MISERIA 2018.
Ideas para no olvidar en la Venezuela con “ruta
chivo”[1].
EDUARDO ORTIZ
RAMÍREZ
Algunos han señalado a veces que, en Venezuela, en grupos o personas -y
para ciertas cosas- hay memoria corta. Tal asunto lo aprovechan sobre todo
políticos y trepadores. No pasa así en otros lugares, donde las frases y las
acciones, tienen sanciones sociales y políticas permanentes; eso, y el hecho de
que hay ideas trascendentales o importantes que no deben olvidarse, inspiran
esta nota que recoge de lo uno y de lo otro.
Se estima que las revoluciones, y con ellas la administración
bolivariana, dado su proyecto político y sus acciones, necesitan de la pobreza,
para beneficiarse de su permanencia. Al exministro
Giordani se le atribuye una frase que recuerda el general Guaicaipuro Lameda -también funcionario en los inicios de
la administración bolivariana- de una conversación –llevada a cabo en aquellos
inicios- que se refiere en una entrevista con la periodista Carla Angola: “Mire, General, usted todavía
no ha comprendido la revolución. Se lo explico: Esta revolución se propone
hacer un cambio cultural en el país, cambiarle a la gente la forma de pensar y
de vivir, y esos cambios sólo se pueden hacer desde el poder. Así que lo
primero es mantenerse en el poder para hacer el cambio. El piso político nos lo
da la gente pobre: ellos son los que votan por nosotros, por eso el discurso de
la defensa de los pobres. Así que, LOS POBRES TENDRÁN QUE SEGUIR SIENDO POBRES,
LOS NECESITAMOS ASÍ, hasta que logremos hacer la transformación cultural. Luego
podremos hablar de economía de generación y de distribución de riqueza.
Entretanto, hay que mantenerlos pobres y con esperanza” (www.saladeinfo.wordpress.com. 2013/02/13).
Este elemento del manejo del problema de la pobreza se destaca bien en Pedro Palma (Revoluciones fatídicas. www.analitica.com 10 de septiembre 2014) donde se
reseñan los aportes de Samuel Huntington
en la retrospectiva de este fenómeno según distintas experiencias, haciendo
referencias al caso venezolano: “…el
éxito económico no es prioritario para las revoluciones. Por el contrario, las
privaciones y penurias pueden ser muy útiles para consolidar los procesos
revolucionarios. Eso puede explicar lo que para muchos nos resulta
incomprensible, cuando hemos escuchado a altos voceros gubernamentales decir
que la revolución necesita a los pobres para su consolidación, razón por la que
hay que mantenerlos en esa condición, pero dándoles esperanzas de que superarán
su precaria condición, objetivo para el cual está luchando denodadamente la
revolución. En otras palabras, hay que mantener la miseria pues ella crea
dependencia del Estado y abona el terreno para el clientelismo político,
asegurándose el apoyo incondicional de una amplia masa poblacional a través de
la manipulación informativa y de la explotación descarada de su ignorancia y
buena fe. Eso, a su vez, facilita el logro de uno de los objetivos buscados,
cual es la eliminación de la vieja oligarquía del anterior sistema político,
para substituirla por otra, pero revolucionaria.” “…las revoluciones limitan la
libertad, pero generan identidad de la masa con el nuevo sistema y una ilusión
de igualdad, lo cual lleva a buena parte de la población, principalmente a la
más desposeída, a aceptar la escasez y las cargas materiales propias de esos
procesos políticos…[2]” (Palma, art citado).
Surgen siempre observaciones y preocupaciones, de hasta dónde llega el
aguante de los seres humanos ante fenómenos como el hambre, la miseria, la
falta de atención e irrespeto de los gobiernos para la solución de los
problemas de la colectividad. En lo que a algunos contestatarios les gusta
llamar vocerías, escuchábamos recientemente como ante la mala situación, la
crisis humanitaria o el hambre, y resultados donde el gobierno siempre “gana” y
tiene apoyo de las fuerzas militares se señalaba “la gente debe salir toda de
la misma manera que no fueron a votar” –en las “elecciones” del 20 de mayo-.
Ante ello y a pesar de los optimismos pueden tenerse reservas en base a dos
elementos, pues el escenario de desespero, necesidad y angustia de muchos así
como la continuación de las mismas actuaciones de parte de la administración
producen -y seguirán produciendo- la bienvenida a cualquier solución, del tinte
y por inconveniente que sea.
El hambre no produce sublevaciones. Ni las impulsó en
la China –dictatorial, autoritaria y altamente centralizada- de Mao en los
cincuenta o los sesenta del siglo XX, donde los chinos hasta tierra comían; ni
en la India de la segunda mitad del siglo referido en adelante; ni en las
agitadas y desesperadas regiones africanas de suma pobreza y escasa inversión,
donde se esperan con desespero y violencia las bolsas de arroz de Naciones
Unidas y organizaciones relacionadas. El ser humano es un animal de
costumbre y pareciera que en tiempos y ocasiones puede acostumbrase a
la escasez, el hambre y la pobreza, buscando alternativas variadas. Solo
elementos como el resentimiento, la voluntad basada en esperanzas, nuevas
ilusiones o coyunturas culturales, pueden remover a los seres humanos del letargo que
produce el hambre (Directo al Marasmo, https://www.academia.edu/36367019/DIRECTO_AL_MARASMO._La_necesaria_lucha_contra_la_deserci%C3%B3n_nacional_en_Venezuela EOR, 9 de abril 2018).
A comienzos de los noventa, observamos, cómo, producto de políticas y
acumulación de problemas se comenzaba a desarrollar en Venezuela una especie de
miseria violenta, agresiva y que no
se observaba en la previa evolución de la nación. Podía preverse que de ahí en adelante debía
prepararse el país para prestar atención al regreso a tallas bajas, nuevas
enfermedades y el resurgimiento de viejos padecimientos. Efectivamente, eso ha
sucedido y hoy se presenta con una aguda aceleración, pues a los deterioros en
el salario real se le suma la escasez y ausencia de medicamentos. El hambre y
la escasez viajan en las personas, en el Metro y transportes variados -como los
hoy llamados “ruta chivo” (también llamados
“perreras”) en las ciudades y ya
entre las ciudades- y se desplazan en las calles; en su delgadez, en la
permanencia de enfermedades –que incluso deambulan en la calle, sin solución y
atención estatal -por el agudo también deterioro de los servicios públicos[3]-,
pero igualmente en las deformaciones físicas y la presencia de aspectos e imágenes
desconocidas -o no tan manifiesta y agudamente presentes- en la vida urbana e
incluso rural en la Venezuela anterior a décadas y lustros recientes. Se trata
de una marginalidad más excluyente y extensiva y que ha aumentado en el período
de la administración bolivariana. Tuvo entre sus determinantes iniciales el
deterioro del salario real, la disminución de las oportunidades de empleo, la
inmigración no planificada y otros elementos. Se trata de un tipo de miseria
que produce en el afectado un comportamiento agresivo en cualquier dirección y que, por supuesto, es uno de los elementos
de base para el tipo de delincuencia atinente a los grupos menos favorecidos en
la distribución del ingreso.
El surgimiento de ciudades y el desarrollo de las que ya existían,
permitieron, con la aparición del petróleo y el impulso de la
industrialización, la promoción de la civilidad, la vida urbana, el orden y el
aprovechamiento de servicios públicos en salud y educación. Por lo menos ya
abiertamente desde los años cincuenta, la educación pasó a ser un claro
mecanismo de ascenso social y mejoramiento de las familias. Las campañas
públicas de vacunación, fumigación, construcción de carreteras –algunas
iniciadas incluso décadas atrás de los años señalados-, permitieron que una
economía de poca población y baja tasa en su crecimiento, viera mejorar sus
condiciones de vida[4].
Finales de los cincuenta, años sesenta y parte de los setenta, permiten
apreciar retrospectivamente una población nativa de mezcla con migraciones
-sobre todo europeas-, que albergaba la idea de progreso y de posibilidades de
desempeño. La izquierda política no lo creía así. Pero eso era desarrollo. Y
hasta los menos favorecidos en la distribución del ingreso, podían albergar
posibilidades de desempeñar trabajos o de mejorar.
A todo eso se le aunaba una difusión de valores, de orden y disciplina
en la sociedad. Los elementos disonantes del equilibrio social eran pocos
–entre otras razones por eso la izquierda política fracasó en tales años y
décadas-, por y a pesar del rentismo, el
cual no había entrado todavía en sus mayores niveles de perversión o efectos
estructurales. Estos comenzaron o se profundizaron con la Venezuela Saudita de mediados de los años setenta y se empezó a
abandonar la idea e importancia del trabajo y el progreso y con ello -y con las
terquedades y falta de previsión de administraciones de los años ochenta y
noventa-, comenzó a ampliarse la inestabilidad en los manejos estatales, y a
extenderse y a aparecer la pobreza y la miseria
violenta, correspondientemente.
Visto así, los pobres de hoy se comenzaron a impulsar en los ochenta y
los noventa, debido a las ejecutorias de políticas sin consenso, sectarias, no
inclusivas y sin rostro humano, como se señaló en varias oportunidades. Pero lo que no se podía prever era
que una administración que ya lleva más de 19 años, podía abonar el terreno y
encaminar el país hacia mayor miseria, enfermedades y pobreza. La
administración bolivariana no enrumbó con consenso al país por el camino del
desarrollo y ha terminado revelando, ampliando y profundizando la pobreza y la
miseria
El escenario, aunque siempre se puede empeorar, es ya bastante
problemático. La administración bolivariana hoy día se presenta contraria al
rentismo pero es de las que más lo ha
apuntalado y ha convertido el erario público en escenario de buscadores de
renta y corrupción. No perfila ninguna posibilidad de cambio en política
económica, por sus compromisos políticos nacionales e internacionales. Todo el
cuadro descrito de fenómenos sociales de salud, hambre, problemas estructurales
de rentismo, endeudamiento, continuidad de las políticas económicas y pérdida
de valores se ha acentuado con el
deterioro estatal –en instituciones, organismos, procedimientos- y la igualación
del aparato del estado con el gobierno de la administración bolivariana,
usufructuando el Estado y sus procedimientos en función de sus intereses políticos.
Parte del escenario de inseguridad, violencia, miseria y pérdida de
valores lo refleja Juan Carlos Méndez,
novelista venezolano residenciado en España, recogiendo parte de esto en
entrevista donde habla de su novela Los
maletines (Juan Carlos Méndez Guédez,
Los Maletines. Editorial Siruela, 9 Abril 2014): “…Los venezolanos
nos juntamos y, en tres minutos, el tema de conversación es el último atraco,
el último secuestro, la última andanada de tiros de los paramilitares
chavistas. Y eso sucede no por azar o masoquismo, es que estamos hablando de un
país donde asesinan a mucha más gente que en Gaza. La ferocidad de la violencia
es lo que nos explica en este momento.” (www.informe21.com 25-08-14). En la evolución de
la administración bolivariana, puede afirmarse que se ha apuntalado también por
el odio y el resentimiento que ha venido animando el periodo gubernamental de
más de diecinueve años de ejecutorias de la misma. Pero también por las
migraciones internas, las invasiones y la sobrepoblación de zonas como
Guarenas-Guatire, los Valles del Tuy y los Teques.
Enfermos y mendigos agresivos, adolescentes que deambulan por la ciudad
y que en adelante serán adultos y hasta familias cuyos niños no estudian y son
el instrumento de contacto con la gente en algunos casos.
Debe reconocerse que, en el caso de los niños de la calle estos se habían reducido en parte de los años dos
mil, según se podía observar en la región capital. En esto hay efectos de la Misión Negra Hipólita cuya misión es:
“Brindar protección social e integral asegurando el derecho a la vida, el
trabajo, la cultura, educación, justicia social e igualdad sin discriminación
alguna a los ciudadanos y ciudadanas en situación de calle, contando con la
participación protagónica del Poder Popular” (Ver http://www.misionnegrahipolita.gob.ve). Pero con el aumento de la pobreza en los años recientes bien
registrado y destacado por la Encuesta
Encovi o encuesta de las Universidades UCAB, UCV y USB[5]
los niños de la calle han regresado a las zonas urbanas incluso conformando
bandas.
En el segundo gobierno de Carlos Andrés
Pérez (1989/1993) algunos manejaron el planteamiento reconfortante, de que la pobreza estaba ahí y las políticas
de ajuste y estabilización lo que hicieron fue sacarla a la luz. Igual caso ha
sido con la administración bolivariana, dado su señalamiento en cuanto a que
fueron otros los que crearon la pobreza antes de 1999. Es indudable que hubo variados resultados producto de las opciones de
políticas tomadas o de elementos como la inflación o el desempleo. El segundo gobierno de Caldera (1994/1999),
invirtió tiempo en políticas económicas de considerable variación –entre otras
la cambiaria- y en la justificación e impulso de la idea de la unidad nacional
más que en abatir formas de pobreza que continuaban desarrollándose. En la administración bolivariana se
dedicaron los primeros años sustituyendo -o buscando sustituir- los programas
sociales de administraciones anteriores, por otros tan o más problemáticos,
como el Banco del Pueblo, “los niños de
la patria” y la “conversión de los invasores en constructores”, hasta que
en el año 2004 se iniciaron las misiones
en salud, educación y otras cuyos resultados están reflejados en la expansión
de la pobreza y el panorama reseñado. Para la segunda década del siglo XXI, con
claros fines sociales según las percepciones de política económica y social de
la administración bolivariana, pero también dado el escenario político de los
años 2012/2018, se acentuó la política de controles, supervisión y de
enfrentamiento con el sector privado de la economía, entre otras razones por
desarrollar este -en connivencia con factores políticos- según la
administración referida, una guerra
económica. En cualesquiera de los casos, la evolución económica fue
derivando en aumento de la pobreza entre 2012 y 2013 así como en 2014 y años
siguientes y en un escenario de escasez, desabastecimiento e inflación
acentuada.
Para finales del primer semestre de 2014 la administración bolivariana
ofreció aumentar en variados sentidos la atención de la pobreza. El 5 de octubre
2014 El Nacional presentó un
reportaje de Dalila Itriago sobre
los planes de atención de la pobreza y sus propuestas del momento. Debe
señalarse que el presidente NM lanzó el 7 de junio de tal año el Plan para la Erradicación de la Miseria,
que incluía la instalación de 1.500 bases de misiones sociales en 255
parroquias del país. El plan centralizaba los mismos programas sociales y misiones que alcanzaban ya una década. Varios
analistas emiten su opinión en este reportaje señalando por variadas vías que
esta iniciativa no ataca las causas de la pobreza y que se resumía o asociaba a
una estrategia electoral para las elecciones parlamentarias de 2015; que gañó
la oposición, por lo demás. Debe indicarse que las bases socialistas estaban
compuestas por un módulo de formación, educación y coordinación de misiones;
uno para consultas médicas y odontológicas y otro como la vivienda de los médicos
cooperantes que prestarían servicio. La meta prometida por el presidente el 7
de junio fue la ya señalada y a cumplirse en tres meses, ubicándose las bases
donde se detectaron índices altos de pobreza extrema. En el reportaje se registra que Carmen Meléndez, ministra de Defensa,
indicó el 10 de septiembre: "Hasta el día de ayer habíamos activado 22
bases de misiones, tienen que ser 1.500".
Pero igualmente se registra que el 1 de octubre el presidente NM señaló:
"Ya instalamos 1.500 bases de misiones en lugares donde está la pobreza
extrema y estamos atendiendo 2.200.000 compatriotas". Obviamente dada la afirmación presidencial la
información fue unificada en este último sentido (Ver La misión de drywall para
acabar con la pobreza. www.el-nacional.com 5 de octubre 2014 pg. Siete Días/1).
Y en 2018 después de las “elecciones” del 20 de mayo el presidente NM
planteó en su juramentación ante la ANC “Tenemos todo el poder político de
este país. No podemos tener excusas para atender los problemas del pueblo”. En el mismo acto también planteó el presidente
NM, asumiendo de plano una votación ganadora y favorable, que el pueblo
venezolano lo había elegido para que construyera el socialismo; afirmaba
con esto entonces lo que él considera es la definición del pueblo venezolano
por el socialismo y de su persona como el elegido para construirlo, después de
casi 20 años de tenerse ejecutorias de parte de la administración bolivariana. Su
expresión fue: “Han elegido ustedes un presidente para construir el socialismo.
Han elegido ustedes un presidente para solucionar los problemas…”[6] Aplicando
-sin embargo- los conceptos de eficacia y/o eficiencia que mencionó también en
ese discurso, es altísimo el nivel de ineficacia que habría tenido la
administración bolivariana para alcanzar esto último en casi dos décadas (https://www.academia.edu/36709093/MISMO_MUSI%C3%9A1_CON_IGUAL_CACHIMBA2._O_una_manera_de_entender_la_revoluci%C3%B3n_m%C3%A1s_larga_del_mundo EOR).
@eortizramirez
[1] El día
28 de mayo 2018 en la mañana, fallecieron 12 personas en el estado Mérida, al volcarse
un transporte de este tipo: “La mañana de este lunes se volcó un camión en el
sector Los Azules de Lagunillas del estado Mérida y dejó al menos 12 muertos y
19 lesionados. El accidente ocurrió alrededor de las 6:00 am y minutos después
se registró la muerte de seis personas, los heridos fueron trasladados al
Instituto Autónomo Hospitalario de la Universidad de Los Andes (Iahula). Allí
se confirmó la muerte de otras cinco personas que habrían llegado con heridas
graves. La cuenta de Twitter de Emergencias Mérida informó que el camión que se
volcó transportaba a al menos 40 personas” (www.rurun.es
28 mayo 2018).
[2] “Quizá
esa sea la razón por la que el gobierno se niega obstinadamente a implementar
los necesarios ajustes y reformas para afrontar los profundos desequilibrios y
problemas que padece nuestra economía, prefiriendo no hacer nada para que nada
cambie, o profundizar en sus erradas y fracasadas políticas del pasado,
asegurando de esta forma la profundización de la crisis, sin importarle que esa
irresponsable actitud a lo que llevará es a una mayor penuria y depauperación,
particularmente de la población de menores ingresos” (Palma, art. citado)
[3] En el
caso del Metro de Caracas dado el
costo de los tickets, la desvalorización del dinero, la ineficiencia y el
populismo, entre otros factores seguramente, ha llevado a que el servicio sea
gratis; teniendo esto obviamente sus consecuencias para el presente y a futuro.
[4]
Ver A Baptista “Más allá del optimismo y el pesimismo. Las transformaciones
fundamentales”; En M. Naim y R. Piñango, El
caso Venezuela. ¿Una ilusión de armonía? Ediciones IESA 1984.
[5] El nivel
de pobreza para 2014, fue de 48,4% de la población -superior a la registrada en
1998, de 45%- así como que del total de pobres, uno de cada tres son nuevos.
Para 2015 en cuanto a pobreza de ingreso se registra que 73% de los hogares y 76% de los venezolanos
estaban en pobreza de ingresos; demostrando
las cifras que la miseria había aumentado con velocidad alta puesto que la
Encovi 2014 había registrado 48,4% de hogares en penuria y 52,6% para las
personas. Para inicios de 2017 se difundió la Encovi, abarcando años
2014/2016. De manera concordante con lo señalado se aprecia un continuado
aumento de la pobreza. Así los registros de pobreza y pobreza extrema incluyen
24,8 y 23,6% para 2014, 23,1 y29,9 % para 2015 y 30,26 y 51,51% para 2016; lo
cual da un total para pobres y pobres extremos de 48%, 73% y 81,8%
respectivamente para los años señalados Para la encuesta presentada a inicios
2018 (registros en la encuesta para julio septiembre 2017) un 61% de la
población no tendría para comprar los alimentos del día -pobreza extrema- y en
pobreza total cerca de un 90% de la población no cubría la compra de alimentos
más otros gastos en transporte o servicios. (Ver ENCOVI/Encuesta sobre Condiciones de Vida en Venezuela; años señalados).
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