ECONOMÍA VENEZOLANA:
las cartas están echadas
EDUARDO ORTIZ RAMÍREZ
-Es mi cuento.
No le ponemos atención a los demás.
No nos ponemos atención a nosotros mismos.
Dejamos que
las cosas pasen, sucedan, como el viento,
a la vera de
otros, ¿a poco no?
(Carlos Fuentes, Adán
en Edén; ed. Alfaguara)
Es poco lo que le queda hacer a la administración
bolivariana, dentro de sus restricciones y compromisos (ideológicas y
políticos, respectivamente). Y ni lo quiere hacer, ni le parece necesario. En ese
sentido, las vocerías populares -expresión
de su gusto- ya señalan “¿y cuando van a aumentar?” Otros, al oír esta pregunta,
casi corren por los consabidos y probados efectos de los aumentos frecuentes,
de los cuales, el mismo presidente NM
se ufanaba de hacerlo cada dos meses, según sus últimas o más recientes
ejecutorias.
El salario mínimo efectivamente se
mantiene en Bs S 40.000 y con ello, los cerca de 4 millones de pensionados y
los grupos del sector público ubicados en ese nivel o que bordean el mismo. El costo de oportunidad del trabajo, dados
estos espacios laborales y los del sector privado y las remuneraciones del caso
– incluso las superiores cercanas-, se ha vuelto infinito. La fuerza laboral ha
ido asumiendo trabajos eventuales o desempeñándose en varios trabajos al mismo
tiempo. Aun así, los salarios o los conjuntos de ellos, no permiten darle
alcance a los aumentos de precios ni cercanamente. Los precios, así, tienen una
perspectiva logarítmica en relación a los salarios.
Ilustraciones al respecto sobran. Unas
que se han vuelto icónicas son las del precio del cartón de huevos, el queso o
la carne. Los precios respectivos, ya oscilan sobre los Bs S 60.000, 45.000 y 80.000, respectivamente. Productos de
atención personal, fácilmente alcanzan precios de 30.000, 50.000 0 cerca de 200.000
bolívares S como el caso de grupos de afeitadoras (3 o 4) de marcas conocidas y
de calidad. Cualquier alternativa de precios más bajos puede darse para casos
de productos subsidiados, cada día más escasos y afectados por condicionalidades o membresías de agrupaciones políticas de
distinto tipo, y, obviamente, de sentido oficialista; comidas o diversiones
como el cine, implican para individuos y ni que decir familias sobre los 100.000/500.000
Bs S fácilmente. Pero en el caso de productos básicos o de la dieta diaria,
como las harinas o el pan, igual que aceites o leche en polvo sus precios,
pueden abarcar niveles exorbitantes y /prohibitivos; por su importancia, las estimaciones
de Cenda pueden citarse extensamente,
con el mismo formato con que la presentan:
“Canasta Alimentaria. Julio 2019
|
CANASTA
ALIMENTARIA DE LOS TRABAJADORES / CAT. RESUMEN EJECUTIVO JULIO 2019 COSTO
MENSUAL= Bs.S 1.649.306,75 / $ 146,41 VARIACIÓN INTERMENSUAL= 17,3%; Bs.S
242.827,55 VARIACIÓN ACUMULADA SIETE MESES DEL AÑO: 1.470,12% VARIACIÓN
ANUALIZADA: JULIO 2018 / JULIO 2019 = 55.654% PODER ADQUISITIVO REAL DEL
SALARIO MÍNIMO = 2,4% PODER ADQUISITIVO DEL SALARIO MÍNIMO + TICKET DE
ALIMENTACIÓN = 3.9% Salario Mínimo mensual Bs.S 40.000,00, vigente a partir
14/04/2019= /$ 3.55 mensuales (cambio de referencia: indicadores del BCV
sobre la información del mercado cambiario para el 31 de julio 2019 colocó el
$ en Bs.S 11.264,48 x 1$)”[1].
Varias decenas de salario mínimo se
s requerían ya para julio de 2019 para poder adquirir la canasta alimentaria que registra Cenda para un grupo familiar (5 miembros) y la cual la componen
alrededor de 60 productos de consumo básico. No hay secretos. Dentro de las
dos determinaciones de esto que queremos resaltar se encuentra obviamente la hiperinflación. Esta última se
mantiene, a pesar de los entusiasmos de algunos sobre la disminución de los
niveles de la misma para varios meses del primer semestre de 2019.
Y es que los determinantes de la hiperinflación se mantienen
fundamentalmente inalterados, a la luz de la continuación de las mismas
políticas de la administración bolivariana. Emisión de dinero inorgánico; afectación
de las reservas; presiones de los niveles de endeudamiento junto a compromisos
vencidos; política de controles y amenazas al sector privado y al mercado que
terminan no siendo nada realmente efectivas; creación de numerosas barreras
que desestimulan la inversión y la permanencia de capitales en determinados
rubros potenciando la escasez desde la producción y el comercio;
mantenimiento de monopolios estatales en el manejo y acceso a cierto rubros; políticas
populistas de ingresos para los trabajadores; entre otros elementos.
Por su parte, la dolarización chucuta e informal[2]
se ha establecido rotundamente en un contexto donde no se ganan ingresos en dólares
para el conjunto en la fuerza de trabajo de salarios eventuales, diarios,
semanales o quincenales o sus combinaciones. Los sectores de trabajo informal se mueven –abiertamente-
exigiendo contraprestación o pago de servicios y bienes, en dólares, mientras
la población gana en bolívares soberanos. Algunos extremistas incluso -y en
la línea de la especulación- quieren mover hacia el alza precios en dólares según
el mercado internacional y la ley del
precio único. La falta de cultura de mercado y los procesos de desinstitucionalización, junto una administración
del país que genera todo tipo de irregularidades, están en la base de estas
distorsiones en las tendencias de la economía o estas reales perversiones en
la dinámica de precios, contraprestaciones y salarios.
A pesar de medidas, vaivenes,
confusiones, actuaciones, más completas o menos completas, la administración
bolivariana abandonó casi como solución natural, el mercado cambiario. Ya no
tiene las divisas que tuvo y dilapidó y el dólar, terminó sobre ubicándose ante
monedas, alternativas; así como también ante la criptomoneda el petro que la administración trató de impulsar. El
dólar criminal del que tanto habló
el presidente NM terminó imponiéndose.
Todavía, sin embargo, la administración con resabios de las subastas, DIcom y
su políticas de control y discrecionalidad nada exitosas, maneja un dólar oficial del cual -puede
presumirse- algunos se benefician, pero realmente cada día se acerca más al paralelo o el dólar del mercado negro, disminuyéndose cada día más la
distancia entre ambos.
Por el lado de la interpretación y opinión sobre
los problemas económicos, todos estos procesos han dado pie a una especie de economía de aproximaciones que en
cierto grado podría relacionarse con la economía
espurea de la que hablaba P. Deane.
Se trata de aquel tipo de interpretaciones y optimismos que, por razones de interés,
compromisos o mantenimiento del mercado de la opinión, algunos han tenido
recientemente en Venezuela. Tal economía
de aproximaciones y trapos rojos reacciona generalmente con mucho
optimismo ante pequeñas variaciones. Avanzado julio ante algunas disminuciones
de precios algunos empezaron a ver resultados inmediatos a la política de aumento
del encaje legal. Variadas circunstancias curiosas de los mercados,
permitieron observar como la baja en los precios del queso se convirtió rápidamente
en más que duplicación de precios de tal rubro. Pero también sucede con
frecuencia que, en el mercado del dólar, algunos consiguen rápidas
estabilizaciones en el mercado paralelo o la administración bolivariana
encuentra resultados hasta de su inacción dado lo señalado más arriba. El dólar
da, permanentemente, los saltos y altibajos de siempre, y retoma su tendencia
estructural alcista.
Las cartas están echadas: la hiperinflación, con la dolarización informal
y la correspondiente tendencia alcista del dólar han continuado y nada indica,
y mucho menos las actitudes y políticas de la administración bolivariana y
sus asesores, que abandonarán en este contexto el escenario nacional.
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4 de septiembre 2019
@eortizramirez
eortizramirez@gmail.com
[2] Eduardo
Ortiz Ramírez https://www.academia.edu/39741838/DOLARIZADOS_SIN_GANAR_EN_D%C3%93LARES_profundizando_la_crisis_de_un_sistema_que_no_funciona._02_de_julio_2019.;
y https://www.academia.edu/38576133/DOLARIZACI%C3%93N_INFORMAL_EN_VENEZUELA_2019_a_pesar_de_acciones_y_rechazos._18_de_marzo_2019.
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