CARACAS:
CIUDAD FANTASMA
Enrique Viloria Vera
Un
día se apareció por la ciudad socialista de las hormigas, un ser mesiánico que
lo sabía todo porque todo estaba y salía de su cabeza. Al principio parecía una
hormiga mayor, una hormiga roja, con la habilidad de moverse más ágilmente.
Dijo que era sociólogo y podía explicar por qué las hormigas eran como eran
desde siempre. Dijo que era economista y podía regular el transporte, la
circulación, el acarreo de los alimentos, el precio de las hojas, el tamaño de
los palitos, todo cuanto las hormigas conocían normalmente. Y dijo también que
era político y que podía gobernar la ciudad que se había gobernado eternamente
por sí misma. Resultó ser un monstruo de dos cuerpos, cabeza y abdomen, con
ocho patas. Su habilidad era tanta que convirtió en tela de araña y en trampa
todo cuanto tocó.
Guillermo
Morón
Patidifusos, estupefactos, patitiesos, atónitos,
boquiabiertos, se quedan aquellos que visitaron Caracas hace veinte años y los
que no también. La otrora ciudad moderna, cosmopolita, de afamados restoranes,
museos ejemplares, vida nocturna sinigual, a la moda, reluciente e iluminada,
por obra y desgracia del socialismo del siglo XXI, se transformó en una villa
atrasada, aburrida, solitaria, oscura, triste, precaria e insegura, ya no es
envidia de nadie.
Caracas es una ciudad fantasma, en las noches caraqueñas,
solitarias por un toque de queda impuesto por el hampa; después de las 8 pm, no
circulan carros ni autobuses, nadie se atreve - en su sano juicio -, a caminar
por sus calles desoladas y oscuras donde campea el crimen, las ratas, musarañas
y gusanos hacen de las suyas disfrutando de la basura que pulula en las aceras
y espacios públicos, los hambrientos niños de la calle, en bandadas, recorren
las vías en busca de un alimento aprovechable que consiguen –regocijados -, en
las bolsas de basura, mientras huelen la pega que los transporta a mundos de
ensueño y fantasía, en los que un amoroso regazo materno los espera para consentirlos.
Como no hay bruma ni somos de la Commonwealth, Jack el
destripador no hace de las suyas asesinando a prostitutas que - por temor-, ya
no son más mujeres de la calle apostadas en las esquinas esperando el cliente
de turno. Por el contrario, la Sayona, el Coco, el Silbón, el Hombre de la
Carreta, por su parte, sí hacen de las suyas, asustando a niños y adultos,
arrastrando cadenas, lamentándose, moviendo carruajes de un lado al otro, aterrorizando
a los pavoridos habitantes de la ciudad fantasma.
Peatones obligados, conductores sin opciones, vecinos
furtivos, contemplan el iluminado palacio de gobierno, donde el Presidente y su
Primera Dama, aplaudidos por los adulantes de costumbre, echan un pie, bailan
hasta el sudor y el cansancio salsa cubana de la brava, celebrando que los
venezolanos están felices, recogidos en familia como debe ser. Después del
sarao, los dirigentes de la Revolución Bolivariana se reunirán, degustando
finos licores y apetitosas viandas a fin de acordar las medidas que el Primer
Mandatario anunciará muy pronto, que lejos de resolver la aguda crisis que vive
el país, la profundizarán …la diáspora de venezolanos sin esperanza continuará incrementándose.
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