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Carencias que potencian
La actual coyuntura exige observar el hecho económico que en las últimas dos décadas permite graficar, casi al calco, la lógica del proceso de acumulación capitalista, subdesarrollado y rentista de la economía venezolana.
Las medidas coercitivas unilaterales son una manifestación concreta del conjunto de agresiones de la cual ha sido víctima toda una nación y acelera exponencialmente el agotamiento del modelo de acumulación imperante, abre una etapa de transición hacia lo nuevo, bajo condiciones atípicas que limitan el desempeño económico del país.
Durante el período presidencial de Hugo Chávez la actividad económica de 2013 registró un crecimiento del 57% respecto a 1999. Desagregando el indicador encontramos que actividades como la construcción crecieron en un 90%, comercio un 93%, manufactura en un 30% y el sector financiero en un 384%.
La producción de petróleo para 2013 refleja una contracción del 22% con respecto a 1999. En promedio la producción de crudo fue de 3.094.878 barriles por día. El comportamiento de los precios para 1999 era de unos 16,04 USD por barril, posteriormente inicia un proceso de recuperación que alcanza un precio de 86,81 USD para 2008, lo cual se ve afectado por la crisis que se desata en el corazón financiero de los Estados Unidos—a finales de 2007— que genera una contracción del precio para 2009 hasta alcanzar su punto máximo en 2012 con 103,42 USD.
Al examinar las exportaciones de bienes FOB —que comprende el origen de las divisas que adquiere la economía— encontramos que en el año 1999 el 77% provenía de la venta de petróleo, mientras que en 2013 el valor se ubicó en 96%. Es decir, de cada 100 USD que ingresan al país, 96 USD son producto de colocar petróleo en el mercado global.
El crecimiento económico entre 1999-2013 radicó en la apropiación de renta por el sector bancario y comercial que, con un escenario desestabilizador (paros, golpes de Estado) y lucha encarnada por el poder en el cual los actores económicos parasitaron como nunca antes la economía. Esa economía derruida la heredó también el presidente Maduro. Hubo desaciertos como en toda política, pero las comparaciones lineales son por demás inexactas y deshonestas.
Recuperar la economía que tenemos hoy exige dialéctica y perspectiva crítica permanente para enfrentar con innovación los múltiples obstáculos que magnifican las necesidades que presenta nuestra economía. El equipo económico no la ha tenido nada fácil para maniobrar en medio de tanta turbulencia — caída de los precios del petróleo, sanciones, pandemia— sin perder el centro de toda acción en Revolución: proteger al soberano. Finalmente, toda agresión no ha sido sino un simulacro de vuelo que nos ha brindado un valioso capital: entender la necesidad como una carencia que potencia.
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