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Felix Arellano
Los radicales están satanizando el libre comercio por los problemas que puede generar para los sectores débiles o menos competitivos, este es un lugar común en los actuales discursos de Donald Trump, también lo ha sido de grupos radicales en la región como el Partido de los Trabajadores de Brasil, el Movimiento al Socialismo en Bolivia o el proceso bolivariano en Venezuela
El comercio internacional ocupa un lugar privilegiado en el contexto global, entre otros, por los beneficios y complicaciones que tiende a generar; pero, en particular, por ser el centro de constantes cuestionamientos. Bien podríamos decir que los radicales, en sus distintas manifestaciones como el Foro de Sao Paulo, el proceso bolivariano o Donald Trump, coinciden en una crítica manipuladora y desequilibrada contra el libre comercio, que por repetitiva se desgasta, no promueve soluciones y se trasforma en un falso discurso.
Tanto la crítica, como la crisis del libre comercio se van extendiendo por el mundo. En el marco de la Unión Europea nos encontramos, entre otros, con la abrupta salida del Reino Unido, proceso definido como Brexit, que formalmente no ha iniciado; pero también encontramos: el rechazo de Holanda al acuerdo comercial con Ucrania, los obstáculos interpuestos por los Valones de Bélgica contra el Acuerdo Comercial entre la Unión Europea y Canadá (CETA, por sus siglas en inglés) superados finalmente, lo que permitió la firma del acuerdo el pasado domingo. Pero también encontramos otros factores de tensión como el creciente rechazo a las negociaciones comerciales con Estados Unidos del acuerdo denominado Transatlántico. Adicionalmente, tampoco se aprecia optimismo en las viejas negociaciones con el Mercosur para conformar una zona de libre comercio.
En el Mercosur el tema comercial también presenta sus complicaciones. Por una parte, no se ha perfeccionado la zona de libre comercio en el bloque, pues si bien se han eliminado las listas de excepciones nacionales al libre comercio, se mantienen las listas sectoriales de excepciones en el sector automotor y el azúcar. Además, se han incrementado las restricciones no arancelarias. Por otra parte, luego de una fase de apertura y promoción del comercio con el resto del mundo en sus primeros años, en lo que se llamó la fase internacional del bloque, con el ingreso de Venezuela como miembro pleno, el proceso entró en la llamada fase ideológica, que apenas está culminando, periodo en el cual el grupo se ha cerrado, restando importancia a la apertura comercial.
En el presente año, combinado con la crisis de la presidencia del bloque con Venezuela, se está tratando de impulsar nuevamente la apertura comercial y, al respecto cabe destacar: los esfuerzos por acelerar las negociaciones con la Unión Europea y el acercamiento con la Alianza del Pacifico. Otro elemento interesante se puede apreciar en el interés que ha presentado el gobierno de Uruguay de negociar con China y Argentina de negociar con los Estados Unidos. Pero aún subsisten resistencias al interior de los gobiernos, en particular en Uruguay, donde los radicales del Frente Amplio, encabezados por Pepe Mujica, rechazan la idea.
En la actual campaña electoral de los Estados Unidos Trump está desarrollando un discurso crítico y manipulador contra los acuerdos comerciales y ha prometido que los someterá a revisión. Por su parte la Sra. Clinton ha realizado una defensa débil, seguramente para lograr algún respaldo de sectores productivos débiles que se han afectado por la competencia comercial, como ha sido el caso del sector automotor. En este contexto, no existe confianza que el Tratado Transpacífico, ya firmado por el Presidente Obama, sea ratificado por el Congreso y mucho menos que puedan avanzar las negociaciones de libre comercio con la Unión Europea.
Los radicales están satanizando el libre comercio por los problemas que puede generar para los sectores débiles o menos competitivos, este es un lugar común en los actuales discursos de Donald Trump, también lo ha sido de grupos radicales en la región como el Partido de los Trabajadores de Brasil, el Movimiento al Socialismo en Bolivia o el proceso bolivariano en Venezuela. El discurso radical apasiona y estimula el nacionalismo económico, pero no resuelve nada y agrava los problemas.
Por otra parte, conviene destacar que la Secretaria de la Organización Mundial del Comercio (OMC), informa que hasta el 2016, se han registrado más de 635 acuerdos regionales de comercio, el 90% de ellos relativos a zonas de libre comercio y tan solo un 10% de uniones aduanera. La magnitud de la cifra ilustra la importancia del tema del libre comercio, lo que obliga a una mayor y más equilibrada reflexión. Por lo pronto deberíamos decir que en las soluciones para enfrentar los problemas que tiende a generar el libre comercio se combinan, tanto la promoción de diversos incentivos para los sectores productivos más débiles, como la necesidad de trabajar en profundidad los mecanismos de equidad en el comercio internacional, tema tradicionalmente marginado.
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