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Felix Arellano
Entre los movimientos geopolíticos relevantes destacan: las contradicciones del “efecto Trump”, que no cesan y pueden acelerar el deterioro del liderazgo americano en el mundo y, por otra parte, el hábil oportunismo y cinismo de Putin, que aprovecha y promueve confusiones y problemas en el planeta
En el mundo observamos movimientos geopolíticos complejos e importantes, que están reeditando las tesis sobre la decadencia de las grandes potencias y los consiguientes desplazamientos de los centros de poder; en este intrincado contexto, el proceso bolivariano, en su creciente carrera autoritaria y progresivo deterioro internacional, está tejiendo nuevas relaciones, buscando protección ante posibles acciones que pudiera aplicar la comunidad internacional por sus flagrantes violaciones de normativas internacionales.
Entre los movimientos geopolíticos relevantes destacan: las contradicciones del “efecto Trump”, que no cesan y pueden acelerar el deterioro del liderazgo americano en el mundo y, por otra parte, el hábil oportunismo y cinismo de Putin, que aprovecha y promueve confusiones y problemas en el planeta para buscar espacios e incrementar su protagonismo y eventual liderazgo.
La primera gira internacional del Presidente Trump parece confirmar la tendencia de incertidumbre y contradicciones, que poco beneficia a su posicionamiento. Se creían superadas las diferencias con la OTAN; empero, repitió las criticas ya conocidas, desperdiciando la oportunidad para promover una nueva estrategia de seguridad ante las graves amenazas que enfrenta el mundo, con un mayor liderazgo norteamericano. Luego, al reunirse con la Unión Europea, parecían más adversarios que aliados; los ataques contra Alemania, tradicional e importante socio, deben preocupar a la cúpula republicana.
Desde la óptica de Trump todo parece exitoso, un multimillonario contrato militar con Arabia Saudita, que contradices sus expresiones de paz en el Vaticano y preocupa en el medio oriente, incluyendo a Israel su aliado privilegiado. Por otra parte, la creciente agresividad contra Irán, cierra posibles espacios de diálogo con el reelecto Presidente Hasán Rouhaní de orientación reformista.
Los resultados de la gira preocupan al mundo. Se mantiene la visión nacionalista y proteccionista de Trump; no se visualiza mayor interés por la diplomacia multilateral, ni por la construcción de diálogo y cooperación a escala global, como lo ha ratificado al rechazar comprometerse con los avances en materia de cambio climático. En el tema comercial, ni una mínima referencia a las negociaciones del acuerdo de libre comercio transatlántico, que deberíamos dar por desechado; ni a la posible culminación de la Ronda Doha en el marco de la OMC.
Las crecientes contradicciones del Presidente Trump, abren espacios para otras potencias y nuevos liderazgos. Ya es conocida la sagaz estrategia china para fortalecer su hegemonía económica a escala mundial. El rechazo de Trump al acuerdo Transpacífico, ha resultado un triunfo para China, que suma otros avances tales como: el Banco Asiático de Inversiones e Infraestructura, que ya cuenta con 57 países miembros y 25 en trámites, un proyecto alternativo al Sistema de Bretton Woods controlado por los Estados Unidos; y el gigantesco proyecto de “la ruta de la seda”, recientemente presentado en Pekín con la presencia de 44 Jefes de Estado. Si bien es cierto que serios problemas estructurales internos y problemas limítrofes, como el caso del mar de China, limitan su fortaleza mundial, China está actuando efectivamente ante las contradicciones del imperio americano.
Otros cambios geopolíticos se aprecian como el debilitamiento de algunas potencias emergentes del grupo de los BRICS, particularmente Brasil, en una crisis política muy profunda y Suráfrica con graves problemas internos. Difiere, en alguna medida, el caso de Rusia, pues si bien también presenta problemas estructurales internos, Putin juega hábilmente a expandir sus espacios, protagonismo y liderazgo. Un país frágil, con un autócrata arrollador.
Cambios geopolíticos también se observan en la región, donde el radicalismo populista ha sufrido importantes derrotas, pero lucha por sobrevivir. Así, la Sra. Cristina Kirchner aspira ser senadora; Lula, no obstante la colosal corrupción de sus gobiernos, sueña con una nueva presidencia; seguramente también sueñan Correa en Ecuador y Evo en Bolivia. Ahora bien, conviene destacar que en estos casos, no obstante los errores de sus gobiernos, estos populistas aspiran retomar el poder por la vía democrática, a diferencia del autoritarismo bolivariano, que para perpetuarse en el poder promueve cambiar la constitución y eliminar la democracia.
En este ajedrez geopolítico mundial el proceso bolivariano ha perdido las esperanzas de un posible apoyo del Presidente Trump; tampoco le genera confianza la prudencia china y está concentrando sus expectativas en el cínico oportunismo ruso, de allí la creciente compra de armas al potencial protector, tratando de garantizar un rígido respaldo ruso, incluyendo su capacidad de veto en el Consejo de Seguridad, frente a potenciales acciones de la comunidad internacional.
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