EDUARDO ORTIZ RAMÍREZ
Tres observaciones iniciales, con la intención de encuadrar intenciones y planes que
tratan de presentarse como novedosos,
para reencauzar las finalidades y el modelo con ya casi veinte años de duración
de parte de la administración bolivariana.
a) En la mayoría
de las revoluciones de corte izquierdista que se han dado en el mundo, con el
transcurrir del tiempo se puede observar la presencia de menos revolucionarios de propósitos pulcros/puros o preocupados por
el bienestar colectivo; quiere decir esto que, su presencia o aparición es
inversamente proporcional al transcurrir del tiempo. Así, el mercado y la
verdadera democracia parecen ser más eficientes que la ideología.
b) En varias
de las revoluciones observables, los primeros tiempos –al menos en cuanto a los
planteamientos iniciales, parecen ser los más productivos o los de mayores
esfuerzos; por una particular tendencia de rendimientos decrecientes, los
resultados se van burocratizando, ralentizado o desapareciendo. Si uno revisa
el caso soviético, chino o cubano más allá de autoritarismos, tiranía o
ausencia de democracia (incluso crímenes de variado tipo) podría ubicársele a
esos casos, logros, alcances o avances en metas o elementos de competencia que
estuvieron presentes en los tiempos de la guerra fría (digamos hasta 1989, pues
el escenario y dinámica de hoy al menos del caso chino y soviético –hoy Rusia-
son otra cosa). Dado lo señalado y los casi 20 años de su duración –hasta ahora-
y los pocos logros y avances que puede presentar al mundo o más bien el acentuado
deterioro económico y social que si puede presentar[3],
junto al excedente petrolero manejado durante el mismo período, la “revolución” bolivariana puede ser
catalogada como la intención revolucionaria que más tiempo le ha pedido a la
humanidad para ser exitosa en algo atinente a la transformación económica, éxitos
en el área social o industrial e independientemente de en qué han terminado las
otras.
c) La “revolución”
bolivariana ha terminado –aunque con controles y políticas intervencionistas- desarrollando
un particular capitalismo salvaje y
generador de exclusivismos y polarización; llevándolo al extremo puede
decirse que ha terminado deteriorando el salario real –de casi todos, menos de
la camarilla o los corruptos- como el más salvaje de los programas de ajuste
neoliberal de los años ochenta y noventa del siglo XX y que la izquierda criticó
acérrimamente; aunque sin sus conceptos e intenciones en la política económica.
Esos tres elementos iniciales sirven
de entrada para tratar de entender al recientemente juramentado ante la ANC presidente
Nicolás Maduro que, según el CNE (realmente
existente), resultó reelecto con más de 6 millones de votos. Apartando consideraciones
sobre legitimidad o pulcritud de
todo esto último, el presidente Nicolás Maduro -todavía propiamente desde su
primer mandato- y teniendo responsabilidades acumuladas durante casi 20 años,
como muchos de los que estaban presentes en el discurso del caso, desarrolló
una especie de autocrítica a buena parte de la administración que él representa,
para terminar concluyendo algo así como tenemos muchas cosas que mejorar, que
podemos hacerlas mejor, porque no lo estamos haciendo bien y es tiempo de
rectificar y volver a lo que construyó el Presidente Chávez hasta 2012[4].
Tales actitudes podrían estimular entusiasmos, pero no a quienes conozcan en
detalle la administración bolivariana o la madera de la que están hechos varios
de los cuadros que la conforman.
Por esta vías, el presidente Maduro
creó –entonces- en su alocución un nuevo entusiasmo para él y sus acólitos, pues
las expresiones sobre la grandeza, su carácter de vanguardia y la fe en el
noble pueblo venezolano, integrado por lo que serían los seguidores y
beneficiarios de los “logros” de la revolución bolivariana, se enfrentaban
irremediablemente a la realidad de haberse conformado mayoritariamente –tal pueblo,
el del padrón electoral- en las últimas elecciones (donde él fue “reelecto”) por
los que no votaron por nadie. Así,
el presidente logró estructurar un discurso que no debía ser –según él-
discurso, ni aplausos y recordaderas del presidente Chávez, sino que debía tratarse en este caso de la creación y puesta
en marcha de una especie de gran plan de
rectificación[5]
que pudiera permitir incluso aumentar la producción petrolera en un millón de
barriles (1), aprovechando los esfuerzos y voluntades de los obreros petroleros[6].
Por fin, para el final, el presidente
planteó los cinco puntos que consideró fundamentales para tales planes e
intenciones. a) Pacificación para
nivelar y trabajar en beneficio de la nación. Convocó para ello a todos, hayan
sido o no favorables a él en el voto. También convocó a iniciar procesos para
liberar a algunos presos políticos. b)
Acciones con el empresariado y otros agentes en el país para establecer acuerdos
económicos. "Los Clap no son
circunstanciales, es una propuesta para quedarse, (...)"[7],
"La segunda línea es avanzar a un acuerdo económico productivo para
estabilizar la economía y para la recuperación creciente y sostenible del
crecimiento económico, en función de la producción de riqueza y la satisfacción
de necesidades" (www.panorama.com.ve 24 de mayo 2018.) Esto
se ha escuchado numerosas veces y generalmente no se han cumplido los
finiquitos de los acuerdos. c) Acuerdos
para fijación de precios con agentes económicos diversos, pero lo mezcló con la
necesidad de establecer una nueva ética
patriota y ciudadana. d) Sin mayores
precisiones insistió en la nueva educación pública, nueva cultura, nueva salud
y la necesidad de crear un mapa de lo nuevo. e) Defensa de la patria y lucha contra las sanciones y
conspiraciones, resaltando los efectos que tendrán las primeras.
En distintos momentos los cinco elementos
se confunden con otros. No es fácil tampoco diferenciar estas propuestas, de
otras que se han hecho numerosísimas veces. Cerca del final dijo el presidente Maduro
“Tenemos todo el poder político de este país. No podemos tener excusas
para atender los problemas del pueblo”. Aplicando -sin embargo- los conceptos de eficacia y/o eficiencia que
mencionó en su discurso, es altísimo el nivel de ineficacia que ha
tenido la administración bolivariana para alcanzar esto último en casi 20 años.
@eortizramirez
eortizramirez@gmail.com
[2]
Pipa.
[3]
Hiperinflación, inseguridad y migraciones en magnitudes y niveles poco
frecuentes.
[4] Tal
punto del regreso, lo discutimos en https://www.academia.edu/34611947/LA_ECONOM%C3%8DA_Y_EL_PRESIDENTE_A_QUE_DEBER%C3%8DA_REGRESAR_VENEZUELA
[5]
No afectó esto el que el presidente se regodeara con los suyos, recordando los “gloriosos“
pasados izquierdistas o que no perdiera oportunidades para pasarle factura a la
derecha, los guarimberos o al imperialismo.
[6]
Pasándole por encima a problemas estructurales graves que presenta PDVSA en endeudamiento, rezago de pagos, inversión y
áreas de dedicación entre otros asuntos. “Este año tenemos que aumentar el millón de
barriles y si hay que pedir apoyo a la OPEP, a Rusia, a China, a los países árabes,
hágalo, Quevedo. Venezuela tiene que repuntar y sobrepasar ese millón de
barriles” (www.eluniversal.com 24 de
mayo 2018). La producción petrolera alcanzó a menos 1,5 millones barriles
diarios en abril 2018.
[7]
Poco menos que impresionante para la aguda crisis humanitaria existente en el país
y las ineficiencias y sentido politizado que han adquirido estos instrumentos
de distribución de alimentos.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario