Pedro
Raúl Solórzano Peraza
Mayo
2017
Recientemente
hice un comentario en relación al arribo a Puerto Cabello de 160.000 sacos de
fertilizantes NPK para el ciclo agrícola de este año 2017. Señalaba que eso,
que parece una enorme cantidad de fertilizantes, solamente equivalía a 8.000
toneladas, y si se aplican 400 kg de ese fertilizante NPK por cada hectárea
sembrada (kg/ha), alcanzaría para abonar 20.000 hectáreas. Esta cantidad de
fertilizantes, para las ilusiones de los voceros oficiales de sembrar este año
4.000.000 de hectáreas, que requerirían 1.600.000 toneladas de fertilizantes,
representa solo el 0,5% del total.
Nuevamente,
el 27 de abril de 2017, salió otra información anunciando la llegada de 150.000
sacos de fertilizantes a Puerto Cabello, que equivalen a 7.500 toneladas,
suficientes para abonar solamente 18.750 hectáreas. Quiere decir, que para
finales de abril ya teníamos disponibles en el país 15.500 toneladas de
fertilizantes que servirían para fertilizar 38.750 hectáreas, lo cual
representa solo el 0,97% de los 4.000.000 de hectáreas que el gobierno anunció
que sembrarían este año. Por eso digo que esos 4.000.000 de hectáreas son
solamente una ilusión del gobierno para el ciclo agrícola 2017, cuando ya ha
comenzado la temporada de lluvias en muchas regiones del país y para traer el
resto del fertilizante requerido no alcanzan los restantes meses del año.
Recordemos
que la industria nacional ha aportado en los últimos años un 60% de 800.000
toneladas de los fertilizantes comercializados en el país anualmente. En
números redondos esto representa unas 480.000 toneladas hechas en Venezuela, de
las cuales alrededor de 70% corresponden a nitrogenados distribuidos en urea
94% o 316.000 toneladas y sulfato de amonio 6% o 20.000 toneladas. El otro 30%,
que es alrededor de 144.000 toneladas, se distribuye en unas 100.000 toneladas de
NPK y 44.000 toneladas de fertilizantes fosfatados, básicamente fosfato
diamónico.
Para
4.000.000 de hectáreas, aplicando 400 kg de NPK/ha, se requieren 1.600.000
toneladas de este tipo de fertilizante, como ya tenemos en el país 100.000
toneladas producidas por la industria nacional y 15.500 toneladas importadas,
aún están faltando 1.484.500 toneladas, que para traerlas a puerto venezolano y
distribuirlas en el territorio nacional se necesitarían cientos de barcos y
miles de gandolas que no existen a nuestra disposición.
En
relación a los fertilizantes nitrogenados, para 4.000.000 de hectáreas
aplicando 200 kg de urea/ha, se requieren 800.000 toneladas, la industria
nacional aporta cerca de 340.000 toneladas por lo que aún faltarían 460.000
toneladas de urea que deben ser importadas. Lo triste de esto es que Venezuela,
para el año 2004 por ejemplo, llegó a tener una capacidad potencial para la
producción de abonos nitrogenados de 2.510.000 toneladas anuales, lo cual
representó en ese momento el 32% de la capacidad de producción de toda
Latinoamérica, pero ese año solo se produjeron 370.000 toneladas que es
aproximadamente 15% del potencial de producción. En los años noventa se llegó a
producir cerca de 1.000.000 de toneladas de urea, buena parte de la cual era
para exportación y hoy, unos 20 años después, para cubrir la ilusión de los
4.000.000. de hectáreas nos tendríamos que convertir en importadores de urea,
un producto que entre los agricultores es tan criollo como la arepa, que dicho
sea de paso, también la estamos importando.
En
esta oportunidad, además, quiero referirme a otro aspecto interesante en la
importación de fertilizantes ya que se está importando producto ensacado debido
a la premura de la situación, por la improvisación que caracteriza al gobierno
en todas sus acciones. En los momentos cuando en Venezuela las empresas
privadas como Hydro Agri y Agroisleña podían
intervenir en la libre importación de fertilizantes, e incluso en la
distribución de los fertilizantes producidos en la industria nacional por
Pequiven, las negociaciones se realizaban generalmente con productos a granel.
La
importancia de esto es que cuando se importan los fertilizantes a granel, para
descargar los barcos se tiene que organizar una logística que incluye disponer
de ensacadoras al lado de los buques, ocupando mano de obra para el ensacado y
sellado de los sacos, así como de la
caleta para la carga de las gandolas. Todo ello significa actividades
remuneradas para nuestros trabajadores y la utilización de materiales como
sacos, hilos, equipos mecánicos y otros, producidos por industrias nacionales.
Pero para aprovechar el valor agregado de esta actividad se necesita una buena
organización y eficiente gerencia, cualidades que no existen en los entes
gubernamentales actuales.
Por
supuesto, no solamente los fertilizantes participan en esta crisis de nuestra
agricultura, ya que situaciones similares de carestía y falta de oportunidad
ocurren con los demás insumos para la producción, como son semillas de calidad,
agroquímicos y otros.
Pedro
Raúl Solórzano Peraza.
Mayo
2017.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario