Pedro Raúl Solórzano Peraza.
Diciembre de 2018.
Para el día
después, que será el primer día de un nuevo período democrático para Venezuela,
se debe tener un plan de acción para recuperar los sectores productivos del
país. Uno de ellos es la agricultura, donde hay que considerar muchos aspectos,
y en esta oportunidad trataremos el tema de la educación para la producción
agrícola.
Educación
para la producción agrícola.
La agricultura es una actividad complicada, muy compleja, en
la cual intervienen muchos factores de diversa naturaleza y, para que sea exitosa,
todos esos factores deben coincidir favorablemente.
Muchas personas creen que la agricultura es muy simple y
solo basta tirar las semillas al campo y luego ir a recolectar la cosecha y
venderla, sin embargo, está rodeada de enemigos que hay que saber manejar para
lograr buenos resultados de la gestión agrícola. Entre esos enemigos tenemos
insectos, hongos, bacterias, virus, malezas, aves, excesos de lluvia, escasez
de lluvia, vientos huracanados, cambios bruscos de condiciones climáticas especialmente
en zonas templadas, exceso de oferta en el mercado que baje los precios de los
productos cosechados a niveles antieconómicos, malas políticas agrícolas,
incendios forestales, inundaciones por desborde de ríos y quebradas,
obstrucción de la vialidad agrícola por efectos del clima y por falta de
mantenimiento, escasez de maquinaria agrícola, escasez de insumos agrícolas en
los momentos más oportunos, desconocimiento de las condiciones de los sistemas
suelo-clima, y otros factores que afectan la producción.
Teniendo claro que la producción agrícola es un proceso
bastante complejo, que depende de muchos factores y es necesario aplicar
conocimientos derivados de diversas ciencias como física, química, matemáticas,
biología, ciencias económicas, geología, bioquímica, etc., los cuales se
concentran en la Agronomía; es lógico tener presente que las personas que de
una u otra manera apoyan a los productores del campo y en cierto modo ellos
también, tienen que cultivar estos conocimientos. Quiere decir, que esas
personas tienen que instruirse en las instituciones que existen para tal fin,
las cuales van desde las escuelas prácticas de agricultura hasta las
universidades.
En Venezuela se le ha dado mucha importancia a la educación
agrícola desde la década de 1930, cuando comienzan a fundarse instituciones con
este propósito. Se puede decir que la historia de la educación agrícola formal
en el país comienza a principios de esa década con la fundación de la Escuela
de Prácticos Agropecuarios, que a partir del 5/12/1936 se denomina Escuela
Práctica de Agricultura y Centro de Demostración del estado Aragua. Siempre ha
permanecido en la Hacienda La Providencia ubicada entre las poblaciones de
Turmero y Maracay, otorgando a sus egresados el título de Perito Agropecuario.
Posteriormente se fundaron otras escuelas de este tipo, siendo quizás las más
importantes las ubicadas en Agua Blanca, estado Portuguesa, y en Maturín,
estado Monagas.
Ese mismo sector del estado Aragua, entre Turmero y Maracay,
por su riqueza en suelos y aguas fue también el lugar escogido para fundar, en
1938, la primera Escuela Normal Rural del país, específicamente en El Mácaro y,
para recibir, en 1947, la Escuela de Demostradoras del Hogar Campesino, que
inicialmente se fundó en Caracas en 1939 como Escuela de Agentes de
Demostración del Hogar. La Escuela Normal Rural se funda para la formación de
los maestros que atenderían, principalmente, la inmensa población rural que
existía en Venezuela para la época; mientras que las egresadas de la Escuela de
Demostradoras del Hogar Campesino, fungirían como extensionistas para ayudar a
mejorar los hogares y las familias campesinas.
A nivel privado, tomemos el ejemplo de la Escuela Agronómica
Salesiana, que desde hace muchos años existió en la ciudad de Valencia y otorga
títulos de Peritos Agropecuarios. Esta escuela es de gran tradición y ha
formado destacados profesionales, pero debido al crecimiento de la ciudad tuvo
que ser trasladada a otra área del país. De esta manera, se muda cerca de la
ciudad de Barinas, en una extensa zona donde ha continuado su actividad
docente, liberando profesionales para contribuir con la agricultura venezolana.
En el año 1937 se crean la Facultad de Agronomía y la
Facultad de Ciencias Veterinarias de la Universidad Central de Venezuela, que
se inician en Caracas pero al breve tiempo se mudan a Maracay. Posteriormente
se crean otras facultades de veterinaria en algunas universidades, y otras
facultades de agronomía en Maracaibo en La Universidad del Zulia, en Jusepín en
la Universidad de Oriente, en San Cristóbal en la Universidad del Táchira, en
Barquisimeto en la Universidad Lisandro Alvarado, en Coro en la Universidad
Francisco de Miranda, en Barinas y Portuguesa en la Universidad Nacional
Experimental de los Llanos Ezequiel Zamora. También se comienzan a crear
Institutos Tecnológicos Universitarios en diversas regiones del país, en la
mayoría de los cuales se incluye la educación para la producción agrícola.
Quiere decir que muy temprano en el siglo XX, a la educación
agrícola se le comenzó a dar la importancia que requería un país en franco
crecimiento, con necesidad de alimentar a una población que se incrementaba
aceleradamente. Las escuelas prácticas y técnicas incluyen mucha actividad
práctica, de campo, en parcelas experimentales y en fincas de productores
aledañas a las escuelas. Las universidades tampoco son ajenas a las actividades
de campo, pero además, se imparten profundos conocimientos de las diversas
ciencias que participan en la conformación de las Ciencias Agronómicas. Hoy en
día, estas universidades también ofrecen cursos de posgrado, a nivel de
maestrías, doctorados y diplomados en las diversas áreas de la Agronomía.
Los posgrados han fortalecido la actividad de investigación
en las diversas facultades de agronomía, lo cual ha sido de gran ayuda, ya que
la investigación es uno de los pilares sobre los que se erigen estas
instituciones de educación superior. Los otros pilares los constituyen la
docencia y la extensión agrícola, siendo esta última lo que une a la
universidad con la realidad que se vive en nuestros campos agrícolas.
El INIA tiene la Escuela Socialista de Agricultura Tropical
(ESAT) que ofrece cursos de doctorado, maestria, diplomados, cursos de
ampliación, talleres, etc., en el área agrícola. Éste parece ser otro misterio
del régimen, y no conozco ninguno de sus logros importantes hasta los momentos.
La educación agrícola en Venezuela se ha estado deteriorando
progresivamente y con el actual régimen ha llegado a niveles inesperados, ya
que los gobernantes del socialismo del siglo XXI le tienen aversión a todo lo
que trata sobre educación, instrucción o academia. Al igual que todas las
actividades educativas, la educación en el área agrícola ha ido desmejorando
por varias razones. Una de las de mayor peso ha sido el abandono del apoyo
material oficial que es indispensable cuando se imparte una educación gratuita.
Esto ha afectado la calidad de la infraestructura y las dotaciones de material
de apoyo como son sillas, pupitres, escritorios, papelería, bibliotecas,
laboratorios, equipos audiovisuales, computadoras, artículos deportivos y
otros. También esa falta de apoyo económico oficial ha afectado el insuficiente
salario de los docentes, que además, permanentemente se deteriora por la
inflación, motivando, especialmente a nivel universitario, el éxodo de
profesores e investigadores hacia otras áreas o, peor aún, hacia otros países.
Además de la falta de recursos, que deben ser parcialmente
suministrados por el gobierno, ha ocurrido un saqueo de algunas instituciones.
Es el caso de algunas estaciones, campos experimentales y campos de producción
comercial que ayudan al ingreso de recursos para las instituciones
correspondientes, que han sido invadidas y sus bienes repartidos o deteriorados.
Hay información sobre las invasiones y en algunos casos confiscaciones de
estaciones experimentales de las facultades de Agronomía y Veterinaria de la
U.C.V. y de otras universidades, de las instalaciones de edificios y campos
experimentales y de trabajo del Colegio del Mundo Unido y de la amenaza sobre
la Escuela Agronómica Salesiana de Barinas.
Por supuesto, todos los afectados han realizado los reclamos
correspondientes ante las autoridades respectivas y, como todo con este
régimen, no han tenido respuesta y en muchos casos ni siquiera han sido
atendidos. Estas propiedades tienen que ser devueltas a las diversas
instituciones para que continúen cumpliendo sus funciones docentes y de
investigación, tan necesarias en el área agrícola.
Los presupuestos solicitados anualmente al gobierno nacional
por las escuelas que intervienen en la educación agrícola venezolana deben ser
aceptados y cubiertos una vez que se evalúe su contenido, para asegurar el
funcionamiento cabal de esas
instituciones. Los sueldos y salarios del personal que labora en estas
organizaciones tiene que revisarse y ajustarse con la frecuencia que dicte el
movimiento económico del país, para evitar la renuncia de esas personas en la
búsqueda de mejores oportunidades y para promover el retorno del personal que
se ha marchado, el cual tiene una sólida formación académica, para mantener la
excelencia de la educación que allí se imparte.
Otra razón de mucho peso en la pérdida de calidad en la
educación agrícola es referida a los contenidos programáticos. Así como esto
afecta a los infantes, que al comenzar su vida escolar le están cambiando la
historia o se la tergiversan, en la educación agrícola han tratado de eliminar
el pensamiento universal, crítico, analítico. He tenido experiencias de este
tipo en seminarios, talleres, conferencias y otras actividades divulgativas, en
los cuales por ejemplo, nombrar las palabras plaguicida químico o fertilizante
químico es una ofensa a la naturaleza, y de esto han logrado convencer a muchos
jóvenes egresados de las escuelas donde se imparte educación agrícola.
En la actualidad los fertilizantes químicos, al igual que
los plaguicidas, se pueden considerar indispensables en una agricultura que
reclama producir alimentos para una población mundial que crece
vertiginosamente todos los días, en unos suelos que cada vez son más pobres y
con mayores problemas de malezas, plagas y enfermedades. Por lo tanto, en los
recintos donde se imparte educación agrícola, es fundamental tratar a
profundidad estos temas, destacando cómo utilizar estos insumos, fertilizantes
y plaguicidas químicos entre otros, de la manera más eficiente posible, para
minimizar su posible efecto adverso sobre el ambiente.
Es urgente revisar todos los contenidos programáticos, a
todos los niveles, para orientarlos hacia las necesidades de una agricultura
actual, moderna, ya que las limitaciones son muchas y pueden ir mucho más allá
de estos insumos. Se debe incrementar la actividad docente en áreas como la
biotecnología, y se deben abrir nuevas áreas de estudio, en aspectos que están
llegando al manejo de los campos cultivados, como por ejemplo, la robótica.
Todas las organizaciones dedicadas a la educación y la
investigación agrícola en Venezuela, y su personal, deben recuperar su
tradicional categoría, su prestigio, para que realmente sean de importancia en
el desarrollo agrícola nacional, tan necesario ante tanta escasez de alimentos
y tanta pobreza que ha retornado a la vida campesina del país.
Pedro Raúl Solórzano Peraza.
Diciembre de 2018.
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