martes, 13 de octubre de 2015

Reflexiones sobre el Acuerdo Transpacífico (TPP).

Publicado en el Diario TalCual
13-10-2015


Estas dinámicas democráticas y participativas no son del interés de los gobiernos autoritarios que seguramente preferirán el show del falso discurso

Luego de cinco años de negociaciones se ha firmado el mega acuerdo comercial Transpacífico (TPP), integrado por doce países, liderizados por Estados Unidos y Japón, incluye tres países de nuestra región (Chile, Perú y México) y una participación heterogénea como se aprecia por la membrecía de países como Vietnam o Brunei. Para entrar en vigencia aún está pendiente la ratificación de los órganos legislativos de cada país, lo que en Estados Unidos se pudiera complicar, por el clima electoral, las dudas de líderes del partido demócrata como Hillary Clinton y la oposición del movimiento sindical (AFL-CIO).

Pero el acuerdo firmado está generando retos e inquietudes. Los radicales de nuestra región, que viven pregonando el fin del imperio, sufren una nueva derrota, pues con este acuerdo se consolida el poder económico comercial de los Estados Unidos, la primacía de su agenda de negociación y las cadenas de agregación de valor que tiene al imperio como epicentro. Para otros países un gran reto, es el caso de China y las otras potencias emergentes de los BRICS (Brasil, Rusia, India, Sudáfrica); pero también es un reto para la Organización Mundial del Comercio (OMC).

Adicionalmente, surgen dudas por la falta de transparencia durante el proceso de negociaciones. El economista Joseph Stiglitz ha resaltado las limitaciones que puede representar al libre comercio. Pero también se debería profundizar en la naturaleza de las normativas que se adoptan, pues podrían generar mayor inequidad y exclusión en el comercio internacional.

No se puede negar que la firma del tratado representa otro éxito de la política exterior del Presidente Obama que, entre otros, suma las negociaciones con Irán sobre el plan nuclear y con Cuba. Pero además consolida el liderazgo de los Estados Unidos en materia de comercio e integración, que se inicia con la firma del TLC con Canadá y México en 1994 y con la de la OMC en el marco de la Ronda Uruguay en 1995. En ambos casos Estados Unidos logró imponer lo que se ha llamado la agenda de nueva generación, que adiciona a los tradicionales temas relativos a manufacturas; la negociación del comercio de servicios, las inversiones, la propiedad intelectual, las compras públicas. Luego se han incorporados aspectos ecológicos y laborales vinculados al comercio.

Uno de los aspectos más relevantes del TPP es que profundiza en aspectos regulatorios, en la adopción de estándares productivos que condicionan la corriente comercial. En contravía a la dinámica en la OMC, en el TPP se está regulando la naturaleza de los procesos productivos de los países miembros para disfrutar del comercio liberado. Tal situación puede generar muchas dudas, en principio los ecologistas lo encuentran positivo, ya que puede ser la forma de imponer procesos productivos sustentables, pero también puede ser la excusa para imponer condiciones productivas que benefician a las grandes corporaciones y excluyen a los más débiles.

Al regular los procesos productivos, Estados Unidos y los demás países del TPP, consolidan sus cadenas de agregación de valor ya existentes, lo que beneficia sus sectores productivos, pero excluye al resto del mundo. En este contexto, la OMC, como el foro universal para la regulación del comercio, pierde espacios, lo que debilita la gobernabilidad económica internacional y el resto del mundo pierde oportunidades de comercio. El TPP puede ser una estrategia para limitar a China, que seguramente acelerará sus acciones para construir un bloque comercial en el marco de la APEC.


Estados Unidos logra el TPP y está avanzando otros dos grandes acuerdos: el Transatlántico con la Unión Europea y un mega acuerdo de servicios (TISA). Los demás países miembros de la OMC, incluyendo los BRICS, deberían poner tales acuerdos en la agenda de discusión para evaluar la naturaleza de las normativas que se están adoptando, pero esto significa trabajar en profundidad y en equipo: gobiernos, sectores productivos, academia y sociedad civil. Estas dinámicas democráticas y participativas no son del interés de los gobiernos autoritarios que seguramente preferirán el show del falso discurso.

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