lunes, 12 de octubre de 2015

CUATRO OPCIONES PARA EL BIENESTAR.

EDUARDO ORTIZ RAMÍREZ.

Los venezolanos adquirieron un nivel de vida respaldado en oportunidades de empleo, niveles de salario que permitían alcanzar un nivel de vida superior al de varios países de América latina, apoyo en seguridad social y servicios públicos, entre otros elementos. Ese nivel de vida empezó a deteriorarse –inicialmente en los sectores menos favorecidos en la distribución del ingreso- con los aumentos de los precios petroleros y los niveles de endeudamiento del país desde mediados de los años setenta. Ninguno de los dos tipos de aumento, ni las ejecutorias de variadas administraciones, con sus respectivos sesgos en la elaboración de la política económica y social, permitieron aumentar ni el desarrollo ni el bienestar de los venezolanos. Es esa la evolución desde los años referidos hasta los inicios de la administración bolivariana, y esta última ha continuado –grosso modo- con los mismos resultados. Es de ahí que los registros y balances sobre el deterioro del salario real sigan siendo de los elementos relevantes en la evaluación de lo que en otro trabajo llamamos el paquete de pobreza. Es este, en parte, el sentido recogido en la afirmación contenida en el documento Compromiso con Venezuela de Fedecámaras: “La calidad de vida de las personas solo puede incrementarse sostenidamente con una economía que año tras año logra crecer. A pesar de los cuantiosos recursos naturales y el talento con los que cuenta nuestro país, hemos retrocedido año tras año con respecto a América Latina y al mundo en indicadores de competitividad, inversión y calidad institucional.” (Fedecámaras, Compromiso con Venezuela. 2014.)

Varias son las opciones que en una economía pueden considerarse para atender las necesidades de aumentar o mantener el bienestar de sus ciudadanos. En el caso de Venezuela es ineludible considerar su condición de economía productora de petróleo y petroestado. Considerando administraciones siempre polémicas, como la segunda de Carlos Andrés Pérez y la bolivariana desde 1999, podemos resaltar cuatro perspectivas.

La primera opción remite a la perspectiva tradicional entre crecimiento y bienestar. Se considera que a una dinámica intensa en el crecimiento para el mediano plazo, corresponderá automáticamente un impulso en el bienestar de la población. Es este el sentido que se le ha dado a varios elementos de política y dinámica macroeconómica en la economía venezolana. Es el caso de los megaproyectos en la segunda administración de Carlos Andrés Pérez, los cuales se consideraban estimularían las variables aludidas. En el caso de la administración bolivariana el proyecto ferrocarrilero (para 2014 con varios años de aletargamiento de su intensidad), obras del metro, puentes sobre el Orinoco, construcción de viviendas han ocupado ese lugar.

En segundo lugar, se encuentra la opción de los Programas Sociales Compensatorios (PSC) en la administración de Pérez señalada. Se consideró en esta que, dado el innegable panorama de pobreza y deterioro en el bienestar, los PSC (sobre todo a través de la red escolar y de salud, y focalizando en los sectores o grupos sociales más vulnerables) contrarrestarían los efectos de los programas de ajuste y estabilización enmarcados en el llamado Gran Viraje. En el caso de la administración bolivariana desde 2004 se desarrollaron grandemente las misiones, que abarcan salud, educación, vivienda y otros. Puede afirmarse que en esta administración ha habido mayor sectarismo y acotación ideológica al momento de difundir la atención social. Las preguntas en ambas administraciones han sido: ¿Cuánto tiempo puede la administración mantener el programa de atención social? ¿Contrarrestan estos últimos significativamente la pobreza? Debe aceptarse que, la asignación de viviendas en la administración bolivariana, ha significado un salto de importancia en la valoración de familias que han sido beneficiadas en tal sentido y más allá de los condicionantes políticos, puesto que al momento de aquella asignación y en el uso de la vivienda misma no han estado claros los criterios de propiedad. Se mantiene además el agudo problema de los déficits habitacionales y si se han cumplido o no las metas trazadas para la satisfacción de los mismos.

Una tercera opción, más especifica que las anteriores es la que se da a través de los aumentos de salario vía decreto gubernamental. Desde los tiempos de la Venezuela de los años setenta, la nación venezolana presencia episodios relacionados donde los aumentos de salario de tal tipo son interpretados a la luz de si pueden o no compensar los aumentos de precios tenidos en períodos relativamente recientes a los mismos; si estimulan nuevos aumentos de precios dados las crecidas en la capacidad de compra o si realmente permiten aumentar el bienestar de los ciudadanos. Desde el punto de vista político son apartados, así, cualesquiera criterios sobre el desarrollo de la productividad. Todo este escenario se ha complicado grandemente dados también los registros y mediciones sobre la llamada cesta o canasta alimentaria -por familia de alrededor de 5 miembros- o la canasta básica que incorpore los servicios y bienes restantes que necesita la misma familia. En el contexto de la administración bolivariana y reconocidos los efectos de la inflación, también se ha terminado conceptualizando que en una familia puedan existir dos o más salarios mínimos.

Siguiendo los registros que presenta Anabella Abadi –y depurando los planteamientos en su debida temporalidad- (Todo lo que usted necesita saber sobre el aumento del Salario Mínimo. www.prodavinci.com, 30 de Abril, 2014) puede destacarse como en la administración bolivariana se habían presentado -en quince años- 25 aumentos de salario y en el caso del presidente Nicolás Maduro (NM) -hasta mayo de 2014- se tenían acumulados cinco para su primer año de gobierno (con el último el salario mínimo se habría ubicado en BsF. 4.251,4 y con el bono de alimentación alcanzó a BsF. 5.602).

Esa última combinación se le ubica propiamente como el salario integral y debe apreciarse que el bono de alimentación generalmente aumenta menos que el salario y, dados niveles altos de inflación como los de 2013 (56%) o los registrados ya entrado 2014 y los cuales se habían previsto (5% en varios meses; 5,7% en abril y 5,7% también en mayo, www.el-nacional.com, 17-5-14 y www.elmundo.com.ve 13-06-14), es fácil que en tales momentos se hayan perfilado perdidas de poder adquisitivo. Ello llevó, entre variados factores presentados (aumentos de precios de bienes regulados, fijación de precios de otros rubros que significaron aumentos) al director de econométrica, una firma consultora, a ubicar una pérdida de poder de compra de 4% mensual ya establecido el escenario 2014 (ver www.eluniversal.com 12 de mayo 2014). El nivel de inflación acumulado para mayo 2014 había  alcanzado 23% (www.elmundo.com.ve 13-06-14). Para el mes de noviembre del mismo año la inflación acumulada alcanzó 60,1% (www.el-nacional.com 1 de enero 2015); superando para ese mes como se observa el nivel acumulado en 2013. Definitivamente la inflación terminó registrándose para 2014 en un monto de 68,5% (ver www.informe21.com 14-02-15).

Ajustando a los precios a enero de 2014 Abadi presenta que el salario máximo alcanzado habría estado en 2007 con un nivel de Bs F 3.657, aunque aquel último aumento coloca el salario en BsF. 3.995, pero con tendencia a presentarse más bajo en adelante;  globalmente “Desde 1999 los ajustes sólo han logrado mantener el Salario Mínimo alrededor de su promedio de los últimos 15 años”. igualmente de interés es resaltar sus registros sobre la relación entre el aumento de mayo 2014 con el costo de las canastas para las familias: “…desde el inicio de la gestión del Presidente Maduro y tras 4 ajustes, el Salario Mínimo nunca llegó a cubrir el costo de la Canasta Alimentaria Normativa y mucho menos de la Canasta Básica. Si se mantiene la tendencia, el ajuste de 30% de mayo de 2014 también será insuficiente”.

Comenzando el último trimestre de 2014, Cendas (grupo de análisis que tradicionalmente ha supervisado la inflación y sus repercusiones en la canasta alimentaria y la básica) difundió sus apreciaciones y registros sobre el costo alcanzado por la canasta alimentaria y básica –como en otros casos deben entenderse en su debida temporalidad-. En cuanto a la primera, para el mes de septiembre de 2014 su valor se ubicó en 14.080,98 bolívares, incrementándose el mismo en Bs. 598,42 -4,4%, con respecto al mes de agosto de 2014 y 97,7% entre septiembre de 2013 y el mismo mes de  2014-; requiriéndose de esta manera, 3.3 salarios mínimos para poder adquirir la canasta (Ver www.elmundo.com.ve)

Por su parte, el Centro de Documentación y Análisis Social de la Federación Venezolana de Maestros, Cendas-FVM, señaló que la canasta básica familiar registró un aumento de 11.819,03 bolívares (92,9%) entre agosto de 2013 y agosto de 2014 y pasó a ubicarse su costo en 24.541,63 bolívares. Requiriéndose, en tales condiciones, 5,8 salarios mínimos (Bs 4.251,78) para poder cubrir todos los gastos relativos a una familia. La canasta básica familiar que mide el Cendas-FVM se refiere al conjunto de bienes y servicios indispensables a los que debe acceder una familia para satisfacer sus necesidades fundamentales (gastos alimentarios, alquileres, vestimenta y salud, entre otros elementos). Debe señalarse que esto representó alrededor de 93% de aumento -para un año- en el costo de tal canasta básica y según estos registros presentados para octubre 2014 (Ver MSN Dinero, www.msn.com 14/10/14). Los registros de la misma fuente reseñados para mayo de 2015 resumen los efectos de la inflación y el correspondiente deterioro en las condiciones de vida de la población, vistos a la luz del precio de la misma canasta básica familiar: “El precio de la Canasta Básica Familiar (CBF) de abril costó Bs. 37.960,36 aumentando Bs. 2.835,91 (8,1%) con respecto al mes de marzo, según el estudio del Centro de Documentación y Análisis Social de la federación Venezolana de maestros. La variación anualizada para el período abril 2015-abril2014 fue de107,2% o Bs. 19.638,07; lo que representa tres y medio salarios mínimos (Bs. 5.622,48). Se requieren 6.8 salarios mínimos para poder adquirir la canasta básica para una familia de cinco miembros.” (www.el-nacional.com 20 de mayo 2015).

Para noviembre 2014 el presidente NM comunicó al país un nuevo aumento del salario mínimo -con vigencia para el mes de diciembre del mismo año-, representando, en esta oportunidad, el sexto que el presidente NM decretaba en año y medio de gobierno. Y alcanzando a ser el número 28 –según los registros oficiales- en 16 años de administración bolivariana. Con el aumento de 15% anunciado el 3 de noviembre, el salario mínimo llegaba  a Bs F. 4.889,1. Es el tercer ajuste aprobado sólo en 2014, tras el de 10% de enero 2014 y el de 30% de mayo de 2014, con lo que se acumulaba un aumento de 64,5% en un año, con una inflación interanual que alcanzó a 63,4% en agosto de 2014. En un contexto inflacionario dinámico e intenso como el que Venezuela registraba ya en 2014, el aumento del salario mínimo al no tener en paralelo un acrecentamiento en la oferta de bienes, su capacidad de compra desaparece rápidamente y la administración se enfrenta en estos casos a un círculo vicioso entre nuevos aumentos e inflación. Algunos estiman así que de ser una solución de corto plazo pasa a ser un problema de largo plazo. Y efectivamente, ante 28 aumentos del salario mínimo y recrudecimientos de la inflación se trata de un círculo vicioso (Anabella  Abadi M. ¿El aumento del salario mínimo recupera la capacidad adquisitiva del venezolano? www.prodavinci.com 3 de noviembre, 2014). Otro tipo de análisis nos remite a la comparación de los niveles alcanzados por el salario mínimo -recurrentemente aumentado- con el precio de las canastas, pues para el último trimestre del año 2014 las cifras de instituciones como Cenda -tal cual se destacó- ubicaban (grosso modo) la canasta alimentaria en más de 14.000 Bs F. y la básica en más de 24.000 Bs F. en un contexto de agudizada y crecientemente extendida escasez. En momentos cercanos a los señalados, varios funcionarios expresaron numerosos reconocimientos y elaboraron perspectivas altamente positivas para 2015 en los asuntos indicados. Un caso es el del Vicepresidente de Planificación y Conocimiento quien aseguró que el salario mínimo se ubicó -dado el aumento decidido por la administración- por encima (4.888 bolívares) del valor de la Canasta Alimentaria Normativa (CAN; 5.741 bolívares); llegando a afirmar lo siguiente: "El valor general del salario, del ingreso general de nuestras personas, el mínimo pasa a estar rondando los 7 mil bolívares", así como que "En el pasado donde trabaja una persona por hogar, ahora tenemos cerca de dos personas que trabajan por hogar. Eso permite que las cifras del ingreso por hogar se ubiquen en 13.300 bolívares por casa. Trabajan más personas por casas y evidentemente, al subir el salario mínimo y el ticket de alimentación, se mejora la situación desde el punto de vista de los hogares" (www.eluniversal.com 04/11/2014).

Entrado ya 2015, Cendas presentó cifras que podrían apreciarse como consolidadas dado el tiempo transcurrido en meses -según las referencias anteriores- y las cuales representan una diferencia no insignificante; aunque no alteran el sentido de las tendencias señaladas en cuanto al deterioro del salario real y de las posibilidades de acceso a la canasta alimentaria (en descargo de la organización debe recordarse el retraso que han presentado distintas instituciones públicas en el suministro de la información de variables fundamentales de la economía como la inflación). De esta manera, para Cendas la Canasta Alimentaria tuvo un costo para el mes de diciembre de 2014 de 12.306,09 bolívares, con un incremento de 91% en relación a diciembre de 2013 (Bs. 5.889,99). De manera más especifica la organización destacó como entre noviembre y diciembre el costo de los alimentos básicos varió en 14,6% (1.566,36 bolívares más por los mismos productos). En diciembre de 2014 subieron nueve de los 11 rubros que componen la canasta alimentaria. Entre los productos que más vieron incrementados sus precios: carnes y preparados (36,8%), grasas y aceites (24,8%), leche, quesos y huevos (17,1%), cereales 13,3% y verduras 10,6% (ver www.6topoder.com 19 de febrero de 2015).

Observado desde la perspectiva de finales del tercer trimestre de 2015, el panorama es considerablemente más complicado en cuanto a deterioro acumulado, si se parte de medir solamente el costo alimentario. Así, el Centro de Documentación de Análisis Social de la Federación Venezolana de Maestros (Cendas-FVM) señaló que la Canasta Alimentaria Familiar (familia de cinco miembros) del mes de agosto aumentó a 50.625,52 bolívares. Entre julio y agosto la misma presentó un aumento de 8.943,82 bolívares, lo que representó un incremento de 21.5% en un mes, requiriéndose 6,8 salarios mínimos (7.421,68) para poder adquirirla (www.el-nacional.com 30 de septiembre 2015).

Con una inflación de 68,5% en 2014 y acentuada durante el transcurso del primer semestre de 2015 (observada por variados medios a pesar de los retraso en la entrega de los índices inflacionarios mensuales por parte del BCV; extraoficialmente se estimaba para mayo de 2015 que, durante los cuatro primeros meses del año, la inflación sumaba cerca de 50% según fuentes vinculadas a la administración bolivariana -ver www.elestimulo.com 04/05/2015-; para el último trimestre de 2015 diversas fuentes ubican la inflación para 2015 bordeando el 200%.), una escasez acentuada y convertida en un problema estructural que se ha expandido a la generalidad de productos y bienes, una descapitalización y desvalorización en cuanto a activos, patrimonios y salarios dadas las presiones y combinaciones entre los movimientos ascendentes del dólar libre –que no ha encontrado contención en ninguno de los regímenes cambiarios instrumentados- y la inflación, la administración bolivariana a través de la alocución del presidente NM del 1ro de mayo de 2015 pasó decretar un nuevo aumento del salario mínimo. La medida quedó incorporada a otras medidas de ajuste salarial dentro del sector público. Señaló NM: "He ordenado y he firmado el punto de cuenta para decretar 30% de aumento del salario mínimo y las pensiones: 20% a partir del 1° de mayo y 10% a partir del 1° de julio. He ordenado el ajuste inmediato de toda la tabla de la administración pública nacional y de la FANB". Con el 20% de aumento de mayo el salario mínimo se ubicó en 6.746,97 bolívares, y con el 10% de julio, se ubicaría –y efectivamente así fue- en 7.421,66 bolívares, representando estos aumentos un alza de 1.799,18 bolívares al mes y 59,97 bolívares diarios (ver www.el-nacional.com sábado 02 de mayo y domingo 03 de mayo de 2015). Debe señalarse que este nuevo aumento del salario mínimo pasó a añadir más distorsiones en la diferenciación de salarios según estratos ocupacionales y tipos de trabajadores como profesionales, técnicos, personal operativo por mencionar algunos de los casos (ver www.el-nacional.com 05 de mayo de 2015). (En un contexto de aguda escasez e inflación el 15 de octubre de 2015 el Presidente NM volvió a decretar otro aumento en el salario mínimo: 30% del salario mínimo, el cual se ubicaria a partir del 1° de noviembre en Bs 9.648,16; igualmente se dio un aumento de la base de cálculo del ticket de alimentación a 1,5 unidades tributaria y el número de dias a 30, lo que representa alrededor de Bs 6.750; el salario integral se ubicó asi en 16.399 Bs.F.; ver www.elmundo.com.ve 16 de octubre 2015 y www.eluniversal.com 16 de octubre 2015). 

En el contexto de la aguda y ampliada crisis económica y social de la economía venezolana para finales de 2015, es importante destacar la interrelación de este nivel de salario mínimo con otras variables. En estimaciones de Genny Zuñiga –Investigadora de la UCAB-, en base al salario de mayo 2015, puede apreciarse que alrededor de 40% de la población ocupada gana el salario mínimo (Bs 7.421,68) y, considerando dos salarios mínimos (Bs 14.843,36), el porcentaje alcanza a 80%. Por otra parte, al analizar las condiciones de empleo, se observa que 37% de los trabajadores no tienen contrato, 12% labora bajo un acuerdo verbal, 13% posee un contrato a término y sólo 38% contrato indeterminado. Igualmente se destaca en tales estimaciones que menos de la mitad de la población (alrededor de 40%) tiene beneficios de vacaciones, política habitacional y seguro social (www.elestimulo.com 8 de octubre 2015).

La administración bolivariana de HC Y NM siempre ha señalado el importante nivel que habría tenido el salario mínimo cuando se le compara con el contexto de países latinoamericanos. Dada la situación cambiaria que se ha tenido durante buena parte de la misma y que se ha complicado con el transcurrir del tiempo, esta afirmación es considerablemente irrelevante para el salario mínimo y los otros salarios puesto que el dólar negro o paralelo ha ido siendo un tipo de cambio marcador de los precios cuya máxima expresión la ha adquirido en el contexto de escasez presentado abiertamente para los años 2013, 2014 y 2015. Más aun, en los años señalados la panorámica cambiaria se ha complejizado  con dólar oficial 6.30 (por referir algún nivel de los presentados), Sicad I, Sicad II y SIMADI. De ahí que tan solo aplicando Sicad II para el momento del cálculo en  los propios registros del trabajo de Abadi se destaca que: “Calculando a la tasa oficial de Sicad II de 49,9764 Bs F/US$, Venezuela pasa a tener el 2do Salario Mínimo en dólares más bajo de la región con US$ 85, sólo superando a Cuba (US$ 10)”. De la misma manera, puede hacerse una acotación atinente al nivel del salario mínimo medido en dólares a partir del aumento del 1ro de mayo de 2015. Si se calcula el nuevo salario mínimo de los trabajadores y pensionados al precio del dólar a la tasa del Sistema Marginal de Divisas (el SIMADI), que había cerrado el jueves 30 de abril en 198,31 bolívares por $, aquel quedó perfilado para julio de 2015 –después de la segunda porción del aumento ya señalada- en 37 dólares. Por otra parte, el dinero adicional diario obtenido a partir del aumento es apenas la tercera parte de lo que costaba un dólar en ese mecanismo al momento referido (ver www.el-nacional.com 03 de mayo de 2015).

La cuarta opción remite a la elaboración de estrategias de desarrollo que -en la ejecución de las políticas de ajuste y en el perfil de desarrollo a largo plazo- abarcasen políticas de ingreso y empleo en la línea de un proyecto de desarrollo compartido por distintos agentes y el cual permitiese potenciar áreas fundamentales en cuanto a bienestar de la población (bienes salario, por ejemplo), el crecimiento (generación de empleo), la productividad (estímulos, acciones conjuntas entre agentes públicos y privados) o la competitividad (innovaciones, investigación y desarrollo, mejoramientos de la calidad). En el caso de la segunda administración de Pérez las conceptualizaciones o ejecutorias del Gran Viraje no estuvieron estructuradas en base al consenso. Hubo un extremismo tecnocrático y un sentido neoliberal, con un paquete considerablemente explosivo desde el punto de vista económico y social. En el caso de la administración bolivariana, tampoco se ha usado el consenso ni la participación conjunta de agentes públicos y privados; adicionalmente, todos los planes, hasta quince años de ejecutorias (incluido el Plan de la Patria… de 2013), han ido adquiriendo crecientemente un matiz sesgado hacia el estatismo y lo que tal administración percibe como socialismo (En distintas discusiones sobre el desarrollo y la elaboración de estrategias atinentes al mismo, se resalta la importancia del escenario democrático para los mejores logros e impulso de aquel, pero, igualmente se señala, entre otros tantos elementos, la importancia de alcanzar consensos para los objetivos y metas de mediano y largo plazo que se plateen las naciones. Es inevitable que sobre distintos tópicos, variados grupos sociales puedan presentar disensos o desacuerdos. Sin embargo, la tendencia dominante debería ser una donde los consensos fuesen mayores que los disensos o que aquellos tuviesen mayor representación que estos últimos).

Cualesquiera de estas opciones para el aumento del bienestar pasa ineludiblemente por consideraciones y acciones atinentes al manejo de ingresos y gastos del sector público, incluida la atención de la corrupción y en general a estructurar un nuevo perfil para la Política Fiscal, según los patrones tradicionales que ha habido en Venezuela. Las posibilidades de financiar adecuadamente el desarrollo, manejando convenientemente el ahorro nacional  es –efectivamente- la base, junto a las acciones desde el sector privado, para suministrar un impulso productivo que pueda propender al aumento del bienestar de la población (“…Ya sea en la Europa occidental de la posguerra o en la China de después de la revolución, en la República de Corea después de la reforma agraria o en Estados Unidos después del New Deal, el progreso socioeconómico ha reque­rido a menudo una combinación de libertad económica y sólidos fundamentos de educa­ción, salud e infraestructura públicas. Es casi seguro que la mayoría de países en América Latina y el Caribe requerirán reformas adi­cionales de sus contratos sociales para permi­tir a sus gobiernos proporcionar esos funda­mentos y sostener el crecimiento”  -Banco Mundial, La movilidad económica y el crecimiento de la clase media en América Latina, 2013, pg. 13).

En el campo fiscal, la administración bolivariana ha mantenido una permanente posición de éxito sobre los ingresos tributarios distintos del petróleo. En los inicios de la administración, instituciones como el SENIAT insistieron en la voluntad de los ciudadanos venezolanos para pagar sus impuestos que ahora –dada la presencia de la administración bolivariana- si verían reflejados en mejoras públicas. Cada proceso de recaudación de impuestos generalmente ha terminado con una evaluación de éxito en cuanto a que se ha recolectado más que el año inmediato anterior, para los efectos de aumento de los ingresos públicos. Sin embargo, la realidad fiscal de Venezuela por el lado de los ingresos tributarios no es muy distinta de otros países de la región. Los datos del Banco Mundial son expresivos en tal sentido: “Actualmente, con la excepción de Argentina y Brasil, la región se caracteriza por tener ingresos fiscales totales relativa­mente bajos. El promedio de los ingresos fis­cales totales en 2010 fue de 20,4% del PIB en América Latina, en comparación con 33,7% en los países de la Organización de Coopera­ción y Desarrollo Económico, por ejemplo. Por otro lado, en la composición de estos ingresos fiscales tenían más peso los impues­tos indirectos (a las ventas) y las contribu­ciones a la seguridad social que el impuesto sobre la renta y la propiedad, lo cual con­ducía a un sistema que no es especialmente progresivo.” (Banco Mundial, La movilidad económica y el crecimiento de la clase media en América Latina, 2013, pg. 12).

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