Profesor Felix Arellano
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Pero recordemos que el
multilateralismo también ha demostrado su capacidad para promover la
conformación de la sociedad civil internacional y estimular la democratización
de las relaciones internacionales, en tal sentido, a los defensores de la
libertad y la democracia nos queda un doble desafío: la lucha interna e
internacional para la consolidación de tales valores
El multilateralismo, no obstante
haber sido creado por los Estados Nacionales que lo tratan de mantener bajo su
hegemonía y contradicciones, ha dado claras evidencias de su versatilidad para
adecuarse a los cambios de la dinámica mundial. De hecho está resultando una
plataforma adecuada para nuevos actores y nuevos temas de la agenda mundial,
incluyendo las tendencias transnacionales y transgubernamentales; empero,
actualmente está enfrentando serios desafíos que ponen a juego su existencia.
Las bondades del multilateralismo
son diversas y entre ellas destaca constituir la base para la construcción del
diálogo, la convivencia, la paz y la gobernabilidad internacional. Luego, con
el tiempo, ante el surgimiento de nuevos actores internacionales, como las
organizaciones no gubernamentales (ONG) y las complicaciones técnicas en la
agenda internacional, el multilateralismo también ha representado la base para
la incorporación de tales innovaciones.
Que en las Naciones Unidas hayan
aprobado la participación de las ONG como observadores y que tengan derecho a
voz, es un avance importante. Por otra parte, la agenda progresivamente
compleja de la ONU, evidencia la incorporación de los nuevos temas. Que el
Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional incluya la sanción directa a
los individuos responsables de los delitos, también evidencia el dinamismo del
multilateralismo.
Pero los gobiernos en términos
generales se resisten a los cambios, pues un multilateralismo creciente y
solido tiende a limitar las visiones de soberanía absoluta. En este sentido,
encontramos algunos retrocesos que ilustran las contradicciones. La
Organización Mundial del Comercio, de reciente creación (1995), no permite la
participación de las ONG como observadores. Varios gobiernos han actuado en
complicidad para evitar la aplicación de las sentencias de la Corte Penal
Internacional; el Mercosur ha adoptado una institucionalidad muy débil para
mantener la hegemonía de los gobiernos; los gobiernos de la región han evitado
aplicar la cláusula democrática ante la situación que enfrenta Venezuela y, el
gobierno bolivariano se ha retirado de las instituciones multilaterales que
pueden representar algún tipo de limitación para su autoritarismo como la
Comunidad Andina, el Tribunal Interamericano de Derechos Humanos o el CIADI.
Entre los retos que enfrenta el
multilateralismo destaca el tema de la toma de decisiones. No es fácil mantener
un sistema democrático y participativo en las organizaciones universales con un
creciente número de miembros. Frente a tal situación algunas organizaciones han
adoptado mecanismos menos democráticos. En el caso de la ONU, se ha reservado
para el Consejo de Seguridad, con sus 15 miembros y 5 de ellos permanente, las
decisiones más complejas e importantes, pero al conferir veto a los miembros
permanentes se ha paralizado a la institución. En las instituciones
financieras, como el Banco Mundial o el FMI, el voto se corresponde con el
nivel de las cuotas, lo que presenta una discriminación.
La OMC mantiene un sistema
democrático, cada país un voto, pero ahora enfrenta el reto el de los gobiernos
antisistema, que juegan al deterioro progresivo del multilateralismo.Tal
situación está generando la parálisis de la OMC, como se aprecia ante el estancamiento
de las negociaciones en la Ronda Doha, lo que en parte ha motivado que algunos
países interesados en avanzar más rápidamente adopten la modalidad de la
conformación de bloques, como el transpacífico y el transatlántico.
El proceso bolivariano ha
desarrollado un discurso y práctica antisistema agresivos, que ha contribuido a
debilitar el multilateralismo regional. Ha cuestionado profundamente las
organizaciones existentes y ha promovido nuevas instituciones, generando
fragmentación, duplicación y debilidad de las organizaciones. Ha desarrollado
una campaña para debilitar o destruir las instituciones multilaterales con
alguna autonomía de acción, como la Comunidad Andina o el sistema
interamericano de los derechos humanos.
Pero recordemos que el multilateralismo
también ha demostrado su capacidad para promover la conformación de la sociedad
civil internacional y estimular la democratización de las relaciones
internacionales, en tal sentido, a los defensores de la libertad y la
democracia nos queda un doble desafío: la lucha interna e internacional para la
consolidación de tales valores.
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