a mansalva dan buena fe las extintas perlas de la Margarita, el
azúcar y, en especial, la sal, que obligó a los españoles a construir un
castillo fortificado para proteger las extraordinarias salinas de Araya de los
filibusteros holandeses, necesitados del precioso grano para preservar el
arenque suyo de cada día, siempre en demanda de adecuada salmuera.
Durante la guerra
independentista el saqueo estuvo – de parte y parte, de patriotas y realistas
-, a la orden del día. Luego de la cruenta conflagración los generales
montoneros y sus familiares tuvieron patente de corso para hacer de las suyas,
y embolsillarse como merecido botín de guerra las haciendas y las tierras que
los convertirían prontamente en boyantes latifundistas.
El siglo XX
venezolano - además de las bellaquerías del Benemérito y sus acólitos -,
Venezuela conoció un nuevo tipo de saqueo – esta vez foráneo -, efectuado por
las compañías multinacionales que, en barcos y tanqueros, extrajeron el
petróleo y el hierro de la tierra venezolana. Posteriormente, los militares
golpistas y sus jalabotas también disfrutaron de su parte de la rapiña
nacional.
El siglo XXI venezolano
viene conociendo un nuevo saqueo llevado a cabo por los socialistas del siglo
XXI y sus aliados cubanos, rusos, iraníes, chinos y los socios del Alba y de
PETROCARIBE; esta vez además del apetecido petróleo, el expolio se ha extendido
al uranio, al coltan, el oro, la bauxita, a todo aquello que genere pingues
ganancias para la cúpula bolivariana y sus enchufados de ocasión: las cuentas
en Andorra, las empresas off shore y de maletín, la sobrefacturación y las
jugosas comisiones recibidas por la nomenklatura
socialista, sus familiares, amigos y allegados han dejado exangüe el Tesoro
Nacional y las reservas internacionales.
Fruto de la brutal e
inhumana depredación del socialismo del siglo XXI, el venezolano de a pie, el
pueblo llano, se ha visto obligado a recurrir también al saqueo para poder
comer y subsistir. Como consecuencia de esta tragedia nacional, el verbo más
conjugado en la infeliz y paupérrima Venezuela bolivariana, castro - madurista,
antimperialista, antes chavista, pero siempre cacareadamente socialista es
saquear: Yo saqueo, tú saqueas, él o ella saquea, nosotros saquemos, vosotros
saqueáis si sois originario de la Tierra del sol amada, zulianos pues, ustedes
saquean, ellos saquean.
Lo que fue un país
para querer, ahora con dolor de patria socialista es:
¡Un país para
saquear!
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